Re: mendigos y mendigos
Antes de comenzar a citar el texto que transcribo a continuación deseo comunicarles que en ningún caso tienen por objeto entrar en polémica con ninguno de las personas que participan en este foro. Antes bien, trato de dar cuenta del porqué de mi rechazo al "Strassekunst" por sus implicaciones filosóficas con la estética anarquista.
Se trata del capítulo 'Teorías y prácticas contemporáneas' del libro de André Reszler, "L'esthetique anarchiste", Presses Universitaires de France, 1973, África Medina de Villegas (trad.), "La estética anarquista", Fondo de Cultura Económica, México, 1974, p. 106 y ss.
I. "La estética anarquista de hoy día es una estética de artistas. A partir de los postulados de una filosofía social subversiva, tiende a socializar los 'trabajos' de Mallarmé relativos al 'Libro'. Si los puntos de vista anarquistas de un John Cage o de un Jean Dubuffet prolongan -y actualizan- los escritos de Godwin y de Proudhon sobre arte, el punto de partida de su reflexión debe buscarse en la ideología anarquista y no en la estética anarquista del siglo XIX, de carácter utópico. Esta estética se apoya en la experiencia viva de un arte que guarda en su interior el espíritu de rebeldía y ha desembocado, al menos provisionalmente, en la fase olímpica, 'afirmativa', del arte anarquista. A diferencia del criterio de Proudhon, de Kropotkin, no precede a la creación, sino que trata, simplemente, de fijar las etapas de una evolución, y de conservar las vías de creación libres de toda construcción teórica efímera.
'¿Es usted marxista? Respuesta: Soy anarquista', escribe John Cage en un texto que sirve de programa, de profesión de fe anarquista, de diario (de 1965 a 1967), que recoge bajo la forma de 'mosaico de ideas, tesis, frases, relatos' su derrotero de artista anarquista. ('Diary how to improve the world -you will make only matters worse'.)
Su programa evoca sus lecturas de Stirner, de Benjamin Tucker, y se resume en algunos puntos muy simples: 'Estoy por la multiplicidad, la atención dispersa y la descentralización, y por lo tanto me sitúo del lado del anarquismo individualista'. La anarquía es 'la sociedad individualizada', la sustitución de la propiedad por la posesión, la ausencia de leyes, de convenciones, la vida en pequeñas comunidades (...) Cuando habla de arte, se refiere indirectamente a la vida del hombre en la sociedad de mañana. Así es que su visión del arte tiene tanto del radicalismo estetizante de Oscar Wilde como del 'ethos estético' de Herbert Marcuse. 'El arte ha difuminado la diferencia entre el arte y la vida. Dejemos ahora que la vida difumine la diferencia entre la vida y el arte'. (...) Los nuevos fenómenos estéticos tienen validez de aplicación universal. Cage exhorta al lector a actuar impregnándose de su espíritu: 'Considérenlos seriamente, traspónganlos a los dominios de la economía, de la política, renunciando... a conceptos de equilibrio (poderes, dinero), tanto en las cosas importantes como en las pequeñas'. En materia musical, en materia social, Cage preconiza un nuevo comienzo, combatiendo las creaciones de dos milenios con toda la tenacidad del idel ideal iconoclasta (...) El rechazo que opone a la tradición de la música europea lleva a Cage a revisar la función misma del compositor (...) ¿cuál es la primer tarea del arte? Re-integrar al individuo a la sociedad. Crear una verdadera fraternidad en torno al acto creador. Transformar la obra misma -efímera, en constante recreación- en un lugar de reunión, de participación, de experiencia creadora- respetando al mismo tiempo en cada participante los rasgos de su unidad propia (...) La definición de la obra de arte merece ser citada: 'El arte no es ya un objeto creado por una persona, sino un acto puesto en camino por un grupo de hombres. El arte está socializado. Ya no es alguien a punto de decir algo, sino un grupo de hombres que hacen algo para dar a cada quien (incluso a los implicados en el acto) la posibilidad de realizar una experiencia que de otro modo no podría realizarse (...) Destruir el 'principio de autoridad', ya se trate del Estado o del sistema familiar erigido sobre sus fundamentos, tal es el fin perseguido. 'No queremos abandonar la ciudad (no importa donde el Living Theatre haya dado sus representaciones) sin haber contribuido, aunque sea modestamente, a dar un golpe al armazón social y hecho crujir algo'. Destruir o destruirse, tales son los términos de la apuesta: El objeto del teatro revolucionario es intensificar la violencia hasta que él mismo se quiebre, o que el sistema contra el cual se revela sea quebrado".
"Solo Dios sabe hacer de los venenos remedio".
Francisco de Quevedo
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