LA CUESTIÓN JUDÍA.
LA CUESTIÓN JUDÍA.
Es un craso error considerar que la CUESTIÓN JUDÍA es algo reciente, de nuestra época moderna o contemporánea.
La Cuestión Judía no es un invento del fascismo o del nazismo, ni siquiera es una consecuencia ideológica de su política ni una deriva de las directrices raciales de su programa.
La Cuestión Judía se plantea DESDE EL MISMO INICIO DE LOS JUDÍOS y puede examinarse y contemplarse en todo lugar del orbe donde los judíos, constituyendo una minoría racial, hayan tenido “convivencia” con los pueblos autóctonos que los toleran.
Los que quieren ver la cuestión judía de forma miope, encasillada en una cuadratura espacio-temporal reciente, y concretamente vinculada a la ideología nacionalsocialista estaría bien que revisaran las palabras del Dr. Chaim Weizmann, primer Presidente del Estado Sionista de Israel, que tras aguda polémica, declaró que el mundo se dividía en dos grupos de países: los que quieren echar a los judíos y los que no quieren acogerlos.
Según el esquema del Dr. Friedrich Karl Wiebe, en el pormenorizado estudio sobre el tema, se plantea que la CUESTIÓN JUDÍA NO ES UNA CUESTIÓN RELIGIOSA, SINO SOLAMENTE DE RAZA.
El Judaísmo es en su composición RACIAL, heterogéneo, componiéndose sobre todo de elementos orientales y asiáticos, no emparentandos con ningún pueblo europeo.
El conocido escritor judío, Jacob Klatzkin manifiesta en su obra “Crisis y Decisión del Judaísmo” (1920): “somos en todas partes una raza extraña ante las gentes del país en que nos encontramos y queremos mantenernos inquebrantables en nuestra peculiar heterogeneidad”.
El Judaísmo está, desde hace más de 2.500 años, en constante peregrinación. Es un pueblo nómada, su patria es “el mundo”. Su histórico destino desconoce qué es un lazo nacional. En su estructura social anormal en la que no figuran agricultores ni artesanos no encuentra una relación ni unió con el suelo del país hospitalario en que se hallen ni con las grandes masas nacionales del mismo.
Racialmente están predispuesto hacia actividades que trascienden las fronteras (mass media, propaganda, cine, teatro, Bolsa, mercado del dinero, negocios y comercio, y política).
Para soslayar el problema judío, quisieron camuflarse, como camaleones, y confundir al pueblo hospedador, cambiando y adoptando nombres “nacionalizados”, ocultando sus prácticas y ritos, etc.
También es frecuente que se hagan consideraciones falsas sobre la cuestión judía que se repiten de forma mecánica sin considerar su inconsistencia argumental y que generalmente encubren que los hechos fueron totalmente al contrario de lo que se dice.
Así es un mito que los cristianos encerraran a los judíos en “ghettos”. Todas las ciudades europeas de importancia tienen su “guettho”: Viena, Berlín, Londres, … Pero nadie obligó a los judíos a residir en determinados barrios, pero ellos lo preferían así. Y no importaba el nivel económico, ricos y pobres vivían en dichos guetthos, si bien los ricos tienen guetthos apartados en zonas residentciales mejores de las ciudades.
Esto se manifestaba especialmente durante la Edad Media en que todos los judíos eran devotos por lo que se agregaba un factor especial (Sabbath; atardecer viernes hasta el sábado, en que no pueden dar más que un número de pasos fuera de sus casas) por eso el viernes al atardecer tendían una soga a traveś de cada calle, encerrando todo el barrio judío para formar una sola casa, dentro de la que cada uno podía transitar tanto como quisiera (toda la ortodoxia judía está plagada de estos subterfugios para cumplir “aparentemente” su ley, que no su espíritu, embaucando a su propia ley y dios).
Algo similar ocurre con el signo amarillo que los identificaba y por cuya causa se quejan frecuente y lastimeramente. Pero fueron ELLOS los que EXIGIERON un distintivo exterior para los israelitas (4º Libro de Moisés, cap. 15, versículos 37-39).
La voluntad racial judía no pudo contentarse con los éxitos alcanzados en la vida comercial y en la “cultura”. Desde que los judíos se emanciparon quisieron participar en la vida del Estado, persiguiendo el dominio dentro del mismo. También aquí el que formaran una liga secreta y fueran nómadas extraños al país de acogida significó para ellos una gran ventaja.
