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Honores4Víctor
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Tema: Reflexiones doctrinales sobre la perversión democrática

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  1. #3
    jasarhez está desconectado Proscrito
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    Re: Reflexiones doctrinales sobre la perversión democrática

    ‘La democracia que Pío XII considera aceptable, primero, no es la democracia pura — hacia la que tiende el mundo moderno, — sino una forma popular moderada; segundo, no la proclama ni la mejor ni la única buena; tercero, no debe estar condicionada por la idea de libertad, sino por la de bien común; cuarto, supone la constitución, no de una masa igualitaria, sino de un pueblo jerárquicamente estructurado; quinto, exige una autoridad real y eficaz, derivada y sometida a Dios; sexto, comprende un cuerpo legislativo compuesto por hombres selectos, espiritualmente superiores y de carácter íntegro que se consideren representantes del pueblo entero y no mandatarios de una chusma; séptimo, que no incurra en absolutismo de Estado.

    • La democracia no debe de estar condicionada por la idea de libertad, sino por la del bien común.


    Desde mi punto de vista, este primer punto es el mas importante. Condicionar el gobierno del pueblo, en primer término, a la idea de bien común. Y por tanto, supeditar y restringir cualquier tipo de libertades individuales o colectivas (cualquier forma de libre iniciativa) a este primer punto.

    Y para ello se precisará, entre otras cosas, de:

    • La existencia de un pueblo jerárquicamente estructurado.
    • Que esté sometido a una autoridad real y eficaz.
    • Y provisto de un cuerpo legislativo compuesto únicamente por hombres selectos y de carácter íntegro.


    Excelente reflexión, la S.S. Pio XII, sobre la idea correcta de democracia, frente al actual concepto. En realidad se trata de dos conceptos diametralmente opuestos entre sí. Idea similar se me pasa por la cabeza cuando recuerdo la lectura de Platón (en su libro "La República") y la comparo con la idea tan nefasta de repúblicas que se vienen a la mente... Sencillamente, no es lo mismo hablar del buen gobierno de la "res publica", que de lo que fué la primera o la segunda república españolas.

    El mejor ejemplo de un correcto modelo democrático de elección de gobierno, basado en estos mismos principios, lo tenemo en el sistema tradicional (que rige desde los tiempos de San Benito) a la hora elegir al superior en cualquier monasterio benedictino, cisterciense o trapense.


    Un abrazo en Xto.



    CAPITULO LXIV: "De la elección del abad"


    Atiéndase siempre en la elección del abad, a que sea elegido según el santo temor de Dios, aquel que por común acuerdo de toda la comunidad, o por la menor parte de ella, siendo más acertada su elección, fuere nombrado. Téngase presente en esta elección el mérito, sabiduría y doctrina del que hubieren de elegir, aunque sea el último de la comunidad.
    Y si (lo que Dios no permita) toda la comunidad unánimemente eligiera alguno que consienta sus desórdenes, y éstos llegaren a noticias del obispo diocesano, de los abades o de los cristianos de la vecindad, impidan estos que tenga efecto la conspiración de los malos, y pongan en la casa de Dios un administrador que sea digno de gobernarla teniendo por cierto que su acción será recompensada, si lo hicieren con buena intención y celo santo, como, al contrario, será castigado su pecado, si dejaren de hacerlo.

    El electo abad considere siempre la pesada carga que ha tomado sobre sí y a quien ha de dar cuenta de su administración; y sepa que se le ha elegido, no tanto para mandar, cuanto para ser útil a sus hermanos. Debe, pues, estar instruido en la ley divina, para que pueda sacar máximas antiguas y nuevas con que instruya a sus monjes. Debe también ser casto, sobrio, caritativo, que prefiera siempre la misericordia al rigor, para que consiga él esto mismo. Aborrezca los vicios, pero no deje de amar a sus monjes.

    Pórtese con prudencia en el castigo, y no se exceda, temiendo que se quiebre el vaso queriendo raer demasiado el orín. NO pierda jamás de vista su propia fragilidad, y acuérdese que no es lícito acara de quebrar la caña hendida. Y no decimos por eso, que deje crecer los vicios, sino que los corte con caridad y discreción, según viere que conviene, como queda dicho, y procure ser mas amado que temido. No sea revoltoso ni inquieto: no sea caviloso ni muy suspicaz, porque nunca tendrá sosiego.

    Sea próvido y considerado en sus órdenes tanto en las cosas divinas como en las temporales. Obre con discreción y prudencia en todo aquello que mandare, imitando la discreción del santo patriarca Jacob que decía: Si hiciere andar mis rebaños mas de lo que pueden se morirán todas las ovejas en un día. Siguiendo, pues éste y otros ejemplos de discreción, que es la madre de todas las virtudes, arregle todas las cosas de modo que los fuertes deseen hacer más y los flacos no rehúsen el trabajo. Sobre todo se le encarga que observe y haga observar esta Regla en todos sus puntos, para que habiendo cumplido exactamente con su ministerio, oiga de boca del Señor, estas palabras que dijo a aquel siervo fiel que distribuyó el trigo entre sus compañeros: En verdad os digo, que le dará la administración de todos sus bienes.
    Última edición por jasarhez; 09/12/2012 a las 22:18

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