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Tema: Reflexiones sobre la Constitución del 78: “¿ruptura o continuismo?”

  1. #1
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    Reflexiones sobre la Constitución del 78: “¿ruptura o continuismo?”

    Reflexiones sobre la Constitución del 78: “¿ruptura o continuismo?”


    Javier Barraycoa







    La transición democrática sólo fue posible gracias a presentarse, aparente y formalmente, como una continuidad del régimen el franquista y no como una ruptura radical con el mismo. Por mucho que hoy se nos quiera mostrar la aprobación de la Carta Magna española como un acto constituyente de un nuevo régimen e independiente del anterior, esto no fue jurídicamente así. Torcuato Fernández-Miranda y su famosa argucia: “de la ley a la ley” fue el artífice de esta estratagema que permitió este carácter continuista de la transición.



    No en vano, a la Constitución del 78 se la conoció inicialmente como la “octava” Ley Fundamental del Movimiento. Ello no impidió que la Carta Magna derivara en contradicciones evidentes y previsibles: por un lado, se debía a un proceso legal derivado del franquismo y, a la vez, se redactó para desarrollar un cuerpo jurídico que disolviera el régimen del que procedía. La nueva Constitución fue aprobada en referendo y se consumó como una extraña continuidad-rupturista con el Régimen anterior. De ahí que aún arrastre contradicciones que la llevan, con mayor o menor premura, a su autodestrucción.

    Muchos políticos, medios de comunicación y “expertos”, han trabajado durante décadas para presentarnos la Constitución del 78 como símbolo de ruptura para con el franquismo y el inicio de una etapa radicalmente diferente, en el orden político. Para ello se ha ido creando el imaginario de un “pueblo” que se levantaba contra la tiranía e imponía su voluntad y ansias de libertad, “dándose” a sí mismo una Constitución democrática. A ello se unió el pacto de silencio sobre el verdadero origen de la nueva “clase política democrática”, tanto los dirigentes pertenecientes a la UCD como los del PSOE. Estos dos grandes partidos que surgían aparentemente de la nada con unos recursos inimaginables y de sospechoso origen, configuraron el bipartidismo. Nadie quiso denunciar que buena parte de esta nueva casta, distribuida entre derecha e izquierda, procedía de muchas de las viejas familias franquistas. El reciclaje en “demócratas de toda la vida”, fueran socialdemócratas o del centro conservador, se produjo de la noche a la mañana.

    Nadie quiso denunciar que buena parte de esta nueva casta, distribuida entre derecha e izquierda, procedía de muchas de las viejas familias franquistas.



    Podríamos recurrir a muchos textos de expertos constitucionalistas y básicamente muchos de ellos tienen que reconocer que se produjo esa continuidad legal con el anterior régimen. Sin embargo, para distanciarse, presuponen que el nuevo régimen democrático tuvo –aunque con fallos- su propio proceso constituyente y que aunque la legalidad provenía del cuerpo jurídico franquista, su legitimidad provenía del pueblo que la había refrendado. Este recurso intelectual para presentar la Constitución como fruto de la voluntad del pueblo español, tenía sus peligros. El más grande es que se concedía una primacía a la voluntad política sobre la legalidad. De ahí que la Carta Magna, acabara –y aún hoy en día es así- dependiendo de las voluntades políticas dominantes. De hecho su estabilidad durante una generación, se debió a que las esas voluntades políticas llegaron al famoso “consenso”. Pero cuando éste se resquebraja, la legitimidad del texto desaparece.

    su estabilidad durante una generación, se debió a que las esas voluntades políticas llegaron al famoso “consenso”. Pero cuando éste se resquebraja, la legitimidad del texto desaparece




    Este mal de raíz, aunque se haya querido ocultar siempre, no ha desaparecido. Hoy por hoy, la interpretación del texto constitucional depende de la voluntad política. Hasta hace poco, se trató a la Carta Magna como algo casi “sagrado” e inviolable. No obstante, la emergencia de nuevas voluntades y fuerzas políticas, están haciendo temblar el texto que –como veremos- adolece de criterios fijos de interpretación.

    De hecho, la primacía de la voluntad política sobre lo jurídico, explicaría por qué la redacción de la Constitución careció de técnicos juristas y politólogos apropiados o por qué un texto tan fundamental y se redactó y discutió en tres meses. La respuesta es sencilla: urgía para el nuevo entramado democrático –previamente diseñado como un bipartidismo- y por eso nadie se detuvo a analizar el texto de la carta Magna como un “todo” lógico y coherente. Más bien, el proceso de redacción y discusión se asemejó a un mercadeo, donde las discusiones de los ponentes no eran técnicas, sino sobre pequeñas cuñas y matices que se empeñaban en introducir o sacar del texto. La ausencia de técnicos impidió prever futuras contradicciones en los desarrollos legislativos y que nos ha llevado hasta la situación actual.

    https://barraycoa.com/


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  2. #2
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    Re: Reflexiones sobre la Constitución del 78: “¿ruptura o continuismo?”

    SOBRE LA CONSTITUCIÓN Y NUESTRA CONSTITUCIÓN





    Manuel Fernández Espinosa

    No quiero justificarte
    como haría un leguleyo,
    Quisiera ser un poeta y escribir tu primer verso.


    Gabriel Celaya, "España en marcha".



    El presente artículo se basa, sobre todo, en la lectura de "Historia Secreta de la Constitución" de Ricardo de la Cierva. Es por ello una reflexión muy parcial, pero creo que lo suficientemente sustanciada. Por supuesto que podría acometerse un ensayo mucho más completo, pero por hoy basta así.




    Ricardo de la Cierva (1926-2015) escribió un libro que conviene leer este día, cuando la España oficial celebra el llamado Día de la Constitución: "Historia Secreta de la Constitución. chantaje a la Corona" que formaría parte de sus "Episodios Históricos de España", publicados en ARC Editores, a finales de la década de los 90 del siglo pasado.


    Con Ricardo de la Cierva se puede estar en algunas cosas y en otras, ya sabemos que no tanto. Sin embargo, como historiador y como ponente de la Constitución resulta el documento de un testigo de vista, a la vez partícipe y espectador. Su participación en la elaboración de la Constitución de 1978 no le ofusca a la hora de presentar las cosas como las recordaba, pudiendo escribir:


    "La Constitución no suscitaba interés alguno y, para colmo, le dedicaron un monumento en los altos del Hipódromo que parece una obscenidad geométrica" (op. cit., pág. 99).


    Además de contextualizar mundial y nacionalmente la época en que dieron a luz la Constitución, Ricardo de la Cierva nos ofrece de primera mano las tensiones en que el grupo constituyente alumbró la ley de leyes. Y lo que más se le agradece es que conscientemente se aparte de la corriente dominante que tiende a mitificar tanto la transición democrática como la Constitución: algunos, en su acomplejamiento irremediable, hasta han hecho de la Constitución de 1978 el único soporte de su "patriotismo" que gustan llamar "patriotismo constitucionalista", como si no hubiera España antes de 1978.


    Para algunos -entre los que me incluyo- la Constitución de 1978 no inspira el entusiasmo que a fuerza de Informe Semanal y Documentos TV, series televisivas y canciones de la época, se nos pretende insuflar. De la Cierva aporta las observaciones que hiciera Joaquín Aguirre Bellver a la Constitución en su libro "Así se hizo la Constitución", del mismo año:


    - Es desmesuradamente larga.


    -Es ambigua.


    -La libertad de expresión queda establecida, pero no lo suficientemente salvaguardada.


    -La eliminación de los senadores reales restó calidad y eficacia al Senado, convirtiéndolo en una institución superflua y de altos costes económicos, como al día lo es.


    -A la Corona se le redujo a su mínima expresión, relegándola al papel de moderadora.


    -El gran problema de la Constitución es el Título VIII que se dedica a la confección del Estado Autónomico, atribuyendo confusamente competencias estatales a las comunidades autónomas que estaban por crearse.


    Pero lo que más nos parece interesante de toda aquella época es contemplar la catadura de sus actores principales, no ya en la confección de la Constitución misma, pero sí que como protagonistas de aquel momento de cambio: Adolfo Suárez, Enrique Tarancón, Fernando Abril, Manuel Fraga, Felipe González, Alfonso Guerra, Santiago Carrillo, etcétera... A día de hoy todos y cada uno de estos personajes goza de una reputación, muchas veces, superior al mérito de su actuación. Para ser Ricardo de la Cierva el autor (hombre de derechas), podemos decir que -pese a la corrupción que fue la tónica dominante de los gobiernos socialistas que estaban por venir- Felipe González es el que mejor sale parado.


    De la Cierva nos aporta noticia de las íntimas pretensiones de Adolfo Suárez quelideraba la UCD que con base electoral de "centro-derecha" estaba -¿sorprendentemente?- secuestrada a efectos prácticos por un grupo directivo que apostaba por el "centro-izquierda", el que llamaban la "Empresa" formado por el mismo Suárez, Abril, Fontán y Rafael Arias Salgado. La tesis que prevaleció en el núcleo interno de UCD era la enunciada por Arias Salgado a Suárez con estas palabras: "A la derecha la tienes segura, no tiene a quién votar más que a ti. Vayamos a la conquista de la izquierda moderada". El planteamiento, considerado como mera técnica política, parece aceptable desde el punto de vista estratégico; pero la minoría centro-izquierdista de UCD se olvidaba que a la derecha, UCD todavía tenía a Fraga Iribarne y más a la extrema derecha (que, por lo visto, no contaba) a Blas Piñar. Y frente a UCD, como principal competidor para apoderarse del voto de la izquierda moderada, tenían nada más y nada menos que a Felipe González que de tonto no ha tenido nunca ni un pelo. Pero si como técnica electoral podría ser admisible, la falacia centro-izquierdista de UCD delataba un cinismo político muy propio de la derecha acomplejada que siempre ha tenido España. Además que eso era muy fácil proponerlo, pero Suárez muestra -a la luz de lo que nos cuenta De la Cierva- una notable inconsistencia como político, su tendencia al consenso, su facilidad para doblegarse, su inseguridad a la postre y sus preferencias por el centro-izquierda hicieron el resto... Lo que explica que el gato al agua se lo terminara llevando Felipe González.


