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Tema: La Historia sí se repite

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    La Historia sí se repite

    Lo estamos viendo a diario a nuestro alrededor. Se ha exigido a la Iglesia hasta la saciedad que debe adaptarse a los "tiempos modernos", así hasta lograr que quienes deberián ser de otro modo, se han convertido en lo que no deben ser traicionando el mensaje y el mandato de Cristo. Pero es simplemente repugnante contemplar cada día como la izquierda (léase marxismo en cualquiera de sus vertientes o interpretaciones, masonería en cualquiera de sus logias de todo pelaje, liberalismo consentidor y amiguete del capitalismo, no importa si de Estado o en manos de corporaciones multinacionales, o sionismo con sus planes de venganza y destrucción totales), no ha cambiado ni un ápice desde que sus primeros fundadores, allá por el XIX, parieron sus planes y se pusieron todos de acuerdo.


    Hace ya más de un siglo LENIN dejó dicho: "Que el noventa por ciento del pueblo ruso perezca, para que el diez por ciento viva hasta presenciar la Revolución mundial." Y su "querido" sucesor, ese psicópata criminal, genocida, llamado STALIN afirmaba años más tarde: "Lo mejor de la vida es elegir nuestra víctima, preparar bien el golpe, vengarse sin piedad..., y después marcharse a dormir."

    Tíos así han enviado a millones y millones de seres humanos a muertes atroces, a una por cada uno de ellos, porque no sirve de nada convertir las cifras en estadísticas nacionales de asesinatos masivos sin castigo alguno. Por la intención y los métodos, por la perseverancia en ellos, por la doctrina engendrada y extendida que hoy perdura en numerosos lugares, estos sujetos, reos del Infierno, tendrían que haber sido juzgados y condenados por genocidio en cada una de las muertes, cada una individualizada, de tantos millones de inocentes.

    Y hoy, esa corriente de defenestrados morales y mentales, llamada izmierda, sigue con las mismas intenciones, no ha cambiado una coma del discurso, sólo se ha adaptado circunstancialmente según convenga en cada caso. Esa izmierda a la que se le llenan las fauces con los garbanzos duros de los "obreros y proletarios", mientras ellos aplastan ya por 62 años consecutivos a un pueblo, el cubano, que hoy grita reclamando su libertad, que no pide bienes de consumo, que no pide capitalismo privado, que para eso los otros han privatizado el capitalismo de Estado y viven como sátrapas en nombre de SU revolución de mierda, un pueblo que pide respirar, poder estar libremente con los suyos, poder dormir sin miedo, abrir la puerta cuando suena el timbre y no encontrar a cuatro matones de barrio bajo predispuestos al asesinato impune ahí mismo.

    Bueno, pues ejemplos como el de CUBA que ójala alcance ya MUY PRONTO LA LIBERTAD, no sirven de nada a nuestros demenciales conciudadanos que no saben hacer la o con un canuto, pero tienen bien aprendido el oficio de siervos. Vivimos en España momentos muy dramáticos que van a terminar muy mal, y algunos dirán que también está pasando en otros muchos lugares, y yo diré que sí, pero nosotros no vivimos en esos otros lugares sino en España, y es que aquello de "mal de muchos, consuelo de tontos", de nada vale porque acá la Historia, nuestra Historia, se está repitiendo. Pero como no hay mal que cien años dure, después vendrá la respuesta, después ante tanta perversidad y maldad y tanta inacción en la otra cara de la moneda, vendrán los lamentos y los lloros, que nadie se queje entonces, porque las consecuencias estarán sobradamente justificadas.



    ¿Una nueva guerra civil en España? Pedro Sánchez y la izquierda de la II República coinciden en algo: ambos quieren eliminar el Cristianismo


    La diferencia es que los sacerdotes de la II República mantenían viva la fe en las almas. Ahora -con excepciones- los obispos y los curas moderaditos, a costa de no predicar a Cristo, están matando las almas.

    Javier Paredes 18/07/21


    Madrid y 18 de julio… ¿Volveremos a lo del 36? Son muchas las actuaciones del gobierno de Pedro Sánchez y de los socios que le mantienen en el poder que provocan estas inquietudes.


