Tema: Israel Niega entrada a judíos que se volvieron Cristianos

Los Falash Mura, judíos etíopes que hace un siglo se convirtieron al cristianismo, ya no tienen sitio en Israel, al completarse su cuota instaurada en 2003 por el entonces primer ministro, Ariel Sharón.
El Estado judío cierra así una de sus inmigraciones más polémicas, que ha enfrentado desde hace años al Rabinato con sectores más laicos, que la ven sólo como una argucia de los recién llegados para huir de la pobreza de su país natal.
El problema nace de algo tan difícil a veces de determinar como quién es judío y, por tanto, susceptible de establecerse en un Estado creado para acoger a los hebreos del mundo que lo deseen.
En virtud de ese principio, contemplado en la Ley del Retorno de 1950, Israel concede automáticamente la nacionalidad a cualquier persona que demuestre tener, al menos, un abuelo judío.
La inmensa mayoría de los más de 100.000 judíos etíopes israelíes llegaron al país gracias a esa ley, principalmente en dos famosas operaciones en los últimos 25 años, bautizadas Moisés y Salomón.
Los Falash Mura ('extranjeros' en amárico, lengua etíope), sin embargo, no pueden acogerse a ella, ya que se convirtieron al cristianismo -uno forzados, otros voluntariamente- a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, y por ello tienen que someterse a un proceso religioso de retorno al judaísmo al llegar a Israel.
Hace cinco años, el Gobierno de Ariel Sharón limitó la entrada a una cuota de trescientos Falash Mura al mes, con el objetivo de frenar la entrada ilegal de inmigrantes, esto es, de etíopes sin ancestros judíos.
En cambio, los etíopes que se mantuvieron fieles a la fe judía siguieron teniendo abiertas las puertas de la Tierra Prometida.
La pasada semana, Israel recibió a su último gran grupo de Falash Mura, 65 familias, aunque todavía hay hueco para casos aislados.
Asimilación de Falash Mura teñido de racismo
La noticia ha caído como un jarro de agua fría en Etiopía, donde todavía residen más de 20.000 cristianos con ancestros judíos, y a pesar de que la situación de sus hermanos en Israel no es precisamente alentadora.
Porque Falash Mura o no, los emigrantes etíopes han tenido serios problemas de asimilación en Israel, con trabajos poco cualificados, escaso dominio del hebreo y episodios de racismo.
El 70 por ciento de las familias etíopes carece de salario y el porcentaje de delincuentes juveniles de esta comunidad dobla la media nacional, según la Asociación Israel para los Judíos Etíopes.
Cualquier paseo por las calles de Jerusalén muestra cómo los israelíes de origen etíope se tienen que conformar con trabajos poco valorados.
'Nunca he tenido la oportunidad de sentirme israelí a causa de la discriminación que sufrimos, tanto por parte del Gobierno como de la sociedad', explica Abraham, de 34 años, en un restaurante etíope de Jerusalén.
Abraham, quien llegó a Israel en 1990, se sabe 'una excepción' entre sus hermanos de origen, pues trabaja en un instituto de investigación.
Guizat, de 32 años, ha tenido menos suerte (sobrevive de chapuzas), pero como Abraham coincide en acusar a las autoridades de racismo por cerrar la puerta a los Falash Mura.
'Son tan judíos como nosotros. Simplemente estaban en zonas con más presencia cristiana y dejaron de practicar. Sus ancestros son los nuestros', subraya Abraham sobre los recién llegados.
Los orígenes de la presencia judía en Etiopía son motivo de controversia por la carencia de pruebas históricas y unanimidad en los textos sagrados.
Según una de las versiones, descienden de la perdida tribu israelita de Dan, mientras que otra apunta a un grupo de judíos que huyeron a Egipto tras la destrucción del primer templo de Jerusalén, en el siglo VI antes de Cristo.
Pero la más famosa y llevada a la gran pantalla se retrotrae a la noche que supuestamente pasaron juntos el rey Salomón y la reina de Saba, de la que habría nacido el monarca Menelik I, fundador y primer soberano de la Etiopía Imperial.
Un pasado que, cree Guiza, molesta al Gobierno israelí.
'No quieren traer más judíos negros. Nos consideran poco educados. Si fuéramos europeos no habría problemas', sentencia. EFE

Nadie no judio puede instalarse en el Estado de Israel. Eso tambien es aplicable a las confesiones religiosas. Solo las que en estos momentos estan instaladas en el Estado de israel pueden permanecer en él.

Solo los protestantes-"catolicos" neocatacumenales, descaradamente projudios han recibido permiso por parte del Estado Judio para abrir una especie de seminario en tierra judia. Evidentemente es algo muy curioso. No creo que ningúna delegación de la Hemandad San Pio X pudiera instalarse allí, ni tampoco ningún grupo sedevacantista.