Este relámpago casi continuo (lo podríamos llamar el rayo que no cesa, con permiso de Miguel Hernández) se produce hasta más de 200 noches al año sobre el río Catatumbo, que desemboca en el Lago de Maracaibo. En algunos momentos se pueden dar hasta 60 descargas por minuto (en promedio; no necesariamente al segundo exacto). Lo curioso es que, por la distancia, las descargas suelen ser silenciosas. Las montañas de Perijá y de la Cordillera de Mérida, que rodean la cuenca del río, encierran los vientos y producen nubes de gran desarrollo vertical, visibles a cientos de kilómetros. Por esta razón, se lo llama también el Faro de Maracaibo, ya que permitía navegar toda la noche iluminando el lago.
Lope de Vega habló de él en el poema épico La Dragontea, describiendo la derrota que sufrió el pirata inglés Francis Drake por los habitantes de Nombre de Dios cuando el relámpago descubrió su presencia.
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