YERBA, PALOMA Y SERPIENTE
"Sólo donde hay sepulcros hay resurrecciones".
(F. W. Nietzsche, "Así habló Zaratustra").
EN DERREDOR DEL SEPULCRO
Crecer como la yerba en las tumbas. Crece en muchedumbre y sin ruido. Nadie la aprecia. La yerba es algo vulgar y no llama la atención. Nadie repara ni en su color, ni en su belleza, ni en su olor, pero la yerba es fuerte en su humildad y es prolífica. Crece a la intemperie, resiste las noches frías y la escarcha del invierno.
Se olvidaron de la tumba, pensaron que allí no había nada más que huesos. Pero la yerba crecía alrededor del sepulcro.
Frente al cementerio el palomar. Nadie las oía. A las palomas. En el palomar. A pasitos sigilosos que nadie escucha, las palomas. Esperaban que los remos de rapaces carniceras rompieran el aire, sonaran los graznidos y así cazar el halcón. Pero eran palomas, blancas palomas, en un palomar olvidado.
Reptando por el suelo, no en línea recta. Describiendo eses: S S S S S avanza la serpiente. Nadie la espera y, sin piedad, muerde al descuidado, inyectándole el mortífero veneno, o lo ciñe y constriñe hasta matarlo.
Sea la yerba que esmalta el rocío.
Sean las palomas que zurean.
Sea la serpiente.
Y algún día Lázaro resucitará, cuando lo llame el Señor. Y dirán entonces:
"Ha resucitado España".
LIBRO DE HORAS Y HORA DE LIBROS
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