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Tema: Los musulmonos quitándose la careta

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  1. #1
    Avatar de Valmadian
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    Re: Los musulmonos quitándose la careta

    En las clases de Economía, sobre el dinero se suelen hacer elucubraciones acerca de cuanto tiempo se puede seguir un billete marcado que va cambiando de mano. Y lo que se comprueba es que como mucho, van a ser dos o tres veces. ¿Pero qué pasa con el dinero cuando lo llevamos a nuestra sucursal habitual de la entidad bancaria de la esquina?

    La respuesta inmediata es que lo ingresamos en nuestra cuenta o cartilla corriente a buen recaudo. Pues eso no es verdad, hacemos el ingreso, sí; en la sucursal se hace el asiento, verdad, comprobamos saldo y movimientos y la maquinita nos dice que está allí, y yo vuelvo a negarlo. Quien más, quien menos, ha tenido oportunidad de ver como unos señores de uniforme, armados y cachas, llevan unas extrañas bolsas que se sellan después de meter los billetes y monedas debidamente contabilizados y recontados varias veces si es preciso. Es en ese momento cuando nuestros billetitos se los llevan de allí, los papelitos de nuestra nómina, o del pellizco que ha tocado en alguna lotería o juego de azar que tanta ilusión produce, o la inesperada cantidad que nos cae de un legado. Todos, absolutamente todos los billetes acaban marchándose del sitio en el que confiadamente los depositamos. Sólo queda el registro en un papel, libretita, chequera, o lo que un lector electrónico nos dice después de repasar la banda magnética del trozo de plástico que llevamos en la cartera. Eso si, en caso de necesitarlo y si la cuantía es pequeña, generalmente hasta 500 € cada 24 horas, no hay problema en recuperarlo. ¿Pero qué pasa cuando queremos sacar muchos miles de golpe por la causa que sea? pues que no lo tienen allí. ¿Y dónde están mis billetitos?

    Pues resulta que se han incorporado al continuo flujo del Sistema. Mis billetitos han ido a parar a manos de unos asquerosos comunistas en no sé qué país en el que se están construyendo una sede. Mis billetitos, otro día, están en manos de un sionista de mierda que se está comprando un cochazo de impresión en un concesionario de Tel-Aviv. Y dentro de tres meses, quienes tienen mi pasta, son una partida de masonazos en Londres que han decidido cambiar los muebles del club en el que se ponen ciegos de sherry.

    Y un día me voy a mi sucursal bancaria a gestionar un crédito hipotecario, o al consumo, y me aceptan la petición. Pasados unos días después de presentar más papeles que para un cambio de nacionalidad, me dicen que ya tengo billetitos nuevos. Y esos papelitos que me van a hacer tan feliz, antes los metió en su cuenta corriente un traficante de heroína en algún país africano, y que después pasó a manos de un explotador laboral chino, no sin antes haber estado contabilizado en algún apunte de una industria armamentística que fabrica napalm. Una monada, vamos. Sobre todo, porque después de pagar el pisito, coche, finca o apartamento, joya para la parienta, o boda de Cuquita, la pasta se incorpora de nuevo al flujo normal y empieza el reparto en un club de fulanas al borde de una carretera, o en la cuenta del Nigel Farange, ¿qué digo? en la de Pablenin o en la de Rufiancito. Todas las transacciones, todos los asuntos, limpios, turbios, guarros o ensangrentados, tanto da, pasan por el mismo camino, por la misma senda.

    ¡Acabemos con el Sistema! Y tanto va el cántaro a la fuente que se acaba por romper. Un día el Sistema se viene abajo, se desploma, y se apagan las luces, no hay suministro de combustibles, los mercados de abastos se vacían. Las grandes y medianas empresas tienen que cerrar despidiendo a sus empleados, las pequeñas si son familiares aguantarán un poco más. Los hospitales se quedan sin medicamentos y la gente muere. Los más decididos empiezan con los saqueos, los poderosos ordenan acabar a tiros con ellos, pero los propios policías y soldados empiezan a temer por sus propias familias. No se ve un coche circulando porque si lo hace es que todavía tiene algo de combustible en el depósito. Los pueblos pequeños y las comunidades agrarias, sacan las escopetas, forman patrullas y cierran las carreteras de acceso ante la perspectiva de que empiecen a llegar partidas de saqueadores violentos, o simplemente gente que huye de las ciudades.

    Escenario apocalíptico ¿probable? ¡no! ¿posible? además de como argumento de una novela de ciencia-ficción, si. Entonces ¿hay que sostener el Sistema? lo ideal sería cambiarlo por otro justo, equitativo, social y demás utopías. ¿Y detrás de todo esto quiénes están? Pues los banqueros sionistas, los musulmanes productores de petróleo y gas, las multinacionales liberal-masónicas, los rojos que no dudan en querer cambiar el capital privado a capital público estatal, y para todo ello se usan toda clase de argucias, engañabobos, se cometen todas las tropelías habidas y por haber. Y como resulta que, aunque improbable, no es imposible el colapso del mundo, ¡pues nada, vamos a construir un gobierno mundial! ¿Y cómo nos escapamos de todo esto? protestamos, pataleamos, pública y privadamente, le "damos la brasa" al oído de la gente, que pasa de nosotros, y a la tercera que nos vean como en las dos anteriores se les haya contado el mismo mantra, se cambiarán de acera mirando pasar cualquier bichejo con plumas para "no vernos". ¿Alguien tiene la solución? porque nos van a poner una marca en la frente o en la mano derecha, que los conspiranoicos ya imaginan como un microchip del tamaño de un grano de arroz. cacharro sin el cual no se va a poder hacer nada. ¿Y los musulmanes qué pintan en todo este rollo? pues no lo sé, si que intuyo que se habrán vuelto a sus tiendas en el desierto a seguir con sus vidas.

    Yo cada vez que oigo que la culpa la tiene no sé quién, me miro en el espejo y me dijo ¿qué no he hecho para impedir esto? e inmediatamente pienso en las palabras de promesa de que quien aguante hasta el final, será salvo.
    Última edición por Valmadian; 07/04/2017 a las 03:37
    Ennego Ximenis y Vainilla dieron el Víctor.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


    Nada sin Dios

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