En su calidad de nómadas con elevada habilidad (y relaciones) mercantiles, los judíos consideran al pueblo hospedador, tanto individual como colectivamente, un OBJETO DE EXPLOTACIÓN. El alma, el corazón, la emotividad, no intervenían. Tan pronto como parecía ventajoso el enemigo, se pasaban a él, esto que nos parece desleal y traición, para el judío es lealtad ante su propio pueblo. Y según el Talmud el pueblo hospedador es considerado al nivel del ganado, exclusivamente para servicio del judío, sin otro derecho que ese. Liberando al judío de problemas u obligaciones morales ante el goym (simiente de ganado) nombre con el que designan a todo no judío.
Para el judío no hay problemas morales de esa índole, sólo considera negocios logrados o fracasados.
La cuestión judía debe encararse con franqueza y no creemos que se pueda tildar a nadie de antisemita por evidenciar que fueron, Y SON, los judíos los que introdujeron la droga en Occidente, los que han hecho que proxenetismo y usura sean prácticas corriente y cotidiana, o manifestar que fueron también judíos los que iniciaron el comercio de esclavos, o recalcar su instrínseco carácter antioccidental.
A lo largo de la Historia, desde hace milenios, el papel del pueblo judío ha sido la de un elemento DISOLVENTE y DISGREGADOR de toda cultura y tradición: “el nomadismo intelectual del pueblo judío” (según Evola y Guenón), son el origen de toda tendencia disgregadora, sin tradición propia, el judaísmo nómada ha emprendido la lucha contra todas las tradiciones de los pueblos a los que parasita.
Según recuerdan los masones, los judíos tuvieron que recurrir a un arquitecto fenicio, Hiram, para construir el Templo de Salomón, y que fueron tres judíos (Jubelas, Jubelos, y Jubelum) los que lo asesinaron cuando se negó a formarlos en los secretos de la profesión.
Giovanni Papini sintetizó la habilidad de los jefes israelitas para alentar o corroer las poblaciones no judías que los hospedaban. Dice ¿De qué manera el hebreo pisoteado y escupido podía vengarse de sus enemigos? Rebajando, envileciendo, destruyendo, los ideales del goim. Detruyendo los valores sobre los cuales vive la cristiandad … La inteligencia hebrea no ha hecho otra cosa que SOCAVAR y ENSUCIAR vuestras más queridas creencias, los pilares de vuestro pensamiento. Desde que los hebreos han podido vivir libremente todo vuestro andamiaje espiritual amenaza desmoronarse.
El romanticismo alemán había creado el idealismo y rehabilitado el catolicismo, entonces aparece un pequeño hebreo de Dusseldorf: Heine, y con su genio alegre y maligno se burla de los románticos, de los idealistas y católicos.
Los hombres creían que política, moral , religión y arte eran manifestaciones superiores del espíritu, pero llega un hebreo de Treveri: Marx, y predica que todos esos ideales vienen en el barco y del estriércol de la baja economía.
Todos imaginaban al hombre de genio como un ser divino y al delicuente como un monstruo. Llega un hebreo de Verona: Lombroso, y nos dice que el genio es un semiloco epiléptico y los delicuentes son nuestros antepasados.
En la Europa de Tolstoi, Ibsen, Nietzsche, Verlaine, … se pensaba que era la época de las mejores de la humanidad, aparece un israelita de Budapest: Narx Nordau, y se divierte explicando que los famosos poetas son unos degenerados y que la civilización europea se funda en mentiras.
Cuando un europeo está persuadido de ser, en el conjunto, un hombre normal y moral, se presenta un hebreo de Freiberg (Moravia): Sigmund Freud e intenta convencernos de que el más virtuoso y distinguido caballero esconde un invertido, un incestuoso, un asesino potencial.
Cuando los europeos consideran a la mujer como un ídolo, como un vaso de perfecciones, interviene un hebreo de Viena: Weininger, y dialécticamente intenta convencernos de que la mujer es un ser innoble y repugnante, un abismo de porquería y de inferioridad.
Cuando los intelectuales y filósofos consideran que la inteligencia y la razón, son el único medio para llegar a la verdad, la mayor gloria del hombre, aparece un judío de París: Bergson, y con análisis sutiles abate la supremacía de la inteligencia, derroca el edificio milenario del platonismo y afirma que el pensamiento conceptual es incapaz de captar la ralidad.
Todos considerban que las religiones eran una admirable colaboración entre Dios y el espíritu más alto del hombre, y surge un hebreo de Saint Germain de Laye: Salomón Reinach que se ingenia para difundir que sólo son viejos tabúes salvajes, prohibiciones con superestructuras ideológicas variables …
Es esta inoculación secular de VENENOS DISOLVENTES la gran venganza hebraica contra el mundo, griego, latino y sobre todo, CRISTIANO.
