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Tema: El liberalismo es pecado

  1. #21
    Avatar de Hyeronimus
    Hyeronimus está desconectado Miembro Respetado
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    Re: Respuesta: El liberalismo es pecado

    Liberalismo y virtudes




    La moral cristiana se ha desleído y edulcorado en el ambiente común. El Liberalismo lo ha hecho. Las virtudes se han amansado y aneciado. Incluso la palabra “virtud” suena un poco ridícula y ya no significa “fuerza” y “virilidad” como entre los romanos y griegos (“virtus”, “aretée” de vir y de anéer, varón) sino más bien debilidad.


    La virtud actual es una cosa para viejas; y en la mujer se reduce a la castidad externa, o sea a la “defensa de su honra”, lo cual no diré que no sea importante. No es todo. No olvidar que el Liberalismo es una herejía cristiana: pasa por alto el pecado original, cree que el hombre es naturalmente bueno, y por ende no necesita de Sacramentos, ni de la oficina de los Sacramentos, la Iglesia , aunque la religión en sí puede tolerarse; pero todas las religiones son buenas… lo cual equivale a decir, vive Cristo, que todas las religiones son malas.


    El Catolicismo Liberal emasculó y ablandó las virtudes católicas: el liberal es muelle. Incluso las falsificó introduciendo una falsa Prudencia-Justicia-Fortaleza-Templanza. Le sigue hablando de… e incluso se sigue alabando al Prudente, al Valiente, al Moderado; pero esas palabras ya no significan lo mismo que en los grandes siglos cristianos, cuando Martín Fierro distinguía tan bien entre la Prudencia y la Astucia, entre la valentía y el matonismo – en que él cayó de joven.


    A ningún hombre amenacen
    porque naides se acobarda…


    puesto que la Fortaleza nunca agrede, nunca “empieza” como dicen los chicos:


    El hombre no mate al hombre
    ni pelee por fantasía,
    tiene en la desgracia mía
    un espejo en que mirarse:
    saber un hombre guardarse
    es la gran sabiduría.


    En los “consejos” de Martín Fierro se encuentran las cuatro virtudes cardinales – con más acento la Justicia.


    La Prudencia
    Veámoslo brevemente: se introdujo una Prudencia remirada, egoísta y cobardona: el “no te metas”, por eejemplo; pero esta Primera de las virtudes, sin la cual ninguna es virtud, es un conocimiento, el conocimiento de lo hacedero y de lo faciendo, de lo agendo, de lo que hay que hacer; y este conocimiento está cimentado en el conocimiento de la Realidad; no es un mero timoratismo, es un conocimiento.


    Cuando hacemos una imprudencia, malconocemos lo agendo; cuando malconocemos lo agendo, desconocemos la realidad; cuando desconocemos la realidad, pecamos.


    El que peca se pone delante como un bien lo que en realidad es un mal; de modo que se puede decir que “el Bien es lo real, el mal es una equivocación” acerca de lo real realísimo, conforme al viejo apotegma de Sócrates de que todo pecado es un error. Si uno dice: “es nada más que un error”, se equivoca; pero si dice “es un error”, dice bien.


    La Prudencia pues, siendo “el ojo que encuentra el camino”, no tiene por qué ser ni astucia ni picardía ni sobrecautela ni precaucionismo ni cálculo ni continuo desconfío y avizoro, ni mucho menos cobardía; al contrario, la Prudencia no existe sino junto con su hermana la Fortaleza o Valentía. Al contrario del proverbio italiano de que “soldado que huye sirve para otra vuelta” y del proverbio catalán “de los que dispararan, algunos se salvan”, la Prudencia sabe que en muchos casos lo más imprudente de todo es disparar; y lo más prudente, acometer. Y así Mussolini, que era italiano, dijo una vez que la primera virtud del Gobernante era la Prudencia; pero la segunda, sin la cual la primera no sirve, era la imprudencia; queriendo decir que la prudencia no excluye, antes reclama el brío, la osadía, la valentía, el golpe; en una palabra: la virtud de la Fortaleza.


    No olvidemos pues que la Prudencia es la “recta ratio agibilium”, la recta apreciación de lo agendo y agible, o sea, la guía para hacer el bien; y el bien a veces pide lucha, esfuerzo, osadía; el bonum arduum que decían los antiguos, el bien arduo, como lo son todos los bienes grandes, y en realidad de verdad todos los bienes verdaderos.


    Yo he recogido en mi vida religiosa demasiada experiencia de la falsa prudencia, que San Pablo llama prudencia según la carne: la prudencia catalana que consiste en disparar siempre. Tres veces el original de un libro me ha sido devuelto por un religioso editor con las palabras: “es una buena obra; nos gustaría publicarla pero no podemos por prudencia: tenemos miedo”. Palabras textuales de una tarjeta acerca del Evangelio de Jesucristo. La primera vez me dio rabia y dije: “Los Padres del Verbo Divino tienen miedo del Verbo Divino ”; pero la segunda vez me consolé diciendo: “Puede ser señal de que es literatura viva y no literatura muerta. Como es viva se mueve; y ellos al ver un "bulto que se menea" creen que puede ser un tigre o una víbora; y es un perro guardián, un manso y leal mastín”.


    La Prudencia del Liberalismo, la “prudencia según la carne” está aguada; la Justicia del Liberalismo está mutilada: es meramente negativa y se reduce a la llamada Justicia Conmutativa; y ésa, no entera ni completa.


    La Justicia
    La Justicia burguesa se reduce al contrato: do ut des, doyte para que me des: considera un cambio de bienes al modo comercial; yo te doy 10.000 pesos, pero me debes devolver 15.000, o bien otro bien equivalente, o al menos una ilimitada gratitud, alabanzas, favores, servicios o lo que sea. El Liberalismo ha ido tan lejos en esto que ha llegado a definir el Estado y la Nación como un CONTRATO, el Contrato Social. (Éste es un disparate fenomenal, que no voy a refutar ahora. La Nación no surge de un contrato ni explícito ni implícito entre todos los connacionales –como imaginan Rousseau y también Suárez–, sino que surge de un movimiento natural del hombre, “animal político” que dijo Aristóteles, el cual movimiento requiere la Autoridad, causa eficiente de la sociedad, y por ende el Mando y la Obediencia. Y en ese sentido solo decimos que “la Autoridad viene de Dios”, no inmediatamente, sino a través de la Natura, creada por Dios.)


    De modo que el Liberalismo elimina la Justicia Distributiva (del Jefe para los súbditos) y la Justicia Legal (de los súbditos para con el Jefe): y una vez hecho el Contrato Social (elegido el Presidente), los súbditos no tienen más deberes para con él, y él puede hacer lo que se le antoja. Lo único que queda es el “ordo partium ad partes”, eliminando el “ordo partium ad totum” y el “ordo totius ad partes”, que son las más importantes partes de la Justicia, la cual exige al gobernante que distribuya bien los castigos, premios, trabajos, puestos y privilegios, según los méritos, y que busque y alcance el Bien Común de todos, lo cual le es exigido acérrimamente, es su deber más estricto, o sea, el orden del todo a las partes, o Justicia Distributiva. Y a su vez los súbditos deben al gobernante legítimo respeto, apoyo y obediencia, o sea el orden de las partes al todo, o sea, Justicia Legal; y estos dos órdenes son mucho más transcendentes que el orden de las partes a las partes o Justicia Conmutativa.


    Ni este orden siquiera guarda el Liberalismo, pues este orden no se reduce a cumplir los contratos, pagar las dudas y no emitir cheques en blanco, lo cual desde luego debe hacerse. La Justicia cristiana tiene dos partes, negativa y positiva; y la Justicia actual se contrae a una parte de la parte negativa: “no dañes”. Es poco.


    La Justicia cristiana está toda ella encerrada en la norma conocida: “No hagas al otro lo que no quisieras te hagan a ti”, que encontramos en boca de Jesucristo, y en la Ley de Moisés, y en el antiquísimo libro chino “Las Analectas de Confucio” traducido por A. Waley. Es negativo: dice “no hagas”, no dice: “Haz a los otros lo que quisieras te hicieran a ti”, porque eso es falso: yo no puedo querer para todos los otros lo que quiero para mí, por eejmplo, que escriban libros o que digan misa, porque cácual es cácual. Yo quiero que se editen mis libros, pero no puedo querer, por ejemplo, que se editen los libros del P. P. o del P. R.R., los cuales sin embargo se editan antes que los míos. Pero eso no es justicia ni positiva ni negativa.


    El famoso Proudhon, en su libro La Justicia en la Revolución y en la Iglesia, reprocha a la Iglesia su Justicia puramente negativa, según él, porque estaba rodeado el año 1858 de la Justicia del Capitalismo y el Catolicismo Liberal, y creía ésa era toda la Justicia cristiana. Pedro José Proudhon, el famoso autor de La Propiedad es un Robo (y debajo: “Este libro es propiedad del autor”), fue un anarquista, pero un proletario honrado y de buena fibra; de una ignorancia impresionante. A pesar de haber sido seminarista, ignoraba la parte positiva de la Justicia cristiana, la más esencial. Donoso Cortés lo tiene por un demoníaco. Puede ser. Pero más parece un ignorante, sembrado de “virtudes cristianas que se han vuelto locas”.


    Lo positivo de la Justicia cristiana está contenido simplemente en el precepto: “Amarás al prójimo como a ti mismo”, lo cual es mucho más que decir “no dañarás al prójimo”. Decir “como a ti mismo” es decir que yo soy uno y el prójimo es otro, y después equipararlo conmigo, lo cual es el efecto propio del amor. Eso significa que el prójimo tiene cosas suyas que son distintas de las mías, y no se reducen solamente al dinero, y esas cosas positivamente yo se las debo, no de limosna sino de Justicia: si tiene, hambre, yo le debo una parte de mi pan; si está perseguido, yo le debo mi defensa; si merece un puesto, yo debo dárselo y no excluirlo para ponerme yo; si es ignorante, yo le debo mi saber. Deste modo, la definición pagana de la Justicia: “dar a cada cual lo suyo” (unicuique suum) se amplía por obra del amor maravillosamente. En la Justicia natural, el tener yo saber no me crea ninguna obligación, lo imparto o comparto si quiero; pero en la Justicia cristiana, que considera el saber un don de Dios, nace la obligación de Caridad de trabajar para compartirlo.


    – Pero entonces es Caridad y no Justicia.
    – La Justicia en el cristiano está envestida de la Caridad, o sea el Amor, lo mismo que todas las otras virtudes, como veremos. “Dad a los que no os pueden devolver nada”, dijo Jesucristo, “ni siquiera gratitud”. Nace el Buen Samaritano. El buen samaritano da compasión, ayuda, dinero, tiempo y cuidado a un desconocido que topa y que es, religiosamente, su enemigo. “Bien, ése es tu prójimo”, dice Jesucristo.


    En suma, la Justicia cristiana consiste en reconocer al otro como persona, no como algo mío, sino como EL EN SÍ, munido de toda clase de derechos; y entonces volverme dese modo “deudor de todo el mundo”, como decía San Pablo de sí mismo. Lejísimos de la ruin Justicia burguesa, comercial y liberal, que tiene como máxima alabanza: “Yo no debo nada a nadie: este hombre no debe nada a nadie”. La alabanza verdadera es: “Yo me debo a todos”.


