Sin duda yo soy un tipo extraño, considero que lo mismo que las cosas tienen su lugar y función, cada uno de nosotros somos lo que somos, bien por deseo propio o porque así nos toca en esta vida. Kylie Minogue es una madurita cantante que puede quitar el sentido a muchos, pero ella es eso, "cantante maciza" sugerente, sugestiva, de eróticos movimientos entonando letras acordes con su figura y movimientos en un escenario. Y cobra por ello, pues ese es su trabajo que a unos gustará y a otros no. Pero lo que no entiendo es qué carajo pinta una monja, si, esa misma monja que ya no nos sorprende, subida en el mismo escenario con Kylie y otras tres individuas bien entradas en chichas y con mucha minifalda, entonando uno de los éxitos de la australiana. Me pregunto ¿qué tendrá que ver el tocino con la velocidad, o el culo con las témporas? Si la monja, Cristinita ella, quiere dedicarse a imitar a Kylie -que es mucho más guapa, por cierto-, que lo haga, pero antes que no se olvide de dejar el hábito en la conserjería de la puerta de atrás del convento.
Kylie Minogue y Sor Cristina, juntas en «La Voz Italia»
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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