Matizaría más de una y más de dos cosas de este artículo; no obstante, me parece interesante y aquí que lo expongo:
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El inexorable avance de los neoconservadores:una lectura de La Cábala más transparente (The Transparent Cabal) por Stephen SniegoskiIsrael Shamir
Amazon.com: The Transparent Cabal: The Neoconservative Agenda, War in the Middle East, and the National Interest of Israel (9781932528176): Stephen J. Sniegoski, Paul Gottfried PhD, Paul Findley: Books)
Se trata de un libro muy necesario aunque espeluznante, que va a salir por I.H.S. Press, la misma editorial que publicó ya The Neoconned (“Los neocon…quistados”). Stephen Sniegoski le sigue los pasos a los neoconservadores, en su avance inexorable: aquellos que fabricaron a Bin Laden, bombardearon Belgrado, y nos regalaron la guerra de Irak y el Patriot Act; la gente que clamó: “ ‘Destrucción Creativa’, tal es nuestro apodo” [1] Sniegoski revela los orígenes ocultos de esta secta guerrerista que tiene secuestrado al único superpoder. Hay que leer este libro porque los neocon no se van a marchar. Tal vez se les conozca por otros nombres, o esgriman argumentos diferentes, pero no hay que esperanzarse con que se acabe pronto su reino. “Las conjeturas sobre su inminente renuncia eran algo completamente desacertado. Lejos de andar rumbo al cementerio político, los neocon están listos para aumentar más aún su poderío”, dice Sniegoski, citando a Jacob Heilbrunn.
¿Quiénes son? Los neocon son principalmente judíos oportunistas, que compartieron un tiempo con la izquierda y se convirtieron en defensores de Israel de derechas porque sentían que la izquierda “no les conviene a los judíos”. Aun si hay alguna presencia de no judíos, como cautivos, entre ellos, el movimiento es de inspiración judía, tiene una orientación judía, y está dominado por judíos. Los neocon forman parte decisiva de lo que llamamos la Judería americana organizada. Al principio, eran demócratas, hasta que Ronald Reagan, con su odio virulento hacia el comunismo y la Rusia soviética (él decía: “ahora vamos a bombardear Moscú”) los contrató para ganar en lo ideológico la guerra fría. Los jóvenes neocon estrecharon filas, traicionaron los ideales de sus padres, y llevaron a la ruina a la izquierda que se había acostumbrado a confiar en los judíos.
“Mientras los conservadores tradicionales aplaudieron la llegada de los ‘conservadores nuevos’ como aliados en su lucha contra el comunismo soviético y lo que llaman en el plano interno liberalismo, los neocon actuaron en realidad como caballo de Troya en el seno del conservatismo: se las arreglaron para afianzarse en posiciones dominantes dentro de la movida conservadora, tanto en lo político como en el plano intelectual, y tan pronto como fueron ganando poder operaron la purga de aquellos conservadores tradicionales que se oponían a sus prioridades”. A los viejos conservadores que les habían dado protagonismo los echaron de lado los novísimos agresores, y se convirtieron en irrelevantes “paleo-conservadores”.
Por cierto cualquiera que haya intentado ganar una guerra confiando en la ayuda judía ha terminado lamentándolo, incluso en caso de guerra victoriosa. Al que le haga falta comprobar la vigencia de este antiguo refrán, el libro de Stephn Sniegoski le ofrece la demostración requerida.
El anterior presidente George (H.) Bush preparó su guerra contra Irak sacando provecho de las habilidades de los neocon para movilizar la opinión pública, y logró que los americanos apoyaran la guerra. Pensó que podría mantener un rumbo propio después de la victoria, y se negó a darle a Israel unos diez billones de dólares que le pedían, mientras el gobierno israelí no dejara de extender las implantaciones de colonos en Palestina. Y éste fue su error. Mientras estuvieron en el poder, los neocon tejieron sus redes y fueron infiltrando todos los niveles de control. Stephen Sniegoski revela que los neocon no son “siete u ocho individuos”, como plantea Seymour Hirsh, ni tampoco “unos veinticinco judíos”, en términos de Tom Friedman, sino amplias y desplegadas redes de magnates, medios, políticos, equipos de consejeros. “Cuando decidieron que ya el presidente no les convenía, lo dieron de baja activando sus redes en contra de él. Y el George H. Bush que gozaba de un astronómico 90% de apoyo según las encuestas se vino a pique en la derrota electoral.”
