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Tema: Contestación del “Boletín Fal Conde” a Carlos Ibáñez Quintana (1988)

  1. #1
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    Contestación del “Boletín Fal Conde” a Carlos Ibáñez Quintana (1988)

    Fuente: Boletín Fal Conde, Enero 1988, página 4.



    AL DIRECTOR Y ALGUNOS COLABORADORES DEL BOLETÍN DEL CÍRCULO “FAL CONDE”



    Del tronco del Carlismo se desgajaron en diversas épocas los de la Unión Católica, los integristas, los del programa mínimo y los mellistas. Todos ellos se separaron con la intención de defender de un modo más puro, en unos casos, o más eficaz, en otros, los principios de la Tradición española.

    De ellos, los que no volvieron a la familia carlista, terminaron en grupos contrarios a lo que decían defender. La democracia “cristiana”, el separatismo, el socialismo y la Falange, saben de miembros de familias que un día fueron carlistas y que llegaron a donde están por evolución natural iniciada con la adscripción de un antepasado a una de las escisiones mencionadas.

    Decididamente: de nada sirve el separarse y dividirse. Mejor dicho, sirve de mucho, pero al enemigo. Tenemos que aprender a soportar nuestras mutuas discrepancias en lo accidental, evitar el irnos porque no aguantamos, o el echar a otros por desviados.


    * * *


    Nuestros principios son perfectos y coherentes. Pero han de ser aplicados en una sociedad determinada y concreta. Y es seguro que de esa sociedad no saldrá la España que deseamos porque las posibilidades de la actual sociedad española son limitadas.

    Es arquitecto quien construye (mejores o peores) edificios, aplicando los principios aprendidos en la escuela correspondiente al terreno, materiales y recursos económicos de que dispone y que limitan sus posibilidades. Quien conoce maravillosamente la ciencia y el arte de la arquitectura, pero no construye, no deja de ser un alumno brillantísimo. Pero no es arquitecto.

    Un arquitecto construirá dejando de aplicar determinados principios si las circunstancias se lo exigen. Incluso prescindirá de los cánones de la estética. Pero nunca conculcará los principios físicos que garantizan la estabilidad de la obra.


    * * *


    Somos, o intentamos ser, políticos carlistas. Y seremos tanto mejores, cuanto mejor llevemos a la práctica la mayor cantidad de nuestros principios.

    Hay que estrujarse el magín. Hay que buscar nuevas salidas al Carlismo. Hay que arbitrar nuevas soluciones a nuevos problemas. Hay que aventurarse y correr el riesgo de equivocarse. Porque el que anda tropieza y solamente está seguro de no desafinar el que no canta. Los que limpian se ensucian. Pero no se convierten en suciedad.


    * * *


    Afortunadamente han pasado los tiempos en que, para preservar su identidad carlista, muchos grupos hubieron de encerrarse en sí mismos. En que cada uno se aferraba a lo que le habían enseñado que era el Carlismo auténtico y polemizaba con su vecino disciplinado, pero desviado. Tenemos ya una organización: la Comunión Tradicionalista Carlista. Con un Consejo que entiende las cuestiones doctrinales. Con una Junta de Gobierno que marca las pautas de acción. Que periódicamente celebra sus congresos.

    Es decir: que se dispone de órganos para encauzar las nuevas ideas y para poner de acuerdo a los discrepantes.

    Discurramos, busquemos soluciones, abramos nuevos caminos, discutamos, rectifiquemos…, pero en el seno de la Comunión y a través de los organismos correspondientes.

    Los boletines están para difundir el programa que el Consejo ha aprobado, para dar a conocer las normas de actuación que ordene la Junta de Gobierno y demás juntas. Pero no para que cualquiera lance desde ellos unas ideas, que pueden ser geniales, pero que deben exponerse al Consejo.

    Somos políticos. Y no es de políticos dar vueltas a lo que particularmente opinamos que convendría hacer, cuando ya sabemos lo que hay que hacer y no lo hacemos.

    Con un abrazo para todos.


    CARLOS IBÁÑEZ QUINTANA

  2. #2
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    Re: Contestación del “Boletín Fal Conde” a Carlos Ibáñez Quintana (1988)

    Fuente: Boletín Fal Conde, Febrero 1988, páginas 2 – 3.



