Gran Bretaña: Los principios cristianos son declarados fuera de la ley
El gobierno británico presiona a las agencias de adopción católicas
ROMA, domingo, 10 febrero 2007 (ZENIT.org).- Las agencias de adopción católicos en Gran Bretaña corren el riesgo de verse forzadas a cerrar. El primer ministro Tony Blair anunció, el 29 de enero, que no habrá exención alguna para las agencias católicas respecto a las leyes antidiscriminación.
Este mes se votará en el parlamento la nueva reglamentación que entrará en vigor el 6 de abril, según un reportaje de la BBC el 29 de enero. La Equality Act, válida para Inglaterra, Gales y Escocia, prohíbe la discriminación, a la hora de proporcionar bienes, instalaciones y servicios, basándose en la orientación sexual.
La única concesión a la Iglesia es que las agencias católicas tendrán una moratoria antes de verse obligadas, a finales del 2008, a aceptar parejas del mismo sexo como futuros padres adoptivos. Hasta ese momento pueden reconducir a las parejas homosexuales a otras agencias de adopción.
En una declaración publicada el mismo día del anuncio del gobierno, el cardenal Cormac Murphy-O’Connor, arzobispo de Westminster, afirmaba que estaba «profundamente decepcionado» por la decisión de no eximir a las organizaciones católicas sobre la base de convicciones religiosas y conciencia.
El cardenal Cormac Murphy-O’Connor amplio su punto de vista en un artículo de opinión publicado en el periódico británico Telegraph el 31 de enero. Observaba que todos los partidos han reconocido la «excepcional aportación» que las agencias católicas hacen al bien común, algo reconocido por el mismo primer ministro.
El cardenal objetaba que la legislación va contra el punto de vista de la mayoría de la gente que considera que los niños necesitan de un padre y de una madre. Además, todos los grandes credos activos en Gran Bretaña comparten «la profunda convicción» de que un niño «prospera al cuidado de un padre y de una madre».
Respetar la conciencia
Esto se demostró en las muestras de apoyo, de líderes de diversos credos, recibidas por el cardenal Cormac Murphy-O’Connor.
Los arzobispos anglicanos Rowan Williams, de Canterbury, y John Sentamu, de York, enviaron una carta el 23 de enero al primer ministro en las que decía: «Los derechos de conciencia no pueden estar sujetos a legislación, a pesar de su buen contenido».
Muhammad Abdul Bari, secretario general del Consejo Musulmán de Gran Bretaña, afirmó que «la correcta práctica de la propia fe o la libertad de no tener creencias son la piedra angular de nuestra sociedad», informaba el 26 de enero el Times.
El gran maestre de la Gran Logia Orange de Escocia, Ian Wilson, también declaró a su apoyo a la postura de la Iglesia católica. «Hay que ser más tolerante con las personas de fe, y esto incluye al cardenal», afirmó Ian Wilson en un reportaje publicado en el periódico Scotsman el 31 de enero.
El día anterior, Scotsman publicaba un artículo informando de las declaraciones de un portavoz de la Scottish Catholic Media Office, que advertía que la nueva legislación creará graves problemas para los católicos.
«Esta es una legislación para todo el Reino Unido que tendrá impacto en todos los que proporcionan bienes y servicios, desde el sacerdote que rechaza que se emplee la parroquia para parejas del mismo sexo, al editor de periódico católico que rechaza incluir un anuncio del orgullo gay, o la imprenta que rechaza imprimir dichos anuncios – todos serán acusados bajo esta medida draconiana», afirmaba.
En los días que siguieron a la decisión del gobierno, muchos comentaristas advirtieron de los peligros que implica el no respetar la libertad religiosa de las agencias de adopción católicas.
«Ha habido muchos discursos sobre el rechazo de la discriminación», comentaba el 29 de enero William Rees-Mogg, articulista de opinión del Times. Pero nunca se ha puesto en cuestión el quitar libertades a las parejas del mismo sexo, que tienen el derecho legal de adoptar. Más bien, es una cuestión de un gobierno que parece temer más al lobby gay que al católico, imponiendo su voluntad a la Iglesia católica.