    El núcleo directivo de centro-izquierda de UCD resultó nefasto para lo que pone en evidencia Ricardo de la Cierva, nada sospechoso nuestro historiador de carlista ni de nacionalista vasco. Los preliminares de la Constitución estuvieron a punto de zanjar (o al menos paliar sensiblemente) una herida histórica, la que infligiera Baldomero Espartero y, más tarde, Cánovas del Castillo al foralismo vasco. El último día de los debates de la comisión se alcanzó uno de los anhelos más profundos del pueblo vasco, redactándose:


    "A este efecto se derogan, en cuanto pudieran suponer abolición de derechos históricos, las leyes de 25 de octubre de 1839 y 21 de julio de 1876 y demás disposiciones abolitorias".


    Aquellas leyes de Espartero y Cánovas eran un castigo revanchista por la lealtad de las provincias vascongadas a la causa carlista. El PNV había hecho suyas estas demandas (no voy a entrar aquí en la legitimidad que pudiera asistirle), de cara a su electorado, y recibió con entusiasmo esta rectificación histórica. "Había sido una victoria de la sensatez, el consenso y la historia" -apunta De la Cierva. Los senadores vascos habían logrado 13 votos contra 12 y rezumaban satisfacción. "El portavoz de UCD, Jiménez Blanco, participaba del entusiasmo general. UCD había puesto en contra sus doce votos sabiendo que perdería la votación. Jiménez Blanco decía: "Pido a Dios que este incidente sirva para que se solucionen los problemas del País Vasco". Los demás -incluso los senadores vascos- expresaron el mismo deseo" (op. cit.)


    Sin embargo, cuando estaba a punto de aprobarse... "De pronto irrumpió en el Senado por la parte de atrás el vicepresidente del Gobierno y senador real Fernando Abril Martorell que apenas había intervenido en los debates senatoriales y se lanzó en tromba contra la disposición adicional de los territorios históricos forales." El resultado fue que: "Desaparecía la derogación de las leyes antiforales de 1839 y 1936: los carlistas volvían a perder su primera y tercera guerra de siglo XIX y el PNV, de raigambre carlista, que había asumido como cuestión esencial, de vida o muerte, la misma reivindicación, perdía su gran oporturnidad, su máxima ilusión política y advertía que haría lo imposible para que el electorado vasco votase en contra de la Constitución en el referéndum".


    Resulta sorprendente que esa minoría de centro-izquierda que conducía a UCD reaccionara con tal saña contra esta enmienda que podía haber restañado las heridas que se remontaban al siglo XIX; Fernando Abril Martorell se opuso con tanta vehemencia contra esta enmienda que "a veces con puñetazos sobre el pupitre, que muchos -dice De la Cierva- pensamos que defendía el retorno al texto del Congreso y la supresión del texto vasco por una especie de cuestión personal". Asío fue como -por esta cabezonería de los que se ufanaban de espíritu de consenso- el problema vasco otra vez quedaba sin solución y terminaría enconándose. Oportunidad perdida del proceso constituyente de 1978.


    La posición de la Iglesia en todo el proceso constituyente estuvo regida por el nefasto nuncio apostólico Luigi Dadaglio y por el no menos nefasto Vicente Tarancón que ese año pugnó por presidir la Conferencia Episcopal; los curas progresistas perpetraron en España lo que el mismo Pablo VI había calificado como "autodemolición" y los más tradicionales veían que la Constitución salía sin mención ninguna a Dios, por lo que se la denominó "Constitución sin Dios". Al final, los artífices de la Constituciónconsintieron mencionar, a título más bien histórico, a la Iglesia Católica en el texto constitucional; pero eso siempre es un caramelo envenenado: también una esquela fúnebre es una citación histórica y póstuma.


    El libro de Ricardo de la Cierva que he comentado puede servir para hacernos cargo de la debilidad con la que nació la Constitución de 1978, debido sobre todo -y es lo que deduzco de su lectura- a la pusilanimidad de las mentes confusas y acomplejadas de la derecha, el centro-derecha, el centro-centro y el centro-izquierda que actuaban por ese entonces como representantes de más de lo que entonces era la mitad de España. Y estos mismos achaques son los que el Partido Popular, como partido de aluvión a donde confluyeron los "centros" desnortados, la derecha social y más tarde buena parte de la extrema-derecha del postureo, ha venido arrastrando hasta el mismo día de hoy. La sociedad española se decantaba mayoritariamente a la derecha en lo social, pero no le gustaba identificarse con la derecha política -nos dice De la Cierva. Se ve que las cosas no han cambiado mucho.


    La izquierda, por su lado, podía estar en minoría en aquel entonces, pero mostró siempre mayor inteligencia y audacia políticas y, convirtiéndose en izquierda del sistema, incluso llegó a conquistar buena parte del electorado, no sin llenar de orgullo y satisfacción a Juan Carlos de Borbón. Lo que durante la transición democrática se revela, contra la tópica idealización que se ha hecho de ella como "modélica", es el miedo patológico de la derecha política y, por ende, la social: un miedo que no ha podido sacudirse en todos los años de democracia representativa y partitocrática. Y ha adquirido tanta experiencia en el miedo que esa es, pudiéramos decir, su auténticaconstitución: el miedo. Se entiende que hoy haya hasta aprendido a rentabilizar los miedos que inspira y promociona contra la extrema-izquierda.


    Pero, a fin de cuentas, ¿qué derecha ni qué izquierda tenemos hoy? Todos aceptan el mismo menú que nos ofrece el Nuevo Orden Mundial, todos juegan a arrodillarse ante la hegemonía anglosajona (imponiendo incluso el bilingüismo inglés-español en la enseñanza), dejando que afloren nuevas Gibraltares de USA sobre nuestro suelo, enrolándose en las guerras de otros sin sacar nada más que unas palmaditas en la espalda, aceptando todas las corrupciones ideológicas como la de género e imponiéndolas con esfuerzo digno de mejor causa sobre toda una población a la que se la trata como a un rebaño sin pastor. ¿Dónde está nuestra "soberanía" cuando instancias mundialistas como el Banco Mundial nos hacen hasta el traje de mendigo?Multinacionales nos colonizan, poderes ajenos nos mangonean.


    Siempre he pensado que España está constituida desde hace más de mil años, en el III Concilio de Toledo del año 589. Será por esa misma antigüedad venerable que hay tantos escombros, huesos y sangre de todos, hispanorromanos y visigodos, comuneros e imperiales, austracistas y borbónicos, carlistas y liberales, rojos yblancos... sobre nuestra verdadera CONSTITUCIÓN que, de serlo realmente, será la que nos mantenga en pie, conscientes de ser un pueblo formado por muchos pueblos que, cuando han ido en la misma dirección, no sólo han sido libres, sino progenitores de mundos. La mía es una Constitución no escrita, íntima y consustancial a nuestro pueblo en una solidaridad sin ruptura con las generaciones hispanas del pasado y con la voluntad de perpetuar nuestra estirpe en el futuro.


    No, como español, no tengo nada que celebrar hoy. No me reconozco en esaConstitución que hoy congregará a los "patriotas constitucionalistas" en su pantomima, mientras todo se va al garete. O que excitará a los que la quieren reformar o abolir, para refundar una república... Vaya usted a saber: a mí todos mesobran. Yo no celebraré nunca ningún producto de los miedos, de la confusión, de la endofobia y del acomplejamiento por sistema. Nuestra Constitución más íntima esnuestro propio ser hoy en trance de desaparecer. Gabriel Celaya barruntaba lo que está por llegar, si no perecemos en el intento:


    Somos bárbaros, sencillos.
    Somos a muerte lo ibero
    que aún nunca logró mostrarse puro, entero y verdadero.



    RAIGAMBRE

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  3. #3
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    Re: Reflexiones sobre la Constitución del 78: “¿ruptura o continuismo?”

    Nada que celebrar

    DICIEMBRE 6, 2016 BY DISIDENCIALEAVE A COMMENT
    Es un lugar común atribuir la democracia, el régimen de libertades y la prosperidad de España a la Constitución de 1978 que hoy se conmemora.
    Y es falso.

    Dad una colleja al que diga que el escudo es “anticonstitucional”. O enseñadle esta foto.
    Se suele decir que en la Constitución se llegó a la reconciliación de los dos bandos de la Guerra Civil. Chorradas: a esa reconciliación ya habían llegado nuestros abuelos solos. El propio Suárez, una figura que hoy se ensalza exageradamente y en vida se vilipendió sin merecerlo, decía que sus proyectos de reforma obedecían a hacer políticamente normal lo que en la calle ya era normal.
    Se suele decir que la Constitución es algo que los españoles nos dimos a nosotros mismos en una Transición “modélica”. Ambas cosas son falsas: la Constitución es una carta otorgada redactada en reservados llenos de humo donde se hicieron tremendos cambalaches. Así, al ver que en Cataluña la izquierda comunista tenía las de ganar, se llamó a Tarradellas del exilio para avivar el voto nacionalista con la condición de luego meter el coso ese de las “nacionalidades” en la Constitución. Si los falangistas del “búnker” gritaban que España antes roja que rota, la derecha modosita y la socialdemocracia fetén europeísta preferían lo contrario, España bien rota, pero para ellos los cachos.
    Que esa es otra, nuestros “padres de la Patria” quieren hacernos creer que España la han inventado ellos, siguiendo las tesis de “patriotismo constitucional” de Habermas, al que desde aquí y ahora consideramos como un criminal contra el pensamiento y lectura sólo apta para adultos informados conscientes de que es veleno puro. Obviamente por pura lógica para que una nación se otorgue unas leyes, primero debe existir dicha nación, pero no estamos para discutir el huevo o la gallina. Tenemos también que ver a los ponentes constitucionales: exministros de Franco, comunistas a sueldo de Moscú… y eso es lo más decente. Porque las opciones “moderaditas”, como el entonces favorito del Rey, Suárez y su UCD, trincaban dinero del Sha de Persia. Luego Campechano borbonearía a Suárez a base de bien, pero de eso ya hablaremos cuando toque hablar del 23-F, si nos da el siroco y queremos que cierren el blog y nos entrullen para comer caliente y tener techo gratis.

