Hay un hilo por aquí de lo más extenso, con no sé cuántas páginas intitulado: "Ni un voto al PP"
Y en este otro abro un tema más que inquietante. ¿A quién hay que votar? La respuesta más habitual a esta pregunta suele consistir en abstenerse, y mi contrarréplica es esta otra: ¿y de qué sirve hacerlo?
Esta es la cuestión: si no se vota uno pasa a las listas del silencio, de ese silencio que no se sabe a qué se debe pues las circunstancias que rodean a cada votante, que no hace uso de su ejercicio al voto, son tantas posibles como abstenciones, incluidos los abstencionistas que coinciden en la intención de abstenerse. El problema es que la abstención tiene dos vertientes, pues por una parte su número no se puede añadir a ningún partido, pero el tanto por ciento que representa siempre es muy minoritario, por lo que no lo tienen en cuenta.
¿Qué queda pues? sólo la íntima satisfacción del no-voto, pero esto es algo de lo que yo no estoy tan seguro. Por ejemplo, y para estar en este instante a lo último en la situación: este aberrante individuo llamado RUBALCABA, y aspirante del P$OE a sentar su culo inmundo en La Moncloa, apenas ha esperado a que Su Santidad se haya marchado y ya nos ha regalado la perlita de que si "él gana", es decir, todos perdemos, la primera ley que aprobará será la de la eutanasia. Y sospecho que no será para autoaplicársela, pues en tal caso yo mismo le votaría para que se comprase una soga y se colgase del primer pino que encontrase en el camino (pino de más de 5 metros de altura y 30 centímetros de base).
El problema es que si no votamos alguien va a ganar y nosotros vamos a colaborar por pasiva con ese alguien y con sus intenciones. De modo que aquí dejo la duda, porque hablamos mucho, sí, pero realmente, y en conciencia hay que reconocerlo así, hacemos más bien poco.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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