    Madrid y 18 de julio… Pero, ¿de qué año? ¿Se repetirá lo de la Segunda República? ¿Volveremos a lo del 36? Estas son las preguntas que en más de una ocasión me han hecho algunas personas, confiando en que, por mi condición de historiador, les pueda contestar. Así es que hoy es un buen día para responder.

    A los que tienen esta preocupación no se les puede tachar de alarmistas, porque son muchas las actuaciones del gobierno de Pedro Sánchez y de los socios que le mantienen en el poder que provocan estas inquietudes. En verdad, no son pocas las manifestaciones de la izquierda que manifiestan que su legitimidad se encuentra en la Segunda República, y por eso, unos por lo bajinis y otros más a las claras. están empeñados en cargarse el régimen del 78.

    Ciertamente que la respuesta a las preguntas anteriores no tiene una fórmula simple, y por eso tendré que matizar y contar lo que pasaba entonces y lo que está pasando ahora. Vamos a intentarlo.


    El punto más importante y más grave en el que coincide el actual Gobierno con los dirigentes de izquierda de la Segunda República consiste en eliminar el componente fundamental de nuestra civilización occidental, que no es otro que el cristianismo. Pero a diferencia de lo que ocurría hace noventa años, ahora no hay en la sociedad española una fuerza que plante cara a este intento; por lo tanto, por este lado no hay posibilidad de que ahora estalle una guerra civil, porque para que esta se produzca es necesario que haya dos frentes y ahora solo hay uno. En efecto, de seguir así las cosas no habrá Guerra Civil, pero se establecerá una sociedad materialista y atea.

    Se me podrá objetar que existen defensores valientes y coherentes dispuestos a cimentar la sociedad sobre el cristianismo. Claro que hay personas individuales que defienden el fundamento cristiano de nuestra cultura y de nuestra sociedad, pero quienes esto defienden son personas aisladas -nunca mejor dicho- y expulsadas del sistema. Y paradójicamente quienes han impedido la presencia en la vida pública a los defensores de una sociedad cristiana y les han silenciado han sido católicos incoherentes para poder disfrutar del cargo y del sueldo, y los han condenado al ostracismo tachándoles de radicales, para que no les pongan en evidencia y su incoherencia de vida no quede de manifiesto.

    En la II República había sacerdotes y religiosos porque como no tenían para comer... Ahora, los pocos que hay, sin embargo son buenísimos y todos tienen rectitud de intención: ¿a que no?

    Otra diferencia notable entre la Segunda República y nuestros días la encontramos en el número y la calidad de los obispos y los sacerdotes. Del clero actual, qué voy a decir que no sepan mejor que yo mis lectores… Así es que me limitaré a describir al clero de los años treinta del siglo pasado, que es menos conocido.

    El clero de la Segunda República era mucho más numeroso que el de nuestros días. Y juzgando tal cuantía, escuché en ámbitos clericales una interpretación tan hipócrita como falsa, consistente en afirmar que entonces había tantos sacerdotes y religiosos, porque como no tenían de que vivir se metían en el seminario para poder comer un plato de garbanzos, y que ahora los pocos que hay, sin embargo son buenísimos y todos tienen rectitud de intención.

    Me parece una burda hipocresía tratar de medir las conciencias, porque el “concienciómetro” no existe y por lo tanto es imposible medir las conciencias ni las de antes ni las de ahora, operación que de momento queda reservada al juicio divino.

    Y además el argumento también es falso, lo que se demuestra por el comportamiento del clero del primer tercio del siglo XX. Porque si todos los motivos de la vocación del clero de la Segunda República se reducían a llenar la andorga de garbanzos, no se entiende, ni poco ni mucho, por qué a la hora del martirio entregaron su vida por miles a sus perseguidores, sin que se tenga noticia de alguna apostasía.

    Jorge López Teulón ha publicado recientemente un libro titulado La profanación de la clausura femenina, en el que se describe magistralmente la calidad humana y espiritual del clero de esos años. Concretamente en este libro se reproducen fragmentos de una carta de Felipe Celestino Parrilla, capellán de las carmelitas de Cuerva, escrita en el mes marzo de 1936 a unas primas suyas y en la que da razón de su vocación sacerdotal. La carta comenzaba así: “Yo no tengo miedo, me ofrecí a Dios en mi ordenación sacerdotal, y deseo que se cumpla en mí su divina voluntad”. Y concluía con esta despedida: “Recibir mi bendición y si nos vemos separados en la tierra que nos estrechemos con un abrazo infinito en el Cielo. Vuestro primo”. Y en efecto, el 25 de julio de 1936 murió mártir y su causa está en proceso de beatificación.