LOS ORÍGENES DEL CONFLICTO.
Poco se dice de sobre este apartado. Y es que, invariablemente (comenta Henry Ford en “El Judío Internacional”) los judíos señalan como antisemita a quien revela sus conspiraciones y explican dicho antisemetismo mediante tres razones: prejuicios religiosos, envidia económica, y aversión social. Pero ningún judío menciona los MOTIVOS POLITICOS de la cuestión, ni discute sobre ellos o de hacerlo lo afronta de forma fragmentaria y parcial.
¿Por qué en diferentes siglos, en regiones tan distantes, en tan diversos pueblos el judío siempre ha sufrido represiones violentas? ¿No es acaso que él lleva en su sangre, escrupulosamente mantenida sin mezcla, los elementos esenciales que atraen sobre él la indignada reacción de los demás pueblos?
El judío es un ser intransigente y fanático, de idas absolutas y piñón fijo. Vocifera que son el pueblo elegido y que están siempre en posesión de la verdad. Esa intransigencia es la que les llevó a crucificar a Jesús porque se oponía a su dominio del mundo y les negaba “su verdad” y esa misma intransigencia es la que no permite su asimilación en los pueblos entre los que residen, y por la misma causa consideran a los demás hombres como enemigos ireconciliables a los que deben corromper y destruir.
El antijudaísmo puede ser un efecto, pero la causa que lo genera es la propia conducta del hebreo.
Gionvanni Preziosi sintetiza en 10 puntos fundamentales el problema judaico:
1º.- el judío tiene una forma peculiar y característica de ser, cuyas leyes, inmutables durante siglos, han configurado instintos y pautas sociales tradicionales judías.
2º.- hay una INTERNACIONAL JUDÍA, para reconocerla no es necesario admitir que todos los judíos forman parte de la misma. Es un hecho que de la acción hebraica en los terrenos más dispares: ciencia, finanzas, psicología, arte, sociología, antropología, teología, … surgen resultados DISOLVENTES Y SUBVERSIVOS QUE SIEMPRE CONVERGEN EN LOS MISMOS EFECTOS.
3º.- los hebreos están de acuerdo al afirmar la inmutabilidad e inalterabilidad de su “esencia”. Un hebreo lo es, independientemente, de la nacionalidad en que se cobije, o cualquiera que sea su ideología política, religión o ausencia de fe.
4º.-la RAZA para el hebreo es más que un dato biológico y antropológico, ES LA LEY.
5º.- la ley no está únicamente en la Biblia. Es un gran error pensar que el hebraismo termina con el Antiguo Testamento, éste forma uno solo con el Talmud (concebido, como indica su nombre, en mandamiento además de la Guemara sus comentarios).
6º.- la ley hebraica establece una diferencia fundamental entre el judío y el resto de la humanidad. Su ley dice: “el judío es el Dios viviente, es el Dios encarnado, es el hombre celeste. Los demás hombres son terrestres, de raza inferior. No existen más que para servir y complacer al judío”. Al judío “su ley” le promete el dominio universal al que servirán y serán sojuzgados todos los demás pueblos y naciones. “Todas las riquezas de la Tierra pertenecen a los judíos”, “Todos los pueblos serán reducidos al yugo de Judá”
7º.- el Reino Judío no es un ente abstracto o supraterrenal, ha de realizarse en esta tierra y poner a su mando una estirpe deterinada.
8º.- los preceptos en los que insiste su derecho constituyen para el judío el deber de promover toda aversión y revuelta contra cualqueir forman dominante de orden o civilización no judía, sea la que fuere. La lógica misma le impone la negación, la denigración y destrucción de todo, por cualquier medio, para allanar el camino al Reino de Israel “Devorarás a todas las demás naciones”, “al mejor entre todos los no judíos, mátalo” son pasajes talmudicos.
9º.- la acción subversiva y revolucionaria de los judíos en todos los campos y en todos los tiempos OBEDECE A UN PLAN.
10º.- la idea de la RAZA, de la NACIÓN, de la CONTRARREVOLUCIÓN, del ANTIBOLCHEVIQUISMO, y del ANTICAPITALISMO golpeará algún frente judío, pero no atacará al centro a su misma esencia.
El antijudaísmo no surge de lleno más que cuando se impugne la idea de Imperio y la voluntad de imperio al que aspira Israel, y se le oponga otra voluntad de imperio de la misma dignidad y universalidad.