    ¿De qué se ríen? ¡De usted!
    Qué decir del PSOE, el partido más corrupto de España ganando a CiU o como carajo se llame ahora el cortijo de Pujol y las 300 Familias. Ya desde 1974 venía recibiendo dinero de las socialdemocracias alemana y francesa, lo que permitió a un partido que se había tirado 40 años de vacaciones y tenía tan pocos militantes que “cabían en un taxi” convertirse en la principal fuerza de la oposición frente a un PCE que sí, serían rojos matacuras, pero al menos habían estado contra Franco siempre. Había que evitar que España se convirtiera en un Portugal a lo grande, cosa que se consiguió y que luego Felipe González pagaría con intereses a sus amos europeos.
    Mientras tanto España estaba en sus particulares “años de plomo”. ETA ha matado a más personas en democracia que en la dictadura, y la mayoría después del 6 de diciembre de 1978. Curiosamente entre los asesinados no hay ningún famoso comisionista ni nadie especialmente corrupto, pero sí militares y políticos del “búnker”. Obviemos también que gracias a la Constitución, que prohíbe la pena de muerte, tampoco se puede ejecutar legalmente a los traidores ni a los terroristas (otra cosa es hacer una chapuza ilegal y contraproducente como fue el GAL). Obviemos también la riada de drogas y corrupción de menores que vino tras la Constitución. Pasamos de una época en la que hasta los izquierdistas acérrimos denunciaban al borracho como parásito a otra en la que los respetables profesores universitarios decían que “el que no esté colocado, que se coloque”.

    Y no se referían precisamente a encontrar un buen puesto de trabajo. Porque esa es otra, la epidemia de paro estructural en España empieza en esos años.
    Podríamos tirarnos artículos enteros hablando de cómo la vaguedad de la Constitución en el tema territorial trata de contentar al mismo tiempo a los que quieren ser más que todos los demás y a los que no quieren ser menos que nadie por habernos creído (¡ilusos!) lo de la igualdad de todos los españoles ante la Ley. Cosa que es obviamente imposible, o contentas a unos o a otros. Y de cómo efectivamente no establece una separación de poderes, de cómo favorece la aparición y mantenimiento de élites extractivas, etc… probablemente lo hagamos.
    Y con esto no quiero que nadie se confunda: no tengo ninguna esperanza en una reforma constitucional. Si gente formada en el franquismo no pudo hacer más que un pan como unas hostias, menos aún los lobotomizados en la memocracia seremos capaces de sacar adelante un texto coherente.
    Sí, hubo cosas positivas en la Constitución. Pero no son mérito de ella: son mérito de los españoles de entonces, que en su mayoría demostraron un civismo y una ilusión por tratar de vivir en paz y justicia dignos de mejor causa. Dignos de un mejor documento, al menos.
    Por eso, como tantos otros españoles, el 6 de diciembre no tenemos nada que celebrar. Otra cosa es el 8… una historia apasionante.

    Nada que celebrar | Disidencia
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    «¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
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  4. #4
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    Re: Reflexiones sobre la Constitución del 78: “¿ruptura o continuismo?”

    .
    Última edición por ReynoDeGranada; 07/12/2016 a las 17:18 Razón: Repetido
    «¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
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    Re: Reflexiones sobre la Constitución del 78: “¿ruptura o continuismo?”




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    Última edición por Martin Ant; 08/12/2016 a las 16:09
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    Re: Reflexiones sobre la Constitución del 78: “¿ruptura o continuismo?”

    ¡A REFORMAR LA CONSTITUCIÓN!




    por Juan Manuel de Prada

    (ABC, 5 de diciembre de 2016)



    Como Julio Camba, pienso que la única Constitución buena no es la que se hace con artículos, sino con rayas que establezcan el límite del atropello de los gobiernos a los ciudadanos. Camba se burlaba ferozmente de la manía constitucionalista, que se le antojaba una engañifa de truhanes empeñados en vivir a nuestra costa: “¿Pero es que ustedes han tomado en serio –escribió-- a los diputados cuando les decían que sin Constitución no hay manera de vivir y que como ellos eran los únicos capacitados para hacer una, teníamos que mantenerlos en el Congreso hasta que la diesen por terminada, so pena de un cataclismo nacional? Más difícil que vivir sin Constitución me parece a mí vivir sin dinero, y ello no obstante, los españoles vamos tirando todavía”. Si en tiempos de Camba los diputados afirmaban que sin Constitución no hay manera de vivir, ahora nos dicen que no hay manera de vivir sin reformarla.

    En su magnífico y más reciente libro que encarecidamente recomiendo, “Constitución. El problema y los problemas” (Marcial Pons, 2016), Miguel Ayuso nos enseña que detrás de esta manía de hacer y reformar constituciones subyace un movimiento ideológico que políticamente se corresponde con el voluntarismo. Y es que las constituciones son siempre obra de un poder político que anhela transformar en función de principios ideológicos no sólo la organización misma del poder, sino toda la estructura del orden social. El poder político –afirma Ayuso, siguiendo al profesor Luis Sánchez Agesta—quiere configurar el orden social, no por un crecimiento o evolución de fuerzas sociales espontáneas, sino por una imposición voluntarista sobre la sociedad. Así, mediante la reforma de las constituciones, el poder político deja de ser una emanación de la comunidad que rige, para conformarla de acuerdo con los principios de su ideología política.

    San Ignacio aconsejaba no hacer mudanza en tiempo de desolación; y San Agustín nos enseñaba que el alma sólo halla descanso en las cosas que son firmes. Y, por llevarle la contraria a hombres tan sabios, se proponen nuestros diputados reformar la Constitución. Una de las reformas que más cachondos los pone es la “revisión del modelo territorial”, dizque para convertir España en un estado federal y así dejar contentos a los nacionalistas (aunque querer contentar a quien no quiere ser contentado es locura). Pero, como advierte Miguel Ayuso en su excelente libro, en un contexto post-estatal “caracterizado por el retroceso de las ideas de soberanía y territorio y por la afirmación de diversas instancias supraestatales entre las que se dispersa el poder político”, el federalismo se erige en elemento de desintegración. Por supuesto, el federalismo que nos quieren colar en la Constitución nada tiene que ver con el federalismo tradicional, sino que se trata de un federalismo perverso, acorde con los principios de la ideología política imperante, que actúe como “instrumento de desnacionalización”. Como explica Miguel Ayuso, “un federalismo que disuelve los Estados nacionales como si fueran quistes que deben ser extirpados, permite la convergencia de los nacionalismos larvada o explícitamente secesionistas con los supranacionalismos las más de las veces sinárquicos”. Es decir, se trata de entregar España a la rapiña secesionista y, a la vez, a las consignas del mundialismo.

    Y es que, como decía Camba, “para estos energúmenos es lo mismo ensamblar las piezas de un puzzle, a fin de formar un cuadro, que coger un cuadro y hacerlo añicos, al objeto de crear un puzzle."



    Fuente: FACEBOOK JUAN MANUEL DE PRADA
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  7. #7
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    Re: Reflexiones sobre la Constitución del 78: “¿ruptura o continuismo?”

    El problema fundamental se sabe desde que existe dicha constitución, y es que no se notan exigencias a la hora de garantizar su aplicación para todo el mundo y, por igual. Acaso los políticos no pueden ser juzgados por sus crímenes de la perversión ( y corrupción ) y al estar blindados por la Justicia -que ellos mismos manipulan de una forma u otra- es papel mojado. Papel mojado que es aprovechado por la otra facción de La Masonería para utilizar y aprovechar sus herramientas históricas de los siglos más recientes ( comunismo, sionismo, etc ) y así argumentar unos y otros que : efectivamente gracias a la Constitución España es fuerte. Siendo todo lo contrario.


    Las reformas constitucionales escandalosas que han sufrido determinadas leyes o disposiciones adicionales han aumentado el sentimiento de abandono a los españoles, que, han visto como vendían todos los logros de protección a España por Franco por entrar en el Plan Kalergi y su invasión pronosticada ( La Masonería ). En toda ocasión manifiestamente promovida por los propios políticos masones ( una gran mayoría en el Templo Sagrado desde hace décadas y desde 1978 ) supuso la evidencia abrumadoramente bochornosa del olvido ya continuado de los españoles para elegir su futuro.


    En los últimos años todos esos daños consentidos y promovidos por los propios políticos ¨ salvapatrias ¨ han provocado los ya problemas existentes inmediatamente antes de la muerte de Franco : Terrorismo, Sionismo, Espionaje, aumento de las políticas separatistas, infiltración en la Iglesia católica, etc. Y, luego, otros más : desempleo, intrusismo político por extranjeros, corrupción de las finanzas, creación de regiones autónomas adoctrinadas con enseñanzas tergiversadas y politizadas, drogas, inseguridad ciudadana, inmigración masiva y descontrolada, permisividad con sectas anti-occidentales aludiendo al supuesto religioso, el aborto indiscriminado, la ley de delitos de Odio, la VioGen ( Violencia de Género y su Feminismo terrorista subvencionado ; donde el varón es un sujeto criminalizado por el mero hecho de su natural condición de MACHO ), cesión institucional de las tecnologías en España a Industrias de espionaje extranjeras ( casi todos los portales y meta-buscadores de información en la Red de Redes ), fomento de negocios privados extranjeros por encima de los pequeñas y medianas empresas, cesión temporal del control democrático en zonas donde prohibe la Fiesta Nacional y luego al cabo de años se reconoce su error, la cesión a las políticas extranjeras para la natural protección de las fronteras de España, apertura de la verja de Gibraltar con el consiguiente tráfico ilegal de productos con exenciones de impuestos y el refugio de contrabandistas -de forma histórica-, permitir a organizaciones terroristas ; acaso S.O.S. Racismo y sus líderes del F.R.A.P. ó de E.T.A. meter la mano en todo tipo de asuntos sensibles e institucionales, promoción de políticas para la progresiva pérdida de la identidad española, y así un largo etcétera, donde los españoles ya no tienen duda cuando sufrieron la puntilla del olvido a la hora de hablar en la sucesión del Rey de España ( donde un gran número de republicanos hubieran votado afirmativamente y donde la mayor parte de España hubiera dicho sí) perdería esa oportunidad ocasional que sólo ocurre cada cuarenta o cincuenta años.