    El efecto de la Justicia es conservar el orden en las relaciones humanas; y ese orden después de Jesucristo no se puede conservar sino por el amor, digamos por una exageración del despego de sí mismo, para lo cual es necesaria la Fortaleza.


    La Fortaleza
    "Todo el mérito de la Fortaleza viene de la Justicia" – dice Santo Tomás. Fortaleza significa simplemente Valentía y se define: "la aptitud para acometer peligros y soportar dolores". De Luis XVI de Francia escribió Hipólito Taine: "Tenía todas las virtudes de un cristiano, pero no las de un Rey". Se equivocaba grandemente: la Fortaleza, que le faltó a Luis XVI (aunque no en el momento de su muerte santa), es estrictamente una virtud del cristiano, aunque no del cristiano liberal. La cobardía puede ser pecado mortal y Jesucristo tenía verdadera inquina a la cobardía. En el Apokalypsis San Juan enumera una cantidad de condenados al fuego, y entre ellos pone "los mentirosos y cobardes", que faltan a la Justicia y a la Fortaleza.


    La falsificación liberal de la Fortaleza consiste en admirar el coraje en sí, con prescindencia de su uso, o sea, prescindiendo de la Prudencia y la Justicia.


    Pero el coraje aplicado al mal no es virtud, es una calamidad, es "la palanca del Diablo" dice Santo Tomás.


    El coraje en sí puede ser una cualidad natural, una especie de furor temperamental, una ceguera para ver el peligro, o una estolidez en soportar males que no se deben soportar. Entre nosotros, por ejemplo, es usual admirar y encarecer a Sarmiento porque era corajudo. Está bien, pero falta ver todavía si aplicó ese coraje, que le venía simplemente de haber nacido sanjuanino, a una buena causa o a una mala causa, como por ejemplo, la exaltación soberbia de sí mismo; si la aplicó a buenas causas lo nombraremos prócer. En un discurso para la inauguración de un busto de Rosas en Sáenz Peña (Chaco) Marianito Grondona dijo que estaba dispuesto a reconocer a Rosas como un héroe si los rosistas reconocían a Sarmiento como un héroe, aunque no con estas palabras. Dijo literalmente: “Debemos venerar y honrar a todos nuestros próceres, porque somos una nación joven, que no tiene muchos, prescindiendo de sus defectos, de sus fallas y hasta de sus crímenes”, dijo el orador. Un momento: un héroe que hace crímenes no es héroe; y nosotros no podemos prescindir de sus crímenes. Mejor es que caigan Rosas y Sarmiento, antes que amontonarlos a los dos en una coyunda común. Ninguno de los dos fue prócer, en todo caso, Marianito.


    Lavalle era un prócer y mató a Dorrego; pero Dorrego también es un prócer y los dos tienen su estatua en la misma calle a 300 metros de distancia. En la realidad estuvieron tan distantes como la Muerte y la Vida; pero ahora están juntitos “en el abrazo luminoso de la inmortalidad” que dice Marianito Grondona. Creo (y corríjanme si me engaño) que Lavalle no tuvo más virtud de Fortaleza que el coraje para pelear en la guerra, fue un “buen sable”, la virtud del tigre y del toro, no la virtud del cristiano, incluso tomando “cristiano” en el sentido criollo de humano, de hombre racional. Fue un poco bobo.


    La Fortaleza no excluye el miedo, solamente lo domina; al contrario ella está fundamentada en un miedo, en el miedo profundo del mal definitivo, de perder mi propia razón de ser. La Fortaleza se basa en que el hombre es vulnerable, el ángel no puede tener Fortaleza porque no puede recibir heridas. La Fortaleza consiste en ser capaz de exponerse a las heridas y a la muerte (el martirio, supremo acto de la virtud de Fortaleza) antes de soportar ciertas cosas, de tragar ciertas cosas y de hacer ciertas cosas. No existiría la Fortaleza o Valentía si no existiera el miedo:


    el miedo es natural en el prudente,
    y el saberlo vencer es ser valiente”,


    y tampoco si no existiera la vulnerabilidad. ¡Qué palabra más fea! (PARÉNTESIS acerca de nuestra lengua. Hemos perdido el latín “vulnus”, que significa “herida”, y tenemos “vulnerable” y “vulnerabilidad”, palabra sexquipedal. El castellano perdió muchísimas de las palabras raíces, el sustantivo o el verbo corto y simple, y conservó los derivados, a veces larguísimos y para la mayoría incomprensibles; sobre todo en países donde no se estudia el latín en las escuelas. ¿Países, dije? País hay uno solo, la Argentina: hasta los rusos estudian ahora latín; así que nuestra lengua en nuestras bocas se va derruyendo. La gente usa las palabras a bulto, sin comprenderlas exactamente, incluso los periodistas, los locutores ¡y los políticos! No digamos “totalitarismo”, por ejemplo: no es palabra castellana, es un barbarismo. “Totalismo” sería, en todo caso; “tota-lita-rismo” es casi impronunciable, y el vulgo cree que es el nombre de dos bailarinas. Dicen “irrefragable” queriendo significar “inevitable”: irrefragable significa “lo que no se puede votar en contra”, viene de “suffragari”, votar a favor (sufragio), y “refragari”, votar en contra (“refragio” deberíamos tener). Irrefragable es algo que no se puede negar ni rechazar ni objetar ni siquiera discutir; y así “opinión irrefragable” está bien, pero “acontecimiento irrefragable”, como dice Bernardo Vogelman, está pésimo. Y así “indeleble” lo he visto usado por “inolvidable”; “indeleble” es lo que no se puede borrar; pero el colmo es “latente”: los cagatintas creen que viene del verbo latir y lo usan en el sentido de palpitante; y viene del verbo later, que se perdió, y significa “estar escondido”. No es lo mismo.


    – Y esto ¿qué tiene que ver con la virtud de la Fortaleza?
    – La Fortaleza que se necesita para escuchar “Radio” y leer los diarios).


    La virtud de la Valentía no supone no tener miedo; al revés, supone un supremo miedo al último y definitivo mal, y el miedo menor a los males de esta vida captados en su realidad real; de acuerdo a la palabra de Cristo: “No temáis tanto a los que pueden quitar la vida del cuerpo; temed más al que puede cuerpo y alma condenar para siempre”. No dice: “No temáis nada”, porque eso es imposible: el prudente naturalmente teme los males naturales captados en su realidad real, no en imaginaciones… Dice Cristo: “temed menos”; y en caso de conflicto que el temor mayor venza al menor, impidiéndonos “perder el alma ”, aun a costa de perder la vida.


    De ahí que los dos actos precipuos de la Fortaleza son acometer y aguantar; y este último es el principal; dice Santo Tomás inesperadamente. ¿Cómo? ¿No es mejor siempre la ofensiva que la defensiva, la actividad que la pasividad? Santo Tomás parece apocado, parece aconsejar agacharse y aguantar más bien que atacar; y el mundo siempre ha tenido el ataque por más valeroso que el simple aguante.


    Santo Tomás tiene por más a la Paciencia que al Arrojo; pero no excluye el Arrojo cuando es posible, al contrario; con otra proposición paradojal dice que la Ira trabaja con la Fortaleza y hace parte de ella.


    ¡Oh argentinos, que no sois capaces de airaros y os refugiáis en la pasividad resentida! No sois fuertes, ni sois tan siquiera pacientes.


    En la condición actual del mundo, en que la estupidez y la maldad tienen mucha fuerza, hay muchos casos en que no hay chance de lucha; y aun para luchar bien se necesita como precondición la paciencia; y a veces el sacrificio. “He aquí que os envío como corderos en medio de lobos”. El acto supremo de la virtud de la Fortaleza es el martirio, pero la Iglesia ha llamado siempre al martirio “triunfo” y no derrota.


    La Ira reta arroja al hombre recto al ataque, o al menos lo mantiene en su puesto: “airaos sin pecar” dice San Pablo, de lo cual el dio grandes ejemplos, o sea, indignaos ante el Mal sin frenesí ni desorden. El hombre que no puede indignarse no es hombre, ni tampoco mujer: es un cuitadillo. La recta indignación es el permanente motor del paladín: ella presta y aumenta las fuerzas. La Ira desordenada es uno de los pecados capitales; pero la Ira de suyo es una pasión natural, que como todas ellas puede ser o buena o mala según sea o no gobernada por la razón. Me gustaría verlo a Illia iracundo algún día.


    Existe un concepto vulgar de que la virtud consiste en la ausencia de pasiones y la santidad en la eliminación de las pasiones: es erradísimo. Las pasiones son las fuerzas naturales del hombre, sin las cuales no podemos hacer nada grande – ni chico, no podemos caminar: “los afectos son los pies del alma”, dice San Agustín. El burgués se disgusta ante cualquier apasionamiento, le parece que se quiebra la corrección o la buena educación: “¡Vamos, paz, paz, querido: no te atufes: despacio, despacio!”. Esta virtud pacata que consistiría en la eliminación de las pasiones es el falso concepto de los estoicos antiguos, de los modernos liberales, y de la religión y cosmovisión budista: un Schopenhauer, por ejemplo; pero eso no es virtud, será corrección a lo más, y a lo menos es debilidad, insensibilidad y apatía. Para que triunfen los malos en el mundo, basta que los buenos no hagan nada. Por eso en la Argentina los malos gobiernos se ponen a gritar: “¡Paz, tranquilidad, reencuentro de todos los argentinos buenos y malos!” Pero eso, la mescolanza del bien y del mal en la falsa tranquilidad burguesa, ése es el reencuentro en la ignominia – y no en la Paciencia.


    “Ten cuidado con el hombre paciente: es peligroso” –dijo uno. ¿Por qué? Porque espera su momento. La Paciencia consiste formalmente en no dejarse derrotar por las heridas, o sea, no caer en tristeza desordenada que me abata el corazón y perturbe el pensamiento; hasta hacerme abandonar la Prudencia, abandonar el bien o adherir al mal; y en eso se ejerce una actividad enorme. “Soportar es más fuerte que atacar”; y por eso las mujeres tienen muchas veces más fortaleza que los varones: y por eso una buena mujer que ha soportado toda la vida a un mal marido ha hecho quizá una hazaña mayor que si le hubiera dado un garrotazo; aunque esto también puede servir a veces.


    Otra vez volvemos los ojos al error moderno y plebeyo; considerar la Paciencia como la actitud lacrimosa y pasiva del “corazón destrozado”, que dicen. Al contrario, la paciencia consiste en no dejarse destrozar el corazón, no permitir al Mal invadir mi interior. Por tanto en el fondo se basa en la convicción o en la fe en mi última “invulnerablez”, en mi inmunidad definitiva. Pase lo que pase, al fin yo voy a vencer, cree el cristiano; y hasta el fin nadie es dichoso. Aunque sea a través de la muerte, si es inevitable; pero si no es inevitable, no. Como dijo Don Pío Ducadelia al morir:


    Oíd, mi Padre Confesor
    y parentela entera:
    si hay que morir, yo muero por…
    fuerza, no porque quiera.


