Aportado por el camarada argentino cruz y fierro en el Foro Santo Tomás Moro.


Lo copio y lo pego dedicándoselo a sandro y rey brigo :



“New Oxford Review” – Diciembre de 2005.
Editorial

¿Qué es un neoconservador? ¿Importa?

Por Dale Vree.

Recibimos una carta de Christian Crampton de Newport Beach (California) diciendo: “Respecto a su editorial de septiembre (‘Tu voz de catolicismo ortodoxo, sino hilos anexos’), aparecía una palabra que me gustarían definan para mí. La he visto ocasionalmente en la New Oxford Review, pero usted la usó más de 10 veces en el editorial. La palabra es ‘neoconservador’ (neocon).” Antes del editorial de septiembre y especialmente desde entonces, mucha gente nos ha pregunta qué es un neocon.

Su editor ha seguido a los neocons por más de 35 años, y he tenido trato con la mayoría de ellos (pero no debí haber asumido que todos sabían lo que es un neocon). Dado mi pasado, podría haber sido un auténtico neocon si quería. Pero no quería. He aquí un resumen breve; podría decir más, pero ésta es la esencia de ello.

Los neocons auténticos descienden de los movimientos comunistas y socialistas, habiendo sido los líderes más prominentes trotskystas (esto es, comunistas de ultra izquierda). Cuando Stalin tomó el poder en la Unión Soviética, los trotskystas fue perseguidos con severidad, y finalmente el mismo Trotsky fue asesinado en México. Stalin era un gentil (de hecho, un ex seminarista) y Trotsky era un judío, y la línea divisoria entre stalinistas y trotskystas pasaba en gran parte por la misma divisoria (con excepciones significativas, especialmente en los primeros años de los estados satélites soviéticos en Europa oriental, antes que muchos judíos de esos estados satélites fueran purgados del partido, incluso ejecutados).

Stalin se hizo cada vez más anti semita, y los trotskystas judíos tenían otra razón para odiar a Stalin. Después de la Segunda Guerra Mundial cuando se estableció Israel, la Unión Soviética se alineó con los árabes contra Israel, y la Unión Soviética básicamente no permitió a los judíos emigrar a Israel. Otra razón para odiar a Stalin y la Unión Soviética.

Muchos trotskystas judíos –y otros judíos izquierdistas (pero no la mayoría de ellos)—se hicieron cada vez más y en forma vehemente anti comunistas. Muchos apoyaron la Guerra de Vietnam y fueron extremadamente hostiles a las políticas de ‘détente’ de los presidentes Nixon, Ford y Carter. Estos ex izquierdistas judíos percibían a la izquierda, incluso los progresistas (correcta o incorrectamente), como pro árabes y pro palestinos. Estos ex izquierdistas judíos evolucionaron hacia lo que ellos llamaron ‘neoconservadores’. Como Benjamin Ginsberg dijo en su libro ‘The Fatal Embrance: Jews and the State’ (University of Chicago Press), “un factor importante que los condujo [a los neocons judíos ex izquierdistas] inexorablemente hacia la derecha era su apego a Israel...”

La meta principal de los neocons judíos –aunque no su meta exclusiva—ha sido proteger a Israel (lo que, suponemos, es su derecho), y ven un Imperio Americano como la mejor manera de hacerlo. Sí, sabemos que no se supone que uno diga eso, pero tenemos el mal hábito de decir la verdad desnuda.

Así los neocons quieren un Imperio Americano, y el neocon judío Jonah Goldberg expuso su ideal de la manera más patente cuando dijo: “Cada diez años mas o menos, los Estados Unidos necesitan tomar algún pequeño país desperdiciado y arrojarlo contra la pared, sólo para demostrar lo que queremos.”

Es interesante que el juez John Roberts fue inquirido por el Comité Judicial del Senado respecto a su lealtad a la Fe Católica (la que negó resueltamente), pero uno no puede cuestionar a los judíos neocons sobre su lealtad a Israel. Esto es una discriminación, así de simple. Si piensa que esto es anti semita, se equivoca. Los católicos deben ser fieles a su Fe Católica más allá de su lealtad a su país (piense en Santo Tomás Moro y tantos otros mártires) –y no es anti católico decirlo. Sobre si los neocons judíos deberían ser fieles a Israel no es algo sobre lo que estemos calificados para comentar. Sin embargo, queremos notar que Murray Polner y Adam Simms, ambos judíos, dijeron: “¿Los intereses de Israel conducen la política de los EE.UU. en Medio Oriente? Es una pregunta justa, a pesar que cualquiera que la pronuncie arriesga se acusado injustamente de anti semita” (“Commonweal”, 18 de julio de 2003). Sin embargo, el neocon Richard John Neuhaus hace justamente eso. Dijo: “El ‘lobby judío’ tiene a los Estados Unidos en su bolsillo. Eso dice Philip Weiss, un columnista izquierdista del ‘New York Observer’... Philip Weiss tiene algo, aunque nada original, sobre la influencia de los judíos en nuestro país y su política hacia Medio Oriente... Pero, ¿por qué Philip Weiss está coqueteando con... ideas anti semitas pasadas de moda?” (First Things, diciembre de 2002, pp. 90-91). Weiss “tiene algo, aunque nada original” pero Neuhaus lo reprende por coquetear con el anti semitismo. Si lo que Weiss dice es verdad, entonces ensuciar su nombre por coquetear con el anti semitismo es el último refugio de un sinvergüenza.