    Una constitución que dice que los españoles tienen el deber y el derecho para determinados asuntos que son ocultados en cifras reales ; acaso con baremos políticos del partido político en el gabinete de turno con las cifras manipuladas de desempleo, acaso con los deshaucios mientras se rescatan bancos y entidades financieras privadas con el dinero de los españoles -sin consulta, ni permiso-, donde aparecen noticias en la Comunidad valenciana dominada por La Masonería ( y sus herramientas subvencionadas ya en el poder ) que entregará más de quinientos euros mensuales a inmigrantes ¨ sin papeles ¨ ( intrusos ) mientras militares impedidos piden en las calles heladas de toda España, acompañada en sus cercanias de los que ayer eran Clase Media, sin ayuda de ningún tipo o manera....


    Cuando algo es papel mojado hace que aparezcan empresas privadas envalentonadas con gente contratadas ( los llaman -trolls- ¿sabe usted que son gente de perfil subversivo y anti-occidental ? ) para cumplir las políticas de La Organización del Carbón y otros entes supranacionales ( acaso la ONU ) que cierran las cuentas de usuario de Sindicatos de La Policía en España. Esas mismas empresas que son famosas en todo el mundo de los bits, y, que se ha descubierto que son igualmente más herramientas de La Masonería, quedando así para el año 2016 : Twitter ; segundo accionista un magnate activista musulmán asiduo de ¨ Las Mil y Una noches en Ibiza ¨ y de Facebook ; en su dirección por otro magnate extranjero sionista ( herramienta de La Masonería también ) incrustando a su nieto con apellido cambiado -para no promocionar asuntos de familia- y donde sus fundadores y creadores tuvieron que salir huyendo de EUA al perder juicios por reclamación de participación y de motivos fundacionales reconocidos. Recordemos que espiar es un delito muy grave con penas de prisión de más de dos años de cárcel, y sólo permitido por estamentos militares y de inteligencia en situaciones de guerra o conflicto armado, aspectos que no impide que aparezca ésta frase en España y sus metabuscadores adaptados a ésta nación con : ¨ Descárgate el programa para espiar un iphone o pc ¨.


    Una constitución que protege más al extranjero o al intruso que al propio ciudadano y nativo español, con asuntos de Racismo que son legales e históricos para la cultura Hispana y que ha sido distorsionado por la mano del anglosionista al terminar la Segunda Guerra Mundial, como se sabe con La Famosa Propaganda de forma ininterrumpida en las películas jolivudienses que nunca han tratado esas decenas de miles de películas y filmes la temática nazi de más de 150.000 judíos en el Ejército Alemán de Hitler ( de raza judía,no de religión sionista ) ó la amistad personal de Jesse O. con Hitler, ó que su chófer era judío y fue designado Ario Honorario del año en la Alemania de Hitler, o acaso que la mujer del padre de La Familia y Protección de la Alemania nazi su esposa era judía...ha supuesto que aparezca la : sobreprotección innecesaria, ya que la palabra anti-semita es nueva y mal definida, acaso porque en la propia Biblia aparece SEM ; personaje histórico biblíco.


    Podríamos seguir hasta efectuar un ensayo, no propiamente interralacionado con el ¨ contacto de hombres ¨ o el rugby, sino más centrado en la exposición intelectual de algunos investigadores y estudiosos que son metidos en la cárcel y posteriormente perseguidos por el mero hecho de ser libreros y, patriotas españoles en el 2016, y antes de éste. Se ha dicho que cuando algo u alguien va contranatura su fracaso es esperado ; en su propia constitución.


    Cuando alguien me ha preguntado por mi simpatia o afinidad política, siempre he dicho lo mismo, algunas veces mis lecturas me han confirmado algo que ya aparecía en mi conciencia, y es : ser patriota, en ello español. Español y patriota porque no hay nada en la vida de un sujeto que conforma un grupo histórico o de identidad que puede elevar ese sentimiento que le ha hecho recoger su herencia natural. De facto hay quien dice que en asuntos de megapolítica refieren a La Diversidad como algo negativo y otros como algo positivo, y gente como yo decimos que La Diversidad es ya preexistente cuando no existían banderas, hace decenas de miles de años antes ; y, que un ser supremo ( acaso Cristo ) lo designó así : es decir que el mundo se creó de forma que las razas estuvieren separadas y aisladas para su propia existencia porque alguien lo entendió así. Y nosotros no tenemos por qué dudar de ese alguien.


    Excepto los artículos bibliográficos, lo que aquí y en otros expongo ; para dar mi opinión personal, no son preparados previamente, surgen de forma natural -sobre la marcha-.


    Por cierto, simpatizo mucho con el profesor Barraycoa y otras gentes preparadas en el sentido común. Con Juan Manuel de Prada tengo mis reservas porque busca en algunas ocasiones un adorno innecesario para determinados asuntos sensibles de la historiografía. Otros más como Pío Moa aprovecha el desenlace de la Historia de La Guerra de Liberación -sobretodo- para argumentar opiniones personales para exponer una tesis más cercana a la que precedió al sistema protector del 39 ; acaso con el Liberalismo y sus críticas marginadas a Democracia Nacional llamándolos ¨ nazis ¨ con sonidos de respiración entrecortadas por una intuitiva burla ; que no impide que aparezca en esos portales interactivos de La Masonería ( Twitter y Facebook, y en páginas de usuarios los ya aludidos ), y que el orden y el respeto no impide que sean incompatible en las personas para unirse en un ideal común de España.


    Muy atractivo el hilo. Gracias.


    * Puede haber errores ortográficos involuntarios por la interactuación e interacción de hombre y máquina.
    Última edición por SignaSuperVestes; 13/12/2016 a las 23:23 Razón: Pulsaciones por minuto

  8. #8
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    Re: Reflexiones sobre la Constitución del 78: “¿ruptura o continuismo?”

    NI CONSTITUCIÓN NI RÉGIMEN JUANCARLISTA


    Publicado Por: Ros d'Eroles Fecha: 20:44 / Comentarios : 0
    NI CONSTITUCIÓN NI RÉGIMEN JUANCARLISTA

    Pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará lleno de oscuridad. Así que, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡cuán grande será la oscuridad! .Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro..
    Mateo 6:23-24

    La defensa de nuestra Patria, nuestra historia e Identidad son incompatibles con la llamada Constitución española o con cualquier Constitución*(1) que quiera imponerse sobre nestra Tierra.
    Todo patriota sabe que no se puede servir a la patria y al mismo tiempo jurar unas leyes enemigas que nos conducen a la desaparición como pueblo.
    Si para acceder a cargos públicos se obliga a jurarla o prometerla, habremos de buscar la manera de sortear estas obligaciones. Nunca jurándola y en todo caso prometiéndola por el imperativo impuesto por las leyes. De no ser así, el patriota pasa a llamarse traidor y solo se merece el despreció de nuestro pueblo.
    Terrible crimen contra la Patria cometen todos aquellos que quieren someter a nuestro pueblo a leyes extranjeras, enemigas de nuestra tradición, patria y religión.

    Así pues no hay palabras para condenar, ni castigos suficientes que puedan aplicarse a los que llamándose patriotas traicionan tan horriblemente a la Patria llevando a nuestro pueblo a su destrucción.
    Podemos entender que por falta de formación alguien pueda haber cometido ese error, pero nunca que nadie quiera engañarnos y contarnos la historia de que su juramento al orden constitucional ha sido por que Él no puede hacer lo mismo que hace la izquierda radical o el mundillo separatista.
    Alguno nos ha venido con la tontería de que "como los Batasunos lo hacen, utilizando la formula de “Por Imperativo Legal” Él no podía hacerlo", y por lo tanto optaba por dar “Su Palabra” en la defensa de dicha Ley, comprometiéndose a defender el marco jurídico anti hispánico, anti identitario, anti cristiano, anti foral, pro capitalista, pro banca y pro multinacionales y someterse al Régimen Juancarlista y a la alta burguesia monopolista que exclaviza a nuestro pueblo.
    Hoy es necesario que todos sepan que la Llamada Constitución fué redactada en un principio desde Langley (Virginia) y sus fundamentos los decidieron algunas potencias extranjeras, y diferentes organizaciones de poder internacional, con el apoyo de los Cipayos del Regimen Franquista que traicionaron a los suyos y a los que nadie había votado y a una supuesta oposición, a ese régimen, también cipaya, que tampoco nadie había votado.

    Motivos por lo que todo Patriota e identitario tiene que repudiar, y rechazar la Constitución y el orden juancarlista:

    -. La Constitución es un concepto ―y una institución jurídica― que nació de la Convención (en la Revolución francesa (burguesa)), y se concibe como acto constituyente de la nación. España existe y existía antes de su Constitución, exactamente ya antes del III Concilio de Toledo, aunque fué en esta fecha cuando se asientan la verdaderas bases que marcaron nuestra identidad como pueblo. Exacatamente fué el 8 de mayo del 589 d.C., y allí quedó sellada la unidad espiritual, étnica, política y casi territorial de España. Allí se fusionaron definitivamente las naciones de los españoles antiguos y las naciones goda y sueva.

    - .La Constitución Española ha estado concebida para que el avance de nuestros enemigos se haya producido sin apenas resistencia.