    De donde se ve que la Paciencia pisa y pende de la virtud de la Esperanza sobrenatural, lo mismo que la Fortaleza, y no del apocamiento y la debilidad.


    Sufra y aguante,
    tenga paciencia,
    que con paciencia
    se gana el cielo,


    dice el tango: pero la paciencia no consiste en el sufrir sino en el vencer el sufrimiento: “eso no lo sufro yo” –dijo el Valeroso. Sufrir y aguantar no es lo mismo: aguantar es activo, y es pariente de “aguardar” y “aguaitar”.


    Con razón dice el filósofo Pieper que la Fortaleza o Valentía atraviesa los tres órdenes humanos, el Pre-orden, el Orden, y el Super-orden, y está integrada en ellos. El Pre-orden en este caso es el coraje natural, el instinto de agresión en el varón sobre todo, y de resistencia en la mujer sobre todo, que lo poseen lo mismo el ser humano que el león o el mastín, y depende mucho del cuerpo, temperamento y temple; el Orden es el coraje ordenado por la razón y devenido valentía o valor; y el Super-orden es la virtud moral de la Fortaleza, pendiente de la virtud supernatural de la Esperanza, la cual informa a los otros dos órdenes y los robustece o se los incorpora; de tal modo que puede darse un hombre tímido, cansado, entristecido y castrado de lo natural, que haga grandes fortalezas en virtud de su virtud sobrenatural –como se ha visto en débiles mujeres y enfermas, de llapa –como aquella santa que estaba embarazada y era una esclava– en el tiempo de los triunfos de los mártires.


    Una ilustración de todo esto puede ser una novela policial del irlandés yanqui Day Keene (no sé si es varón o mujer) llamada Naked Fury (Desnuda Furia), que leí poco ha en alemán, donde ninguna mención se hace de la Virtud ni de la Religión, pero en sí misma es de inspiración católica. No es una policíaca yanqui en puridad, sino una tragedia shekspiriana y sofoclea a la vez. El héroe es una Magnánimo, un caudillo político de una pequeña ciudad yanqui, que hace bien a todos y por ende es seguido de todos; cuya suprema aspiración de su vida, por la cual lucha y se sacrifica, es ver al suburbio miserable, hediondo y malsano donde nació, saneado y convertido en un barrio humano y decente por medio de elecciones y electoralismo – democracia.


    Es el Magnánimo de Aristóteles, que tiene que enfrentar a la política corrompida y criminosa, es engañado por ella, cae en una trampa, está a punto de claudicar; y de repente es poseído de un sacro furor a una palabra de su mujer: “Pero él todavía tiene corazón”; y con la fuerza de la ira recta, mata y muere, a la vez fiscal y verdugo; pero vence al morir.


    No es un santo, es un pecador, pero tiene el magno ánimo o señorío, que es una gran virtud natural o mejor dicho es la tierra de todas las virtudes. Está juntado con una pobre mujer, que es tan magnánima como él o más, con la cual propone casarse y retirarse a vivir tranquilo, una vez acabado su combate, al cual sacrifica todo; y cae al final en un delito de adulterio, del cual abomina al instante, pero cae con la atenuante de una tentación tremenda. Por tanto, es un hombre humano y defectuoso, no es un estoico ni un superhombre, pero es un hombre, como dice un periodista al final, en presencia de su cadáver y de su mujer: “No fue un santo; ya ha sido juzgado de sus yerros en otra parte; pero fue un hombre; y amaba a los hombres”. Y a la mujer le dice: “No llores” – y ella contesta: “No lloro”.


    Es una obra de arte perfecta, como nos dan de vez en cuando los yanquis, que constituye como una ilustración pagana (digamos) de la virtud de la Fortaleza y las otras virtudes cristianas.


    La Templanza
    A la Fortaleza sigue la más chica de las virtudes cardinales, la Templanza o Temple (propongo se denomine a las virtudes cardinales Discriminación, Ecuanimidad, Valentía y Temple), la más pequeña pero la más urgente y cotidiana: la más pequeña porque dice respecto a sí mismo y no en relación con los demás, es individual y no comunitaria; pero su falta estropea o debilita todas las otras virtudes, hasta hacerlas desaparecer a veces. La Lujuria, por ejemplo, produce imprudencia, injusticia y cobardía – estropea las otras virtudes.


    La Templanza, para el burgués, consiste en no hacer excesos peligrosos, evitar el escándalo y, si acaso, no ser casto pero ser cauto: usar el “preservativo”; en suma: “ser moderados en todo”, como dicen, dando a “moderado” el sentido de “mediocre”. O sea, la Templanza burguesa se vuelve puramente negativa, como la Prudencia burguesa, la Justicia burguesa y la Fortaleza burguesa. Pero la Templanza es una virtud positiva, consiste en el recto uso de los placeres y también, por supuesto, en la recta exclusión de algunos placeres; tanto es así que entre las ramas de la Templanza existe una virtud poco conocida hoy día que los griegos llamaban “eutrapelia”: la virtud de “saberse divertir”, el arte de divertirse bien, es decir, mucho. Esto no es una broma o una ocurrencia, Santo Tomás diserta muy sabiamente acerca de la eutrapelia, que creo que para él consistía principalmente en leer libros y dar clases; y para mí consiste en escribir novelas que es mucho más divertido que leerlas. Leer novelas, aunque sean novelones, es un deleite lícito y humano; contra la opinión del P. Luis Martín, General S.J., que las llama “fábulas estúpidas y lascivas”.


    Yo he dado en Don Quijote pasatiempo
    al pecho melancólico y mohíno
    en cualquiera lugar y en todo tiempo…”,


    porque la Templanza, así como comprende la abstinencia, la continencia y la renuencia, también comprende la eutrapelia, la afabilidad, la sociabilidad, la gracia en el hablar, el viajar, el cantar (pero cantar bien), el nadar, el domar potros (aunque esto tiene algo de la Fortaleza), el gusto artístico, el huir de los necios, el no comprar diarios y… la buena cocina. La mala cocina es un pecado contra la Templanza.


    – ¡Cómo que m´hi divertío anoche! – dijo el salteño.
    – ¿Y qué hiciste?
    – Comí arroz con leche.


    La Templanza es católica, la moderación es protestante. Si la Templanza consistiese en la mera corrección externa del burgués, entonces los puritanos serían prodigios de virtud; y el Puritanismo, que rechaza todos los placeres o se avergüenza de los inevitables o indispensables, condena el teatro, la pintura y todas las bellas artes y se pasa la vida oprimiendo a sus hijos y a sus prójimos, no es virtud sino vicio: es el fanatismo de la negatividad. Esos dos grandes escritores ingleses, Chesterton y Belloc se pasaron la vida alardeando de su afición a la cerveza y su afición al vino respectivamente; y sus adversarios los tachaban de bohemios, viciosos y borrachos; y en realidad era el gusto de reírsele en la cara al Puritanismo inglés; y creo que hicieron más apología cristiana con sus vidas alegres que con todos sus libros de Apologética. Belloc escribió un largo poema al vino, “The Wine”, que es una de las cumbres de la poesía inglesa, tan rica hoy día; donde junto con el vino anda el viajar, el dirigir un velero, el hacer bromas, el hacer versos, el cenar con los amigos, el corregir los deberes de los hijos, pelearse con la mujer, polemizar con los protestantes –toda la eutrapelia, podía llamarse en vez de “The Wine”, “The Eutrapely”– para acabar con la buena muerte y el Santísimo Sacramento. Al pobre Belloc le vino por permisión de Dios un diluvio de desgracias al fin de la vida y tuvo que ejercitar la paciencia mucho más que la eutrapelia; pero sus cincuenta o sesenta años de eutrapelia no se los quita nadie. San Hilario Belloc: Hilario significa alegre, de donde viene “hilaridad”; y es otra de las palabras latinas que hemos perdido, hílaro, alegre.


    Conclusión
    En suma, el Liberalismo corrompió las virtudes cardinales naturalizándolas (puesto que el Liberalismo es Naturalismo religioso) y mutilándolas (puesto que el Liberalismo es falta de grandeza, es la idiosincrasia del comerciante); y en consecuencia suprimió las virtudes teologales, la Fe, la Esperanza y la Caridad.


    La virtud es lo más allá que un hombre puede ser; el ensanchamiento, la plenitud del ser humano en cuanto humano; pero Cristo añadió otra plenitud, la plenitud del ser humano en cuanto sobrehumano, o sea elevado al orden sobrenatural. Desto, más adelante, si Dios quiere.


    [De Castellani por Castellani.]



    Castellaniana
    Valmadian y LUX dieron el Víctor.

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    Re: Respuesta: El liberalismo es pecado

    LIBERALISMO – BLASFEMIA



    El liberalismo, ¿será tan horrendo como se dice? Tal o cual persona está acusada de ser un “liberal”, y sin embargo muchos de los que se ven acusados de serlo, niegan rotundamente que la etiqueta pueda ser aplicada a ellos. ¿Quién tiene la razón? ¿Los acusadores o el acusado? Siendo el “liberalismo” una palabra que designa el error de los tiempos modernos que engloba todo, y que es responsable de arrastrar innumerables almas a las llamas del Infierno, merece ciertamente una atención suplementaria.
    En realidad, la libertad designa lo de que yo estoy libre (de tal o cual impedimento; por ejemplo estoy libre de una cadena que me impediría caminar), o bien ella designa lo que yo estoy libre para hacer (eligiendo tal o cual meta, por ejemplo caminar hasta el pueblo o hasta el precipicio). De estos dos aspectos de la libertad, la libertad negativa de impedimento (por ejemplo, libre de una cadena que me impide caminar) viene, a la vez, antes de la meta positiva en cuanto al tiempo (caminar hasta el precipicio), pero después, en cuanto a la importancia (o a la gravedad). Pues estar libre de impedimento (sin cadena) viene antes en cuanto al tiempo dado que si estoy impedido de caminar (por la cadena) para alcanzar un objetivo (el pueblo o el precipicio), tal objetivo es evidentemente imposible de alcanzar. Por otro lado, en cuanto a la importancia (o a la gravedad), la libertad de impedimento (sin cadena) viene después de la libertad de elección porque el valor de una voluntad no impedida dependerá del valor de la meta (pueblo o precipicio) elegida, y por la cual habré utilizado esta libertad-de, que en si es solo negativa. Así, el tener un cuchillo me libera de encontrarme desarmado: si yo utilizo el estar armado para cortar la comida para comer, esta libertad es buena; in cambio si yo utilizo el estar armado para cortar en pedazos a mi abuela, esta libertad se hace mortífera.
    Ahora bien, lo que hace el liberalismo es darle a la libertad de impedimento (sin cadena), un –o el- valor supremo en sí misma (a esa libertad), independientemente de la libertad para elegir, sea para la buena meta (pueblo) sea para la mala (precipicio). Así, los liberales independizan la libertad de impedimento (sin cadena) de la meta buena o mala, del bien y del mal. Pero la diferencia entre el bien y el mal es una parte esencial de la creación de Dios, prevista desde la fruta prohibida del Paraíso Terrenal hasta el fin del mundo, para que el hombre haga su elección entre el Cielo y el Infierno. Y, a causa de ello, anteponer la libertad de impedimento a la ley de Dios es anteponer el hombre a Dios.
    Dado que el liberalismo implica así la negación implícita de la ley moral de Dios, del bien y del mal, el liberalismo hace implícitamente la guerra a Dios, colocando al “derecho” humano para elegir, antes del derecho divino a dar mandamientos. Ahora bien, tal como lo decía el Arzobispo Lefebvre, existen 36 variedades diferentes de liberales, y entre ellas sin duda no todas pretenden hacerle la guerra a Dios. Pero la guerra a Dios sigue siendo la conclusión lógica de los liberales que dan el valor supremo a la libertad, y es la razón por la cual para muchos de ellos, todo está permitido. Habiendo degradado y destronado a Dios y a sus reglas, entonces la adoración de la libertad viene a ser para los liberales su religión de sustitución, una religión sin reglas, a no ser su propia voluntad.
    Mas aún, siendo una religión de sustitución, debe desembarazarse de la verdadera religión que le bloquea el camino, de tal manera que los liberales se vuelven naturalmente “cruzados” en contra de la orden de Dios en todos los rincones de su creación: matrimonio libre de género, familia libre de hijos, Estados libres de autoridades, vidas libres de moral, y así sucesivamente. Tal guerra contra la realidad de Dios es una locura total y, sin embargo, los liberales, aparentemente tan buenos para los hombres que están “liberando”, pueden ser de hecho tremendamente crueles contra cualesquiera sea un obstáculo en medio del camino de su cruzada. Está en la lógica de su religión de sustitución que ellos no se sienten obligados a observar ningún miramiento en pisotear a los anti-liberales, porque estos no merecen ninguna piedad.
    Durante 20 siglos, la Iglesia Católica ha condenado tamaña locura. Sin embargo, aprovechando el Vaticano II, la Iglesia oficial le ha abierto la puerta, declarando por ejemplo (“Dignitatis Humanæ”) que cada Estado debe proteger la “libertad-de” una coacción civil religiosa de sus ciudadanos en lugar de su “libertad-para” practicar la verdadera religión. Y ahora, los dirigentes de cierta Fraternidad católica quieren ponerla bajo la autoridad de los Romanos del Vaticano II. Para la verdadera religión, tal acción es, como el Arzobispo Lefebvre la llamó, la “Operación Suicidio”. Es normal, en este sentido que el liberalismo es intrínsecamente suicida.
    Kyrie eleison.
    Valmadian, Xaxi y LUX dieron el Víctor.