    LAS COSAS CLARAS Y EL CHOCOLATE…



    Nos sentimos obligados, por su carta de petición, a publicar el artículo de nuestro querido correligionario Sr. Ibáñez Quintana en el Boletín de Enero y a contestarle también públicamente para dejar, hoy, con serenidad, una vez más, las cosas muy claras, pues, como tantas veces hemos reiterado, el Círculo Fal Conde y su Boletín fue creado para “defender la Doctrina Tradicional de la Iglesia y las Españas”.

    No estábamos adscritos antes, cuando pedíamos, defendíamos y se consiguió la Unidad del Carlismo, a ninguno de los grupos existentes, y ahora seguimos aplicando esta postura, nuestra razón de ser, defendiendo estas Doctrinas de nuestros Estatutos por todos los medios legales posibles, sin compromisos con nadie. Sólo nos comprometemos ante Dios y ante el Pueblo Carlista, y éste decidirá si nos acepta o no con la ortodoxia doctrinal que defendemos.

    Además, querido amigo, es imprescindible en los momentos actuales de “reorganización” que el Pueblo Carlista –sí, con mayúscula, porque ya lo dijo D. Carlos al referirse proféticamente a fallos dinásticos– necesita saber de qué va la ortodoxia doctrinal y cómo se aplica la doctrina y (con toda modestia) somos la única publicación regularmente periódica y puntual que les informa sobre ello, y lo hacemos por obligación, deber y respeto a nuestro Gran Pueblo.

    Y es obligado referirse a alguno de tus párrafos, y, sintiéndolo, discrepar de la mayoría de ellos.

    No creemos que sea “evolución natural” el seguir adscrito “a una escisión adoptada por los antepasados”, pues se es Carlista por Doctrina y por aplicación de ella en la vida familiar, social, económica y comunitaria, por convencimiento de que el Carlismo es la única solución natural de los problemas de las Españas; todo lo demás es, por lo menos, mal minorismo; algo así como la “progresía” actual de que la fornicación no es pecado si existe el amor, o la de que las Sagradas Formas que están depositadas en el Sagrario son “latas de mala conserva”. No, Dios está allí aunque pasen siglos. La Tradición Carlista es igual –permítase el símil–, no se puede transformar, transfundir o trastocarse, aunque se precise ponerla al día.

    Nadie, por el Boletín o a su través, se ha separado o escindido; nos hemos “soportado” y aguantado, y de ello salió la luz alguna vez, pero sin pretender jamás –ni insinuarlo siquiera– echar a nadie del Carlismo. ¿Quién puede echar a quién de ser Carlista? A lo más se han criticado posturas doctrinales o de actuaciones circunstanciales que nos han parecido poco ortodoxas.

    Tampoco hemos creído, creemos, ni creeremos jamás, que las posibilidades de la actual sociedad española sean limitadas; y si nos lo parecieran así, nuestra obligación sería cambiar, con la ayuda de Dios, estas posibilidades que innatamente lleva en sí el pueblo español, y que el liberalismo ha y está procurando invertir y cambiar desde Fernando VII a nuestros días.

    Tu ejemplo del “arquitecto” es poco afortunado porque, además de que el Carlismo no se aprende en una “escuela”, ya que es un modo de ser, vivir y gobernarse naturalmente, la escuela Carlista es la Ley que Dios nos dio y la que nos sigue dando a través de Pedro; son nuestros Fueros; y, como servidor de estas dos premisas, el Rey Legítimo de sangre y ejercicio; y con esta “escuela” no caben límites de “terreno, materiales y recursos económicos” que lo posibiliten. Es, a fin de cuentas, todo lo contrario del Liberalismo y el Marxismo.

    Nuestro Boletín no es alumno brillante ni arquitecto; sólo pretende “construir” por la “ciencia y el arte” del Carlismo. Desde que nació esta “hojita” (como la tituló una relevante personalidad carlista que por su edad no supo calibrar su necesidad y sacrificios) sólo pretende el bien común de las Españas a través de la ley natural, la Ley de Dios y la representatividad orgánica que hace al pueblo “todos juntos más que Vos”; y lo pretende hacer sin protagonismos personales, sin pedir a nadie más que colaboraciones doctrinales y sin olvidar jamás que NO se pueden “dejar de aplicar determinados principios”, sean las circunstancias que fuesen, ni “prescindir de los cánones de la estética”, pues peligraría “la estabilidad de la obra” y lo que saldría sería un mamotreto de cemento –como tantos edificios actuales–. No sólo hay que ser honrado, querido Carlos, hay que parecerlo; y al que es Carlista nadie puede echarlo, pues se es, no por un carnet, una ficha o una disciplina, sino por un modo de estar, creer y actuar en la vida.

