Madrid, 21 diciembre 2011, festividad de Santo Tomás, apóstol. Los lectores habituales de FARO ya han tenido varias veces noticia de lo que va conociéndose de las actividades ilícitas (y presuntamente delictivas) de Iñaki Urdangarín Liebaert, yerno del jefe de estado constitucional, Juan Carlos, cuya trayectoria de enriquecimiento a toda costa parece seguir. Durante estas últimas semanas no han dejado de salir nuevos datos y detalles, que salpican a todos los partidos políticos del régimen juancarlista, pero muy especialmente al Partido Popular. En plena resaca del debate de investidura, ayer, del candidato del PP, Mariano Rajoy Brey como presidente del gobierno, publican hoy los medios que Francisco Camps (sostén de Rajoy y defendido por éste, en medio de sus escándalos de corrupción, hasta el último cartucho) presionó, desde el gobierno autonómico valenciano, a toda clase de empresas para que otorgasen contratos al Instituto Nóos (tapadera de sus presuntas actividades de enriquecimiento ilícito), presidido por Urdangarín, con su esposa (Cristina, hija de Juan Carlos) en la junta directiva, y cuyo tesorero era el asistente personal de ésta y de su hermana Elena.

El sinfín de detalles miserables que adornan las actividades de Urdangarín, Cristina y Cía. ha obligado a La Zarzuela --que al principio intentó mantenerse al margen de un asunto que tanto amenaza a la omertà que protege a Juan Carlos y su entorno-- a adoptar algunos gestos de distanciamiento respecto del llamado "Duque de Palma"; y esto pocos días después de que la consorte oficial de Juan Carlos, Sofía, exhibiendo su habitual desprecio hacia lo que piensen los españoles, se hubiera desplazado desde su residencia londinense hasta Washington D.C. para dejarse ver en público con los Urdangarín.

No es éste el único enlace de sus vástagos que pone en evidencia a Juan Carlos. También este mes, Letizia Ortiz Rocasolano, consorte oficial del hijo y presunto heredero del jefe del estado, Felipe, aprovechó un viaje a Chile para manifestarse a favor del aborto y del "matrimonio" aberrosexual. La que algunos llaman princesa pone así en evidencia no sólo al montaje que esos mismos llaman "casa real", sino también a los eclesiásticos cómplices en crear para ella una especie de postizo de cristianismo: singularmente al titular de la archidiócesis de Madrid, Antonio María, Cardenal Rouco Varela.

¿Verá el Año Nuevo, que ya se acerca, el fin de la impostura y de la usurpación?

Agencia FARO