Partidos o personas




“Que no te engañen. No importa izquierdas o derechas, lo importante es la persona”. Oí esta proclama, a modo de grito desesperado por echar a un alcalde, en el municipio sevillano de Los Palacios durante la reciente campaña electoral. Los altavoces de la furgoneta del partido opositor gritaban algo que debería resultar obvio, pero que a estas alturas de la película democrática ya no se cree nadie.
Porque, cuanto menos en la política municipal, la gente debería poder elegir personas y no siglas; equipos que les ofrecieran la mayor confianza por su honradez, dedicación y trabajo, y no un logotipo con gaviota o puño; elegir al más capacitado para gestionar los recursos del pueblo y para lograr el mayor desarrollo local, y no la insignia que éste lleve en la solapa.
Resulta cómico que un candidato de un partido de los mayoritarios utilice este recurso para tratar de ganar votos, cuando ellos mismos llevan treinta y cinco años haciendo justamente lo contrario: trasladar sus intestinas luchas partidistas por el poder a la política local. Pervertirla, prostituirla, en aras de una mejor sanidad de los aparatos de sus respectivas siglas.
Cuando estos vividores que son los políticos profesionales ven las elecciones municipales en clave de ensayo nacional ante las elecciones generales, calibrando cuál de los dos “gana más municipios”. Cuando trasladan artificial y artificiosamente los debates de la política nacional a las elecciones locales, dando la espalda a las necesidades reales de los ciudadanos en aras de su interés particulares, pasa lo que pasa. Y lo que pasa es ni más ni menos, que hacen de las corporaciones municipales unas meras delegaciones de los órganos de sus partidos. Los candidatos a la alcaldía de cada pueblo y ciudad son elegidos en los despachos de las sedes, por gente que no conoce la realidad cotidiana de los municipios, y atendiendo tan sólo a razones de “méritos” internos del candidato de cara al partido.
¿No importan derechas o izquierdas, lo importante son las personas? Sí. Lo importante son las personas. Y las siglas, y las batallas entre PSOE y PP, no hacen sino prostituir la esencia del gobierno municipal. No queremos a socialistas y peperos peleándose como buitres por conseguir ayuntamientos. Queremos que los alcaldes estén al servicio de sus electores y no al de los jefes que los designaron como candidatos.
Por eso, porque lo que importan son las personas, deberían cambiar los sistemas de elección en los municipios. Que las instituciones sociales de cada localidad tengan acceso a la representación política, de forma orgánica. Que en cada municipio, flexibilizando el sistema electoral, se arbitren modalidades que faciliten la “retroalimentación” entre la corporación municipal –elegidos- y los electores, y que estos puedan intervenir del modo más directo posible en las decisiones de la política municipal. Que, al fin, los alcaldes y concejales sean un fiel reflejo de los intereses de los ciudadanos y no de los de esas máquinas voraces y con vocación de controlarlo todo que son los partidos políticos.
Resumiendo, que se acaben las siglas en las elecciones municipales. Que PSOE, PP, IU, etc., esas tenazas que asfixian a los ayuntamientos y que vienen desangrándolos, desaparezcan de la política local. Que dejen de gastarse el dineral que se gastan en propaganda electoral, en carteles, mítines y prospectos, con dinero de nuestros bolsillos. No nos hacen falta los partidos políticos en nuestros pueblos. No los queremos.