    - .La Constitución Española solo ha beneficiado a los poderosos, los banqueros, la gran burguesia monopolista, a los periodistas de la casta y sus empresas de comunicación y manipulación de masas, ha beneficiado a los corruptos, etc., y por el contrario a perjudicado y esclavizado a los trabajadores, a las gentes honradas, a los pequeños empresarios, a los justos, persiguiendo cualquier noble idea y cualquier sano pensamiento, y siempre combatiendo a la recta razón.

    - .La Constitución Española es anti-identitaria. No distingue entre un Español y/o un yigadista marroquí, o un africano de Boko Haram. Para la Constitución española el "Ius Soli" predomina sobre el "Ius sanguinis". Solo por nacer en el Estado Español se otorga la nacionalidad a otras razas que son nacionalidades extranjeras por si mismas, mientras que a un Portugués, Andorrano, Occitano, o naturales de Iparralde y la Catalunya Nord se les niega la nacionalidad.




    - .La Constitución española no contiene el Principio de Territorialidad en donde todos los españoles tienen que tener derecho a formar parte de un mismo estado reunificado con todos sus terrotorios. Se llama abusibamente España a los reinos unificados de Aragón, Castilla, León, y Navarra y se deja fuera a Portugal, Occitania, Iparralde, Catalunya Nord, la islas de Sardenya y Corcega y no hay planteamiento de recuperar Gibraltar o los territorios de la Hispania Tranfretana del norte de Africa ocupados por el islam.

    - .Para la Constitución española España es como un libro en blanco sobre el que cualquier extranjero puede escribir, un pueblo sin identidad, una tierra de nadie en donde todos los invasores pueden determinar nuestro futuro. Para la Constitución los españoles no son de raza alguna, ni tienen religión alguna, ni derechos historicos, ni cultura alguna y todos somos iguales. Los verdaderos herederos de estas tierras, es decir sus naturales, los españoles, católicos, de raza iberocelta, etc., estan relegados a último lugar.

    - .La Constitución española fué formulada por nuestros seculares enemigos, redactada en Langley (Virginia), y custodiada por la Trilteral, el Club de Bilberguer y las internacionales masónicas, e impuesta por la casta política podrida que nos sometió al Nuevo Orden Mundial.

    - .La Constitución española es abortista, ha sido la mayor arma de destrucción masiva contra nuestro pueblo. Solo en la era de la España sometida contra el islam se había matado tan cantidad de españoles. Pero no solo es un asesinato de niños, sino que este crimen lleva aparejado el agravante de que los padres de los futuros niños, han sido los colaboradores que han llevado a sus hijos al matadero, cosa que ha sido conseguida mediante una revolución antropológica que ha anulado cerebros y nos ha llevado a un genocidio sin precedentes.

    - .La Constitución española es anti cristiana. Una buena parte de sus leyes han sido un ataque a nuestra tardición cristiana y al orden natural que siempre presidió nuestras leyes y costumbres. Ha sido un ataque en toda regla que ha tenido como aliados a clerigos católicos y a Obispos que en vez de alzarse como guardianes de la fé optaron por entregarnos a los lobos y que desde sus podridos pulpitos llaman a los católicos a defender un marco legal que asesina a la fe católica.

    - .La Constitución española es antiforal, es contraria a los derechos históricos de los pueblos que forman las Españas, sus verdaderas y auténticas instituciones, es contraria a su verdadera libertad e independencia.
    - .La Constitución española no distingue entre Estado y Nación. Para ellos un español puro descendiente de españoles nacido en Estados como Mexico, Argentina, o Uruguay no es de nacionalidad española mientras que diariamente se les otorga nuestra nacionalidad a africanos, orientales etc.
    -. La Constitución española ha relegado a nuestro Ejército a ser una mera comparsa a las órdenes de ejércitos extranjeros privandolo del patriotismo y el honor que toda institución militar se merece. No es de extrañar que a diferencia de otros ejércitos éste no pueda desfilar por su territorio por la repugnacia que produce en la mayoría de nuestro pueblo.

    *(1) Otra cosa son las llamadas Constituciones catalanas que nada tienen que ver con lo que actualmente llamamos Constitución. En Cataluña los acuerdos se llamarón Usatges de Barcelona y dentro de ellos estaban los Actes de Corts, Capítulos Corts y Constitucions (cuando la leyes estaban en la petición del Rey durante su discurso de Apertura). Lo que se llama Constitucions catalanes estan más relacionadas con el nombre Códice, de Codigo o de Tronco, o de Libro, que eran la recopilación de unas leyes y fueros y esa palabra nada tenia que vercon lo que ahora denominamos Costitución.

    También se mezcla el sentido másonico de lo que altualmente se denomina Constitución con el de Carta Magna que nada tienen que ver ya que el primero es moderno, másonico y el segundo tiene que que ver con Carlo Magno.

    NI CONSTITUCIÓN NI RÉGIMEN JUANCARLISTA - Frente Identitario
    «¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
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  9. #9
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    Re: Reflexiones sobre la Constitución del 78: “¿ruptura o continuismo?”

    MUERA ESPAÑA !!! VIVA LA CONSTITUCIÓN¡¡¡

    Publicado Por: Ros d'Eroles Fecha: 20:07 / Comentarios : 0
    Desde este Bloc del Frente Identitario ya hemos manifestado lo que significa la llamada "Constitución" y todo el Ordenamiento Jurídico que de él de ha derivado.

    A continuación os pasamos un artículo de la Organización patriótica catalana SOMATEMPS, que se ha convertido en los últimos años como una verdadera organización de masas y referente intelectual del llamado mundo patriótico.

    Es muy necesario leerlo con detenimiento y prestarle la debida antención pues descubriremos cosas sobre esta ley que son desconocidas y escondidas a nuestro pueblo.


    Reflexiones sobre la Constitución del 78, el fin de la transición y la cuestión nacionalista


    La transición democrática sólo fue posible gracias a presentarse, aparente y formalmente, como una continuidad del régimen el franquista y no como una ruptura radical con el mismo. Por mucho que hoy se nos quiera mostrar la aprobación de la Carta Magna española como un acto constituyente de un nuevo régimen e independiente del anterior, esto no fue jurídicamente así. Torcuato Fernández-Miranda y su famosa argucia: “de la ley a la ley” fue el artífice de esta estratagema que permitió este carácter continuista de la transición.


    No en vano, a la Constitución del 78 se la conoció inicialmente como la “octava” Ley Fundamental del Movimiento. Ello no impidió que la Carta Magna derivara en contradicciones evidentes y previsibles: por un lado, se debía a un proceso legal derivado del franquismo y, a la vez, se redactó para desarrollar un cuerpo jurídico que disolviera el régimen del que procedía. La nueva Constitución fue aprobada en referendo y se consumó como una extraña continuidad-rupturista con el Régimen anterior. De ahí que aún arrastre contradicciones que la llevan, con mayor o menor premura, a su autodestrucción.

    Errores en el proceso constituyente: ¿legalidad y legitimidad?

    Muchos políticos, medios de comunicación y “expertos”, han trabajado durante décadas para presentarnos la Constitución del 78 como símbolo de ruptura para con el franquismo y el inicio de una etapa radicalmente diferente, en el orden político. Para ello se ha ido creando el imaginario de un “pueblo” que se levantaba contra la tiranía e imponía su voluntad y ansias de libertad, “dándose” a sí mismo una Constitución democrática. A ello se unió el pacto de silencio sobre el verdadero origen de la nueva “clase política democrática”, tanto los dirigentes pertenecientes a la UCD como los del PSOE. Estos dos grandes partidos que surgían aparentemente de la nada con unos recursos inimaginables y de sospechoso origen, configuraron el bipartidismo. Nadie quiso denunciar que buena parte de esta nueva casta, distribuida entre derecha e izquierda, procedía de muchas de las viejas familias franquistas. El reciclaje en “demócratas de toda la vida”, fueran socialdemócratas o del centro conservador, se produjo de la noche a la mañana.


    Podríamos recurrir a muchos textos de expertos constitucionalistas y básicamente muchos de ellos tienen que reconocer que se produjo esa continuidad legal con el anterior régimen. Sin embargo, para distanciarse, presuponen que el nuevo régimen democrático tuvo –aunque con fallos- su propio proceso constituyente y que aunque la legalidad provenía del cuerpo jurídico franquista, su legitimidad provenía del pueblo que la había refrendado. Este recurso intelectual para presentar la Constitución como fruto de la voluntad del pueblo español, tenía sus peligros. El más grande es que se concedía una primacía a la voluntad política sobre la legalidad. De ahí que la Carta Magna, acabara –y aún hoy en día es así- dependiendo de las voluntades políticas dominantes. De hecho su estabilidad durante una generación, se debió a que las esas voluntades políticas llegaron al famoso “consenso”. Pero cuando éste se resquebraja, la legitimidad del texto desaparece.

    Este mal de raíz, aunque se haya querido ocultar siempre, no ha desaparecido. Hoy por hoy, la interpretación del texto constitucional depende de la voluntad política. Hasta hace poco, se trató a la Carta Magna como algo casi “sagrado” e inviolable. No obstante, la emergencia de nuevas voluntades y fuerzas políticas, están haciendo temblar el texto que –como veremos- adolece de criterios fijos de interpretación. De hecho, la primacía de la voluntad política sobre lo jurídico, explicaría por qué la redacción de la Constitución careció de técnicos juristas y politólogos apropiados o por qué un texto tan fundamental y se redactó y discutió en tres meses. La respuesta es sencilla: urgía para el nuevo entramado democrático –previamente diseñado como un bipartidismo- y por eso nadie se detuvo a analizar el texto de la carta Magna como un “todo” lógico y coherente. Más bien, el proceso de redacción y discusión se asemejó a un mercadeo, donde las discusiones de los ponentes no eran técnicas, sino sobre pequeñas cuñas y matices que se empeñaban en introducir o sacar del texto. La ausencia de técnicos impidió prever futuras contradicciones en los desarrollos legislativos y que nos ha llevado hasta la situación actual.