  3. #23
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    Re: Respuesta: El liberalismo es pecado

    Esos dos últimos artículos son fantásticos Hyeronimus.

    Los leeré con mayor profundidad cuando los fotocopie.

    Y, por cierto amigos, me interesaría conocer a fondo los mejores textos que conozcáis, que traten el liberalismo.
    A mi modo de entender, creo que es necesario transmitir a las generaciones venideras qué supone este concepto y cómo amenaza (¿destruye?) la Fe y la hispanidad.

    Me acabo de descargar el libro "El liberalismo es Pecado" y estoy preparado para devorarlo entero.

    Un saludo a todos.
    Rodrigo dio el Víctor.

  4. #24
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    Re: El liberalismo es pecado

    El Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo. , de Donoso Cortés.
    LUX dio el Víctor.
    Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.

    Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI


  5. #25
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    Re: El liberalismo es pecado

    Cita Iniciado por Donoso Ver mensaje
    El Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo. , de Donoso Cortés.
    ¿Podrías indicar la editorial? Si pudiera ser el nº de páginas, también.

    He encontrado dos libros por internet en la casa del libro y, hay uno con la tapa totalmente verde y otro con la tapa coloreada.
    Los precios varían de 30 a 45 euros...

  6. #26
    Avatar de Donoso
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    Re: El liberalismo es pecado

    El libro está gratis completo en internet: http://www.laeditorialvirtual.com.ar...sayoindice.htm

    Está reeditado recientemente por Homo Legens: Homo Legens - Ensayo sobre el Catolicismo, el Liberalismo y el Socialismo
    Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.

    Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI


  7. #27
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    Re: El liberalismo es pecado

    Un hilo como el presente me ha descubierto una temática de libros que, desconociéndola, he necesitado toda mi vida.

    A veces dar las gracias, se nos queda muy pequeño. Rezo por que así sea por aquí muy a menudo.

    ¡Gracias!

    Saludo en Cristo.
    Donoso y despistado dieron el Víctor.

  8. #28
    Avatar de despistado
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    Re: El liberalismo es pecado

    Muy cierto lo que dices.

    El nick "Donoso" me llevó a la biblioteca, y descubrí un mundo que desconocía.

    Me pasó lo mismo con Vázquez de Mella.

    No me puedo aguantar imprimir en estas líneas que los libegales dicen: "La realidad supera a la ficción" cuando los realistas dicen que: "La verdad supera la ficción".

    Véase:

    Realidad: "Lo que nos cuentan los medios".

    Verdad: "Verdad".

    Un saludo y gracias.

  9. #29
    Avatar de Hyeronimus
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    Re: El liberalismo es pecado

    El liberalismo es pecado.

    “Lo que alabamos más en vuestra empresa religiosa es que estáis llenos de aversión contra los principios católico-liberales, que tratáis de borrar de las inteligencias tanto cuanto está a vuestro alcance. Aquellos que están imbuidos de esos principios parecen consagrarse a la defensa de la Iglesia, pero no trabajan menos en pervertir su espíritu y su doctrina, y cada uno de ellos, según la manera de ser particular propende a ponerse al servicio o de César o de los que inventan derechos en favor de la falsa libertad.

    Este insidioso error es más peligroso que una abierta enemistad, porque se cubre con el velo engañoso del celo y de la caridad, y es seguramente esforzándoos en combatirlo y poniendo un cuidado asiduo en alejar de él a los ingenuos como extirparéis la raíz fatal de las discordias y como trabajaréis eficazmente en producir y mantener la unión estrecha de las almas”.
    S. S. Pío IX,A la Federación de los Círculos católicos de Bélgica, 1873.

    STAT VERITAS

  10. #30
    Avatar de Hyeronimus
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    Re: El liberalismo es pecado

    Liberalismo según Leonardo Castellani.




    28. El liberalismo, con sus falsos dogmas de sus falsas liber*tades, es un protestantismo larvado y un catolicismo adulterado. Eso ha debilitado política y socialmente a las naciones católicas de Europa: la ficción del catolicismo. En Austria, España, Italia y Francia, como entre nosotros, la masa se llamaba católica, pero, en realidad, la mitad eran católicos de corazón y la otra mitad cató*licos de nombre y protestantes y masones de veras. Tenían unidad aparente y una profunda división ideológica de fondo.


    29. Dios, que no ama las confusiones, permitió que naciera del maridaje del liberalismo con la plutocracia, un bichito colorado más bravo que el ají, que se llama comunismo, el cual, después de volverse contra sus padres, pues no hay nada más desmadrado que él, proyectó la destrucción de todo el orden existente, por todos los medios posibles, incluso el engaño, la violencia, la traición y la ma*sacre. Maldijo de Dios y se le vio la punta de diablo.


    30. El pueblo de esas naciones no estaba unido ni concorde, llamándose católico; muchísimos eran anticatólicos, hipócritas o inconscientes, hacían como Mitre y Sarmiento, que se llamaban ca*tólicos (y quizá lo creían), pero el día antes de tomar el poder de presidentes, echaban un discurso en la Logia Francmasónica, por lo cual quedaban excomulgados, según los cánones de la Iglesia. Y lo más triste era que el clero de aquel tiempo, por interés o por co*bardía, se callaba la boca.


    31. ¿Qué hay que hacer? Hoy esa duplicidad ya no es posi*ble, porque la presión enorme del acontecer mundial (es decir, Dios que anda limpiando el barbecho) lleva al mundo a las afirmaciones categóricas: “sí, sí; no, no”, como mandó Cristo.


    32. No se trata de imponer la fe por la fuerza al que no la tiene; sino al que no la tiene que no la toque; y el que la tiene, que la practique.


    33. El liberalismo en su comienzo tenía algo de bueno, pues no hay error tan grande que no tenga algo de verdad, ni herejía que no se base en un dogma cristiano (en la corrupción de un dogma cristiano). Las tres divisas del liberalismo: libertad, igualdad, fra*ternidad, no eran más que las tres palabras cristianas: orden, je*rarquía y caridad, que habían colgado la sotana, como nuestros fa*mosos curas liberales.


    34. Lo que había de bueno en el liberalismo de antaño (1820-1860), era una especie de ímpetu juvenil, contra un montón de cosas que tenían que morir; a saber: a) el absolutismo de los reyes, in*ventado por los reformadores protestantes; b) el despotismo de*masiado cerrado de los gremios y corporaciones medievales; c) una decadencia de la religión, que originó en Inglaterra el deísmo[1] y en Francia el filosofismo[2].


    35. La juventud europea de principios del siglo pasado se conmovió con la palabra libertad, porque se sentía apretada, estrecha y cansada; y al decir “queremos libertad”, de hecho, querían signi*ficar: “queremos salir de esto”. Lo que no sabían del todo, era qué se ocultaba detrás de esa dorada y sonrosada libertad del liberalismo; había primero un error, después una ficción y después una herejía: el error de la libertad de comercio, la ficción de la soberanía del pueblo y la herejía de la religión de la libertad —opuesta, aunque derivada de la religión de Cristo.


    36. Un hombre de nuestra raza, Larra, es el primer tipo li*beral que —como Alberdi— se burla de la Libertad con mayúscula. “Aquí está la bandera idolatrada” —y que confiesa que en España el liberalismo es anticlericalismo y el anticlericalismo es irreligión. Eso de que en el fondo el liberalismo es una herejía, es muy im*portante.


    37. Mucho antes que los señores liberales del siglo XIX, cabezas enteramente humosas, hubieran inventado sus fórmulas ambiguas de libertad de opinar y libertad de esto y lo de más allá, existía en nuestra raza una fórmula recortada, breve y limpia de libertad es*pañola y cristiana, que decía simplemente: ¡Ley pareja!


    38. Todavía se la oye resonar en la criollidad con la fuerza de un taco y la ley de una onza de oro. Esa es la fórmula católica, que con fina filosofía no dice: ¡ley igual!, porque sabe que no hay ley igual en este mundo de cosas desiguales, sino ley proporcionada, puesto que un varón y una mujer, por ejemplo, no son ni deben ser iguales, pero por eso mismo, son ambos hijos de Dios y her*manos de Cristo, y si se eligen bien, forman pareja.


    39. Las otras fórmulas de la libertad salidas de la cabeza des*cangallada de un suizo francés, que no era ni suizo ni francés ni católico ni protestante, ni varón del todo (según sospechan), J. J. Rousseau[3], hay que fumigarlas como a polilla y arrinconarlas cuanto antes.


    R. P. Leonardo Castellani, “Sentencias y aforismo poíticos”, Edición del grupo Patria Grande
    Buenos Aires, 1981.



    [1] Deísmo: corriente opuesta al teísmo. Se inicia en el siglo XVII y alcanza gran predicamento en el XVIII. Acepta a Dios como creador de la armonía y maravilla del universo; pero lo excluye de la vida espi*ritual e histórica del hombre, sumergida en el mal y en el pecado. Niega la Providencia y la gracia.

