Revolution Street (X): Enemigo Único.
La conocida técnica propagandística del Enemigo Único, en la que se muestra a la población un solo responsable de todos los males ocurridos, ocurrentes y por ocurrir, y según la cual todos los males se acabarán cuando se quite de enmedio (a veces políticamente, pero en muchas ocasiones hasta físicamente) al presunto culpable -o culpables, que a veces el Enemigo Único son millones de personas- de todo, tiene varios objetivos.
Por un lado, busca el justificar o ignorar los desmanes de los que efectúan dicha propaganda. Al fin y al cabo, si el mundo será un paraíso terrenal cuando quitemos de enmedio al Enemigo Único, todo se debe dar por bien empleado, y no es plan de aguar la fiesta poniéndose a soltar moralinas. Incluso se considera válido y justificable comportarse peor aún que el Enemigo Único, si eso sirve para quitarlo antes de la circulación. Podemos hacer de todo, y comportarnos de forma inmoral, zafia, hipócrita y repetir los vicios del Enemigo Único elevándolos al cubo, si es necesario, que la simple confesión verbal de rechazo hacia el Culpable de Todo absolverá al fanático de todos sus pecados.
Pero, por otro lado, la identificación del Enemigo Único produce otro fenómeno: que dicho Enemigo se convierte en el referente moral de todos los que creen que todo cambiará automáticamente cuando sea eliminado. Un referente moral inverso, pero referente al fin y al cabo. El rechazo a dicho Enemigo se convierte en el DNI -yo diría que hasta en el ADN- que identifica a los buenos, aunque piensen cosas totalmente distintas e incompatibles entre sí. A los obsesionados con el Enemigo Único se les reconoce porque no identifican a los buenos por sus actos (ni siquiera por sus palabras) sino porque dan por sentado que todo el que rechace al Enemigo Único y quiera eliminarlo debe ser bueno, a la fuerza (haga lo que haga y diga lo que diga) y ven, en cualquiera que exprese su rechazo al Enemigo Único, no ya a un aliado, sino hasta un alma gemela (aunque sus formas de pensar no tengan nada que ver la una con la otra).
En España, y en el régimen político en el que vivimos (bajo el que vivimos, mejor dicho) ese Enemigo Único, para gran parte de la población, y desde la transición (transición desde la prosperidad económica y la justicia social al robo institucionalizado, quiero decir) ha sido un grupo muy concreto: Los socialistas (el PSOE, más concretamente). Especialmente cuando gobiernan, y más concretamente su líder (o al que identifican como su líder): el presidente del gobierno.
Si a todo esto añadimos la tendencia de la mente revolucionaria a coger el rábano por las hojas y a juzgar, no el árbol por sus frutos, sino los frutos según el árbol del que proceden, el desastre está servido: si critica a los socialistas, es bueno, o es de los míos, y todo lo que hace, de una forma u otra, debe considerarse bueno o disculpable o, en su defecto, debe darse por bien empleado.
Es este el sencillo mecanismo (la obsesión por el Enemigo Único) el que ha llevado a parte de la "derecha de toda la vida" a votar o, al menos, sentir simpatía, por UPyD, un partido aún más socialista y anticatólico que el PSOE (que de boquilla es muy agresivo, cierto, pero necesita - a la hora de la verdad- mantener ciertas apariencias para no disgustar a buena parte de su electorado, que, paradójicamente, es muy conservador y "religioso a su manera" -piensen en Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha, o el extrarradio de Barcelona, por ejemplo). Rosa Díez critica al PSOE con mayor frecuencia que Rajoy, ergo Rosa Díez mola más que Rajoy; que sea peor que Rajoy - y que Zapatero- en todo lo demás, carece de importancia al lado de los intensos y múltiples orgasmos antizapateriles que sentimos cuando, con sus críticas al PSOE, nos toca esa parte de nuestro cerebro sensibilizada previamente para tal efecto por la propaganda del Enemigo Único.
Por supuesto, también influye que haya gente dispuesta a tirarse por un barranco si así se lo pidiera su locutor radiofónico favorito pero nótese que el locutor radiofónico favorito de la derecha que mira con simpatía a Rosa Díez es, casualmente, el que pone a parir al PSOE con mayor frecuencia - y ya se sabe: si critica al PSOE, tiene que ser bueno; y si es el que, con mayor frecuencia critica al PSOE, entonces es el mejor, y no se hable más.
Y es que, además, fíjense detenidamente en un detalle: en cómo la masa pepera juzga a los políticos de este partido, no por lo que hacen o dejen de hacer, sino por la virulencia y la frecuencia con la que critiquen al PSOE. Ya puede una ser la mayor financiadora de abortos de España, o permitir a los colegios madrileños que prohíban a los alumnos llevar crucifijos al cuello, que si critica al PSOE un día tras otro, esto último, por sí solo, la revela como la mejor política de España.
¿Qué ha hecho mal Rajoy que no hiciese Aznar? ¿En qué se diferencia el "PP de Rajoy" del "PP de Aznar? En nada. El "golpe de timón" del famoso congreso de Valencia, no fue programático, sino dialéctico. El PP ha seguido (si se fijan bien) haciendo lo mismo de siempre (sus abortos, su reparto gratuito y fetén de la PDD -los socialistas, al menos, la venden a 20 euros-, sus conchabeos con los nacionalistas, o la implementación de políticas nacionalistas en regiones en las que el PP gobierna con mayoría absoluta), pero, de alguna manera, ha renunciado a criticar con tanta frecuencia -salvo excepciones- al PSOE (signo ominoso de que el lobo tiene tan seguras a las ovejas en el redil que hasta puede permitirse el lujo de quitarse la piel de cordero).
