Tema: El Alcalde de Vitoria (PP) llama miserables a los manifestantes por la familia

El alcalde popular de Vitoria tacha de ''miserable'' a la gente que se manifiesta contra los gays

Estrella Digital
23 de junio de 2005

Alfonso Alonso que no sólo es discrepante con la posición del PP, sino también con la del PSOE, al que acusa de intentar sacar ventaja política


El alcalde de Vitoria, Alfonso Alonso (PP), mostró ayer su discrepancia con la manifestación celebrada el sábado contra el matrimonio entre personas del mismo sexo y consideró que "la gente que se manifiesta contra los homosexuales es completamente miserable".

Tras la presentación del libro Homosexualidad: secreto de familia, editada con la colaboración del Ayuntamiento de Vitoria, Alonso respondió a preguntas sobre la manifestación organizada en Madrid por el Foro de la Familia y apoyada por el PP.

Alonso, que defiende el matrimonio entre personas del mismo sexo, en contra de las tesis de su partido, opinó que es "triste" que la manifestación, convocada en un principio en contra del matrimonio entre homosexuales, "se convierta en algo contra los homosexuales".

"Es absurdo. La gente que se manifiesta contra los homosexuales no tiene ningún sentido, es completamente miserable. Hay gente que no saben que estas cosas ocurren (la homosexualidad) y por eso no lo concibe", denunció.

Defendió el derecho de todas las personas a manifestarse y a expresar así su opinión, aunque señaló que en la manifestación del sábado se dijeron cosas "que no están bien y que hacen daño". Alonso explicó que su respaldo al matrimonio entre homosexuales "tiene mucho que ver con la vivencia personal de gente de mi entorno".

Además, defendió que es necesario abrir un debate sobre esta materia que, en su opinión, debe sacarse del "territorio del conflicto" para poder "dar una oportunidad de normalidad a las personas que tienen una orientación sexual distinta de la mayoría".

Asimismo, dejó claro que no sólo es discrepante con la posición del PP, sino también con la del PSOE, partido al que acusó de "utilizar esta cuestión como un elemento político para intentar sacar una ventaja política en determinados ámbitos".


[fuente]

RESPONSABILIDAD DE ALGUNOS CATÓLICOS EN LA SECULARIZACIÓN DE ESPAÑA





Estuve en la manifestación del 18-J, ayudando a portar una pancarta que decía: España católica y unida. Y vi muchas, muchísimas personas protestando por el intento, hoy consumado, de dar cobertura legal a las uniones entre homosexuales.

Allí estaban dirigentes del Partido Popular que, en algunas Comunidades Autónomas ya ha legislado a favor de las uniones homosexuales, y que no se oponen ni a una futura legalización de la adopción de niños por éstos, ni al reconocimiento de los demás mismos derechos sociales para las uniones contra naturaleza, siempre y cuando no se denominen matrimonio. Allí estaban individuos pertenecientes a multitud de asociaciones culturales, políticas, religiosas, etc, de entre los cuales, estoy seguro, no pocos han votado y votan al Partido Popular. Allí estaban multitud de sacerdotes y religiosos, y entre ellos, un puñado de obispos, ninguno de ellos capaz , hasta hoy, de señalar al Partido Popular como partido excluido de la lista de partidos “votables” por un católico.

Todos nos quejábamos de lo mal que está haciendo las cosas Zapatero. Y está bien, pero, yo pensaba ¿no estaremos fijándonos en la paja del ojo ajeno y pasando por alto la viga en el nuestro?

Porque, si España sigue siendo un país de mayoría católica ¿cómo es posible que durante casi 30 años nos hayan estado gobernando partidos que por acción u omisión han descristianizado la legislación española y promulgado leyes contrarias a la ley natural y a los derechos fundamentales de las personas humanas? ¿Quién representa en las Cortes, en las comunidades autónomas y en los ayuntamientos las creencias y el sentido moral de quienes profesamos la fe de Cristo? Nadie. ¿Por qué? Pues sencillamente, porque la mayoría de los creyentes vota a partidos a los que poco o nada les importa el culto público a Dios, el respeto a la Iglesia, la defensa de la ley eterna.

Los mismos obispos, cuando un gobierno anuncia medidas contrarias al orden moral objetivo, dirigen sus documentos al partido gobernante suplicando que se echen atrás. Pero, ¿de qué vale? ¿De qué vale hablar para aquellos que se ríen de los argumentos episcopales porque ni creen en su autoridad, ni en la autoridad de Dios, ni en la ley natural, ni en nada que pretenda estar por encima de la voluntad general o de las decisiones del partido? Al fin y al cabo, Zapatero y sus compañeros del PSOE no hacen sino ser consecuentes con su ideología socialista y masónica. Si los católicos españoles fueran la mitad de coherentes que los socialistas y los liberales ¡qué diferente serían las cosas!

Es a los fieles católicos a quienes deben dirigirse nuestros prelados. Si alguno hay que pertenezca a los partidos responsables de la legislación inmoral, para exhortarles a que abandonen el partido o transformen urgentemente sus bases programáticas y decisiones legislativas y de gobierno, o, en caso contrario, sancionarles debidamente. Y a los votantes católicos para que voten única y exclusivamente a opciones políticas que se comprometan positivamente a derogar las leyes inicuas y reformar la legislación, Constitución incluida, para acomodarla a las exigencias fundamentales de la ley eterna, natural y revelada. Entre estas últimas opciones no se encuentra, evidentemente, el Partido Popular.
Mientras nuestros pastores no digan claramente: “¡No votéis a ninguno de los partidos que actualmente tienen representación en las diversas asambleas representativas! ¡A ninguno, hasta que públicamente se comprometan, no sólo a no establecer nuevas leyes injustas, sino a abolir las que están en vigor!”; mientras los seglares católicos sigan votando al llamado mal menor sustrayendo el voto a los partidos políticos que, como es el caso de Alternativa Española, postulan una política a favor del verdadero bien común, inmanente y trascendente, de la sociedad; la culpa no será sólo de los socialistas y los liberales centro-reformistas de turno, sino de todos los cristianos que, por egoísmo o pusilanimidad están contribuyendo al triunfo y avance del mal. Y las manifestaciones masivas serán infructuosas, porque los escaños del parlamento y del senado, de los parlamentos autónomos y de los ayuntamientos, seguirán ausentes de políticos católicos, que son los que realmente pueden restaurar un orden político cristiano. Está bien salir a las calles, pero siempre y cuando cada manifestante se transforme, en la hora de las elecciones, en un votante coherente y valiente.

José María Permuy Rey