HEGEL PARA «DUMMIES»
JUAN MANUEL DE PRADA El movilismo hegeliano ha alcanzado un nuevo estadio de delicuescencia posmoderna con Ciudadanos
RESULTA muy aleccionador comparar los diversos tratamientos que el sistema ha dispensado a Podemos y Ciudadanos. Cualquier observador neutral advierte enseguida que, siendo ambos productos del sistema, Podemos inquieta y desquicia a sus gerifaltes porque incorpora algunas correcciones molestas; mientras que Ciudadanos es un producto sistémico a machamartillo, con una adhesión a prueba de bomba al orden establecido, tanto de cintura para arriba (donde patriotean con desparpajo derechoso) como de cintura para abajo (donde pichabravean con desparpajo progreta).
Pero yo quería hablar de la recepción que cada uno de estos partidos hace de Hegel, que con su método dialéctico no sólo influiría en el materialismo histórico marxista, sino que fue el sistematizador filosófico del movilismo, doctrina según la cual todo lo que existe deviene, se halla en constante fase de mutación y es infinitamente voluble en el tiempo. Toda la civilización moderna --y no digamos la política-- es movilista, pues de lo que se trata es de que el alma no se detenga en ninguna convicción definitiva, para extraviarse más fácilmente. Por eso sorprende mucho que se reproche a los mozos de Podemos que no defiendan hoy lo mismo que defendían ayer, cuando aún no se habían organizado y estaban más asalvajados; como si hubiese algún partido político que haya mantenido fijas sus convicciones en un punto, sin cambiar a cada poco de posición, de táctica o de objetivos inmediatos. Podemos, a fin de cuentas, no hace sino aplicar aquel aserto hegeliano de Engels: "El mundo no debe ser considerado como un conjunto de cosas consumadas, sino como un complejo de procesos en el que las cosas en apariencia estables sufren un cambio constante (...) Esta filosofía dialéctica no admite ninguna noción de verdad absoluta y definitiva. No hay nada absoluto, definitivo, sagrado ante ella. Nos muestra la caducidad de todas las cosas y sólo existe para ella el proceso ininterrumpido del devenir y de lo transitorio." Si Podemos dice hoy lo contrario de lo que dijo ayer no hace sino cumplir con las reglas del movilismo, imitando a sus hermanos mayores PSOE y PP, que han demostrado ser unos maestros consumados de la dialéctica hegeliana.
Pero el movilismo hegeliano, que consiste en negar mañana lo que afirma hoy y viceversa, ha alcanzado un nuevo estadio de delicuescencia posmoderna con Ciudadanos. En efecto, el movilismo de Ciudadanos ni siquiera necesita incorporar el factor tiempo en la ecuación, sino que dice una cosa y la contraria en la misma frase, sabiendo que se dirige a las masas con una empanada neuronal considerable. Algunas de las tres o cuatro lectoras que todavía me soportan pensará que estoy exagerando; para desengañarlas, reproduzco unas pocas frases de Rivera donde se prueba este movilismo posmoderno y simultáneo, con tesis y antítesis en una misma frase: "Soy contrario a las cuotas de paridad, aunque comparto su objetivo"; "La cuestión no es sanidad pública versus gestión extra. Creo en una sanidad pública en la que la gestión sea mixta"; "El aborto debería despenalizarse, pero no es un derecho fundamental", etcétera.
Si no fuera porque hoy nos hemos desprendido de nuestros resabios cristianos --tan odiosos para el sistema--, con la intención de poder explicar mejor Hegel a los dummies, diríamos que a esto se le llama estar en misa y repicando. El sistema debe estar muy desesperado: sólo así se entiende que, para controlar daños, haya elegido como "partido escoba" semejante batiburrillo. Resulta, en verdad, desternillante, que la gente no crea en las bilocaciones y en cambio se trague tal sarta de desatinos.
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