    Los Carlistas que hemos sufrido las persecuciones, el acoso y, a veces, el derribo de propios y extraños, no podemos silenciar en nuestra prensa, aunque sea un Boletín, las “extrañezas” doctrinales, y no estamos para ser la voz de nadie, sea quien sea, pues si al Rey se le limita su mandato y poder, a todos los demás también se les puede decir, se les debe decir, y exponer, libremente y por escrito en un Boletín, la opinión que se tenga, siempre que no atente al honor, la moral, la Fe, o la integridad nacional; y esa opinión debe conocerla el pueblo carlista, a quien nadie le cuenta nada o se lo explica por ningún medio de forma regular y periódica, y porque como, además, hasta hoy no está representado por nadie con mandato imperativo, no sabe nada de nada, –sólo, si tiene medios y salud para viajar, los discursos de los 6 ó 10 actos carlistas anuales–.

    NO SOMOS POLÍTICOS, amigo Ibáñez, aunque por culpa del liberalismo que padecemos tengamos que actuar como “partido”, y quizá esto nos está intoxicando políticamente la sangre y el pensar Carlista; quizá esto sea la causa de que a este Director se le pida “seguir la disciplina íntegra y aceptar sus directrices”. ¡Cuidado, amigos, con las cosas de Dios y España no se juega! ¡El Carlismo no es un Partido Único indiscutible e incriticable!

    Sigamos el ejemplo de D. Manuel Fal Conde y de Antonio Molle en sus entregas totales, de martirios cruentos e incruentos como los de ellos, que dieron sus vidas, su familia y su hacienda por Dios, España y el Rey. No fueron políticos, sabían lo que tenían que hacer, por qué tenían que hacerlo, y para qué lo hicieron. Ya gozan de Dios; pidámosles que algún día, con igual entereza y claridad de ideas, podamos gozarnos nosotros de ÉL también.



    Un abrazo del Director del Boletín
    Rodrigo dio el Víctor.

  3. #3
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    Re: Contestación del “Boletín Fal Conde” a Carlos Ibáñez Quintana (1988)

    Fuente: Boletín Fal Conde, Marzo 1988, páginas 2 – 3.



    DE LOS QUE AQUÍ ESCRIBIMOS, A CARLOS IBÁÑEZ



    ¡Calladico hubieras estado mejor!

    Leí tu exordio “pontifical” del último número de NUESTRO BOLETÍN; nuestro, porque es el de TODOS los Carlistas; y fíjate si lo es que hasta de ti se ha publicado “algo”, y estuve dispuesto a dejarlo correr, pero quizás, por aquello de que no hay mayor desprecio que no hacer aprecio, he preferido terciar en la cuestión echando mi “cuarto a espadas”, porque, eso sí, te he considerado y te considero desde siempre Carlista, que sí creo que lo eres, y, como tal opino, no debo hacerte objeto de “desprecio” ninguno. Importantes debieron ser las razones que te movieron a descender de tu “pedestal” y “honrarnos” con tu “condescendencia”.

    Se da en ti la circunstancia, y mucho me duele verme obligado a decírtelo, de que debes creer necesario que todos sepamos que sigues siendo Carlista; y yo diría más, que necesitas incluso acreditar madera de ingeniero, que me consta que lo eres, y de “ejecutivo” o jefe como tal, condición que te falta; y para ello nos obligas a soportarte, a las primeras de cambio, peroratas vacías de cualquier contenido político sin ningún peso específico actual. En tu bondad, honradez y lealtad Carlistas, que te honran y que soy el primero en poner de manifiesto, no es obligado “saber” ser político; y tú, además de no saberlo (otra razón más que te sigue honrando), personificas, de siempre, la antítesis del político en el Carlismo. Hay otros como tú, pero el Carlismo no tiene culpa de ello. Con prescindir de vosotros en cuestiones decisorias con arreglo a ortodoxia de Principios, lo tendríamos arreglado.