    Tampoco es cierto que la preocupación por los pobres sea un descubrimiento del llamado espíritu del Concilio Vaticano II. No hace falta urgar mucho en la historia para comprobar las mil y una manifestaciones de la atención de la Iglesia en beneficio de los pobres, desde hace dos milenios.

    Pera ya que nos estamos refiriendo al clero de la Segunda República, en el libro antes citado, López Teulón aporta el siguiente dato del sacerdote Saturnino Ortega, mártir de la Guerra Civil ya beatificado: “En Santa Cruz de Retamar hubo de intervenir en más de una ocasión a favor de los braceros, simples jornaleros del campo, explotados miserablemente por los terratenientes del lugar que se aprovechaban de ellos y de sus carencias. Esta dedicación hacia los más pobres le originó no pocos disgustos pues los caciques del pueblo, acostumbrados a hacer y deshacer a su antojo, no estaban dispuestos a que viniese un cura a perturbar su egoísmo con prédicas a favor de la justicia social hacia aquellos a los que acostumbraban a valorar en menor grado que a simples animales […] Su celo apostólico le llevó a idear algo hoy corriente, aunque entonces totalmente novedoso, para que las mujeres con menores recursos pudiesen aportar un salario a la economía familiar. Creó una cooperativa de confección, a la que dieron el curioso título de Sindicato de la Aguja”.

    Admirable fue también la vida ejemplar de Joaquín de la Madrid, otro sacerdote martirizado durante la Guerra Civil y beatificado, del que se ocupa López Teulón en el libro ya citado. Joaquín de la Madrid tenía una salud muy frágil, lo suficientemente débil como para que estuviera justificado que olvidándose de los demás, se dedicara a cuidarse.

    Los casos de heroicidad y martirio de sacerdotes durante la II Republica y la Guerra Civil marcan la diferencia con cualquier otra época histórica: irrepetible
    Pues bien, siendo seminarista en Murcia, Joaquín de la Madrid ya tuvo una destacada actuación en favor de las víctimas de la famosa riada de Santa Teresa, que tuvo lugar el 15 de octubre de 1879. El río Segura se elevó, en solo unas horas, diez metros a su paso por Murcia y por Orihuela. La Vega Baja quedó anegada. El caudal del río fue de 1900 metros cúbicos por segundo y se llevó un puente en Murcia. Hubo que lamentar más de 1.000 muertos, 700 de ellos en Murcia, y 2.000 heridos. Perecieron más de 2.200 animales y quedaron destruidas más de 6.000 viviendas.

    Más tarde, Joaquín de la Madrid se trasladó a Toledo, donde ya sacerdote organizó un orfelinato, que mantuvo tan a sus expensas que se le veía a menudo por los puestos del mercado con una cesta, pidiendo comida para sus huérfanos. Pero Joaquín de la Madrid no solo se ocupó del mantenimiento material de aquellas criaturas, sino que también les proporciono educación y ayuda espiritual, como lo prueba el papel que desempeñaron muchos de ellos en la vida civil y los 54 (cincuenta y cuatro, pongámoslo en letra para que no haya duda) de aquellos huérfanos que se ordenaron de sacerdotes. Entre ellos, Narciso de Esténega, que fue obispo de Ciudad Real y que al igual que su protector durante la infancia, también fue mártir durante la Guerra Civil y está beatificado.

    Pues bien, esta generación numerosa y ejemplar de clérigos fue víctima de la persecución religiosa durante la Segunda República y la Guerra Civil, por el número de mártires la mayor persecución religiosa de la Iglesia Católica de todos los tiempos. Y esta es otra de las diferencias entre los integrantes del Frente Popular y el Gobierno actual: antes mataban a los integrantes del clero, porque los obispos y los sacerdotes de la Segunda República mantenían viva la fe en las almas y eso impedía el establecimiento de una sociedad materialista y atea; pero ahora les dejan vivir y hacer porque con todas las excepciones que ustedes conozcan, los obispos y los curas moderaditos a base de no predicar a Cristo están matando las almas.