Por otro lado, a riesgo de sonar filo semita, los neocons judíos eran y son extremadamente enérgicos y muy brillantes, y han logrando grandes avances en el movimiento conservador, frecuentemente junto a gentiles voluntarios. Son enormemente influyentes y poderosos en el gobierno de George W. Bush –podríamos llamarlos un ‘apparatchiki’ neocon. No, ésta no es una conspiración judía, porque es a plena luz del día, y la mayoría de los judíos no son neocons (probablemente porque piensan que las políticas imperialistas de los EE.UU. no son buenas para Israel o los judíos). Y existen neocons que no son judíos –la mayoría de ellos siendo recién avispados, que consideran “de moda” ser neocon. Algunos neocons gentiles no saben que están siendo usados, mientras que otros lo saben bien, pero no les importa, porque lo ven como un pasaje a la influencia y el poder. Otros conservadores y neocons gentiles piensan que están usando a los judíos neocons porque creen que proteger Israel es un avance en el establecimiento de un Imperio Americano y en el control de la mayoría de las reservas petroleras del mundo.

Una de las divisorias entre los stalinistas y los trotskystas era que los stalinistas decían que uno puede tener el “socialismo en un país” mientras que los trotskystas demandaban una “revolución mundial socialista” (lo que era fiel al pensamiento de Marx). Pero dado que los trotskystas amargaron la revolución socialista, transfirieron su alianza a la “revolución democrática mundial”, de ahí su ambición por exportar la revolución democrática a todos lados y hacer intervenir militarmente a los EE.UU. en los asuntos de naciones soberanas, lo que transformaría a los Estados Unidos en una nación “matona” (que es la forma en que muchos europeos ven a los EE.UU.). En el segundo discurso inaugural de Bush, dijo: “La supervivencia de la libertad en nuestra tierra depende cada vez más del éxito de la libertad en otras tierras.” Esto suena como venido directamente de la botella de Trotsky: La supervivencia de la Unión Soviética depende cada vez más en el éxito del socialismo en otras tierras. El neocon Stephen Schwartz dijo que “aquéllos que están luchando por la democracia global deberían ver a Leon Trotsky como un precursor.” Schwartz, quien sin vergüenza proclama sus raíces trotskystas, preferiría que los “neocons” sean llamados “trotskycons”.

El neocon Christopher Hitchens, también discípulo de Trotsky, quieren que los EE.UU. sean “una fuerza revolucionaria” para luchar contra el fascismo y la religión, especialmente el islamofacismo. “La religión”, dice, es “el más tóxico de los enemigos... la forma más básica y despreciable de las asumidas por el egotismo y la estupidez humana. El odio frío y constante a ella, especialmente en su forma rara de jihad, ha sido tan sostenedor de mí como cualquier amor.” Dice: “George Bush puede ser subjetivamente cristiano, pero él –y las fuerzas armadas estadounidenses—han objetivamente hecho más por el secularismo que toda la comunidad agnóstica estadounidense combinada y duplicada.” Destruir el Islam pavimenta el camino de la democracia, el aborto, la homosexualidad, la pornografía, etc.

El neocon judío Michael Ledeen dijo: “Tiramos abajo el antiguo orden... Nuestros enemigos siempre han odiado este torbellino de energía y creatividad, que amenaza sus tradiciones (cualesquiera ellas sean [y eso incluiría la tradición católica])... Debemos destruirlas en nuestro logro de nuestra misión histórica”, agregando que “es tiempo una vez más de exportar la revolución democrática”.

“¿Nuestra misión histórica?” El dios de Trotsky era la Historia. En 1921 Trotsky escribió un libro llamado “La defensa del terrorismo”. En 2002 (antes de la invasión a Irak), Ledeen convocó a la “destrucción creativa” de Irak, Siria, Arabia Saudita e Irán. ¿Cuál es exactamente la diferencia entre el terrorismo y la “destrucción creativa”?

