Sólo pretendo exponer la similitud y hasta mimetismo que existen entre ambas actitudes ya de por sí rechazables por todas las personas honradas y de buena voluntad.No es mi deseo que nadie vea o suponga que a través de estas reflexiones voy a hacer una defensa o una justificación de ambas actitudes execrables de por sí, ni que intento justificar lo inaceptable.
Es un lugar común decir que para los españoles el tercer motivo de preocupación es nuestra clase política, pero ¿por qué?
La justificación es bien simple y considero que es el dominio público.
Elegimos a nuestros gobernantes para que se ocupen y preocupen de todos nosotros que somos los que les pagamos el sueldo y por cierto muy bueno, Pero, una vez elegidos ¿Cómo se comportan? ¿Cuidan el interés de los que los han aupado a ser los rectores del país? ¡No! ¡Más bien no!
¿A qué se dedican entonces? Salvo honrosas y muy pocas excepciones a aprovecharse de su cargo y a lucrarse de lo que no es suyo, es decir, de los impuestos que, con tanto esfuerzo y trabajo pagamos los españoles. A discutir si son galgos o podencos en vez de solucionar los problemas que de verdad sufrimos y padecemos los que habitamos en esta desventurada España.
No distingo entre una jarca política y las otras. Todas caminan por la misma senda. Y eso ¿Por qué?
Ya dijo una cierta ministra de infausta memoria que el dinero público no era de nadie, como corolario se sigue que lo que no es de nadie cualquiera puede apropiárselo. ¿Quiénes son los que se benefician de él? Los encargados de dedicarlo a mejorar la vida de los que lo han puesto a su disposición, es decir los contribuyentes.
Pero lo más inaceptable de todo es que esta corrupción y malversación de fondos no tiene un rechazo frontal y una actitud intransigente por parte de los ciudadanos. Se acepta como un motivo o decorado más del paisaje político en el que estamos todos incluidos.
Tanto es así que el otro día en una radio de alcance nacional oí a un periodista, por cierto de bastante renombre, que participaba en la charla, que el grado de corrupción de los políticos españoles era poco más o menos que aceptable ya que en nuestro país no se habían alcanzado aún las cotas de la misma que hay en otros de nuestro entorno.
¡Habráse visto mayor grado de pasividad ante un hecho inaceptable! ¡No señor! ¡No! Un solo corrupto no se puede tolerar porque está lucrándose del dinero de todos y cada uno de los que con gran esfuerzo y no poco trabajo se lo entregamos para que lo administren honradamente y con toda pulcritud.
Por esta indiferencia es por la que los que roban nuestros dineros quedan impunes y no pagan con cárcel el delito cometido ni devuelven lo robado.
El fraude a la Hacienda pública ha sido, es y será, un deporte para todos los españoles que puedan ejercitarlo. Es más, tampoco está mal visto por el resto de los ciudadanos. Tanto es así que lo admitimos y toleramos sin denunciarlo ni hacer que los defraudadores paguen con creces lo que nos escamotean al resto de los que contribuimos, lo mismo que los políticos no sufren la pena por lo que de bobilis bobilis engrosa su bolsillo.
Pero, ¿Le podemos pedir cuenta a los que defraudan? Ya lo creo que sí, pero ocurre que el espejo en el que se miran, o sea los políticos, está tan sucio y empañado que no se reconocen como estafadores de los demás.
Si una edil carga al erario común el importe de un helado, ¿Cómo va a tener conciencia de que obra mal quien paga en dinero negro, no declara sus ventas, o explota a trabajadores sin que están debidamente legalizados y protegidos?
Si hay empresarios que no contribuyen por lo que ganan y se llevan el dinero fuera de España, ¿Le podemos exigir a un desempleado que haga una factura por una chapuza e ingrese el IVA a Hacienda?
Cuando pequeño me enseñaron que había que respetar a los mayores en edad, saber y gobierno, si los mayores en gobierno no son dignos de ser respetados, ¿Se nos puede exigir que los respetemos?
Si el ejemplo que dan nuestros gobernantes es tan deleznable, ¿Cómo podemos pedirle al pobre desempleado, y son cinco millones, que cumpla su deber con el erario público?
Si estamos inmersos en un estado tal de corrupción, política, económica, empresarial y sindical ¿Quien o quienes son los responsables? Los rectores de este desventurado país.
Hace falta una regeneración total comenzando por todos los dirigentes, políticos, sindicales y empresarios para que el pueblo tenga un espejo digno en el que mirarse e imitar.
Manuel Villegas Ruiz
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