    Un proceso “constituyente” sin Cortes constituyentes

    Los expertos constitucionalistas suelen acordar las características de un proceso constituyente para que sea legal y tenga legitimidad:

    1.- Un Proceso constituyente se origina de manera legítima, sin que sea impuesto por la fuerza.
    2.-Se convocan por parte de una autoridad legítima unas elecciones libres con carácter constituyente. Lo que se denomina comúnmente elecciones constituyentes o elecciones para Cortes Constituyentes.
    3.-La asamblea crea equipos de trabajo e inicia debates sobre los esquemas propuestos. Todo ello sin tutelaje ni imposición alguna.
    4.-El texto constituyente se somete a referéndum.
    5.-Si es aprobado, se proclama la Constitución.

    Al proceso constituyente español se le podrían poner muchas objeciones. Si nos limitamos a las más fundamentales, serían dos. Una que era inevitable: el tutelaje más que descarado de Estados Unidos y otras potencias sobre el proceso de democratización española. Hoy en día la literatura política al respecto es más que suficiente para demostrar esta tutela y la escasa iniciativa del “pueblo” en los procesos y procedimientos que se establecieron para consolidar la democracia. A la sociedad española, sólo se le pidió pasividad y que refrendaran un texto que se les ponía sobre la mesa. La vigilancia y control al que estuvo sometido el proceso “democratizador”, se debía tanto a las agencias de inteligencia americanas como europeas, que no podían permitir que todo el sur de Europa se convirtiera en una zona desestabilizada. Este control fue especialmente preponderante desde el asesinato de Carrero Blanco, hasta el Golpe de Estado del 23-F.




    La segunda objeción es que nunca hubo elecciones constituyentes ni por tanto, en sentido estricto, Cortes Constituyentes. Hoy en día prácticamente todos los manuales, ensayos, textos periodísticos, tratan las elecciones de 1977, convocadas por Adolfo Suárez, como elecciones de carácter constituyente, pero no fue así. El Decreto del 15 de abril de ese año, convocó inequívocamente unas elecciones para Cortes ordinarias. Para algunos especialistas, aunque reconocen que nunca lo fueron de iure, justifican el proceso porque lo acabaron siendo de facto. Si aceptamos esta tesis, volveríamos a la cuestión planteada anteriormente:la Constitución española carecería de legalidad, y su legitimidad se debería a una mera imposición de facto. Según ciertos expertos juristas, las imposiciones de facto pueden acabar legitimándose en el tiempo. No obstante, la distinción entre la legalidad y la legitimidad de esta Constitución es una herida abierta que nunca se ha cerrado del todo. Por eso, cada vez son más los que empiezan a dudar tanto de su legalidad como de su legitimidad y desean cambiarla sea por cauces legales o simplemente por una imposición mayoritaria.



    Un hecho que pasó inadvertido para el gran público fue que, a raíz de la victoria del PSOE que llevó a los gobiernos presididos por José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011), coincidió –no casualmente- con una apertura de la discusión de la literatura doctrinal sobre la reforma constitucional española. El gobierno socialista entabló un diálogo e impuso directrices al Consejo de Estado (supremo órgano consultivo del Gobierno) bajo la presidencia del prestigioso profesor Francisco Rubio Llorente. El Dictamen del Consejo de Estado sobre la Reforma Constitucional (CEC, Madrid, 2005), aunque desconocido para el gran público fue un aviso para navegantes sobre la caducidad de la Constitución tal y como fue engendrada en el 78.



    Se proponía hacer depender posibles reformas constitucionales de las fuerzas y de las voluntades políticas y no tanto de “principios legales” definidos desde la propia Constitución. El paradigma empezaba a cambiar y sólo unos pocos escogidos se estaban dando cuenta. Cuando el presidente Zapatero aceptó el reto de una reforma estatutaria en Cataluña, la caja de Pandora se iba abrir y liquidar el famoso “consenso”. Fue entonces cuando muchos vieron que la Constitución podía quebrarse y con relativa facilidad. Ya nada dependía de la Ley en sí misma, sino de voluntades políticas y nuevos consensos.


    Los frutos del “consenso”.

    Nadie puede dudar de que el proceso constituyente cojeara desde un principio, aunque nadie quiso reconocerlo. Por el contrario se recurrió a la “sacralización” del texto constitucional y se idealizó tanto el proceso como una inexistente “voluntad general”. Esta sublimación llegó hasta el extremo de presentar a España como modelo a seguir por todos aquellos países que pasaban de una dictadura a una democracia. Pero la transición no fue tan idílica y estuvo salpicada de presiones extranjeras, corruptelas internas, traiciones, e incluso fue un proceso cruento que contó con años de “plomo” provocados por un terrorismo sanguinario que contó con el beneplácito y complacencia de muchos de los agentes implicados en la transición.

    El sagrado “consenso” de la elite política emergente se tradujo en que todos tenían que renegar a principios innegociables en su fuero interno: hubo republicanos e izquierdistas que tuvieron que aceptar la monarquía y viejos franquistas que aceptaron casi sin rechistar el Estado de las Autonomías. Como por instinto de supervivencia, los agentes intervinientes entendieron que todos podían ganar, y mucho, si aceptaban ese “consenso” y sacrificaban sus principios. Por tanto, los viejos o nuevos ideales, esto es el maximalismo, debían replegarse y asentarse en el minimalismo y en el pragmatismo. No habría perpetuación del antiguo régimen ni revolución, sino un extraño híbrido en el que nadie estaría cómodo pero en el que todos podían aprovecharse de un nuevo estatus de privilegio.

    Adolfo Suárez pronunció una famosa frase para sintetizar el proceso que debía llevar a una Constitución democrática: “Vamos a hacer normal lo que en la calle ya es normal”. Sin embargo, esta frase era engañosa. No se trataba de ajustar la Constitución a la sociedad, sino lo que se pergeñó –sutilmente- fue una transformación de la sociedad para adaptarla al espíritu de la Constitución. A golpe de leyes y dinámicas políticas y mediáticas, la sociedad española se transformó radicalmente en escasas décadas. Pocos de los democristianos y centristas, eran capaces de imaginar que esa Constitución que defendían a capa y espada abriría las puertas a realidades sociales que en su fuero interno aborrecían. Alguien podría pensar que este cambio era necesario pues el franquismo habría “anquilosado” la sociedad, pero este punto de vista es propio de los que no distinguen entre fundamentos inamovibles de una sociedad y lo accidental o esencialmente dinámico y transformador en las sociedades.

    Mientras que una parte de la derecha sociológica española creía asegurado su status quo gracias a la Constitución, la izquierda se veía más que agradecida pues –evidentemente- estaba negociando desde una posición de fuerza más simbólica y “moral” que no real. Es aquí donde el “consenso” por parte de la izquierda se fraguó como infinitamente más hábil y sinuoso. Los temas sociales y educativos, quedaron tan abiertos y desdibujados y bajo el amparo de un lenguaje social y moderno que los primeros gobiernos democráticos de izquierdas se lanzaron a modificar las leyes educativas, civiles y penales que podían concernir a la familia y las estructuras tradicionales de la sociedad o el concepto de justicia, del bien o el mal moral. En menos de una generación, la legitimidad de las grandes instituciones que protegía la Constitución aún era explícita, pero empezaba a carecer del apoyo social.


    En la segunda generación, la actual, esas Instituciones han empezado a perder vertiginosamente su legitimidad incluso se duda de su legalidad. La derecha creía que había consolidado instituciones como la Iglesia y el Ejército y salvaguardado la “unidad nacional”. La izquierda, por el contrario, había abierto el camino para apoderarse de la cultura y la enseñanza. Ello explicaría el porqué de la evolución que hemos señalado anteriormente: de cómo se pasó de considerar la Carta Magna como algo inviolable, a mostrarse como un edificio tembloroso a punto de quebrar.

    La Constitución fue la cobertura legal para remover muchos principios esenciales de la convivencia social y el Bien común, que –evidentemente- no eran fruto del franquismo sino propios de todas las sociedades bien ordenadas. Sin embargo, el mismo motor del cambio social que fue en su momento la Constitución, ahora es vista por muchos como un impedimento para nuevos cambios y más radicales. Por tanto, bajo esta lógica, su arquitectónica debe ser derruida. El único freno existente a esta voladura era el “consenso”, pero este ha desaparecido. Con otras palabras, la Constitución del 78 lleva en sí el germen o espíritu de su propia disolución. Este agente ha tardado cuatro décadas en manifestarse y ahora ya no se puede detener.


    Los defectos del texto constitucional


    Pero el problema de la Constitución española no sólo deviene de su falta de legitimidad real o de su carencia de legalidad por defectos en el proceso constituyente. También en sus engranajes internos hay muchas contradicciones e imperfecciones que, una vez desaparecido el “consenso”, pueden convertir el texto en algo ineficaz por contradictorio. Repasemos algunas de estas cuestiones:

    -El ya señalado defecto formal de su legalidad al ser encargada por unas cortes ordinarias y no Cortes Constituyentes. Una vez desaparecido éste, la “sacralidad” del texto que votaron los padres de la mayoría de ciudadanos que no la votaron porque ni siquiera habían nacido, carece de sentido.

    - Hubo un tutelaje control y monopolio del texto que impidió que otros agentes sociales participaran en el famoso “consenso”. Un factor de presión muy importante fue el espectacular aumento del desempleo causado por la crisis del petróleo del 1974, la crisis económica que se sucedería y el clima de violencia política. Todo ello causó un miedo escénico en la mayoría de la población que la mantuvo como mero espectador. Por eso, denuncian algunos autores, hubo falta de la falta de transparencia de las etapas iniciales del proceso de redacción y desde el propio Estado se propició la desmovilización de las distintas formas de acción colectiva. Sólo tras la aprobación de la Constitución se pudieron consolidar otros partidos y sindicatos.

