Amigo Segoviano, una cosa es "tradición renovada", pues la tradición se sostiene sobre sus pilares de siglos y se renueva al tiempo con la sucesión de las generaciones, y otra cuestión es "tradicionalismo revolucionario" que implica o conlleva una contradicción en sus términos. Y es que el sentido exacto que justifica la revolución a los ojos de los revolucionarios es cambiarlo todo, trastocar lo instituido para sustituirlo por algo extraño, en principio por nuevo, pues se aspira a que no tenga fundamento tradicional alguno. Para el revolucionario toda la Tradición es una carga, una losa que impide la "evolución" de la sociedad. La cuestión es que la Tradición sí evoluciona, pero no lo hace a saltos como las revoluciones, y nunca es rupturista, modifica lo que haya que modificar, deja atrás aquello que ya no se ajuste al devenir natural, pero sin renegar de ello. Y esto es muy diferente de lo que hace la revolución, cualquier revolución.
José Antonio Primo de Rivera es una figura señera y respetable, pero planteó que había que revolucionar España. Si tal revolución lo era para destruir un orden caduco y podrido, podía suponer una especie de operación quirúgica nacional, pero para ¿implantar qué? ¿Sólo para sanear y volver a conectar con la Tradición histórica de las Españas? ¿O más bien, para implantar un Estado centralista que con mucha probabilidad, llevado de los acontecimientos del momento, hubiera acabado derivando a algo similar a lo que hoy lamentamos?
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