    [2] Filosofismo: niega especialmente la Revelación; y acepta sólo la religión natural.

    [3] Ver la nota al pié de página Nº 8.

    STAT VERITAS

  11. #31
    Avatar de Hyeronimus
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    Re: El liberalismo es pecado

    Entrevista al doctor Javier Barraycoa, politólogo y sociólogo catalán que nos instruye sobre la doctrina disolvente del liberalismo en sus diversas facetas del pensamiento; politico, filosófico, religioso...

    Ayer como hoy, el liberalismo sigue siendo pecado. Sucesivos Sumos Pontífices han condenado la teoría y la práctica del liberalismo por perjudicar seriamente la sana y santa doctrina católica.


  12. #32
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    Re: Respuesta: El liberalismo es pecado

    El liberalismo está de moda y todo el mundo habla de liberalismo definiendolo como le interesa y según sus intereses. Por ejemplo achacan la Crisis al liberalismo, y a los mercados financieros, cuando precisamente los mercados financieros y la banca son los sectores más intervenidos por los Estados y menos liberalizados. Pero no voy hablar de economía, es solo un ejemplo. Todo el mundo habla de neoliberales, ¿que es eso de neo? ¿nuevos liberales recién salidos de fábrica versión 2.0? Se es liberal o no se es, pero no existen los neocomunistas, ni los neomedicos, ni los neocuras. En definitiva, la gente habla y habla, pero ni idea de lo que dice, solo saben barrer para su casa y atacar al liberalismo porque no lo entienden y ven un peligro en esa ignorancia. Vamos al tema:
    "El liberalismo es pecado" vale, ya esta dicho, ¿y ahora que? ¿a confesarme? No puedo ser liberal si soy cristiano. Se me condena por pensar que soy un ser racional, al que Dios ha dado un poco de raciocinio que es lo único que me diferencia de los animales. Dios dota al ser humano de raciocinio e inteligencia y eso es precisamente lo que le hace libre, porque puede decidir por el mismo y actuar independiente de sus instintos. Que yo sepa esa es una de las primeras premisas del Cristianismo, el libre albedrío. La salvación del hombre es individual, el hombre no se salva en manada o en sociedad, Dios juzgara a cada persona según sus actos, todos ellos realizados por él mismo y según su conciencia. Yo me declaro liberal y Cristiano y no tengo ningún problema en compatibilizar ambas formas de pensamiento.
    Lo que es pecado son las ideologías, que anulan el raciocinio de las personas y las indican como deben de actuar, a quien deben amar y a quien odiar, eso es anulación del cerebro del hombre y por tanto un acto contra Dios. Dios ha creado al hombre libre e intentar esclavizarlo y manipularlo eso si es herejía.
    El liberalismo no es ideología, es imposible, porque se basa en el individuo. El liberalismo es una forma de pensamiento, igual que el Cristianismo, Dios te puede decir que no mates o no robes, eso es evidente, pero te deja libertad para actuar. Si vendríamos de nacimiento con un programa en nuestro cerebro, el mundo sería perfecto, nadie haría nada malo, pero entonces seríamos robots o lo que es lo mismo animales. Como liberal os aseguro que tengo mis formas de pensar, pero si mañana mismo alguien me ofrece otra opción mejor cambiaría inmediatamente, porque mi cerebro así me lo manda, elegir siempre la mejor opción. Eso es ser libre y eso es ser liberal.

    Dejo un vídeo con un liberal pecador y los que están con él no creo que se les pueda tachar de pecadores, o igual sí, quien sabe.

    https://youtu.be/8cp60EgPTfQ

  13. #33
    Avatar de Mexispano
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    Re: Respuesta: El liberalismo es pecado

    O problema do liberalismo

    A liberdade foi o último dos grandes problemas metafísico, que jamais interessou aos pré-socráticos. Mesmo Plotino (um neo-platónico) não escreveu uma linha sequer sobre o assunto. A questão começa a ser problematizada pela conversão religiosa, primeiro de São Paulo e depois de São Tomás de Aquino. Conquanto, a liberdade interior, prosseguida pela filosofia, desde a Antiguidade, até ao século XIX, passará a ser concebida pelo indivíduo moderno como um desejo de expandir a sua individualidade face à sociedade que vê ameaçar esse desejo. Forma-se aqui a partícula que enformará o pensamento humano por mais de um século: o liberalismo.

    Principiando a problemática, a crise do liberalismo arranca a partir de pressupostos intelectuais sujeitos a doutrinas abstractas que visam transformar o mundo e combater a natureza do homem. Acontece que esse liberalismo tem vindo a afastar-se de qualquer conceito metafísico capaz de o enformar e dar sentido, um arrimo necessário para pensar o homem, então rebelou-se e caiu na perdição completa. As políticas, económicas e sociais que propugna separam o homem de qualquer concepção sobrenatural, moral e Divina, não podemos olhar tal ideia a não ser enquanto filha desnaturada da Igreja.

    Entretecido pelas contradições que o enformam e o deformam não supera o risco de um pensamento débil, um vazio que o século passado tratou de demonstrar. Destarte, o liberalismo procura a causa histórica e específica do mal social e da corrupção moral, permitindo uma generalização básica e radical desse mesmo mal. Ao repudiar toda a metafísica do pecado original e ao proclamar a absoluta autonomia intelectual, social e moral, esse liberalismo nega a Deus e toda a religião, no lugar Dele coloca a "humanidade", essa entidade que Joseph de Maistre dizia nunca ter encontrado, ou conceito de tal forma vago e abstracto constatado por Gassett quando o mesmo dizia que "invocar a humanidade é demagogia", no fundo um apelo das massas.

    Não significa que o ideal procurado pelo liberalismo não fosse bom ou nobre, na senda da abstracção das ideias e no plano das idealizações humanas talvez o fosse, desculpabilizando algumas insuficiências e as vastas contradições. Mas desnaturou e tornou-se o arcanjo renegado e caído no inferno. No fundo brilha pela generalização empírica dos efeitos corruptores do poder político, melhor ilustrado na velha máxima de Acton que "todo o poder corrompe", aquilo que para os marxistas é um "poder de classe". Caracteristicamente ataca todas as formas de autoridade e vê o Estado como um "mal necessário", mas torna-se incapaz de fornecer um código moral que separe o bem do mal, limitando-se a abandonar o homem à sua própria liberdade. Diferentemente, para o catolicismo a liberdade começa dentro da família e não na sociedade (socialismo) ou no individuo (liberalismo).

    Mas, o liberalismo, ao atribuir a soberania ao homem, em virtude da qual deve reconduzir à igualdade natural toda a desigualdade, vai desmantelar todas as influências pelas quais os homens agem uns sobre os outros. Por fim, ignora o que o homem fará com a sua liberdade natural. Como consequência dessa procura pela emancipação humana vai implicar uma ruptura como desde os tempos romanos jamais acontecera, incapaz que foi de retomar o fio da trindade romana tradição-religião-autoridade rompida desde a senda humanista à reforma protestante.

    O axioma da filosofia moderna começa nas premissas com que confronta a própria natureza do homem, ao basear-se numa teoria dos valores em que a axiologia passa a ser distinta do ser, enquanto o valor e o valer surgem como fenómenos particulares de uma mesma realidade, entra em rota de colisão com os próprios postulados.

    Em suma, a filosofia moderna (que será o embrião dos "ismos" todos conhecidos) procurou rejeitar toda a metafísica, mas na verdade esta tendência nem sempre foi a regra, apenas a renovaram por caminhos tortuosos, exemplo decalcado na divinização do homem ou na concepção de ideologias assemelhando-se a religiões laicas com tendências totalitárias que, nas palavras de Tocqueville, reduzem os homens a pequenos bichos.






    ______________________________

    Fuente:

    https://www.facebook.com/causatradic...type=3&theater

  14. #34
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    Re: Respuesta: El liberalismo es pecado