Naturalmente, que el PP siguiese con "lo suyo", sigue sin molestar a su electorado, pero que Rajoy y su equipo (por pereza o, simplemente, por falta de necesidad) dejasen de poner a parir a los socialistas con la intensidad con la que lo hacían (hacen) Aznar y su gente...¡ah, no! Eso es inconcebible. Decenas de miles de niños asesinados mediante abortos provocados...eso tiene un pase. Que no se raje adecuadamente del malvado Zapatero y sus secuaces, eso es algo que -así lo afirmaban las masas peperas- resulta imperdonable por los siglos de los siglos. Amén.
Bueno, "amén" hasta que han empezado a salir encuestas en las que Rajoy sacaba ventajas por encima de los diez y doce puntos (hasta quince, según algunas). Como por ensalmo, ha desaparecido esa legión de peperos de principios infranqueables que, antes de votar a Rajoy, estaban dispuestos a cortarse a pelo lo que se cortó -con anestesia y en su día- Carmen de Mairena. De pronto, el cobarde ha pasado a ser un "inteligente estratega" (nótese, una vez más, como la misma conducta es definida de una u otra manera, según convenga) que (resulta) sabía lo que estaba haciendo. Porque la derrota del Enemigo Único es Lo Único Importante. Y los principios no negociables lo son hasta que Lo Único Importante se cruza ante nuestras narices.
Pero no crean que sólo las masas peperas o socialistas (para éstas, el Enemigo Único que lo justifica todo -hasta la ruina familiar y quedarse en paro- es el PP) son vulnerables a esta propaganda que lleva a la gente a este tipo de obsesión. Piensen en la cantidad de patriotas y/o tradicionalistas (a falta de palabras mejores, que si quieren puedo decir "ultraderecha") que revelan haber sido influidos por la propaganda del Enemigo Único reaccionando, de forma automática e inconsciente, con simpatía ante cualquiera que rompa a poner a parir a un sociata.
Por ejemplo, sintiéndose fascinados por ciertos medios de comunicación -peperos a más no poder- que, casualmente (siempre los mismos síntomas, siempre la misma enfermedad), son vistos por buena parte de la ultraderecha (para entendernos) con una simpatía directamente proporcional a la frecuencia y la intensidad con la que critican a los socialistas (luego, claro, vienen las sorpresas porque el escorpión -como siempre- le pica a la rana que lo llevaba a cuestas cruzando el río).
Que alguien critique a un socialista, por supuesto, no significa que esté de acuerdo contigo en nada más. Y no significa, desde luego, que comparta contigo nada de lo que es fundamental para tí; si acaso, demuestra tener contigo en común algo accesorio que saca a relucir para llevarte al huerto. Que alguien critique a un socialista no significa que sea tu aliado. De hecho, la mayor parte de los que critican a los socialistas, simplemente lo hacen para quitarlos y ponerse ellos a hacer lo mismo (o algo peor, si cabe).
Si ustedes persisten en ver aliados donde no los hay, o creen ver asociaciones y grupos afines en aquéllos cuyo fin es obliterar y hacer desaparecer a los suyos -aunque sea absorbiéndolos-, sepan que se debe a que, aunque no se den cuenta de ello, en sus cabezas y sus corazones, conceden mayor importancia a lo que odian -los malvados sociatas- que a lo que aman (su Patria, su Fe, sus Principios No Negociables, o lo que más gusten).
Y por eso -y no por otra cosa-acuden al 17-O, pero tienen clarísimo que no harán huelga el 29-S. Por eso - y no por otra cosa- disculpan o quitan importancia, una y otra vez, a la hora de colaborar con la derecha, a lo que no admite excusa ni el más mínimo paño caliente cuando de la izquierda se trata. Por eso- y no por otra cosa- se juntan, se acercan o se intentan arrimar ustedes a los que no dudan en pisotear todo aquello que ustedes aman exactamente igual (o incluso más) que hacen aquellos a los que ustedes odian.
Por que son ustedes víctimas - aunque nunca se lo hayan planteado así- de la táctica progagandística del Enemigo Único.
Y así, rociada por el sistema con dicha propaganda, la ranita ultraderechista persiste en el error de creer que la llave que le abrirá la puerta de salida del laberinto del ostracismo consiste en ayudar - una y otra vez- al escorpión derechoide a cruzar el río, viendo un aliado en el que no es sino un enemigo letal.
¿Recuerdan Octubre de 1982?. "Hay que votar a Fraga para que los socialistas no saquen mayoría absoluta".
Jajajajaja.
Pues no se rían, que, treinta años después, seguimos igual (pero creyéndonos más listos porque hablamos de cadalsos a causas y tronos a consecuencias, eso sí). Ni siquiera hace falta votarlos. Han colocado señuelos (léase plataformas, foros, asociaciones varias cuyos nombres incluyen, frecuentemente, la palabra "libertad") para que podamos apoyarlos sin necesidad de votarlos (y hasta para que les imitemos).
Cambien el chip.
"De ciertas empresas podría decirse que es mejor emprenderlas que rechazarlas, aunque el fin se anuncie sombrío"
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