    -En todo proceso constituyente todos los grupos parlamentarios de las Cortes constituyentes deberían estar representados. En el proceso español no estuvieron presentes ni la minoría vasca ni el grupo mixto; es decir, formaban parte de la ponencia de UCD, PSOE, PSUC, Minoría Catalana y AP. He aquí una de las explicaciones de por qué el PNV se abstuvo en la votación final del proyecto constitucional y en Euskalherría, ganó el No sobre el Sí.


    -La Carta Magna combina dos dimensiones que pueden ser una ventaja o, por el contrario, uno de sus elementos autodestructivos: es un texto a la vez rígido y al mismo tiempo excesivamente flexible. Algún experto lo ha definido como: “un texto ambiguo, farragoso y, en ocasiones, oscuro e impreciso, fruto esencialmente de recoger precisiones y matices de procedencia distinta y de `contentar a todos”. Ello provoca que la Constitución tenga demasiadas incoherencias, lagunas e incluso contradicciones en su articulado. Un caso más que evidente es el deslinde entre las competencias del Estado y el de las comunidades autónomas

    -Otra crítica es que es una Constitución excesivamente extensa y a la vez inacabada. Muchos de los títulos de la constitución o artículos, recurren a la fórmula “que se desarrollará en posteriores leyes …”. Ello crea una situación compleja pues esta referencia a futuras y posibles leyes orgánicas que han de “concretar” la Constitución, convierten al legislativo en un poder constituyente constante y –según las Cortes y gobiernos de turno- contradictorio.

    -La Constitución es muchos aspectos es excesivamente abstracta: lo que no prescribe tampoco queda prohibido, lo que llevará a la larga a extensas legislaciones y normativizaciones para intenten regular todos los aspectos de la vida social. Igualmente el texto se inmiscuye en materias que no son de carácter constituyente y, por tanto, permite fundamentar posteriormente leyes intrusivas frente a la privacidad personal.

    -La Constitución queda en ese marco ambiguo de continuismo o ruptura. El texto del 78 derogaba la Ley para la Reforma Política y –en principio- se entendía que el resto de las Leyes Fundamentales del franquismo. Pero en el punto 3 de la Disposición Derogatoria se afirma que: “Asimismo quedan derogadas cuantas disposiciones se opongan a lo establecido en esta constitución”. Es decir, en el fondo no queda derogada toda la legislación pre-constitucional. El Tribunal Constitucional en sentencia del 28 de junio de 1981, dice: “aun afirmando que la promulgación de la Constitución no ha roto la continuidad del orden jurídico preconstitucional más que con respecto a aquellas normas que no pueden ser interpretadas de conformidad con la Constitución”. De ahí que –pese a quien le pese- la forma de gobierno en España, la monarquía, queda ligada a la Ley de sucesión de 1947. Aunque muchos gobiernos han legislado como su la Constitución fuera más bien una continuidad de la etapa republicana.


    -La Constitución comporta un blindaje excesivo de unos derechos frente a un débil anclaje de otros. Por ejemplo, quedan especialmente protegidas la libertad de prensa (un guiño a la izquierda), o se consagra el libre mercado (un guiño a la derecha). Por el contrario otros derechos bonhomiítas, como el de la vivienda digna, derecho a la cultura, laborales, etcétera, quedan recogidos en el capítulo tercero como “principios rectores de la política social y económica”. Con otras palabras, son un conjunto de buenas intenciones o propósitos no concretados.


    -La metodología impuesta en su elaboración –como ya se ha dicho- fue la del pragmatismo que permitió imponer el consenso como metodología de la transición. Ello dura hasta nuestros días. En el texto se mantiene lo que se denomina un “horizonte utópico”, esto es un mundo ideal al que debe tender el legislador, pero que se supone que nunca llegará, pues la propia realidad lo impide constantemente.

    Un ejemplo esencial: la definición de la “nación” y el olvido de la palabra “España”



    No deja de asustar cómo un texto redactado en pocos meses y discutido en poco tiempo por unas Cortes, puede llegar a determinar el futuro de una sociedad. Entre los temas más fundamentales que sufrieron las tensiones del “consenso” era el tema de la Nación, las naciones históricas o el principio de autodeterminación. En aquellos momentos se intuía la importancia de ciertos términos, pero sólo ahora somos conscientes de cómo una redacción, en un sentido u otro, en un texto constitucional puede transformar o abocar al conflicto a toda una sociedad.


    La referencia a “España” y a los territorios que la integran (artículo 2º del texto constitucional) generó un debate entre las fuerzas políticas que implicaba directamente a los conceptos de nación, nacionalidad y región. Con ello se intentaba justificar si debía o no, y en caso afirmativo cómo, hacerse referencia a determinadas entidades territoriales. Era evidente que lo que subyacía era la discusión sobre el modelo de organización territorial del Estado y, por tanto, del propio Estado.

    Los senadores reales –respecto al uso del término nación o nacionalidad- se dividieron en dos posiciones muy distanciadas entre sí. Unos realizaban una interpretación del significado de los términos nación y nacionalidad como si fueran sinónimos. Por ende, si se incorporaba en el texto constitucional el término nacionalidad, referido a una región o parte de la nación, suponía una fragrante contradicción y un conflicto seguro.Otros senadores, deseaban tomar como punto de partida la clásica distinción entre la “nación política” y la “nación cultural” (o nacionalidad) para justificar el simultáneo reconocimiento constitucional de una nación española y de distintas nacionalidades o regiones en su seno. Evidentemente pecaban de ingenuos y eran incapaces de sospechar que les estaban proporcionando, para el futuro, “artillería anticonstitucional” a los nacionalistas.

    Los sectores más conservadores plantearon constantemente en los debates la eliminación de la alusión, en el artículo 2º de la futura Constitución, a unas “nacionalidades” diferentes y distinguidas de la “nación española”. Se argumentaba que “nacionalidad” era una expresión ambigua y sin sustantividad propia, definida como cualidad de pertenencia de cada individuo a una determinada nación y que deriva, por tanto, de esta última. Reconocer en el texto constitucional nacionalidades, vendría a ser como reconocer implícitamente diferentes soberanías.

    Otros senadores reales alegaron que la ambigüedad del concepto daría lugar a graves conflictos por su posible uso político, dado que consideraba que nacionalidad: “se usa en el Derecho español y en el de los demás países, y en el internacional, en los tratados internacionales y en el uso común de la lengua en el sentido de que es el vínculo de pertenencia o la cualidad de conducción de alguien que pertenece a una nación". En cambio, en el texto constitucional se desprendía que hablar de “nacionalidades” era una referencia a “nación subordinada o subnación o parte de nación” (Cortes Generales, Constitución de 1978, Trabajos Parlamentarios, t. III y IV).

    Paradójicamente fue uno de los más conocidos falangistas, reciclado en “centrista”, Landelino Lavilla, quien apostó por incluir –con ciertas observaciones- el término nacionalidades. En su intervención ante la comisión constitucional del Congreso de los Diputados de 9 de mayo de 1978, declaró: “[...] la utilización del término nacionalidades [...] desde el punto de vista del Gobierno y de la responsabilidad que supone en una visión dinámica de la historia y de la política solo es aceptable como expresión de identidades históricas y culturales que, para hacer auténticamente viable la organización racional del Estado, han de ser reconocidas y respetadas incluso en la propia dimensión política que les corresponde, en la fecunda y superior unidad de España”. Este ex franquista no hablaba por sí mismo, sino que exponía la línea oficialista que había adoptado la UCD. Los centristas, en la discusión parlamentaria del texto, abogaron casi unánimemente por incluir el texto nacionalidades disociándolo del de “nación” o de “Estado”.


    Los representantes del partido gubernamental, la UCD, como provenían en su mayoría de la estructura de poder franquista y de sus más distinguidas familias, tranquilizaron a los sectores más conservadores que sustentaban la idea –sin fisuras- de la “nación” española. La insistencia centrista de que hablar de nacionalidades era una mera distinción semántica sin implicaciones políticas, acabó siendo aceptada por los más escépticos y reticentes frente al nacionalismo. Esta cesión, dolorosa para muchos de ellos, era necesaria para salvaguardar el “consenso” con la izquierda y ciertas “esencias” del antiguo Régimen que luego nunca nadie supo definir o bien se evaporaron con el paso del tiempo.

    Los representantes de la UCD, en ese momento los líderes visibles del proceso, no dejaban de afirmar que la inclusión del término “nacionalidades” -concebidas en base a criterios histórico/culturales, que no políticos- permitíaconstitucionalizar a la “nación española” como soberana, indivisible y titular de la autodeterminación. El colmo de la falta de intuición, ceguera o inocencia, era que los sectores centristas estaban más que convencidos que con esta cesión “semántica” en el texto constitucional tendrían contentos y satisfechos ab aeternum a los nacionalistas.

    Quizá uno de los puntos más cruciales y que estuvo a punto de cambiar toda la arquitectónica actual, fue una ocurrencia que nadie había tenido hasta ese momento. En pleno debate sobre la “nación” y las “nacionalidades”, el senador nombrado por el Rey Luis Sánchez Agesta presentaría una enmienda al artículo 2º en la que proponía que se reconociera simultáneamente a una “nación española” a la que consideraba “fundamento de una organización política independiente”, junto a unas “nacionalidades” y “regiones” a las que definía como “históricas” y “culturales”. Hasta ese momento nadie había caído que en el texto constitucional se hablaba de nación, pero no de nación española.


    Años más tarde, Fernando Garrido Falla, un experto constitucionalista, reflexionaba: “Por lo que se refiere al Artículo 1º.2, quizás lo más importante haya sido la introducción de la palabra «española», que elimina el peligro de cualquier interpretación del Texto tendente a fraccionar la soberanía en los distintos pueblos de España. En cambio, bien se observa que la diferencia con el actual Artículo 2º consiste curiosamente en afirmar simultáneamente cada uno de los dos principios antagónicos que en el mismo se contienen: por una parte, la «unidad del Estado» se refuerza con la «indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles», por otra, se consagra definitivamente el novedoso término «nacionalidades», con un sentido totalmente distinto del hasta entonces utilizado en el Derecho Civil (pertenencia de un individuo a una determinada nación) y que para muchos significó la posibilidad constitucional de concebir a España (o, si se prefiere, al Estado español) como una nación de naciones".