Stephen Glover, en un artículo de opinión publicado por el periódico Daily Mail el 25 de enero, observaba que la Iglesia católica no amenazaba a nadie, y sólo quería que se permitiera a los católicos seguir sus conciencias, según los valores seculares de muchos millones de personas. Una postura apenas extrema, observaba.
Andrew Pierce, que se declaró ser él mismo un «católico gay adoptado», anunció su apoyo a la Iglesia en un artículo publicado por el Telegraph el 27 de enero. Reflexionando sobre la labor de las agencias de adopción católicos, indicaba que el año pasado lograron que se acogieran 230 niños. Un número pequeño del total, pero se ocuparon en cambio del 32% de los así llamados niños de difícil colocación.
«Se perderán décadas de experiencia si estas agencias son suprimidas por las fuerzas en conflicto entre Iglesia y Estado», indicaba Pierce. Después de todo, observaba, los homosexuales no tienen por qué ir a las agencias católicas si quieren adoptar.
Mary Dejevsky, escribiendo en el periódico Independent el 25 de enero, observaba también que los homosexuales tienen muchas otras agencias si quieren adoptar. Aunque declaraba su desacuerdo con la Iglesia católica en muchos temas, Dejevsky, sin embargo, indicaba: «Es un absoluto error que el estado intente imponer sus valores a las creencias religiosas».
Al requerir a las agencias de adopción que reconozcan los derechos de las parejas homosexuales, el estado «resbala de lo secular a lo sagrado», advertía.
Por los niños
Un tema que con mucha frecuencia se pasa por alto en el debate es cuál es el mejor interés de los niños. Un libro publicado recientemente por dos psicólogas italianas, Giovanna Lobbia y Lisa Trasforini, que han trabajado en el campo de la adopción, sostiene que lo que realmente necesitan los niños es una familia compuesta por una madre y un padre.
Titulado «Voglio una mamma e un papà: Coppie omosessuali, famiglie atipiche e adozione» (Quiero una mamá y un papá: parejas homosexuales, familias atípicas y adopción) y publicado por Ancora, el libro explica que los niños que esperan para ser adoptados ya sufren de desventajas. Con frecuencia las instituciones donde esperan están atestadas, y los niños no reciben la suficiente atención.
Esto puede tentarnos a pensar que incluso la adopción por un padre soltero o por parejas homosexuales sería mejor que dejarlos en una institución. No obstante, sostienen ambas, queda claro que lo que necesitan los niños es una familia compuesta por una madre y un padre.
Es un error, añaden, aceptar una situación donde la adopción se convierta en un derecho para los solteros o para las parejas homosexuales. El deseo, laudable, de ofrecer un hogar a un niño no es suficiente para justificar una adopción. Más que un derecho, la adopción es un privilegio.
Los niños suelen llegar a sus familias adoptivas tras haber sufrido traumas y otras experiencias negativas. Sobre todo, suelen haber tenido relaciones imperfectas con adultos – padres que los han dejado, educadores y personal de las instituciones que cambian con frecuencia. Por tanto, las parejas que reciben estos niños a su cuidado deben haber alcanzado un buen nivel de equilibrio personal y emotivo, para lograr estar a la altura del desafío de dar al nuevo hijo el cuidado y atención que necesita.
Sería un error olvidar, añadían, que la tarea de convertirse en padres adoptivos adecuados suele ser mucho más compleja y difícil que la de tener hijos a través del proceso biológico normal.
Lobbia y Trasforini explican que en su trabajo con familias adoptivas han visto a menudo, de primera mano, cómo resulta esencial que la pareja adoptiva pueda ofrecer al niño seguridad, estabilidad y la certeza de ser aceptado. Esto se logra mejor en un hogar donde los dos padres, cada uno a su modo como madre y como padre, puedan transmitir el amor y la confianza típica de una relación complementaria formada en un matrimonio estable de un hombre y una mujer.
Para el niño, crecer en una familia compuesta por un marido y una esposa es también importante en términos de madurez psicológica, especialmente para su propia identidad sexual. En la maduración de la identidad sexual intervienen muchos factores, pero no hay duda de que el papel de los padres es de fundamental importancia, mantienen las autoras.
Por el padre John Flynn
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