Nos sumamos a la idea de Wickman Steed cuando manifestaba: “nadie, sea escritor, político o diplomático puede considerarse maduro hasta que no haya afrontado a fondo la cuestión judía”.
EL GUIÑOL.
En diciembre 1910, el crítico literario del “Times” mencionaba el libro de Houston Stuart Chamberlain: “Los Fundamentos del Siglo XIX” y escribía respecto de la cuestión judía en Alemania: “casi todo se halla en manos de los judíos, no solo los comercios, sino también la prensa, el teatro, el cine, etc. y muy esepecialmente todo lo que ejerce influencia sobre el espíritu alemán. No puede admitirse que los alemanes toleren a la larga dicha situación. Un día tendrá que efectuarse una separación violenta”.
La conducta alemana sobre la cuestión judía sólo se comprende cabalmente si se considera la persistente influencia judía en toda la vida pública del país que resultó, para Alemania, la mayor calamidad nacional.
Tras la desastrosa IGM y la posguerra de funestas consecuencias políticas y económicas, la completa decadencia de su anterior rica vida cultural, la socavación sistemática de todo sentimiento de moralidad y buenas costumbres, la espantosa falta de trabajo que arrastró el pauperismo, la humillación nacional que concuerdan con la última realización de la emancipación judaica y el punto culminante del poder israelita en Alemania.
Según el censo alemán de 1925 había una población de 62,5 millones, de los que 546.379 era judíos, es decir, menos del 1% de la población.
La distribución era irregular, siendo prácticamente nula la presencia judía en regiones agrícolas como Mecklemburgo, Oldenburgo, Turingia, o Anhalt, pero concentraban su presencia en los grandes núcleos urbanos, especialmente en Prusia, Hamburgo, Hessen y Berlín (con 4 millones de habitantes albergaba 172.500 judíos, el 4,25%, y de éstos la cuarta parte eran de nacionalidad extranjera, principalmente del Este de Europa).
La intromisión judaica en las profesiones médicas y de la judicatura era intolerable (más de la mitad en ambas), así como en las cátedras de las tres universidades, pero era peor aún en el sector económico.
Los trusts judíos florecían como hongos, varias de ellas tristemente célebres por los affairs y quiebras que costaron ingentes recursos al pueblo alemán antes de desaparecer.
En el ramo bancario, casi al 100% estaba bajo domino judío (en Deutsche Bank y Discontogeselleschaft) tenían 2 presidentes judíos, y los 12 miembros de la Junta Directiva también lo eran. Igual ocurría con el Darmstadter y Nationalbank de presidente judío y con 3 de los 5 directivos judíos. Idem con Dresdner Bank, Berliner Handelsgesellschaft, etc.
E igual sucedía con los bancos particulares: Banca Arnhold, Behrens, Warburg, Bleichroder, Medelssohn, Goldsmidt-Rotschild, Dreyfuss, Bondi y Maron, Aufhauser, Oppenheim, Levy, Speyer-Ellissen, etc.
Partiendo de esta posición preeminente del capital financiero, la influencia israelita se infiltró, vía Consejos de Administración, en toda la industria. En 1930 el banquero judío Jacob Goldschmidt tenía 115 cargos en Consejos de Administración y el banquero judío Louis Hagen ostentaba 62, acaparando en importancia, los cuatro siguientes judíos otros 166 cargos en Consejos de Administración.
Esta desemedida y perniciosa aglomeración de cargos en manos de un pequeño grupo de traficantes de valores no era compatible con el sano cumplimiento de las obligaciones que conllevan (sin contar los problemas éticos derivados) pero brindaba grandes oportunidades de lucro sin esfuerzo alguno.
Esta fue una de las causas que condujeron al enorme descrédito del sistema político y económico de aquellos años y una de las principales fuentes del antijudaísmo en las masas del pueblo alemán.
La Cámara de Comercio de Berlín tenía un presidente judío y tres de los cinco vicepresidentes eran correligionarios del anterior, peor era la situación en las Bolsas, donde de los 36 directivos 25 eran judíos e igual proporción se mantenía en el Reichsbank (Banco Emisor del Estado con mayoría absoluta de judíos en sus directivos).
Antes de la toma de poder por el nacionalsocialismo toda la vida económica y cultural de Alemania estaba bajo el yugo judío, mientras que en la agricultura y oficios manuales era inexistente la presencia judía.
