Re: Migrantes, nuevo palabrejo.
El término está en el Diccionario de la RAE, pero no se le había dado uso. Si se ha empleado habitualmente el término "migración", tanto referido a personas, como a especies animales ("especies migradoras" y no "especies migrantes"). De hecho en los diccionarios de uso común no aparece el vocablo, lo que es una evidencia de que algo más hay en esto que, además, ha empezado a llamar la atención porque hasta hace apenas un mes o poco más, nadie lo usaba y a raíz del asunto del buque Aquarius aparece por todas partes.
En un diccionario de Sociología se establece que:
MIGRACIÓN: En Estadística de la población, el traslado de residencia temporal (m. temporal o permanente (emigración de una persona a otro lugar; se distingue entre migraciones externas (emigración e inmigración) y migraciones internas. Los resultados se registran en el balance de migraciones (ganancia o pérdida de migraciones).
MIGRACIÓN OSCILANTE: El traslado regular (diario, semanal, etc., ) de trabajadores y estudiantes entre su lugar de residencia y su lugar de trabajo o de estudio en zonas industriales de aglomeración sobre todo.
FUENTE: Diccionarios RioDuero: SOCIOLOGÍA. Ediciones RIODUERO, Madrid 1980. pág., 159
Por supuesto, el vocablo migración es común, tal como se ve, lo que no es común ni por escrito, ni en el habla, es el derivado migrante. Las connotaciones negativas que tienen los términos "emigrante" e "inmigrante", son muy antiguas y de hecho, en España sin ir más lejos, el término "emigrante", especialmente si estaba referido a los países europeos, ya era sinónimo de persona de baja extracción social e ignorante, cuando no paleta y, por supuesto, sin medios económicos. Y esa era la imagen que se difundió de España en los años sesenta en Alemania o en Francia, y en cualquier otro país.
Y, sin embargo, cuando se trata de personas con cualificación profesional, estudios, y demás, que decide trasladarse a otro sitio, nadie lo llama ni emigrante, ni inmigrante y todavía menos migrante.
Por otra parte, y dado que ya estamos al cabo de la calle con la multiplicación de neologismos inventados, e impuestos, por las mafias hembristas, LGTB, buenismos varios y diversos, ingenierías socio-políticas, genialidades diversas de politiquillas que ocupando un carquete transitorio ya se creen en posesión de incurrir en toda clase de falacias "ad verecundiam" sólo porque son del partido equis y se sientan en un sillón que no es suyo (recientemente la ministra de no se sabe qué, soltando burradas feministoideas acerca de El Quijote, por ejemplo y sin ir más lejos), no tiene nada de extraño o peculiar que esto llame la atención, aparte de que el término es feo de narices. Más aún, por si mismo ya es discriminatorio.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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