    Liberalismo: el peor enemigo de la Iglesia

    EN 19 SEPTIEMBRE, 2016 POR LAINTEGRIDADBLOG
    Dos corrientes se combaten al interior del Catolicismo desde hace dos siglos. Después de la Revolución francesa algunos quisieron acomodarse con los principios revolucionarios y componer con los enemigos de la Iglesia; otros rehusaron este arreglo, teniendo en cuenta que Nuestro Señor Jesucristo nos advirtió: “Quien no está Conmigo está contra Mí”. Por consiguiente, si se está por el reinado de Jesucristo, se está contra sus enemigos. No es posible de otra forma. Para pactar, los primeros pretendieron que se podía dejar de hablar de Nuestro Señor a pesar de continuar amándole. Más los Papas, hasta el Concilio Vaticano II, desaprobaron a éstos.JESUCRISTO ÚNICO REY, ÚNICO DIOS
    Nuestro Señor es nuestro Rey, nuestro Dios. Debe, pues, reinar y no solo en privado sobre nuestras personas sino sobre nuestras familias, aldeas, y por doquier. Por otro lado, quiérase o no, Él será un día nuestro juez. Cuando vendrá sobre las nubes a juzgar el mundo entero, todos los hombres estarán postrados de rodillas: budistas, musulmanes, todos. No hay, en efecto, varios dioses, sino uno solo, como lo cantamos en el Gloria: “Tu solus sanctus, Tu solus altissimus Jesu Christe”. Él descendió de los Cielos para salvarnos, es Él que reina en el Cielo; lo veremos cuando muramos.DIVISIÓN DE LOS CATÓLICOS: LOS “CATOLICOS-LIBERALES”
    Con la Revolución francesa se declaró una verdadera división, la que, por otra parte, tuvo su inicio ya con los protestantes. Toda una clase de intelectuales se sublevó contra Nuestro Señor, en un auténtico complot diabólico contra su reino del que no se quería oír más. Esos toleraban que Le honrásemos en nuestras capillas y sacristías, pero en forma alguna al exterior. No se debía hablar más de Nuestro Señor en los tribunales, la escuela, los hospitales, en una palabra, en ninguna parte. Más Nuestro Señor tiene el derecho de reinar sobre todo, y en los países católicos es el Amo. Y nosotros debemos tratar de hacerlos reinar lo más posible, de convertir a aquellos que no le conocen y no le aman todavía, a fin de que éstos lleguen a ser también sus súbditos, y que reconozcan a su Maestro, en el Cielo.
    Así, desde la Revolución francesa, los católicos se dividieron entre los que aceptaban honrar a Nuestro Señor en las familias y parroquias, pero no en la vida pública, y en aquellos que, al contrario, querían que Nuestro Señor reine en todos lados. Los primeros, para justificar el silencio sobre Nuestro Señor en la sociedad, se apoyaron sobre la libertad de creer y de no creer. Pero esto no es así; uno no es libre de creer lo que quiere. Nuestro Señor dijo “El que creerá será salvado, el que no creerá será condenado”. Por supuesto, se puede usar mal de esta libertad, pero entonces se desobedece alejándose de Dios. Moralmente uno no es libre: se debe honrar a nuestro Señor y seguir su enseñanza.LOS PAPAS CONDENAN A LOS LIBERALES
    He aquí aquellos que se llamó liberales, porque estaban por la libertad, dejando a cada uno el derecho de pensar lo que quería según su conciencia. Pero los Papas han condenado siempre ese liberalismo, afirmando en alta voz que no hay más libertad de conciencia que la de hacer el bien y evitar el mal. Por supuesto se puede desobedecer. Un niño puede desobedecer a sus padres, pero ¿tiene derecho a eso? Evidentemente no. Es lo mismo en la religión. Cierto, existen personas que desobedecen, pero hay que tratar de convertirlos y de llevarlos a obedecer a nuestro Señor, el Dios verdadero que nos juzgará a todos.
    Esa corriente liberal fue desarrollada por católicos como Lamennais que era sacerdote; de allí la división en el propio seno de la Iglesia. Pero papas tales como Pío IX, León XIII; San Pío X, Pío XI, y Pío XII, han condenado siempre a esos liberales como los peores enemigos de la Iglesia, dado que alejaban a las gentes, las familias y los Estados de Nuestro Señor Jesucristo.
    Cuando Nuestro Señor no está más presente en las escuelas, hospitales, tribunales y gobiernos, cuando está ausente del ambiente público, es la apostasía y el ateísmo. En efecto, se toma el hábito de no pensar más en Nuestro Señor, ya que no se lo ve en ninguna parte, y poco a poco este olvido se difunde y se introduce en las familias.
    ¿Cuáles son actualmente, para dar un ejemplo, los restaurantes y hoteles donde se halla la Cruz de Nuestro Señor? Por mi parte viajo mucho, y no he hallado sino en Austria un hermoso crucifijo en algunos restaurantes y una bella imagen de la Santísima Virgen en la habitación del hotel. En otra parte esto se terminó. Antes no había casa sin crucifijo. Hoy, hasta buenos católicos tienen miedo de colocar una en su casa, por temor de la reacción de aquellos que no aman la Religión cristiana. Ved a lo que se llega alejando suavemente a Nuestro Señor.LOS ENEMIGOS EN EL INTERIOR DE LA IGLESIA
    Al comenzar el siglo, San Pío X decía que ahora los enemigos de la Iglesia no están solamente en el exterior sino también en el interior. Con esto quería señalar esos católicos que no querían más la realeza pública de Nuestro Señor.
    Pero eso no es todo. Dado que había hasta en los seminarios profesores modernistas, que querían adaptarse al mundo moderno, con su rechazo de nuestro Señor y su apostasía, San Pío X exigió que se los apartase de los seminarios, para que no influyan sobre los seminaristas que, una vez sacerdotes, difundirían a su turno las malas doctrinas. Y San Pío X tenían razón, pues es lo que ocurrió. Los obispos no quisieron prestar atención y suavemente esas ideas fueron introducidas en los seminarios, luego en el clero y finalmente en todos lados. Al nombre de la libertad, se dejó de hablar de Nuestro Señor y fue la apostasía.
    En 1926, hace pues más de sesenta años, me encontraba en el seminario en Roma, bajo Pío XI, quien, él también, combatía y condenaba a los sacerdotes favorables al laicismo. En este año tuvo lugar en Roma una semana contra el liberalismo, y se presentaron dos pequeños libros: “Libéralisme et Catholicisme” del R.P. Roussel y “Le Christ Roi des Nations” del R.P. Philippe. He aquí la introducción del primero:
    “Queremos que Jesucristo, Hijo de Dios y Redentor de los hombres, reine no sólo sobre el individuo, sino sobre las familias, pequeñas y grandes, sobre las naciones y sobre el orden social entero; este es el pensamiento que nos une especialmente esta semana. Este reinado social, de Jesús Rey, reinado legítimo en sí, necesario para nosotros, no tiene adversario más temible, por su astucia, su tenacidad y su influencia, que el liberalismo moderno”.
    ¿Cuáles son, pues, los orígenes de este liberalismo, sus manifestaciones principales, su desarrollo lógico? ¿Cómo calificarlo y refutarlo? Tales son las cuestiones que trata el libro del R.P. Roussel con su respuesta; un libro muy interesante que damos a todos nuestros seminaristas para que estén al corriente de esos errores modernos. El liberalismo, el laicismo, la secularización y la ausencia de sumisión pública a Nuestro Señor se han difundido a pesar de los Papas, porque los obispos y los sacerdotes no los escucharon lo suficiente.
    El segundo pequeño libro editado, con ocasión de esa semana contra el liberalismo, en Roma, es: “Catechisme des droits divins dans L’ordre social”, conocido bajo el título “Le Christ Roi des Nations” del R.P. Philippe, redentorista. Veamos el prefacio:
    “Bajo pretexto de seguir las solas luces de la conciencia, se tomó el hábito de abandonar a la libre disposición de ésta el cumplimiento de todos los deberes: los derechos de la verdad y especialmente, los de la Verdad suprema son pisoteados. Nuestro catecismo pide un gran acto de fé, el acto de fe en Dios y en Jesucristo que ejerce su autoridad. Los pueblos deben saber que, en todas las relaciones de hombre a hombre, en todo lo que constituye la intimidad de una nación, dependen de Dios y de Jesucristo”.
    Todo esto ocurrió en 1926. Entonces los sacerdotes resistían aprestándose para luchar contra la apostasía invasora y para defender a Nuestro Señor, contra la secularización y la laicización de todas las instituciones. León XIII en su incíclica Humanun genus describió que los francmasones tienen por fin descristianizar todo, especialmente las instituciones, y que quieren quitar y expulsar a Nuestro Señor de todos lados. Todo esto se desarrolló pues a pesar de los Papas, y así se llegó al Concilio Vaticano II.LA PREPARACIÓN DEL CONCILIO: LOS OBISPOS LIBERALES
    Ahí también fue la división, en el seno mismo de la Iglesia. Esos liberales que no quieren que se hable más de Nuestro Señor en la sociedad, que, al contrario, quieren la libertad de todas las religiones y de todos los sistemas de pensamiento, crearon una oposición entre las cardenales y esto desde la preparación del concilio.
    La Santa Sede había instituido unas comisiones a la cabeza de las cuales se elevaba la “Comisión central preparatoria del Concilio”. Sesionó de 1960 a 1962 y estaba integrado de setenta cardenales y una veintena de arzobispos y obispos, y si me encontraba allí era por ser presidente de la Asamblea de arzobispos y obispos de la África occidental francesa. El Papa Juan XXIII presidía, con frecuencia, nuestras reuniones.
    Fue como un campo de batalla, hay que decirlo. ¿Quién ganaría? ¿Los liberales o los auténticos católicos que estaban con todos los Papas en su condena al liberalismo? Por un lado unos querían que la Iglesia declarase su tesis sobre la libertad, la neutralidad de las sociedades y la ausencia de Nuestro Señor Jesucristo de la vida pública. Por otro, hubo vivas reacciones contrarias. ¿Nosotros católicos no tendríamos el derecho de tener nuestros Estados católicos para no chocar con las religiones musulmana, budista o protestante? ¿Y esto bajo el pretexto de no hacerles agravio, cuando ellos nos lo hacen categórica y públicamente?
    En los Estados protestantes, por ejemplo, se es protestante oficialmente. El cantón de Vaud inscribió en su constitución que el protestantismo es religión de Estado. Así es igualmente para Suecia, Noruega, Inglaterra y Dinamarca, y públicamente la religión protestante es la única reconocida por el Estado.LOS LIBERALES SUPRIMEN LOS ESTADOS CATÓLICOS
    ¿Entonces no tendríamos el derecho de tener nosotros también nuestros Estados católicos? El Estado del Valais era católico un 90 %. Como los liberales ganaron en el Concilio, y dominan ahora en Roma, pidieron a Mons. Adams (a quien conocí bien y que era un buen amigo), por intermedio del nuncio en Berna, de acabar con el Estado católico del Valais. La constitución valdense enunciaba, en efecto, que la Religión católica era la única religión reconocida públicamente por el Estado. Esto era, en definitiva, afirmar que Nuestro Señor Jesucristo era el Rey del Valais. Y Mons. Adam, todo lo favorable que fuese la Tradición, él que había combatido durante el concilio a favor del reinado social de Nuestro Señor, escribió una carta a todos sus fieles para que el Estado de Valais cambiase su constitución y se convierta oficialmente en neutra.
    Me informé y se me contestó que eso venía del nuncio. Fui pues a encontrarlo a Berna y él que había combatido durante el Concilio a favor del reinado social de Nuestro Señor, escribió una carta a todos sus fieles para que el Estado de Valais cambiase su constitución y se convierta oficialmente en neutra.
    Me informé y se me contestó que eso venía del nuncio. Fui pues a encontrarlo a Berna y él me confirmó que Mons. Adam había escrito por orden suya.
    – ¿Y no tiene Usted, vergüenza de pedir que Nuestro Señor Jesucristo no reine más el Valais?
    – (El Nuncio) Oh, pero ahora esto no es más posible. Usted comprende no es más posible.
    – ¿Y los protestantes? Vaya Usted, pedirles de dejar de reconocer su protestantismo como religión oficial en el cantón de Vaud y o en Dinamarca. ¿Y nosotros católicos, no tenemos, acaso, el derecho de tener Estados en los cuales la Religión católica es la única reconocida públicamente?
    – (El nuncio) Ah, eso no es más posible. – ¿Qué hace Usted de la magnífica encíclica Quas primas donde Pío XI recuerda que Nuestro Señor Jesucristo debe reinar sobre todos los Estados y sobre todas las naciones?
    – (El nuncio) Oh, el Papa no lo escribiría ahora.
    Ah, esto como ejemplo. Esta encíclica fue escrita en 1925 por Pío XI para recordar a todos los obispos la doctrina sobre el reinado social de Nuestro Señor Jesucristo, y he aquí ahora obispos hacen exactamente lo contrario. Y es lo que desgraciadamente aconteció: oficialmente el Estado del Valais no es más un Estado católico. La Iglesia sólo sigue reconocida al mismo nivel que cualquier asociación privada, como las otras religiones, que tienen el derecho de organizarse en el Valais.EL CARDENAL BEA PORTAVOZ DE LOS LIBERALES
    ¿Cómo ocurrió esto? Un día el cardenal Ottaviani y el cardenal Bea nos trajeron dos fascículos que valían su peso en oro. Estos dos fascículos delimitaron los campos en la Iglesia: uno es de la Revolución francesa y el otro de la Tradición católica. Uno es el del cardenal Bea, liberal, el otro el del cardenal Ottaviani, prefecto de la Comisión.
    En su documento el cardenal Ottaviani habla de la “tolerancia religiosa”. Es decir, si hay otras religiones en los Estados católicos, se los tolera, pero no se les concede las mismas libertades que a la Iglesia, del mismo modo que se toleran los pecados y los errores, dado que no se puede expurgar todo. En una sociedad hace falta una cierta tolerancia, pero esto no quiere decir que se apruebe el mal.
    Cuando llegó el momento para el cardenal Ottaviani de presentar su documento a la Comisión central preparatoria del Concilio, documento que no hacía más que retomar la doctrina enseñada siempre por la Iglesia católica, el cardenal Bea se irguió diciendo que se oponía. El cardenal Ruffini, de Sicilia, intervino para detener ese pequeño escándalo de dos cardenales que se enfrentaban así con violencia ante todos los otros. Pidió referir a la autoridad superior, es decir al Papa que ese día no presidía la sesión. Pero el cardenal Bea dijo, no, quiero que se vote para saber quién está conmigo y quién con el cardenal Ottaviani.
    Se procedió, pues, a votar. Los setenta cardenales, los obispos y los cuatro superiores de órdenes religiosas que estaban allí se dividieron más o menos por mitades. Prácticamente todos los cardenales de origen latino: italianos, españoles y sudamericanos, estaban por el cardenal Ottaviani. El contrario los cardenales norteamericanos, ingleses, alemanes y franceses estaban por el cardenal Bea. Así se halló una Iglesia dividida sobre un tema fundamental de su doctrina: La realeza de Nuestro Señor Jesucristo.
    Era la última sesión, y uno se podía preguntar lo que iba a acontecer con ese Concilio si ya la mitad de los setenta cardenales eran favorables a la tolerancia religiosa del cardenal Ottaviani y la otra mitad favorable a la libertad religiosa del cardenal Bea que se basaba en la Revolución francesa y la Declaración de los derechos del hombre. Y bien, en el Concilio también hubo lucha, y hay que reconocer que son los liberales los que se impusieron. ¡Qué escándalo! Así llegó esa nueva religión, que desciende más de la Revolución francesa que de la Tradición católica, ese famoso ecumenismo donde todas las religiones están en pie de igualdad. Ahora Ustedes, pueden comprender la situación actual, esta se deriva de los liberales en el Concilio.
    Hubo, sin embargo, oposiciones violentas, pero como el Papa tomó parte prácticamente por la libertad, son los liberales que tomaron los puestos en Roma y los ocupan aún.
    Me opuse a esto con Mons. Sigaud, Mons. de Castro Mayer y muchos otros miembros del Concilio. Porque no se puede admitir que Nuestro Señor sea destronado. La Iglesia está fundada sobre el principio que exige la realeza de Nuestro Señor sobre la tierra del mismo modo que en el Cielo. Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el Cielo. ¡Sí, que la voluntad del Señor sea hecha por doquier y no solamente en las familias!. Pero ahora que el liberalismo reina en Roma, aquel que nuestros autores de 1926 calificaban como de el peor enemigo de la Iglesia, asistimos a la demolición de la Iglesia.
    Hay una auténtica ruptura. Más nosotros permanecemos en comunión con todos los Papas hasta el Concilio, mientras que el cardenal Bea no da referencia alguna en su documento. Él no podía remitirse a ningún Papa, dado que su doctrina es nueva y ésta siempre fue condenada por los Sumos Pontífices. En el folleto del Cardenal Ottaviani hay más páginas de referencia que de texto, referencias a los Papas, a los concilios, a toda la doctrina de la Iglesia. La tolerancia religiosa está realmente en la continuidad de la Tradición. La Fe en la Iglesia fue siempre predicar la verdad y tolerar el error, ya que no puede hacer de otro modo, pero esforzándose en ser misionera, reducir el error y atraer a la verdad. La Iglesia no afirmó jamás que se tenía el derecho tanto de estar en el error como en la verdad, que había igual derecho de ser budista que católico. Esto no es posible, o la Religión católica no es más la única verdadera. Es una catástrofe fundamental para la Iglesia. Hemos vivido ese combate en el Concilio y lo vivimos todavía.CONSECUENCIAS DE LA NEUTRALIDAD
    Una vez que el Estado deja de tener religión, y que la Iglesia exige que todas las religiones sean admitidas, las puertas están abiertas. Y se asiste a una invasión inverosímil. Moon, adventistas, testigos de Jehová, a tal punto que hasta los obispos se han reunido en Sudamérica para constatar la gravedad de la situación. Unos hablan de cuarenta millones, y otros de sesenta millones de católicos que han pasado a las sectas desde 1968; por consiguiente, desde el Concilio. He aquí la terrible consecuencia de la posición del cardenal Bea: la apostasía de millones y millones de católicos. Y se constata la misma cosa por doquier, como en Francia, donde se ve de más en más católicos pasarse al Islam, a las sectas o a las logias masónicas. Es la apostasía general, es por eso que resistimos, pero las autoridades romanas quieren que aceptemos esto. Cuando discutí con ellas en Roma, querían que yo conozca la libertad religiosa como el cardenal Bea. Pero les dije, no, no puedo. Mi fe es la del cardenal Ottaviani fiel a todos los Papas y no esta doctrina nueva y perpetuamente condenada.
    He aquí lo que constituye nuestra oposición y es la razón por la cual no existe posibilidad de entenderse. Y no es tanto la cuestión de la Misa, dado que la Misa es precisamente una de las consecuencias del hecho que quiso acercarse al protestantismo y, por ende, transformar el culto, los sacramentos, el catecismo, etc…EL FUNDAMENTO DE NUESTRA POSICIÓN
    La verdadera oposición fundamental es el reinado de Nuestro Señor Jesucristo. Opportet Illum regnare, nos dice San Pablo. Ellos dicen, no, nosotros decimos, sí, con todos los Papas. Nuestro Señor no vino para estar escondido en el interior de las casas sin salir de éstas. ¿Por qué se han hecho masacrar los misioneros? Para predicar que Nuestro Señor Jesucristo es el único Dios verdadero, para decir a los paganos que se conviertan. Entonces los paganos han querido hacerlos desaparecer, pero ellos no han dudado en dar su vida para continuar predicando a Nuestro Señor Jesucristo.
    ¿Habrá que hacer ahora lo contrario, decir a los paganos: “vuestra religión es buena, conservadla siempre que seáis buenos budistas, buenos musulmanes, o buenos paganos”? ¡He aquí la razón de nuestra desinteligencia! Nosotros obedecemos a Nuestro Señor que dijo a los Apóstoles “Id a enseñar el Evangelio hasta los confines de la tierra”.
    No hay que extrañarse que no lleguemos a entendernos con Roma. Esto no será posible hasta que Roma no vuelva a la fe en el reino de Nuestro Señor Jesucristo, hasta que deje de dar la impresión de que todas las religiones son buenas. Nos enfrentamos con ellos sobre un punto de la Fe católica, como se han enfrentado el cardenal Bea y el cardenal Ottaviani, y como se han enfrentado todo los Papas con el liberalismo. Es la misma cosa, la misma corriente, las mismas ideas y las mismas divisiones en el interior de la Iglesia.
    Antes del Concilio los Papas y Roma sostenían la Tradición contra el liberalismo, mientras ahora los liberales ocuparon el lugar. Evidentemente éstos están contra los tradicionalistas y, por consiguiente, somos perseguidos. Pero estamos tranquilos porque estamos en comunión con todos los Papas desde Nuestro Señor y los Apóstoles. Guardamos su Fe y no vamos a pasarnos ahora a la fe revolucionaria en la Declaración de los derechos del hombre. No queremos ser hijos de 1789, sino hijos de Nuestro Señor e hijos del Evangelio.
    Los representantes de la Iglesia católica dicen: cada uno es libre y se puede colocar a todas las religiones juntas para rezar como en Asís. ¡Eso es una abominación! El día en el que el Señor se enoje no será cosa de risa. Pues si Nuestro Señor castigó a los judíos, como lo hizo, es porque estos habían rehusado creen en Él. Anunció que Jerusalén sería destruida y lo fue, y el templo nunca fue reconstruido desde aquel entonces. Bien podría decir lo mismo ahora cuando todos sus pastores están contra Él, ya que no quieren creer más en su realeza universal.
    Hay que seguir apegado a la doctrina de la Iglesia. Permaneced apegados a Nuestro Señor que es todo para nosotros. Él es el Amo que nos juzgará como juzgará a todo el mundo. Luego, hay que rezar para que su reino llegue, aún cuando se deba ser perseguido.
    Por más extraordinario que pueda parecer, he aquí la situación de hoy. No soy yo quien la inventé. ¿Por qué me he hallado casi sólo contra ese liberalismo al que son favorables la mayoría de los obispos, hasta de Roma? Es un gran misterio. Siendo, como antes, fiel a todo lo que han dicho los Papas, uno se halla casi solo.
    Lo principal es estar con Nuestro Señor, aún cuando haya que estar solo. Si se está con toda la enseñanza de la Iglesia de veinte siglos, no se tiene miedo. ¿No hay que hacerse problemas, verdad? ¡Confiad en la Providencia! Dios que conoce el futuro, restablecerá todas las cosas un día, dado que la iglesia no puede quedar indefinidamente en esta situación.
    Confiemos en la Santísima Virgen y en Nuestro Señor y no nos acobardemos ni nos deprimamos, ya que continuamos la Iglesia. Permanezcamos en paz. ¡Que Dios os bendiga!.