No era coincidencia que en el mundo de la corrupción siempre se topaban judíos, en todos los casos de corrupción aparecían judíos en papeles determinantes, fueran los casos de Hanau, Oustric, Stavisky (en Francia), de Insull (EEUU), o de Bosel, Berliner y Castiglioni (Austria).
TODAS las sociedades creadas durante la IGM para la explotación de las materias primas alemanas, su importación y administración estaban en manos MONOPOLISTAS HEBREAS.
Tras noviembre de 1918 hubo una embestida metódica del judaísmo a todos los cargos dirigentes del Reich y de sus estados federales, irrumpiendo en la vida política alemana. Entre los 6 Comisarios del Pueblo (primer gobierno del Reich) figuranba 2 judíos: Hugo Haase y Otto Landsberg. En Baviera el hebreo Kurt Eisner gobernaba como presidente del consejo de ministros, en Prusia era el judío Paul Hirsch el que imperaba.
En el primer Gobierno parlamentario (1919) figuraban 5 judíos y muchos de los cargos más importantes del Reich estaban en manos hebreas.
Sería el diputado, judío socialdemócrata, Oscar Cohn el que recibió (inicios noviembre 1918) 4 millones de rublos de oro (del judío, antiguo embajador soviético: Joffe) para organizar la Revolución alemana.
Y el diputado hebreo Hugo Hasse fue el instigador espiritual de la sublevación de los marineros de Kiel, señal para la revolución general.
Otro sector de influencia y opinión, la prensa, fue captado por los judíos. Las dos mayores editoriales (antes de 1933) eran judías.
La inmoralidad fue convertida en negocio, con invenciones como la “ciencia sexual” una de las más tristes invenciones judaicas. Hubo una marea de literatura obscena, películas, teatros, etc. de igual calaña, siempre con directores judíos.
Muchas editoriales pornográficas eran judías al igual que sus autores.
Y no olvidemos la tendencia, manifiesta, del hebreo a cometer delitos comerciales y fiscales. En la Central para la lucha contra el uso de estupefacientes se comprobó que en el año 1931 de los 272 traficantes internacionales de estupefacientes, 69 (el 25%) eran hebreos, pero en 1930 ya eran el 30%.
La Oficina Central contra el juego tramposo y de azar, comprobó (1933) que de 94 casos punibles, 57 eran judíos.
Y en ese mismo año, en las bandas internacionales de rateros de 163 criminales, 134 eran judíos (82%).
Los hebreos, que no llegaban al 1% de la población alemana más que triplicaban en ingresos a ésta. Bajo el dominio judaico de Alemania el pueblo alemán hubo de pagar un alto peaje: derrotismo, traición a la patria, envilecimiento político, corrupción económica, inflación con tasas increíbles, paro masivo millonario, degeneración moral y degradación de todo valor ético y/o religioso.
El escritor judío Bernard Lazare escribía (L'Antisemitisme, París 1934): “el hebreo por doquier y hasta nuestros días es un ser asocial” Pero dondequiera que en el mundo pase algo a un sólo judío, el judaísmo internacional grita tan alto y tanto tiempo, hasta quela paz de las naciones se ve seriamente amenazada por el escándalo que ocasiona una pequeña cuadrilla”.
Y los alemanes aún tenían más motivo de crítica hacia los judíos, no olvidaban que el “Socorro Rojo” instrumento comunista bajo capa de beneficiencia social contaba entre sus fundadores con judíos: Arthur Holitscher, Alfons, Goldsmidt, Paul Ostriech, Einstein, Max Harden, Leonhardt Frank, …
Y los comandos de acción, los ASESINOS por cuenta del PARTIDO COMUNISTA habían sido fundados y organizados por otro judío: Hans Kippenberger.
También los judíos fueron los responsables tanto de la derrota alemana en la IGM como de las leoninas y durísimas condiciones de posguerra (entre los delegados “alemanes” de la Conferencia de Versalles estaban los judíos: Rathenau, Wassermann, Medelson, Bartoldy, Max Warburg, Oscar Oppenheimer y Deutsch.
Y la situación alemana se repite en Italia, que en 1920 presenta los siguientes judíos en la administración del Estado: 24 senadores, 35 diputados, 6 altos cargos en Ministerio Asuntos Exteriores, 48 diplomáticos, 29 Ministerio del Interior, 33 en Hacienda, 46 en Ministerio del Tesoro, 79 en Correos y Telecomunicaciones, 389 judicatura. A los que habría que añadir los altos cargos en gobiernos regionales y locales cuando en Italia ese año había 3.259 judíos.
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