Dios, y su vicario, en el banquillo


Si antes lo decimos... Hablábamos días atrás de que el Nuevo Orden Mundial (NOM) intenta sentar a Dios en el banquillo. Como el Padre Eterno es fácil de localizar pero imposible de encausar (esto de que los dioses se comporten como si fuesen amos tiene que acabarse), han decidido que sea su vicario quien comparezca ante el Tribunal Penal Internacional, un ejemplo más de ese eficaz instrumento que el NOM se ha inventado bajo el epígrafe de Derecho Internacional.



Y esto es bello e instructivo, porque les aseguro que, incluso muchos cristianos y otras buenas personas, se encuentran enamoradas de ese derecho, sin caer en la cuenta de que no puede existir otro derecho internacional que los 10 mandamientos.
Si lo piensan bien, es muy lógica esta nueva andanada del NOM contra la Iglesia. En una humanidad controlada por el relativismo, por el que nada es verdad ni nada es mentira, donde el único enemigo es quien, como los cristianos, creen en algo y están convencidos de que la verdad existe, suprimida la verdad, la objetividad y, lo que es más grave, la certeza en nada, y considerando que el hombre no puede vivir sin la verdad, hemos decidido, sin concesiones expresas, ni falta que nos hace, que la única verdad radica en las sentencias judiciales.
Con una cierta perspectiva histórica, y a la vista de las meteduras de pata de los jueces de todos los tiempos, que superan con mucho a los aciertos, podríamos decir que hay que ser muy imbécil para pensar que la única verdad admisible es la que emana de los fallos judiciales, algo que nos lleva, de cabeza, a la peor de las tiranías: la dictadura de los jueces.
Incluso más. Cómo sorprende que los jueces sean el colectivo del que menos se fía el pueblo -encuestas dixit-, mucho menos que periodistas, curas y políticos -todos ellos gente de mal vivir- y que, sin embargo, el poder haya decidido que la unida verdad a la que atenernos procede del veredicto de aquel en el que menos confiamos.
Como digo, un abogado, Geoffrey Robertson, que encarece mucho su pertenencia a Naciones Unidas, laboratorio del Nuevo Orden, ha dado el paso final. Insisto: en Hispanidad siempre hemos defendido que el objetivo del NOM era sentar a la Iglesia en el Tribunal de los jueces. Como si se tratara del juez Garzón, al que seguramente también se le ha pasado por las mientes imputar al Pontífice, nuestro hombre considera que el Papa debe ser detenido por algún Baltasar británico aprovechando su próximo viaje al Reino Unido. Algo parecido a lo de Garzón con Pinochet, similitud muy apreciada por la progresía internacional.
Lo de la responsabilidad última es un sofisma muy eficiente. Ningún jurista en su sano juicio admitiría que el Papa es responsable de lo que hiciera un cura pedófilo hace 20 años en Massachusetts, pero lo mismo da: ¿O es que se habían creído que el bueno de Geoffrey trata de hacer justicia? Lo único que le interesa es condenar al Papa y a ser posible, que lo fusilen, con el fin último de declarar a la Iglesia fuera de la ley, proscribirla, que este sí es el objetivo último, definitivo, del Nuevo Orden Mundial(NOM). Una nueva Iglesia de las catacumbas, si ustedes me entienden, pero siempre con fallo judicial de por medio: es decir, un liberticidio pero dentro del Estado de Derecho: Do you understand?
Les copio en español los dos primeros párrafos de la noticia que tiene su miga. Ojo al dato:
El pasado viernes en Londres un alto juez de Naciones Unidas solicitó
al gobierno inglés detener al Papa Benedicto XVI en su próximo viaje
a Inglaterra y procesarle ante el Tribunal Penal Internacional por
crímenes contra la humanidad.
Geoffrey Robertson destacando su condición de juez de la ONU en un
artículo que publicó la semana pasada, argumento que los juristas
deben invocar los mismos procedimientos que se hacen para encausar a
criminales de guerra como Slobodan Milosevic, en este caso, al Papa
como Cabeza de la Iglesia, responsable último de los abusos
sexuales de los sacerdotes católicos.

El asunto está claro: se buscan Garzones, jueces ególatras y sectarios capaces de meter al Papa entre rejas o, lo que es mucho mejor, desautorizarle como pedófilo hasta conseguir la proscripción del Cristianismo.
Y todo esto conviene que nos ocupe pero no que nos preocupe a los cristianos. Las batallas contra el Creador están condenadas al fracaso, aunque el mundo crea lo contrario. De hecho, el lema del cristiano debería ser: “De derrota en derrota hasta la victoria final”. Y esto es así porque a Dios le gusta jugar con los hombres. La introducción de la película Bella, asegura: Si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes". Además, recuerden el viejo 'grafiti':
Dios ha muerto, Firmado Nietzsche. A lo que otro replicó: "Nietzsche ha muerto". Firmado: God.


Eulogio López


Dios, y su vicario, en el banquillo