    Pareces ignorar, porque capacidad de elección no suponemos en ti, que, accidentalmente, y sin tú sospecharlo, accediste al único Boletín, opúsculo o publicación que, por designio de la Divina Providencia, o quizás por el patronazgo, desde los cielos, de alguien que se llamó Manuel Fal Conde, es la ÚNICA publicación independiente dentro de la TOTAL y respetuosa dependencia a la Comunión Tradicionalista Carlista; que, sin participación incluso de nuestro Director, nuestro común amigo Bertos, y SOLO, tenemos que creer que porque Dios lo quiere, sirve de vehículo eficaz a la más positiva de las críticas constructivas, con respecto a la más rígida de las ortodoxias.

    Como ves, además de Carlistas con mayúsculas, “semos humildicos”. ¡Integrísticamente humildes!

    Da gracias a Dios de que “accidentalmente” también, ese día, faltara editorial para llenar las galeradas del Boletín; y a que, dado lo inofensivo de tus dislates, Juan, nuestro común amigo Bertos, no vio daño alguno en publicar tu “pontifical”, pidiendo perdón por ello a todos los lectores a quienes “condenó” de antemano a soportarte. ¡Un “relleno” no había de alcanzar mayor “trascendencia”! En definitiva, no era más que un acto de “caridad”. Que de siempre fuimos proclives nosotros y nuestros antecesores a ciertas divergencias y separaciones, lo sabemos todos. Al ponerlo de manifiesto no se trataba precisamente de demostrar la cuadratura del círculo. Muy poco o nada podías conseguir con tan “afortunado” como “enjundioso” “recordatorio”. No conseguiríamos más unidad por ello, y lo pragmático es UNIDAD.

    A lo que no estamos dispuestos es a “badajear” el cencerro en loas y alabanzas de lo mal hecho, porque haya sido realizado por algunos que se titulan carlistas, aun cuando lo hayan sido de toda la vida; y mucho menos si son de ayer, como viene sucediendo en algún caso que otro, recientemente. ¡Lo mal hecho, mal hecho está y punto!

    El infierno sabemos que está lleno de buenas intenciones, y no dudamos que como tal lo sean las cartas y oficios más o menos “oficiales” en los que, por ignorancia, falta de costumbre o “aggiornamento”, suplimos la palabra “correligionario” por la de amigo, que agradecemos y aceptamos, sin que ello sea Carlista; u olvidan presidir tales escritos con la señal de la Cruz y el anagrama D.P.F.R., que además de no ser Carlista parece más bien ser fruto de una “democracia-cristiana” a la que algunos parecen muy empecinados a conducirnos.

    Pero hay más. Para nosotros, muchos de los que aquí escribimos y aquéllos que se identifican con nuestros escritos, que son casi todos los que merecen el apelativo de Carlistas, está mal hecho todo aquello que, en cierto paralelismo sospechoso, establece similitud con “eso” que quieren presentarnos como Iglesia (?) Postconciliar, que, de otro modo dicho en tradicionalista-carlista del año 88, sería tanto como “post-escorialense” de la Unidad, en tanto que no consentiremos con “Tarancones e Iniestas” del Carlismo de los que hoy, si silenciamos sus nombres, estamos dispuestos a difundirlos pormenorizando incluso sus dobleces, mentiras y desviaciones, sin que nos duelan prendas de falsos “ecumenismos”. A nadie rechazamos ni tampoco obligamos de ser o a ser Carlista. Sólo estorban los que no lo son. “Huguetes”, y no precisamente por “huguistas”, en su contumacia desviacionista autodestructora, cuando menos en intenciones en predios “particularmente privados”, en la que los “vivos” sino “vives” estarían muertos, mientras que “rodones” empecinados no lo harían mejor si su escuela hubiera sido la del “Ruedo Ibérico”, que a más no pueden llegar ellos ni a menos el Carlismo, y a quienes se les puede ver la “oreja” gracias a la tribuna “abierta” de nuestro Boletín, son algunos de los ejemplos de algo “mal” hecho, sin que sea jorobado ninguno de ellos, que tampoco estamos dispuestos a transigir.

    Y perdona que en mi obsesión sobre lo “mal” hecho o “dejado de hacer”, haya aprovechado esta oportunidad que me has deparado, para que, a la vez de mi afectuoso “varapalo” (es sólo una disculpa), haya aprovechado la oportunidad para por enésima vez proclamar, sin temor a disolvencias ni desuniones, el íntegro Tradicionalismo de los que estamos dispuestos a mantener, como único “salvavidas” de las Españas, los Principios de ese Carlismo que a tantas “conferencias más o menos episcopales” parecen estorbar.