Stephen Sniegoski explica en detalle la conexión neocon con Israel, su plan militar para “la seguridad del entorno”, donde el ‘entorno’ se refiere al Estado judío, mientras que la ‘seguridad’ se supone que la pongan los ciudadanos yankis. El lector se asombrará al descubrir por qué eligieron a Irak como su primer objetivo. Proclamaron que de Irak brotaba un peligro tan inminente como indiscutible para Israel e incluso para USA, pero Sniegoski demuestra que eligieron a Irak porque lo consideraban eslabón débil. En su plan de guerra, muy correctamente calcularon que se puede quebrar a Irak en comunidades étnico-religiosas peleándose entre sí, y esto con relativa facilidad. También invocaron muy correctamente la flaqueza militar y social de Irak, y por esto es que eligieron atacar a este pobre país.
Sería un error imaginar que los neocon están haciendo simplemente lo que Israel les pida. Quieren guerra y fratricidio dondequiera. Y lo admiten encantados: “somos gente peleadora y nos gusta la guerra… Lo que no soportamos no es que podamos sufrir bajas, sino perder la guerra nosotros”. [2] Por supuesto, la ‘gente peleadora’ en cuestión no designa a los americanos en general, sino a la propia comunidad neocon, es decir la Judería USiana. Como ni ellos ni sus hijos nunca sirven en el ejército, salvo contadas excepciones, pueden disfrutar sus guerras y despreciar olímpicamente la cuestión de las bajas.
Su primera guerra la libraron en Afganistán. “Los neocon apoyaron la ayuda militar extensa a los islámicos y afganos “combatientes de la libertad” en su lucha armada contra la ocupación soviética. La ayuda militar, que había empezado bajo la administración Carter, fue muy limitada en esa etapa. Richard Perle jugó un rol decisivo al equipar a los “combatientes por la libertad” con misiles Stinger que resultaron letales frente a los helicópteros soviéticos invencibles hasta entonces. [3]. Irónicamente, los neoconservadores ahora presentan a esos mismos musulmanes a los que ayudaron a militarizarse como una mortal amenaza terrorista para América y el mundo entero”.
La guerra siguiente tuvo lugar lejos del Medio Oriente, en los Balcanes. Apoyaron el bombardero de Serbia, pero esto no era suficiente para dicha “gente peleadora”. Pidieron que se mandaran tropas terrestres para combatir a los serbios. “El comité intervencionista de Acción en los Balcanes, que pidió tropas terrestres de la OTAN para Kosovo, incluía a figuras neoconservadoras prominentes tales como Richard Perle, Jeanne Kirkpatrick, Max M. Kampelman, Morton Abramowitz y Paul Wolfowitz. Otros propuganadores oficiales de una guerra más cruda fueron Eliot Cohen, Elliott Abrams, John Bolton, Hill Kristol, William Kagan y Norman Podhoretz. [4]”
Ahora todos quieren hacer papillas a Irán, pero también está la destrucción de Arabia saudita en sus planes. “En agosto del 2002, Max Singer presentó un artículo a la oficina para ‘Net Assessment’ del Pentágono, donde una vez más expresó que era urgente el desmembrar a Arabia Saudita. [5]. La revista Commentary, en su número de julio-agosto de 2002 ofrece un artículo titulado “Nuestros enemigos los sauditas” por Victor Davis Hanson, que planteó que “los subversivos sauditas ya estaban en camino de tomar el control de los mismos Estados Unidos” y llamó a “promover trastornos, o incluso el caos, francamente” en Arabia saudita. El experto para este país, prominente neoconservador, era Stephen Schwartz, qu planteó que había una conspiración saudita/wahhabista para tomar el control de todo el Islam y regar el terrorismo en el mundo entero.”
Mientras que estas cosas suelen ser conocidas para la gente que lee, y se pueden hallar en el libro reciente de Jacob Heilbrunn “El auge de los neocon” (The Rise of the Neocons) Sniegoski agrega correctamente lo espeluznante: explica por qué el programa neocon es inevitable. Conseguirán lo que quieran, porque la base de su poderío, es decir los judíos ricos y los dueños de los medios, tienen todas las opciones bajo control. ¿Te imaginas que el problema sea Bush el retrasado mental o Cheney el perverso? Piénsalo mejor. Siniegoski nos devuelve al año 2000, cuando los electores americanos podían haber elegido a John McCain.