    Los posicionamientos de la UCD les alejaban del viejo Régimen (y así tranquilizaban su conciencia de recién conversos al democratismo) y eran felizmente compartidos por representantes del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) como Gregorio Peces-Barba o José María Benegas y del nacionalismo catalán, como Miquel Roca, encantados de que se diferenciaran los conceptos de “nación-Estado” y “naciones sin Estado” o “nacionalidades”, asumiendo la posibilidad de su coexistencia. Es significativo que los senadores de designación real catalanes: Martín de Riquer, Mauricio Serrahima y José María Socías, integrados en el Grupo Parlamentario de Entesa dels Catalans, no intervinieron en los debates para defender el término nacionalidad. Quizá ello se debió a que eran hombres conservadores y les asustó el entusiasmo con que los socialistas defendían esas propuestas.

    Conclusión y proyección: fin del “consenso” y la incertidumbre del futuro.

    Tarde o temprano las contradicciones de la Transición se acaban evidenciando y a ello contribuye que está desapareciendo aquella generación que la pilotó. Como símbolo evidente tenemos la abdicación de Juan Carlos I y vemos cómo van falleciendo los “padres” de la Constitución. Cuando esto ocurre, el viejo “consenso” deja de existir, pues carece de sentido para la nueva hornada de políticos y sus intereses. Es entonces cuando el texto constitucional pierde su apariencia de sacralidad y se contempla ahora como un mero papel que puede ser desbrozado y retocado sin el menor rubor.


    Todavía algunos ingenuos creen en el poder casi “mágico” de la Carta mágica, pero son incapaces de comprender que su fuerza derivaba de unos pactos tácitos y explícitos entre agentes que ahora han ido perdiendo todo peso político. Y este es el punto en el que estamos. La arquitectónica constitucional empieza a carecer de legitimidad para una parte de la población que no vivió la época de su gestación y para la que los metarrelatos construidos sobre la transición ya nada significan.

    Igualmente carece de legitimidad el texto constitucional para fuerzas revolucionarias o centrífugas emergentes, pues ellos no participaron de ese “consenso”. No es de extrañar por tanto, que se haya pasado de la teoría de la inviolabilidad del texto constitucional a las teorías de la “reforma-exprés” sostenida ya por muchos juristas. Entre los más revolucionarios, como Pîsarello se afirma que “La mayoría de medidas necesarias para una gestión democrática de la crisis no puede plantearse ya, de manera realista, dentro del marco constitucional de 1978, o si se prefiere, de lo que se ha hecho de él. Impulsar nuevos procesos constituyentes desde abajo, plurales y con capacidad de proyectarse en escalas más amplias, comenzando por la europea, no es una tarea sencilla. Pero es acaso la única alternativa sensata, a medio plazo, a la descarnada ofensiva oligárquica que está prevaleciendo”.

    Tras el fracaso del llamado Plan Ibarretxe, frenado precisamente con la cobertura de la estructura constitucional, la izquierda española y el nacionalismo transversal, empezaron a agitar el fantasma de la reforma constitucional. El nacionalismo vasco, que representaba el PNV, había seguido las reglas de juego para alcanzar sus objetivos, pero la “legalidad constitucional” los había truncado. La conclusión era evidente: había que cambiar las reglas de juego. Por entonces, una palabra prohibida hasta el momento, empezó a sonar en ciertos círculos y medios que hasta entonces habían venerado la Constitución, nos referimos al socialismo español: hacía falta una reforma hacia el “federalismo asimétrico”.

    La caja de Pandora se ha ido abriendo imperceptiblemente, el ex presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, tiene mucho que ver en ello al dar luz verde al nuevo Estatut de Autonomía de Cataluña. Los ponentes del Estatut supieron jugar hábilmente con el término nacionalidad que ya había quedado plasmado en la Constitución. Ello –y la voluntad política de Zapatero- bloquearon la resolución del Tribunal constitucional el tiempo suficiente como para crear un clima de frustración en Cataluña. La eterna espera de la resolución fue hábilmente utilizada por las fuerzas nacionalistas para radicalizar a sus bases.


    Hoy, cuando el radicalismo nacionalista se apresta al asalto de la arquitectónica constitucional, muchos se empeñan en querer defenderla como último baluarte de la unidad española. Pero es preciso abrir los ojos y no dejarse engañar por la hábil estrategia separatista. La Constitución es en sí un barco que se viene hundiendo sólo desde hace décadas. El hundimiento era lento, por eso genero la sensación de estabilidad y salvaguarda de ciertos principios fundamentales como la unidad nacional. Pero lo cierto es que el barco estaba mal construido y el desastre es inevitable. Poner parches a la Constitución o intentar reforzar un edificio que amenaza ruina es simplemente alargar una agonía. Por el contrario, aferrarse a él, es darle la razón al nacionalismo separatista. Pues es querer depositar la unidad de España en manos de una legitimidad y legalidad que depende de voluntades. Y el nacionalismo ha demostrado que sumando voluntades puede derrocar el edificio.

    Los que argumentan que la independencia no es posible porque es ilegal constitucionalmente, ¿qué responderían cuando si se reformara la Constitución y ésta permitiera legalmente una secesión? La independencia o no de Cataluña no puede realizarse en el plano de la legalidad sino de la moralidad y fidelidad a la esencia de la Tradición hispana de Cataluña. Todo lo demás es retrasar el desastre o darles más argumentos a los separatistas.

    Quizá sea el momento de plantear un nuevo y verdadero proceso constituyente, pero la iniciativa no la pueden llevar aquellos que por su odio a lo que representa España, no buscan más que acabar con ella y diluirla en un mero marco jurídico. Posiblemente este argumento que presentamos no lo entiendan muchos que se sienten llamados a luchar por la unidad de la Patria, pero tenemos por cierto que el tiempo nos acabará dando la razón.

    Principat de Catalunya, 6 de desembre de 2015.





    MUERA ESPAÑA !!! VIVA LA CONSTITUCIÓN¡¡¡ - Frente Identitario
    Pious dio el Víctor.
    «¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
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  10. #10
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    Re: Reflexiones sobre la Constitución del 78: “¿ruptura o continuismo?”

    Pese a tener el mismo enlace, coincido con el segundo de los artículos que envía Reyno de Granada, aunque no así con el primero. Efectivamente, el segundo lo es de "Somatemps" según se lee en el enlace; no así el primero que me parece algo pobre, de tono
    panfletario y hasta con faltas de ortografía.

    .La Constitución Española es anti-identitaria. No distingue entre un Español y/o un yigadista marroquí, o un africano de Boko Haram. Para la Constitución española el "Ius Soli" predomina sobre el "Ius sanguinis". Solo por nacer en el Estado Español se otorga la nacionalidad a otras razas que son nacionalidades extranjeras por si mismas, mientras que a un Portugués, Andorrano, Occitano, o naturales de Iparralde y la Catalunya Nord se les niega la nacionalidad.

    - .La Constitución española no contiene el Principio de Territorialidad en donde todos los españoles tienen que tener derecho a formar parte de un mismo estado reunificado con todos sus terrotorios. Se llama abusibamente España a los reinos unificados de Aragón, Castilla, León, y Navarra y se deja fuera a Portugal, Occitania, Iparralde, Catalunya Nord, la islas de Sardenya y Corcega y no hay planteamiento de recuperar Gibraltar o los territorios de la Hispania Tranfretana del norte de Africa ocupados por el islam.
    Eso de "Iparralde y Catalunya Nord" nunca fue históricamente académico y parece sacada de algún panfleto batasuno. El mapa que se aporta nunca existió en la realidad (lo más parecido serían los territorios de la época visigoda con capital en Tolosa del siglo V); y en su pérdida (de decenas de siglos) no pinta nada la Constitución de 1978.

    La Constitución española fué formulada por nuestros seculares enemigos, redactada en Langley (Virginia),
    O sea, ¿por la CIA? Tal vez sea mucho afirmar: no así, que la CIA diera los postulados y el visto bueno.
    Última edición por ALACRAN; 15/12/2017 a las 15:52
    DOBLE AGUILA y Pious dieron el Víctor.

  11. #11
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    Re: Reflexiones sobre la Constitución del 78: “¿ruptura o continuismo?”

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Sobre la Constitución de 1978, para mí, el tema siempre estuvo claro; se trataba en 1977-78, avalados por el entorno internacional occidental de colocar y situar a unos cuantos mangantes que cacareaban "democracia" y libertades" para, en el fondo, hacerse ricos y famosos a costa del orden, la organización, el ahorro y el avance económico de los gobiernos de Franco. Por ahí andan los datos económicos de antes y después de 1975 que lo evidencian, para quien quiera comparar.

    Entonces (1977-78) hubo rapidísimo "consenso" (y hasta tortas para salir en la foto)... ¿Por qué? Sencillísimo: porque había prebendas, cargos, bicocas, dinero etc. de la España de Franco para repartirse entre aquellos listillos (frente a ellos solo un pueblo desorganizado y atontado por la TVE que lavaba el cerebro). Ahora en cambio, nadie aspira, en el fondo, a reformar la Constitución... porque no hay nada que, en general, mejore su status político; todos los pillos y charlatanes llevan ya décadas situados y no prevén políticamente nada que mejore sus prebendas y economías... así que para qué moverse.
    Obsérvese que, todos los políticos que anhelan cambios radicales (separatistas en general) lo son para mayores prebendas y mejoras económicas, por ellos barruntadas

    A diferencia de otros países, en España la Constitución solo sirvió y sirve para organizar y enfeudar a la clase política; no se hizo en beneficio de los ciudadanos sino en el fondo como un conjunto de reglas con que la clase política se reparte dinero y cargos públicos del Estado como un botín.
    Última edición por ALACRAN; 15/12/2017 a las 20:21
    DOBLE AGUILA, raolbo y Pious dieron el Víctor.

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