El síndrome de Casandra
Nos cuenta la mitología griega que Casandra era hija de Hécuba y Príamo, reyes de Troya. Fue sacerdotisa de Apolo y recibió de este dios el don de la profecía, pero arrepentido más tarde, la maldijo haciendo que nadie la creyera. Profetizó la destrucción de Troya y nadie la creyó. Su propia familia la tomó por loca.
Llevamos los carlistas cerca de doscientos años avisando de los males que podrían sobrevenir sobre España y los españoles y nunca se nos ha creído, siempre se nos ha tomado por locos, pero siempre hemos acertado.
También llevamos mucho tiempo, demasiado, avisando de los males que nos podría acarrear el apoyo al “mal menor”, y ahora, con la “Ley Cifuentes”, ya son muchos los que se rasgan las vestiduras, se arrepienten de haber votado una vez más al mal menor, se sienten engañados y suspiran por que alguien enmiende el entuerto. Ahora, después de estar avisándolo durante más de treinta años, los nuevos troyanos se dan cuenta que el enemigo es ese al que han estado apoyando, se encuentran con que el divorcio, el aborto, la educación para la ciudadanía… y, por último, esta ignominiosa ley de Cifuentes están patrocinadas y protegidas desde ese supuesto mal menor. Llevamos avisando de todos estos peligros que eran tan evidentes y nunca nos han creído, como no nos creyeron en ocasiones pretéritas: “No es esto, no es esto”, clamaron los ilustrados e intelectuales de los años treinta y es lo mismo que están gritando ahora, cuando ya es tarde, cuando ya todo el mal está hecho, aunque bien mirado, todo es susceptible de empeorar. Y para eso existe el miedo, para hacer que el Coco, que ahora lleva el nombre de Podemos, impulse a los pusilánimes a seguir apoyando a ese llamado voto útil, y francamente, con gente como Cifuentes, no hace falta que gane Podemos.
Todo esto es algo que es tan obvio que debería saber todo el mundo y sin embargo no es así. Los carlistas sí lo sabemos y seguimos avisando, como Casandra, para que nadie nos haga caso y nos tomen por locos para que cuando quieran reaccionar ya sea tarde.
Filosofo rancio.
El síndrome de Casandra – Blog de la Junta Regional de la CTC en Andalucía
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