En una guerra justa, matar soldados, y matar civiles que se meten en medio de objetivos militares (daño colateral), no es asesinato, mientras que matar civiles a propósito es asesinato. En una guerra injusta –que es lo que la Iglesia Católica dijo de la guerra en Irak—matar soldados, matar civiles en medio de objetivos militares y matar civiles a propósito son todos asesinatos. (¿Y cuál es justamente la diferencia entre el terrorismo y el asesinato en la guerra?) Pero incluso si uno considera la guerra en Irak como justa, el corazón de uno debería estar apesadumbrado. Después de un año y medio de guerra en Irak, “The Lancet” (el diario médico británico) estimaba la cifra de muertos civiles iraquíes en 100.000. Sin embargo, un recuento más reciente luego de dos anios de guerra, producido por el Iraqi Body Count con sede en Londres –que no contaba muertes civiles no reportadas en las noticias mediáticas—fijaba la cifra de muertos civiles en 24.865 (con alrededor de 42.500 heridos). Esto suena como una cifra más confiable. De esos 24.865 muertos civiles, 37.3% se debían a los militares estadounidenses, 35.9% se debían a la ola de crímenes que asoló Irak tras la caída de Saddam, y 20.5% se debían a los insurgentes o terroristas. Incluso si uno considerara la guerra en Irak como justa, uno debe alarmarse que los militares estadounidenses hayan matado casi el doble de los civiles que los insurgentes y terroristas. Sea que uno considere a las muertes civiles causadas por los militares estadounidenses –9.270 (desproporcionadamente niños)—asesinato o no, Trotsky estaría orgulloso, ya que dijo: “Debemos librarnos de una vez por todas de la farsa cuáquero-papista sobre la santidad de la vida humana”.

Los neocons, principalmente a través del Proyecto para el Nuevo Siglo Estadounidense (PNAC), planeaban una guerra contra Irak bastante antes del 11 de septiembre (una gran razón siendo que Saddam apoyaba el terrorismo contra Israel). El gobierno de Bush está sazonado de gente del PNAC, como Dick Cheney, Lewis “Scooter” Libby (procesado por cinco delitos, incluyendo obstrucción de la justicia y perjurio), Donald Rumsfeld, Paul Wolfowitz, John Bolton y Richard Perle. Esta gente condujo –seamos honestos—al ignorante presidente Bush, quien no tiene experiencia en asuntos externos, a lanzarla.

Como dijimos en nuestra editorial de septiembre: “Antes que ‘Crisis’ y ‘First Things’ fuesen fundadas, la ‘New Oxford Review’ fue contactada por una fundación neocon –así de la nada. La fundación quería darnos dinero –dinero ‘gratis’. Un tipo voló desde la Costa Este y me preguntó (al editor) para juntarnos por unos tragos en una restaurante de San Francisco –por su cuenta. ¡Por supuesto! (Estábamos desesperados por dinero.) Me dijo que nos financiaría regularmente –si tan sólo apoyásemos el capitalismo corporativo y si apoyásemos una política exterior estadounidense militarista.” Lo que no dije es que este tipo era un neocon judío sin interés en la Cristiandad o el catolicismo, y sospecho que estaba interesado en llevarnos a promover los intereses neocons judíos (lo cual tenía todo derecho de hacer). Como dijimos en el editorial de septiembre, dije “no”, y eso fue el final de eso. Pero las fundaciones neocons no abandonaron. Michael Novak (muy pro Israel) fundó “Crisis” –entonces llamada “Catolicismo en Crisis”—y el P. Neuhaus (también muy pro Israel) fundó “First Things”, ambas con amplio apoyo financiero de fundaciones neocons. Así los neocons encontraron su camino para conseguir que revistas católicas y cristianas se sumaran a sus intereses neocon principalmente judíos (lo cual, de nuevo, es su derecho). ¿Exageramos? No. Cuando la Iglesia Católica denunció la guerra en Irak –llamándola una guerra injusta, una guerra de agresión—tanto Crisis como First Things la apoyaron. Un claro caso de apoyar los intereses neocons judíos por sobre la doctrina católica de la guerra justa. Para una sinopsis del apoyo del P. Neuhaus a la guerra en Irak, en base a su apoyo de Israel, vea nuestra nota en “New Oxford Review”, “¿Qué sabe el Papa acerca de asuntos mundiales?” (Nov., pp. 13-14 y 16-17). Si usted sigue viendo esto como anti semitismo, esta equivocado de nuevo. En una editorial de “The Forward”, el diario jesuita más antiguo de los EE.UU., se dejó dicho: “Hasta hace poco... gente razonable aún podía despreciar, como propaganda conspirativa anti semita, la denuncia de que la seguridad de Israel fue el motivo real detrás de la invasión de Irak. No más... Sus defensores no pueden ser simplemente silenciados y echados como estrechos. Aquéllos que no están de acuerdo ahora deben argumentar su caso en base a pruebas.”

Más allá de la política exterior, ¿pueden los católicos ortodoxos hacer causa común con los neocons en las guerras culturales? Tal vez. Tal vez no. Como Irving Kristol, un judío ex trotskysta y el padrino del neoconservadorismo, escribió en el “Wall Street Journal”: “Aquéllas guerras [culturales] terminaron y la izquierda ha ganado.”

Sí, puede que sea bastante lucrativo sumarse al fiestero tren neocon, pero no es algo que quisiéramos hacer. “La libertad no es gratuita.” Usted paga un precio por su libertad, y la “New Oxford Review” es verdaderamente libre, aunque relativamente pobre.

Periódicos de pensamiento líder tales como la “New Oxford Review”, “First Things” y “Crisis” nunca darán ganancias. O se apoyan en fundaciones neocons (y no negamos que “First Things” y “Crisis” frecuentemente ayuden a la causa ortodoxa), o o lo hacen por su lado, apoyándose en sus suscriptores para mantenerse. Preferimos no tener ningún hilo anexo.