El Ferrol, 13 diciembre 2013, Santa Lucía, virgen y mártir; infraoctava de la Inmaculada Concepción. Al mediodía de hoy viernes se ha celebrado en El Ferrol el acto oficial por el que el portaaeronaves "Príncipe de Asturias" (R-11) causa baja en la lista oficial de buques de la Armada española.

Con sólo veinticinco años de servicio, un buque que fue saludado en su momento como el más perfecto y avanzado de su clase no ha merecido del Gobierno del PP la inversión en mantenimiento y modernización que requerían las más elementales necesidades defensivas y estratégicas de España. Que además habrían proporcionado trabajo a los astilleros españoles y a muchas otras empresas, y favorecido el desarrollo tecnológico. El dinero, en cambio, sigue fluyendo para financiar partidos políticos, sindicatos y bancos privados, en cantidades mucho mayores que las requeridas para la operatividad de la Armada.

A efectos de publicidad se presenta el nuevo buque de proyección estratégica L-61, que lleva por mal nombre "Juan Carlos I", como sustituto del "Príncipe de Asturias". Ciertamente el nuevo barco representa un gran avance estratégico y tiene capacidad para llevar aeronaves. Pero es complementario del "Príncipe de Asturias": no lo sustituye.

En una situación cada vez más volátil en el entorno mediterráneo, barcos de estas características se hacen aún más imprescindibles. Por no hablar de una proyección geoestratégica más amplia, que no cabe en las cabezas de los políticos liberales. Tras los recientes desastres que han asolado las Islas Filipinas, por ejemplo, la armada de los EE.UU. --la potencia que desde 1898 ha practicado un colonialismo genocida contra los filipinos-- desplegó portaaviones y otros buques para dar mayor visibilidad a su ayuda humanitaria. La vieja España (porque españolas son también aquellas islas de Asia) ha enviado también ayuda, pero tímida y escasamente. El "Príncipe de Asturias" y su grupo habrían sido perfectos embajadores de hermandad y buena voluntad.

Los llamados "recortes" del PPSOE y la mala gestión de sus gobiernos siguen reduciendo la capacidad defensiva de nuestra Patria. Las espléndidas fragatas que fabrican los astilleros españoles siguen sin recibir su dotación de misiles. El programa de submarinos da la impresión de ser una constante improvisación. Por no hablar de los recortes que están sufriendo los Ejércitos de Tierra y Aire. Una vez más, los políticos del juancarlismo debilitan a España.


Agencia FARO