    Javier Paredes

    Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá


    https://www.hispanidad.com/opinion/l...27525_102.html
    Última edición por Valmadian; 19/07/2021 a las 14:23
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


    Nada sin Dios

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    Re: La Historia sí se repite

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Afirma la expresión popular que arrepentidos los quiere Dios, y sí, eso es muy cierto, pero lo que ya no es tan loable es que el arrepentido pase por descubridor del pecado y no reconozca que ha estado incurriendo en él. Porque el pecado para ser perdonado necesita del arrepentimiento, y también del propósito de enmienda para no olvidarlo y volver a incurrir en él.

    Lo mismo podríamos decir de aquello otro que afirma que nadie se acuerda de Santa Bárbara nada más que cuando truena. Y es que las cicunstancias de hoy en día a través de los hechos que acaecen, nos aproximan cada vez más a aquella situación de hace noventa años, cuando los buitres antepasados de los actuales buitres aupados a un Poder que no se entiende como pueden seguir ostentando -en realidad por que nadie mueve un dedo-, nos traen los mismos vientos huracanados del golpe de Estado de 1931. Con el mismo discurso, con el mismo rollo o mantra de odios perpetuos que nunca se les cae de la boca, llena ésta de garbanzos duros, o de polvorones y así les sale decir "democracia" con polvorones en la boca, pues no puede ser.

    En España tenemos un grupo de tarados y taradas, los más tarados y taradas entre todos los tarados y taradas, así que cuidado con el tema, a los que todo parece salirles bien, según su tan peculiar como falso modo de ver ciertas cosas. El problema es que este grupo maneja el dinero público, cargos, la Economía sea la macro o la micro, la sanidad y el aleccionamiento ideológico en el sistema educativo. Así que apañados estamos. La mal llamada Transición, cuyo verdadero nombre es Traición y Ruptura, no fue modelo de nada, tal como nos han vendido a precio de saldo. Tampoco fue un periodo de esplendor económico, como también nos colaron los peperonis con su Aznarín al frente, por mucho que éste hable a las gaviotas. Lo cierto es que el del bigote cometió errores monumentales que nos han conducido hasta hoy: condenar el franquismo en el Congreso; implantar el sistema de la cigarra en los españoles cuando instaba continuamente al consumo en lugar del ahorro (el de las hormigas para cuando llegasen las vacas flacas y llegaron con Tarado I); y la eliminación del servicio militar que permitía a los jóvenes tratar con muchos otros de distintas regiones, así como aprender la disciplina necesaria para la vida civil que hoy se ha transformado en el sistema de la coña marinera. Así que, Aznarín lo mejor que puede hacer es coserse la boca de una vez y jubilarse del todo.

    Por todo ello, lo que leemos en el artículo subsiguiente no deja de tener su guasa. Uno de aquellos que aplaudieron la Traición y Ruptura, que colaboraron activamente en ese proceso, que estuvieron con los aznarines y los rajaditos, viene a descubrir que la culpa de la guerra civil la tuvo la Segunda República. Yo no sé si es que no saben que hay bibliotecas y archivos, o es que están tan ocupados en sus faenas que no tienen tiempo ni de enterarse, ni de ocuparse de las cosas reales en lugar de las banalidades cotidianas en las que tanto se afanan. O sea, a buenas horas mangas verdes, haber hecho que los acontecimientos fueran de otra manera, que se hubiesen conducido por otros cauces, podían haber blindado la Historia, actuando en silencio si se quiere, haber atajado el marxismo como causante de los mayores y peores crímenes contra la humanidad. Pero no, los tuvieron como cómplices para sus traiciones -cría cuervos y te sacarán los ojos-, y cuyas consecuencias las estamos sufriendo hoy. Y que nadie olvide esto, no es premonición, simplemente es ser consciente de que el camino que llevamos nos conduce inexorablemente a otro baño de sangre si alguien no lo remedia. Al tiempo.




    1984. Ignacio Camuñas se yergue como la voz del sentido común en la España actual: la II República es la culpable de la Guerra Civil

    La II República fue una democracia homicida que se dedicó a asesinar cristianos. Franco acogió a los católicos-víctima y, gracias a ellos, ganó la guerra.

