Con motivo del nombramiento por el Vaticano del nuevo obispo de San Sebastián, Monseñor MUNILLA, se han producido una serie de lamentables incidentes protagonizados por una parte mayoritaria del clero guipuzcoano que rechaza de forma inaudita y desconsiderada a su prelado que ha manifestado que quiere ser Pastor de todos sin excluir a nadie.
Estos curas olvidan el juramento que pronunciaron ante el obispo ordenante el día de su ordenación sacerdotal y que decía: “"¿Me prometes a mi y a mis sucesores obediencia y respeto?" A lo que el candidato tiene que responder. Sí, prometo””.
No deja de ser curioso el que modernamente algunos presuman tanto del respeto a la persona, de la dignidad personal, de los derechos humanos..., y que olviden que el gran Catecismo señale con el dedo a tantos y tantos, diciéndoles: ¿Tú asesinas un alma, y dices que tienes respeto a los demás? Con ciertas actitudes tuyas, disparas como con metralleta, caiga quien caiga, ¿y no paras en los tribunales?...
Podríamos amontonar los símiles, pero nos quedaríamos cortos ante el que usó Jesucristo. Allí, en Cafarnaúm, cara al lago, tenía a la vista las enormes ruedas de molino, conservadas hasta nuestros días entre sus ruinas, y dijo el Señor: “VENDRÁN SIEMPRE ESCÁNDALOS. PERO, ¡AY DE AQUEL POR QUIEN VENGA EL ESCÁNDALO! MÁS LE VALDRÍA QUE LE ATARAN UNA PIEDRA DE MOLINO AL CUELLO, DE ESAS QUE MUEVE UN ASNO, Y LO ARROJARAN AL FONDO DEL MAR” (MATEO 18,6).
Pero es lo mismo; éstos individuos están tan politizados y envenenados por el virus nacionalista que anteponen las consignas del partido a los preceptos evangélicos; la Iglesia vasca, mejor dicho, una parte importante de ella, está enferma de una dolencia que arrastra desde hace muchos años, cuando sus dirigentes olvidaron su verdadera misión de pastores para convertirse, sin éxito, en líderes políticos; quisieron vender la imagen de equidistancia entre el Mal y el Bien olvidando que ambas realidades son incompatibles e irreconciliables. Resultado: escandalizaron a una parte importante de sus fieles que abandonaron el rebaño viendo cómo ya “el Buen Pastor” les había abandonado a ellos.
Quiero recordar aquí mis felices años de niñez en los 50 del siglo XX cuando pasaba con mis padres y hermanos largos veranos en San Sebastián; en contra de lo que sucede ahora, las iglesias se llenaban incluso en días laborables y no digamos los domingos y festivos con los fieles llegando hasta la calle pues no cabían materialmente en el templo; el DIA de San Ignacio, 31 de julio, se celebraba en la iglesia de los Jesuitas de forma tan solemne como apoteósica y se cantaba al final de cada misa, con gran devoción, el himno de San Ignacio, en vascuence por cierto, alguna de cuyas estrofas todavía recuerdo: “Ignacio gure patroi handia /Jesusen Compañía/ fundatu….”
Un verano, vimos cómo avanzaba la construcción de un nuevo seminario, imponente edificio (aunque lamentablemente feo en su exterior) ubicado en un alto sobre la playa de Ondarreta; vistas maravillosas, como puede imaginarse y capacidad insuficiente desde un principio para acoger las numerosas vocaciones sacerdotales. Hoy está vacío, no sé cual es su utilización, sí qe es cierto que ya no funciona como seminario por falta de “clientes”. Este es uno mas de los indicadores del deterioro de la fe católica y del abandono de la práctica religiosa en unas familias tradicionalmente muy creyentes.
El Papa Benedicto XVI es consciente, sin duda, de la gravísima situación que se vive en las vascongadas y ha puesto en Mons. Munilla su confianza para que desarrolle una labor de recristianización de esa sociedad. Al parecer, y lamentablemente, los que directamente deberían ser sus más estrechos colaboradores parece que no están por la labor; la influencia nefasta de Setién y Uriarte todavía perdura.
Madrid, 18 de diciembre de 2009.
Las ideas de JEUGENIO
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