    + Mons MARCEL LEFEBVREDe su conferencia en Sierre, Suiza, 27 de noviembre de 1988

    https://laintegridadblog.wordpress.c...de-la-iglesia/
    «¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
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  15. #35
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    Re: Respuesta: El liberalismo es pecado

    sábado, 8 de diciembre de 2018

  16. #36
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    Re: Respuesta: El liberalismo es pecado


    ENTREVISTA A DANIEL MARÍN ARRIBAS

    El catolicismo liberal es un pie en la verdad y otro en el error’





    Daniel Marín Arribas es economista católico y profesor de universidad. Compatibiliza una intensa vida profesional en el mundo del seguro como controller financiero y consultor junto con labores de docencia e investigación en el área de las ciencias sociales. Entre sus títulos académicos destacan sus máster en Doctrina Social de la Iglesia y Escuela Austriaca de Economía, y ahora se encuentra preparando una tesis doctoral que aguarda a ser un amplio y esmerado estudio sobre el problema moral, jurídico y económico de la usura y su cuestión en el sistema capitalista occidental contemporáneo.

    Por otra parte, conoce muy bien el pensamiento liberal, con el que se educó en sus años de estudiante, y es uno de los mayores expertos de la actualidad en la Escuela de Salamanca, gracias a años de dedicación completa a la lectura y aprendizaje de lo que enseñaron sus componentes y epígonos. Ello, unido a un celo apostólico que no esconde, le han movido a sacar adelante numerosos trabajos y proyectos con el fin de traer al debate público la luz de la doctrina social católica sobre temas que tras la gran crisis económica de 2008 están más candentes que nunca.

    Recientemente ha protagonizado durante más de dos meses una gira de conferencias bajo el título “La Iglesia y el Liberalismo” en varias ciudades españolas, acogido por numerosos organismos, centros de estudios, y parroquias, como el Colegio de Economistas, la capilla Apóstol Santiago, o el Círculo de Estudios Santaella, en Sevilla, Barcelona, o Madrid.

    Su planteamiento de fondo es la radical oposición que habría entre el Magisterio de la Iglesia y los postulados del liberalismo. Junto con las conferencias, de la mano de su iniciativa también ha salido a la luz la edición hispana de la obra del norteamericano Christopher Ferrara “The Church and The Libertarian”; un completo estudio de casi 600 páginas coronado por un profuso Apéndice escrito por Daniel, que trata la cuestión y desmonta muchos mitos difundidos.