    Confío que sabrás perdonar en tu infantil e inefable idiosincrasia, que no dudes te honra, este abuso que cometo al erigirme en portavoz de las opiniones que sobre tu carta participamos algunos de los que aquí escribimos. Sólo abusa de la amistad el amigo, y yo me honro, no lo dudes un momento, de ser amigo tuyo, sincero, leal y carlista.

    Pero convendrás conmigo en que ¡“Calladico” hubieras estado mejor!


    GARES







    Con este artículo de “Gares” finiquitamos la controversia con el amigo Quintana, no sin decirle antes que esta Dirección no se considera “loco como cabra porque los curas se pasen dos horas diarias en el confesionario y que la tele emita la Hora Santa”; [respeto] a los curas, porque es su obligación, como la del médico tener horas de consulta y además operaciones, visitas, etc., para salvar el cuerpo. ¡Cuánto más para salvar el alma, cuando a veces no encuentras quien dé la Extremaunción!; y en la Tele, prefiero el Ángelus o la Hora Santa a las protuberancias de la Sabrina, ¿tú no?.



    El Director

  4. #4
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    Re: Contestación del “Boletín Fal Conde” a Carlos Ibáñez Quintana (1988)

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Fuente: Boletín Fal Conde, Abril 1988, página 4.



    ACLARACIÓN NECESARIA



    Después de las llamadas telefónicas y cartas recibidas, unas en pro, y otras en contra (una sola), sobre el artículo del Boletín de Marzo de GARES (Sr. Salazar Ayerra) titulado “De los que aquí escribimos, a Carlos Ibáñez”, creemos necesario puntualizar que el Círculo Manuel Fal Conde fue aprobado el 7-XI-1978 por la Autoridad Civil competente como tal Asociación con el número 394: “bajo la advocación de la Inmaculada Concepción, para honrar la memoria del que le da nombre” (Art. 1.º), y con el “objetivo primordial de mantener la doctrina tradicional de la Iglesia y de España y una constante formación doctrinal”… “por todos los medios lícitos posibles” (Art. 2.º).

    El primer número de nuestro Boletín Informativo salió en Diciembre de 1978 (en multicopia) con motivo de la inauguración de nuestros locales, y desde entonces ininterrumpidamente con su número de Depósito Legal GR.21-1980.

    Hasta este número de Abril-1988 hemos cumplido todos los requisitos legales inherentes a tal Asociación, y del Boletín Informativo se han editado 87 números, 9 de ellos extraordinarios, en todos los cuales hemos procurado mantener una estricta ortodoxia y la mayor difusión a nuestros artículos 1 y 2 de los Estatutos ya citados.

    Hemos tenido fallos y ¡aciertos!, colaboraciones doctrinales y correspondencia de aliento que públicamente agradecemos en todo lo mucho que para el Círculo y la Causa han significado, aunque a veces los artículos colaboradores hayan suscitado discrepancias que, entre hermanos de Ideal, como ocurre en las mejores familias, no han pasado de meras escaramuzas sobre tácticas de acción en la puesta al día de nuestra doctrina; pero queremos hacer constar una vez más:

    Que el Círculo M. Fal Conde no está adscrito, ni depende, ni recibe ayuda económica de ningún grupo o partido político.

    Que siempre sus páginas están abiertas a la colaboración doctrinal de todos los que defienden la Doctrina Tradicional de la Iglesia y España.

    Que no se hace responsable del tono más o menos mordaz de los artículos de sus colaboradores –que siempre ha procurado suavizarlos y quitarle personalismos– ni de las opiniones doctrinales manifestadas por ellos.

    Que hemos publicado colaboraciones de todas las tendencias y sus réplicas, por entender que del diálogo sale la luz, y que ésta debe llegar al mayor número de Carlistas posibles que hasta hoy estaban huérfanos de información, sin ánimo de desunir, para mantener la ortodoxia doctrinal.

    Que jamás nos hemos vendido por un “plato de lentejas”, aunque nuestra economía se halla resentido por publicar opiniones contrarias a nuestros colaboradores económicos.

    Y, finalmente, queremos hacer constar, una vez más también, nuestras sinceras disculpas a todos aquéllos que se han sentido heridos en su susceptibilidad, en el devenir de nuestra labor en defensa de la Doctrina, cercana a la década, del Círculo y su Boletín Informativo.



    El Presidente
    Rodrigo dio el Víctor.

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