DEMOCRACIA NACIONAL - Zapateros, botines y garzones
Zapateros, botines y garzones
por Antonio Pérez Omister
Como introducción a mi artículo de hoy, quisiera aclarar que cuando un botín se estropea, es lógico buscar a un zapatero remendón para que lo arregle. Lo que sucede es que la palabra ‘botín’ tiene unas connotaciones inquietantes en nuestro idioma: se dice del calzado antiguo de cuero, que cubría todo el pie y parte de la pierna. Pero también del beneficio que se obtiene de un robo, atraco o estafa. Resulta también que, entre los antiguos musulmanes de España, que hablaban castellano, los garzones eran muy aficionados a calzar botines. Un garzón entre aquellos bravos moros era un sodomita. Si el sodomita o garzón se calzaba el botín, no significaba necesariamente que mantuviese relaciones sexuales con él, aunque actualmente se utilice el término calzar como sinónimo de copular en algunas partes de España, sencillamente quería decir que el garzón utilizaba el botín remendado por el zapatero. Y el garzón se calzaba el botín porque le gustaba. Lo cual no quería decir que le amase. Porque ‘amar significa no tener que decir nunca lo siento’ y éstos van a sentir haberse amado tanto.
Aclarado esto, me gustaría decir que el origen del déficit que arrastra el Gobierno de España no se debe a los exiguos sueldos de los funcionarios y asalariados ni a las esqueléticas contraprestaciones que reciben los trabajadores autónomos. Ni a las paupérrimas pensiones de los jubilados. Tampoco hay que buscarlo en las míseras prestaciones sociales que ahora se pretenden suprimir de un plumazo.
El terrible agujero se debe a los 40.000 millones de euros de dinero público regalados a la banca privada.
Dinero que se entregó a los principales bancos españoles para compensar sus pérdidas millonarias en la Bolsa de Wall Street, de donde los catetos de Santander y los gañanes de Bilbao salieron burlados por los de siempre: los especuladores internacionales que anidan allí, en su hábitat natural, y que saben sacarle los cuartos a los rústicos aldeanos cántabros que se empeñan en jugar al ‘Monopoly’ con ellos. ¿Acaso no os dijo la abuela (la de la fabada) que no jugaseis con esos niños malos porque son unos mañosos y unos redomados tramposos?
¿Por qué no se han hecho públicos los nombres de las entidades financieras privadas que han recibido ese dinero del Estado? ¿Por qué hemos de sufragar los ciudadanos de a pie las pérdidas de los bancos privados? ¿Acaso reparten ellos sus beneficios con nosotros cuando los tienen? ¿Cuándo y cómo nos devolverán ese dinero?
¿Acaso pretenden pagarnos en fabada? Si es así ¿cómo nos la darán esos orondos banqueros? ¿Antes o después de haber sido asimilada y sintetizada por sus pantagruélicas naturalezas? ¿De golpe o en cómodos plazos?
¿Por qué es lícito que un banquero con aspecto de relamido flautín se jubile con una pensión millonaria, en tanto que a un pensionista corriente y moliente se le racanea hasta el último céntimo?
El señor Hussein Obama haría bien en vigilar los que pasa en Wall Street, y no meter sus narices donde no le importa: Estados Unidos es el principal culpable de la crisis financiera mundial desatada en 2008. Una cosa es que en su pueblo de Alabama le dejen subir delante en el autobús, y otra que quiera conducirlo y se pase varias paradas. Una cosa es leer La Cabaña de Tío Tom, y otra muy distinta, es creerse La Patraña del Tío Tom.
La crisis precocinada de Wall Street fue en realidad una fenomenal estafa protagonizada por los bancos norteamericanos y orquestados por la Reserva Federal (una entidad privada), con un claro propósito: quedarse con el dinero de los inversores extranjeros y financiar así su propio déficit. ¡El más grande del mundo!
El dinero no se lo llevó la ‘mano invisible del mercado’ ni el ‘hombre-lobo’ ni el coco. Se lo llevaron unos cuantos chicos listos. Llámenme ‘conspiranoico’ si lo desean, están en su derecho. Pero yo no creo en la ‘mano invisible’ ni en los marcianitos verdes.
Lo que se está intentando ahora es PRIVATIZAR LOS SERVICIOS PÚBLICOS en toda Europa occidental, siguiendo el modelo norteamericano y empezando por la Sanidad. Y ése sí que es un auténtico cuento de miedo. ¡De mucho miedo!
En Estados Unidos, si se es pobre y se sufre un infarto, puede decirse que uno está desahuciado. No hay operación quirúrgica, ni trasplante, ni tratamiento de ninguna clase. Olvídense de las pamplinas que se ofrecen en series como URGENCIAS u otras mamarrachadas del mismo estilo. Allí, aunque se haya pagado una póliza médica privada durante años, cuando se presenta un problema importante, la compañía aseguradora anula impunemente la póliza y condena a muerte al asegurado. El sistema es así de sencillo. ¡Y de inhumano!
En España, hasta el propio Jefe del Estado acude a la Sanidad Pública. No hacen falta más comentarios. ¿Qué país es mejor para aquellos ciudadanos pobres que sufren un infarto? La pregunta se contesta sola.
¿Queremos una sanidad privada en la que sólo los más ricos tengan acceso a la salud?, ¿aceptaremos la supresión del subsidio por desempleo?, ¿ambicionamos una educación privada en la que sólo los más pudientes tengan acceso a la formación superior?
Lo paradójico del asunto es que todos esos servicios sociales, y la propia sanidad pública, los puso en marcha un régimen facha y franquista. Y que quienes los van a suprimir son los mismos progresistas ceroizquierdistas que decían defenderlos.
Posdata:
El ceroizquierdismo es esa corriente política que consiste en no pintar nada en ninguna parte, hablar mucho sin decir nada, hacer lo contrario de lo que se dice y, eso sobre todo, demostrar mucho talante. ¡Talante, pa’ alante y por detrás!
¡Felicidades señor Zapatero, usted lo ha conseguido!
No podemos decir que sea usted talentoso, pero es muy talantoso…
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