La batalla no ha parado: gentes relevantes han ido mostrando su apoyo a la vidaReflexionesImitar a Estados UnidosSi después de ver el estremecedor gráfico que acompaña a estas líneas, leen ustedes que propongo imitar a Estados Unidos en relación con el aborto provocado, sin duda pensarán que me he vuelto loco: porque no es que el aborto sea la primera causa de fallecimiento en aquel país -como lo es en el nuestro-, sino que la proporción, en comparación con las víctimas mortales en las guerras que Estados Unidos ha librado, guerra civil incluida, es escandalosamente acusadora.
En tales condiciones, ¿cómo puede nadie en su sano juicio proponer a sus conciudadanos que imiten lo que ocurre en EE. UU.?
Ciertamente, la matanza de inocentes perpetrada después de la sentencia llamada Roe versus Wade de 1973 no tiene parangón conocido en Occidente. Pero Estados Unidos no es sólo un país grande en el que hay de todo, sino también una sociedad viva y abierta, pese a la presión difícilmente tolerable de la "corrección política", germen del nuevo totalitarismo poscomunista, y desde el primer día un sector de aquella sociedad determinó no descansar hasta que esa sentencia inicua fuera anulada (lo que allí llaman overturned).
Fruto de su presión social, los pro-life (pro vida) obligaron a los proabortistas a inventarse el término pro-choice (pro-elección) y ocultar así la fealdad de lo que defienden. Pero los adolescentes pro-life han contraatacado con "my choice is life" ("mi elección es la vida"), aunque eso haya supuesto para más de uno y más de una muy serios problemas en la escuela.
Al mismo tiempo gentes relevantes política, económica y socialmente han ido apareciendo en público en apoyo de la vida. La batalla no ha parado ni un solo día en la escuela, la Universidad, los medios de comunicación. No ha habido lugar para la anestesia social.
Uno de los grandes impulsores de la permisividad legal del aborto provocado, Bernard Nathanson, autor de decenas de miles de abortos, se convirtió primero al sentido común, y más tarde al catolicismo; la Jane Roe del pleito que dio lugar a la célebre sentencia, pasados muchos años, confesó públicamente que todo aquel proceso fue una farsa gigantesca, en la que nada era verdad. Los pro-abortistas han tenido que mostrar su rostro más tenebroso para seguir defendiendo sus tesis.
Y ahora, el presidente Bush es pro-vida, no lo oculta, exhibe esta condición con legítimo orgullo, y trabaja para que la sentencia Roe vs. Wade sea anulada. Ahora hay que cubrir una vacante en el Tribunal Supremo, que consta de nueve miembros. El aborto es la cuestión clave. No en el aborto, sino en la vivacidad social para defender la belleza de la vida y la salud colectiva, me gustaría que nosotros, españoles, imitásemos a los americanos. Ya seguimos su huella en lo malo; ahora toca reaccionar.
Ramón Pi.
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