El galeón San José no tiene asegurado su futuro
El presidente colombiano Juan Manuel Santos no aclaró si los tesoros serán comercializados y la ley le permite vender la mayor parte de monedas y objetos de valor
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JESÚS GARCÍA CALERO - Madrid
La buena, buenísima noticia, que sacudió ayer el mundo, es que un galeón español, un trozo de nuestra historia compartida con América, en este caso el galeón San José, ha sido localizado en aguas colombianas. Una historia que merece ser contada, pero no merece ser vendida. Porque ese será el dilema, desde que el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, lo anunció anteanoche de un modo sensacional en Twitter. El San José era el galeón con el que todos los cazatesoros del mundo soñaron alguna vez para dar un pelotazo. Algunos estuvieron cerca de lograrlo y su presencia en aguas colombianas fue objeto de millonarios litigios y reformas en las leyes.
Hasta la última, aprobada en 2013, diseñada para hacer confluir los intereses de los cazatesoros y la legalidad. Que sea el Gobierno y no una empresa predadora quien arranque este proyecto es solo la parte buena de la historia. Porque después, en rueda de prensa desde la Base Naval de Cartagena de Indias, con la pompa del Estado, acompañado por los jefes militares, la ministra de Cultura, Mariana Garcés, y el director del ICANH, que dirigió las investigaciones, Ernesto Montenegro, el presidente arrojó alguna luz y también muchas sombras sobre el futuro del galeón, en las que su Gobierno se juega la buena imagen internacional.
Con entusiasmo y solemnidad, Santos comentó que el galeón ha sido identificado sin posibilidad de error, entre otras cosas por los cañones, fundidos expresamente para la capitana hundida en junio de 1708 tras un duro combate contra naves inglesas. En las fotos que se hicieron públicas durante su comparecencia, aparecen los cañones de bronce perfectamente conservados y con las asas en forma de delfín que los identifican como artillería de la Corona española. Al parecer el pecio está intacto, con la nave apoyada en un costado -no dijeron si el de babor o estribor- y por tanto con todo su contenido protegido, intacto, a la espera de los arqueólogos.
Cientos de tinajas de cerámica esparcidas sobre el yacimiento El discurso del presidente colombiano alardeó del gran nivel científico que hay que otorgar, sin duda, al ICANH y de la tecnología empleada en esta búsqueda con ayuda de la Armada colombiana, que según su relato terminó en hallazgo en el amanecer del pasado viernes 27 de noviembre, «día de la Virgen de los Milagros, a la que mi familia tiene tanta devoción». Pero lo que no se aclaró es en qué grado el equipo fue asistido por un contratista privado, detalle que el presidente ha mantenido fuera de los focos.
Santos llenó su alocución de términos tranquilizadores como «protección del patrimonio», «prioridades científicas» y «política de patrimonio cultural subacuático», pero lo cierto es que su discurso arrojó inquietantes sombras sobre el futuro de este hallazgo.
Falta de datos
Lo primero que llama la atención es que toda la comparecencia fue muy parca en datos, cuando uno de los primeros estándares científicos es compartir el conocimiento. Así, Santos y su equipo relataron que se han hallado con el sónar miles de anomalías, y solo 30 fueron catalogadas como de origen antrópico, es decir, cultural; que se estudiaron 5 naufragios de varias épocas, uno de los cuales es el San José.
El programa del proyecto tiene ahora que comprobar científicamente la identidad con los medios que la arqueología pone al alcance. En las fotos se veían, además de cañones, trozos del casco de madera de la nave capitana, más algunas de los cientos de tinajas de cerámica y porcelana, y frascos de cristal, los pertrechos que usaba la tripulación, esparcidos sobre el yacimiento. Todos sumergidos hace 307 años en medio de una batalla y un pavoroso incendio que acabó en explosión. Allá fueron ajuares y sueños de 600 compatriotas, españoles de la península y de América, en una balumba de objetos que han dormido en paz hasta ahora. Y si se excava los objetos serán miles.
Restos y peces en el cementerio marino de 600 españoles de ambos lados del AtlánticoUna vez anunciada la intervención, el pecio será excavado, según dijo Santos. No dio el lugar exacto -algo comprensible sabiendo que su carga es un tesoro legendario-, pero ni siquiera se aportó la profundidad a la que ha sido encontrado -lo que ya no se entiende tanto, porque de ella depende el desarrollo de la excavación-. Todo será secreto de Estado, el presidente pidió apoyo y fe en ello a los colombianos.
Santos volvió a insistir en que el yacimiento solo lo van a tocar científicos de altura para tener todas las garantías. El presidente no ahorró en retórica nacional en su discurso, invocando la importancia del hallazgo. Y fue aplaudido en varias ocasiones, sobre todo al anunciar que Cartagena tendrá un museo donde permanecerá parte de lo que se rescate. Implícita alusión a la nueva ley colombiana de patrimonio, de 2013, que es el verdadero caballo de batalla tras el San José, porque permite contratar a empresas cazatesoros y pagarles con la carga, eliminando por ley el carácter cultural de los bienes repetidos con valor comercial: es decir que Colombia puede quedarse con unas monedas y lingotes como ejemplo, dejando para los cazatesoros el resto de objetos «repetidos». El debate está servido. La historia que merece ser contada, será probablemente puesta a la venta. Los cazatesoros han celebrado la puesta en marcha de la ley y han inspirado sus principios, como ya demostró ABC.
Pero la mayor de las sombras cayó sobre este proyecto cuando el presidente evitó decir quién será el socio del Gobierno en esta aventura científica. La ciencia es transparencia y esa actitud lo sitúa en las antípodas. Solo dijo que se han descartado algunas empresas de cazatesoros (solo con nombrar que se lo hayan planteado con compañías del ramo pone a los arqueólogos los pelos de punta) y que han contratado a quien podía ofrecer mayor experiencia y el máximo nivel tecnológico. Las que tienen experiencia en pecios de origen hispánico son, casi sin excepción, empresas de cazatesoros, desgraciadamente. Santos no enseñó sus cartas.
Un técnico del Titanic
Para espantar esa sombra y completar con algunos datos semiocultos, Santos dijo, eso sí, que ha participado un experto del Titanic y ABC ha podido saber que Andrew J. Sherrell, un reputado técnico de sónar, tal vez el mejor del mundo, ha estado en relación con la exploración, según fuentes arqueológicas americanas. Santos no repara en gastos en este asunto y por ello, previamente, dio su apoyo e impulso personal a la ley de 2013 que hará posible la venta de lo excavado.
Bajo el lecho marino, el galeón recostado con todo su contenido intacto desde 1708El anuncio tiene sabor amargo para España, donde no hemos sido capaces aún de excavar un solo galeón o navío de la carrera de Indias. España apuesta por la cooperación internacional con México y otros países para excavar galeones en el futuro inmediato, pero siempre con el mayor estándar científico y según los criterios de Unesco. Colombia no ha sido leal, ni avisó del hallazgo. En su reciente visita a Madrid, Santos eliminó este tema de la agenda, según comprobó ayer ABC de fuentes políticas españolas.
El presidente Santos confesó que han utilizado archivos españoles en la búsqueda del San José, pero que pedirán ayuda a instituciones como Smithsonian o empresas noruegas, lo cual supone un desprecio expreso al papel de Unesco como garante de la protección del patrimonio y a España como país de bandera del buque de Estado. Colombia ha movido una ficha arriesgada. Su imagen puede quedar teñida con el dudoso prestigio de los cazatesoros.
El galeón San José no tiene asegurado su futuro
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