    Eulogio López 21/07/21


    La diferencia entre el socialismo de 1931 y el Sanchismo de 2021 es sencilla: los republicanos hacían la revolución, que consiste en retar al Estado desde la calle, a ser posible asesinando a cuantos más adversarios mejor. Pero a eso no se atreven el socialismo y el comunismo del siglo XXI. Por eso, el neocomunismo pretende hoy tomar el control del Estado por métodos democráticos y hacer la revolución desde arriba. Eso es el sanchismo.

    Ahora bien, para perpetrar tamaña hazaña no sólo hay que cambiar el presente: antes hay que cambiar el pasado, reescribir la historia, que es lo justificará cualquier desafuero presente. Eso es lo que ocurrió en Madrid, ayer martes, con la aprobación por el Consejo de Ministros, en segunda lectura, de la Ley de Memoria Democrática, la nueva aberración de Pedro Sánchez.

    El Sanchismo quiere recomenzar la matanza de 1931 pero, como no se atreve, utiliza el democrático poder del Estado para fulminar la democracia, con una gran mentira.

    El martes, el nuevo ministro de Presidencia, Félix Bolaños, presentaba en Moncloa, ante un periodismo vigilado y controlado pero, sobre todo, abotargado por la acedia mediática, iniciaba la puesta en escena del gran fraude: la II República fue un régimen democrático e inmaculado. Los milicianos que asesinaron a sacerdotes, religiosos, laicos, a cualquiera que fuera cristiano o de derechas, eran demócratas perseguidos por el fascismo.

    El Valle de los Caídos, verdadera obsesión sanchista, no era un lugar religioso de reconciliación entre los difuntos de ambos bandos tras una guerra fratricida, sino un repugnante campo de exterminio fascista. Toda una manipulación histórica, propia del Ministerio de la Verdad del orwelliano 1984, que supura odio a la fe y deseos de venganza. Mientras, la manipulación más grosera de RTVE, nos seguía presentado el debate oficial entre la postura moderada del Gobierno y la exaltada de todos los majaderos que anidan en el Congreso, por ejemplo la CUP o Gabriel Rufián.

    La Ley de Memoria Democrática trata de reescribir la historia para justificar la España sanchista. Para ser exactos, socio-comunista

    La virtud debe estar justo en medio de las posturas y no olviden que ambas coinciden en el anhelo por escarbar y mover cadáveres de hace 85 años se les queda corto.

    Las tiranías siempre cambian el pasado para justificar el presente. Y ahí surge la voz de Ignacio Camuñas, ex ministro de la UCD de Adolfo Suárez y uno de los fundadores -fue quien escribió el primer programa- de Vox. Camuñas ha escandalizado a todo el arco parlamentario al asegurar, ante ese hombre de mente y boca abiertas que es Pablo Casado, que la culpa del alzamiento del 18 de julio la tuvieron los gobiernos homicidas de la II República -eso sí, muy democráticos- y que, por tanto, Franco no dio un golpe de Estado. Bueno, esto último me es un poco igual: lo que sí puedo decir es que, si yo hubiera vivido en 1936 me habría apuntado al bando rebelde, me habría ido con Franco. ¿Cómo no iba a hacerlo si por el simple hecho de entrar en una Iglesia te mataban?

    Pues bien, ahora con la ley Calvo-Bolaños te pueden encarcelar simplemente por decir lo que dijo Ignacio Camuñas y que tantos españoles -sobre todo aquellos que han leído algo de historia- piensan.

    Los socialistas del PSOE y los comunistas de Podemos no se atreven a hacer la revolución violenta de los milicianos de 1936 (y de 1931). Por eso, ahora pretenden hacerla desde el Estado.

    En resumen, Ignacio Camuñas se yergue como la voz del sentido común en la España actual: la II República es la culpable de la Guerra Civil: ¡Gran escándalo!

    La II República fue una democracia homicida que se dedicó a asesinar cristianos. Franco acogió a los católicos-víctima y, gracias a ellos, ganó la guerra.

    Y más: el Sanchismo quiere recomenzar la matanza de 1931 pero, como no se atreve, utiliza el democrático poder del Estado para fulminar la democracia, con una gran mentira desmemoriada.

    Y sí: los socialistas del PSOE y los comunistas de Podemos no se atreven a hacer la revolución violenta de los milicianos de 1936 (y de 1931). Por eso, ahora pretenden hacerla desde el Estado. Estamos en ello.


    https://www.hispanidad.com/politica/...27588_102.html
    Última edición por Valmadian; 21/07/2021 a las 14:06
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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