“Para aquellos que critican a Bush y Dick Cheney por la guerra en Irak, una pregunta hipotética que cabe hacer es: ¿Cómo habría respondido Mc Kain al 11 de septiembre, si hubiera sido el presidente entonces? Conociendo su entusiasmo para darle guerra a un país (Serbia) que no amenazaba a Estados Unidos en lo más mínimo, su argumentación para cambiar por la fuerza el régimen iraquí y su inquebrantable apoyo al ataque efectivo a Irak en 2003 (para después ser uno de los halcones ene. proyecto de atacar a Irán), [6] no hay ningún motivo para pensar que McCain de presidente hubiese evitado una guerra contra Irak. En realidad, lo más probable es que habría promovido un enfoque belicista sobre Irak aun si no se hubiera dado tamaño ataque terrorista contra los Estados Unidos.
Más aún, el senador republicano John McCain rival de Bush en las primarias, era el favorito de muchos preeminentes neoconservadores en 2000. Como lo escribió Franklin Foer, editorialista del liberal New Republic: “los neoconservadores judíos se enamoraron mucho de John McCain. No solamente William Kristol, editorialista de The Weekly Standard. McCain también sedujo a personalidades faro dentro de la familia neoconservadora como David Brooks, la familia Podhoretz entera, Dorothy Rabinowitz del Wall Street Journal, y el articulista Charles Krauthammer”. [7]
Los demócratas habrían llevado a USA a la misma guerra, junto con los mismos neocon (o tal vez con otros, apenas diferentes). ¡Albert Gore y Joe Liebermann eran aún más proisraelíes y guerreristas que Bush y Cheney! Esto se repitió en 2004. “Aún si la base demócrata rechazaba con fuerza la guerra, la elección presidencial de 2004 ofreció pocas alternativas en cuanto a Irak, a partir del momento en que John Ferry, el candidato votado por los demócratas, abogaba virtualmente por la misma línea. [8] La política extranjera de Ferry habría sido, en el fondo, neocon sin los neoconservadores, o al menos, sin los mismos neoconservadores.”
Una de las razones por las que es ineludible esta situación es el control que ejercen sobre el discurso USiano los dueños de los medios. Sniegoski observa que la Murdoch’s News Corporation es el grupo informativo en idioma inglés más extenso en el mundo. En 2004, constaba de más de 175 periódicos (vende 40 millones de ejemplares a la semana) y 35 canales de televisión. Mientras se preparaba la invasión a Irak de 2003, los 175 periódicos propiedad de Murdoch ofrecían editoriales unánimes, en el mundo entero, a favor de la guerra.” Y Sniegoski agrega, claro que sí, que hay muchos judíos que están en contra de la guerra, pero no son, ay, dueños de ningún medio masivo….
Traducción: Maria Poumier
Notas:
[1] Michael Ledeen, "Creative Destruction," National Review Online, September 20, 2001, Michael Ledeen on war on National Review Online
[2] Courtland Milloy, "War Hawks Blinded by Hardened Hearts," Washington Post, March 31, 2003, p. B-1, http://www.washingtonpost.com/wp-dyn...2003Mar30.html
[3] Richard A. Clarke, Against All Enemies: Inside America's War on Terror (New York: Free Press, 2004), p. 49.
[4] Balkan Action Council, Press Release, "Balkan Action Council Urges NATO Intervention, Ground Forces in Kosovo," January 25, 1999,
http://www.southeasteurope.org/documents/pr199.pdf ;
[5] "Saudi Arabia," Disinfopedia,
Saudi Arabia - SourceWatch ;
[6] Brian Knowlton, "Legislators demand more action on Iran," International Herald Tribune, January 22, 2006, Search - Global Edition - The New York Times
[7] Francis Foer, "The neocons wake up: Arguing the GOP," New Republic, March 20, 2000, p. 13.
[8] Quoted in Thomas E. Woods, Jr., "The Progressive Peacenik Myth," The American Conservative, August 2, 2004, The American Conservative -- The Progressive Peacenik Myth
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