Más sociedad, menos estado (I)
LA EVOLUCION DE LOS CUERPOS INTERMEDIOS
POR
FEDERICO D. WILHELMSEN.
Profesor de Filosofía en la Universidad de Dallas. Texas (U. S. A.).
(Extraído de la revista Verbo)
Cuando hablamos de los cuerpos intermedios tenemos que distinguir, según mi criterio, entre dos cosas:
1) Cuerpos Intermedios como realidades históricas.
2) Cuerpos Intermedios como Doctrina Social de la Iglesia.
Esta ha sido una doctrina elaborada a través de los últimos dos siglos, mientras que aquella fue una realidad palpable en la cristiandad medieval. Lo que me gustaría hacer entonces es lo siguiente: en primer lugar vamos a mostrar en líneas generales la evolución histórica de los cuerpos intermedios, y luego en segundo lugar vamos a indicar la vigencia doctrinal que éstos tienen para nuestra sociedad actual occidental.
Aunque las formas de gobierno, a saber: la Monarquía, Aristocracia, tienen una historia mucho más larga que la del cristianismo, no podemos decir lo misino en cuanto a los Cuerpos Intermedios. Son instituciones netamente representativas y libres que emanaban de una época exclusivamente cristiana.
La caída del Imperio Romano a través de un proceso largo de degeneración interior y de ataques bárbaros desde el exterior produjo en el continente europeo un vacío enorme; no debemos olvidar el hecho de que el Imperio Romano constituyó toda la civilización occidental de aquel entonces. Era un Estado cabalmente centralizado y unitario en los últimos siglos de su existencia, cuando se encontraba amenazado por las tribus bárbaras y germanas. La vida romana estaba organizada de la cumbre hasta abajo; de suerte que todos los detalles de la industria y del trabajo pertenecían a una burocracia gigantesca cuyo jefe era el mismo Emperador romano, primer soldado de la civilización.
Desde el siglo III después de Cristo, el Imperio era más una fortaleza que una sociedad, era más un ejército organizado para la defensa de una sociedad que una sociedad política. Podemos ver esto fácilmente. Ningún artesano podía cambiar su oficio, ni ningún socio de un gremio o sindicato podía subir o bajar en la vida. El Estado romano llega a ser como absoluto simplemente dedicado a la necesidad de lucha contra el enemigo, la barbarie. La caída del Imperio produjo un vacío enorme en Europa, el Estado romano desapareció, y lo que había sido un continente organizado y administrado desde un centro político volvió a ser nada más que polvo de tribus más o menos cristianas cuya vida política era la del clan y la de la sangre.
Con la cristianización del continente europeo un fenómeno nuevo en la historia del occidente ocurrió, a saber: debido a la desaparición del Estado central romano que antes había legislado todo, hasta los detalles más íntimos, más mínimos de la vida, los hombres tenían que gobernarse a sí mismos a la fuerza; no había otro remedio. El nacimiento de las instituciones autónomas y libres de la Edad Media no era la consecuencia de una teoría política, sino una necesidad impuesta por las circunstancias de la vida. Los pueblos europeos, todavía no autoconscientes de un sentido fuerte de la nacionalidad, tenían un ejemplo del autogobierno en las órdenes religiosas, en los grandes monasterios de los benedictinos, que formaron comunidades de monjes que procuraban para los suyos todas las necesidades de la vida. Los pueblos nuevos no podían mirar hacia el Estado porque el Estado, tal como entendemos la palabra hoy día, no existía; no había Estados, había reinos, eso sí. Pero el poder real era débil y los requisitos para gobernar a los hombres eran escasos.
Repito la tesis porque es sumamente importante paira entender el papel social y político de los Cuerpos Intermedios: el Estado no regaló a los pueblos una serie de instituciones autónomas intermedias por no existir el mismo Estado. Los hombres desde abajo creaban los cuerpos sociales de la nada.
Si la libertad humana se une estrechamente con la responsabilidad, podemos decir que la libertad occidental nació en aquel momento histórico cuando los pueblos europeos, espontáneamente y sin ningún mandamiento desde arriba, organizaron su propia vida social y corporativa alrededor de una red de organismos que engarzaban todas las dimensiones de la existencia humana. En cuanto al espacio y al tiempo, el Municipio puede considerarse como el enlace entre las familias individuales y los demás organismos que estaban naciendo a la vez.
Los campesinos en aquellos siglos no solían vivir en casas aisladas, sino en aldeas concentradas generalmente en un valle, organizando la vida política del mismo Municipio, según costumbres y leyes que emanaban, podríamos decir, del mismo suelo. Cada aldea tenía una constitución política pequeña, y ninguna de esas constituciones se identificaba con otra. Había una variedad casi infinita dentro del Municipio, que dependía de un señor feudal hasta el Municipio totalmente liberado de cualquier enlace con el feudalismo. Si el Municipio crecía debido a la necesidad de que las familias resolviesen sus problemas comunes según una red de costumbres y leyes, según una constitución generalmente no escrita, podemos decir algo semejante de los gremios, semillas del sindicato moderno.
Unos historiadores fechan el nacimiento del gremio o del sindicato en la ciudad de Oviedo, en Asturias; para nosotros lo importante es el hecho de que los artesanos formaban una serie de organismos que tenían como meta una red de finalidades propias. Los gremios fijaron los precios de sus productos, dejaban un nivel de excedencias para los mismos productos, establecían las reglas para el ejercicio de sus oficios, pero no se contentaban con limitar el campo de sus actividades a lo estrechamente económico. Cada gremio medieval tenía un tesoro para atender a las viudas v huérfanas de sus socios. Cada gremio creaba un fondo para atender a los trabajadores enfermos.
Así se mezclaba lo económico con lo social, de suerte que ambos se casaban en un matrimonio feliz. También los gremios gozaban de un papel religioso, ya que la intensidad con la cual los hombres vivían la fe en esos siglos hacía que los gremiales dedicaran sus oficios a un santo, a una virgen, y así el mismo trabajo se sacramentalizaba. Por muy dura y áspera que fuese la vida, los hombres de trabajo habían unido, casi espontáneamente, lo económico, lo social y lo espiritual. Las cofradías a veces eran los mismos gremios.
Una evolución paralela se dio en el campo de la educación. La Universidad es una institución puramente cristiana y católica en cuanto a su nacimiento. En la antigüedad había academias y colegios, pero ningún cuerpo de profesores y alumnos donde se concentraba toda la ciencia en un lugar determinado.
El desarrollo de la Universidad, con su estructuración en facultades y por grados de competencia, empezando con el bachiller medieval hasta el doctorado, pertenecía casi exclusivamente a la Iglesia. Baste decir aquí que cada Universidad se autogobernaba según una serie de reglas que emanaban desde dentro de ella, y el prestigio de la Universidad era tan enorme que los mismos reyes solían pedir su opinión sobre asuntos que tocaban la ley natural o el derecho natural. Y esos mismos reyes nunca se lanzaban a aventuras sin haber conseguido el consentimiento de las Universidades. El poder real, en aquellos tiempos siempre débil en comparación con los antiguos emperadores romanos y con el poder de los Estados modernos, encontraba un freno contra cualquier tendencia hacía la tiranía en las Universidades, los Gremios y los Municipios. El poder real tenía que "pactar" con la sociedad, ya que la sociedad no era la relación con un gobierno centralizado y tampoco era una mera extensión de ella. La sociedad se organizaba, como estamos viendo, desde dentro de su propio meollo. Por lo tanto, el poder político, generalmente monárquico en esos tiempos, tenía que dialogar con la sociedad a fin de conseguir sus propias metas...
La Comedia Humana
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