Sin duda yo soy un tipo extraño, considero que lo mismo que las cosas tienen su lugar y función, cada uno de nosotros somos lo que somos, bien por deseo propio o porque así nos toca en esta vida. Kylie Minogue es una madurita cantante que puede quitar el sentido a muchos, pero ella es eso, "cantante maciza" sugerente, sugestiva, de eróticos movimientos entonando letras acordes con su figura y movimientos en un escenario. Y cobra por ello, pues ese es su trabajo que a unos gustará y a otros no. Pero lo que no entiendo es qué carajo pinta una monja, si, esa misma monja que ya no nos sorprende, subida en el mismo escenario con Kylie y otras tres individuas bien entradas en chichas y con mucha minifalda, entonando uno de los éxitos de la australiana. Me pregunto ¿qué tendrá que ver el tocino con la velocidad, o el culo con las témporas? Si la monja, Cristinita ella, quiere dedicarse a imitar a Kylie -que es mucho más guapa, por cierto-, que lo haga, pero antes que no se olvide de dejar el hábito en la conserjería de la puerta de atrás del convento.





Kylie Minogue y Sor Cristina, juntas en «La Voz Italia»