    La Iglesia y el Liberalismo: ¿amigos o enemigos?

    En puntos accidentales, amigos. En el fundamento, que es lo que importa a la hora de tener una estructura desde la que formular juicios y entender la realidad, radicales enemigos.


    ¿En qué podrían ser amigos?

    Tanto el liberal como el católico fiel al Magisterio de su Iglesia aborrecen las continuas injerencias del Estado moderno en todo, además de la manía de la izquierda socialista de sacralizar continuamente lo “público”.
    La Doctrina Social de la Iglesia defiende el principio de subsidiariedad, es decir, si ciertas cosas las pueden hacer bien los individuos, familias, asociaciones, empresas, e incluso, por qué no, gremios, privados, el gobierno no debería asumir esas tareas. Por su parte, el liberal clásico tiene por ideal el “Estado mínimo”, es decir, que el Estado se meta lo menos posible en la vida de los ciudadanos.


    ¿Y en qué enemigos?

    Valga el ejemplo puesto para ver la cuestión de fondo: Para el liberal el Estado es un mal, menor que vivir en una anarquía –no para todos-, pero al fin y al cabo un mal. Para el católico el poder gubernativo es un bien, es de ley natural que exista, y de ahí que Francisco de Vitoria o Luis de Molina, por citar autores de la Escuela de Salamanca, dijeran que viene de Dios. Igualmente, el apóstol San Pablo afirmaba que el gobernante es un ministro de Dios.

    De esta manera, el pensamiento liberal pone todo su empeño en minimizar la acción estatal, y tiende a apoyar la legalización del aborto, las drogas, la pornografía, el salario libre aunque sea de miseria, o la apertura indiscriminada de comercios sin respeto del descanso dominical. La Doctrina Social Católica pone su acento en las intervenciones justas o injustas, teniendo el gobernante que legislar y actuar de acuerdo a la intención de Dios, sin transgredir su ley divina y natural. Por tanto, en un gobierno católico no cabría la permisión de todo lo dicho anteriormente. El mal no tiene derechos, y la mejor virtud que define a un regidor es el temor de Dios, en acertada aserción del padre Juan de Mariana.


    ¿Qué ocurre con los católicos que se definen “liberales”?

    El catolicismo liberal, tal como expresó el beato Pío IX, es un pie en la verdad y un pie en el error. Este Pontífice, asimismo, temía más por el mal del catolicismo liberal que por el del socialismo, pues es menos evidente y suele engañar a las masas bienintencionadas.

    Y no se equivocaba; en el caso español reciente esto no es ni más ni menos lo que ha sido y ha hecho el PP durante 30 años, hasta que el virus liberal ha terminado por destruir por completo su superficial pegatina católica. Los obispos de San Sebastián y Alcalá de Henares, Mons. Munilla y Mons. Reig Pla, lo han dicho bien claro hace poco: “El Partido Popular es liberal, informado ideológicamente por el feminismo radical y la ideología de género (…) siervos, a su vez, de instituciones internacionales (públicas y privadas) para la promoción de la llamada ‘gobernanza global’ al servicio del imperialismo transnacional neocapitalista”.

    Detrás del liberalismo está la masonería con su poder efectivo y su ideología, y detrás de ambos, fuerzas espirituales del maligno que bajo rótulos coloridos de paz, igualdad, libertad, fraternidad, tolerancia, etc. no hacen otra cosa que llevar a la destrucción misma del ser humano. Así, el Papa León XIII no dudó de catalogar a los liberales de “imitadores de Lucifer”.

    ¿Puede ser un hijo de Dios “imitador de Lucifer”? Es absurdo pretender la cuadratura del círculo…


    ¿Y capitalismo “católico”?

    El capitalismo es el sistema económico del liberalismo, y por tanto merece el mismo juicio.

    Su pie en la verdad es aceptar el mercado, la propiedad privada, y la iniciativa empresarial; realidades naturales que no deben ser abolidas como pide el socialismo comunista. Sin embargo, no entiende de precios justos más allá del poder del más fuerte en la “libre” aceptación entre las partes, su dinero y funcionamiento nace y crece de la usura, el trabajador es una mercancía más a la que no importa explotar y subyugar, la especulación crea vividores de renta que dañan al bien común y no en pocas ocasiones son generadores de burbujas con las nefastas consecuencias que ello implica, sus grandes firmas financian lobbies abortistas y LGTB, no respetan el descanso dominical, y con frecuencia protagonizan grandes fraudes y abusos, entre otras realidades que un católico jamás puede aceptar.

    Para el liberal capitalista el mercado es el “dedo de Dios” (Thomas Woods) y su “mano invisible” canaliza los vicios privados en bien común (Adam Smith). Pero el católico sabe que el mal privado es directa o indirectamente un mal social que acaba afectando a todos (Francisco de Vitoria), y el Magisterio avisa de que “existe el riesgo de que se difunda una ideología radical de tipo capitalista que (…) de forma fideísta confía su solución al libre desarrollo de las fuerzas del mercado” (Juan Pablo II).

    He ahí por ejemplo la Escuela Austriaca de economía difundiendo esa “ideología radical de tipo capitalista”.

    En el libro que has publicado recientemente, se contesta a la pregunta de si es compatible dicha escuela con la Doctrina Social de la Iglesia. ¿Qué podemos encontrar en él?

    En resumen, una respuesta a sus errores, especialmente importante en un contexto donde muchos católicos están siendo estafados.

    ¿Y si te comunicaran que para Mises, Jesús era el culpable del socialismo y su miseria, y que un recién nacido no es un ser humano? ¿Y si te enseñaran que Rothbard no tenía ni idea sobre la Escuela de Salamanca y sentencia su protoaustrianismo citando mal a Francisco Suárez, por ejemplo, o que pese a defender la propiedad privada absoluta hasta
    para abortar a un nasciturus como una especie de desahucio, estaba a favor de las desamortizaciones que antaño sufrió la Iglesia de la mano de ministros liberales? ¿Y si te mostraran que Hayek en realidad era un determinista o que afirmaba la permisión lícita de dejar morir a un pobre si ese mismo libre arbitrio en el que no creía así lo decidía?

    Todo eso y más se comunica, enseña y muestra en la obra. No desvelo más e invito a todos a su lectura y meditación.


    ¿Qué le dirías a un católico y qué a un liberal?

    Como yo no soy ningún innovador, sino un testigo fiel de la Tradición, más perenne que antigua, dejaré que hablen los Pontífices por boca mía, siguiendo aquel mismo ejemplo de los profetas por cuya boca habló el Señor.

    A los liberales les exhortaría a la conversión y amor a Cristo, exclamándoles lo que el Papa Juan Pablo II en 1988 clamó: “¡Abrid, abrid de par en par las puertas a Cristo! Abrid a su potestad salvadora los confines de los Estados, los sistemas tanto económicos como políticos, los dilatados campos de la cultura de la civilización, del desarrollo”.

    Y a los católicos, les pediría alerta y fidelidad en estos tiempos tan confusos y difíciles, como el Papa Pío VI en 1791, otra época que no más, pero también lo fue: «A todos vosotros católicos… os exhortamos, en la efusión de Nuestro Corazón, a que recordéis el culto y la fe de vuestros padres [–yo diría hoy en día, abuelos-], a que seáis fieles, puesto que la religión es el mayor de los bienes, porque esta religión, que nos proporciona una eterna felicidad en el Cielo, todavía es en la tierra el único medio de asegurar la salvación de los imperios y la felicidad de la sociedad civil. Guardaos de prestar oídos a los engañosos discursos de los filósofos del siglo que os conducirán a la muerte, alejad de vosotros a todos los usurpadores, bajo cualquier título que se presenten, arzobispos, obispos, párrocos; no tengáis nada en común con ellos».



    FUENTE
    Valmadian dio el Víctor.



    Imperium Hispaniae

    "En el imperio se ofrece y se comparte cultura, conocimiento y espiritualidad. En el imperialismo solo sometimiento y dominio económico-militar. Defendemos el IMPERIO, nos alejamos de todos los IMPERIALISMOS."







  17. #37
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    Re: Respuesta: El liberalismo es pecado

    2019 El liberalismo según Castellani


    El liberalismo según Castellani. Por el Padre Javier Olivera Ravasi, SE. Conferencia dictada en Rosario, viernes 28 de Junio de 2019







    https://www.youtube.com/watch?v=wq-JKorZ9f4

  18. #38
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    Re: Respuesta: El liberalismo es pecado

    EL LIBERALISMO ES PECADO (Rvdo. P. Félix Sardà y Salvany)

    Entrevista al doctor Javier Barraycoa, politólogo y sociólogo catalán que nos habla de la maldad intrínseca del liberalismo, hoy también infiltrado en las diferentes áreas del conocimiento: política, filosófia y religión.

    Ayer como hoy, el liberalismo sigue siendo pecado. Sucesivos Sumos Pontífices han condenado al liberalismo y en la actualidad las sociedades están impregnadas de su esencia, cooperando a la desmoralización tradicional de las sociedades católicas.

    La formación teológica de los fieles se hace hoy de urgente necesidad para combatir tan grande mal que como virus letal va minando las almas y las sociedades.





    https://www.youtube.com/watch?v=sGAu_YT1alU

  19. #39
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    Re: Respuesta: El liberalismo es pecado

    La Princesa de Beira sobre el liberalismo

    en 6 junio, 20202 6 julio, 2020 por Carlismo Nueva Granada

    en Carlismo, Doctrina, Política, Reproducciones


    Breves consideraciones de Doña María Teresa de Braganza —Princesa de Beira y segunda esposa de Carlos V— sobre el liberalismo, extraídas de su famosa Carta a los españoles (1864):

    «Nadie puede negar tampoco que el liberalismo desciende en línea recta de los réprobos principios de Lutero; que trae su origen inmediato de los malhadados principios de la Revolución francesa, que causó en la Francia misma y en toda la Europa los mayores desastres que vieron los siglos. Por lo cual se entiende que es imposible que el liberalismo, que es puro protestantismo aplicado a la política, pueda dar en ésta mejores frutos que no ha dado éste en Religión […]




    Doña María Teresa en 1853, según apunta Don Alfonso Carlos de Borbón.


    Ha prometido libertad de imprenta, y jamás la hubo; ha prometido libertades civiles, y existe de hecho una centralización que es el mayor de los despotismos; ha hecho mil promesas de felicidad a los pueblos, y en pocos años cuadruplicó sus contribuciones, sacó millares de millones de la venta de los bienes de la Iglesia y de la desamortización general con el pretexto de pagar deudas del Estado, y éstas se aumentaron de una manera escandalosa. Además, uno de los bienes supremos de la nación es la unión, y el liberalismo la dividió en cien bandos que, con el ojo puesto en el presupuesto, se disputan el poder».


    Fuente:

    Ferrer, M. (1958). Historia del tradicionalismo español (t. XXII). Documento n° 23 – Carta a los españoles (pp. 233-253). Sevilla: Editorial Católica Española, S.A.


    Página en Facebook dedicada a la Princesa de Beira:

    http://www.facebook.com/Princesa-de-...6447475081314/




    _______________________________________

    Fuente:

    https://carlismoneogranadino.wordpre...l-liberalismo/

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