LEY DE HIERRO
Juan Manuel de Prada
(ABC, 2 de octubre de 2016)
La política española podría ser trasladada tranquilamente a las páginas de espectáculos de los periódicos. Y es natural que así sea, pues las oligarquías dirigentes necesitan distraer a las masas con astracanadas y pasteleos, incluso con guirigays y chirlatas, para que las masas olviden que todo el pescado está vendido. En su célebre obra "Los partidos políticos", publicada hace ya un siglo, Michels formulaba una ley constitutiva e infalible de la democracia (que los panolis se obstinan, sin embargo, en ignorar, lo que es tanto como ignorar en física la ley de la gravedad), la llamada “ley de hierro de las oligarquías”, que nos enseña que los partidos políticos son tan sólo organizaciones a través de las cuales las viejas oligarquías defienden su hegemonía y las nuevas intentan alcanzarla. Esta ley de hierro formulada por Michels admite diversas variantes: a veces la nueva oligarquía se confronta con la vieja desde posiciones aparentemente antípodas, a veces la nueva oligarquía surge de una guerra intestina en el seno de una vieja ya existente; a veces la oligarquía nueva destrona a la vieja, a veces se funde con ella, etcétera. Mediante todas estas variantes se produce lo que Michels denomina una “circulación de élites” que a las masas les produce gran contento, porque les permite creer rocambolescamente que tal circulación la provocan con su voto.
Por supuesto, a Michels no se le escapa la existencia de grupos que denuncian esta “circulación de las élites”, arremetiendo contra la oligarquía gobernante de turno o declarando que no se sienten representados por las oligarquías en liza. Pero Michels advierte que estos grupos, a medida que luchan de forma organizada por llegar al poder, van adquiriendo a su vez rasgos oligárquicos, hasta que cuando por fin lo alcanzan se mezclan con las anteriores oligarquías, fundiéndose en ellas. Naturalmente, quien ha aprendido el funcionamiento de los partidos políticos leyendo a Michels no puede sino carcajearse ante el sainete socialista, que los espectadores más sugestionables tildan de “motín” o “alzamiento”. Pero este sainete se entiende a la perfección si leemos las razones que, según Michels, explican las turbulencias en el seno de las oligarquías, ambas de orden psicológico: por un lado, las transformaciones psíquicas que experimentan las personalidades directoras del partido en el curso de sus vidas; por otro lado, la evolución natural de la psicología de la organización, necesaria para no quedarse apartada de la circulación de las élites. Susana Díaz desplaza a Sánchez porque su evolución psíquica le permite ver como una rémora a quien hace apenas un par de años veía como un títere; y porque la oligarquía socialista percibe que su supervivencia se cifra en apartar la china en el engranaje que amenaza con producir un descarrilamiento en la circulación de las élites. Mera cuestión, en fin, de supervivencia.
Consumado el sainete socialista, parece evidente que a Podemos se le presenta una excelente oportunidad de medro electoral, como ya han detectado sus líderes. Pero Michels también previó esta coyuntura: “Aparecen entonces nuevos acusadores denunciando a los traidores. Pero, después de una era de combates gloriosos y de poder sin gloria, terminan por fundirse con la vieja clase dominante tras lo cual soportan, una vez más, el ataque de nuevos adversarios que apelan al nombre de la democracia. Es probable que este juego cruel continúe indefinidamente”.
Y para que las masas no perciban la descomunal crueldad de este juego indefinido es necesario montar de vez en cuando astracanadas o pasteleos, incluso tingladillos y chirlatas, que las mantengan entretenidas.
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