Re: La prostitución de nuestros niños
Viene al caso, aunque no esté directamente relacionado con el tema del hilo, pero es que a todos los que ataquemos la locura satánica de la gentuza esta nos van a tachar de "fascistas" por mor de su absoluta intolerancia y odio. Otra expresión, odio, con la que acusar de ello a troche y moche, aunque sean ellos el mismo odio personificado, y basta con prestar atención a todo, absolutamente todo, lo que dicen y hacen para comprobar hasta qué límites de cinismo y desvergüenza inmoral les caracteriza. Pues decía que viene al caso el artículo publicado por García Serrano hace unos días sobre "los fascistas" actuales, víctimas de rojos irredentos de su propio Infierno, como de derechitas idiotas de baba y babero, todos ejemplares de esta sociedad poligonera que hoy ya no podemos llamar España. Pero el protagonismo del asunto es suyo.
Cuando te llamen fascista.
EDUARDO GARCÍA SERRANO - 9 AGOSTO 2021
Cuando te llamen fascista no recules, no te amilanes ni des explicaciones. El invertebrado intelectual que te arroja el adjetivo como el Eureka de Arquímedes suele ser un tonto polivalente y multiusos del hegemónico Marxismo Cultural. El pedigrí político del tonto al que se le llena la boca de fascismo es absolutamente irrelevante; en la izquierda lo son todos, y en la derecha también. Tolilis, quiero decir. Un siglo antes de que las actrices yanquis decadentes, ajadas y multimillonarias gracias a que en su juventud se bajaban las bragas donde más rentabilidad había, inventasen el Me Too sexual, al que se han sumado hasta las modistillas, Lenin y sus cuates bolcheviques ya habían inventado el Me Too Antifascista al que, por supuesto, llevan más de cien años sumándose todos los tontitos de la derecha universal que han asumido, porque así se lo han mandado desde la superioridad moral e intelectual de la izquierda, que Fascismo es la palabra que adjetiva el Mal.
Además de asesinar, robar y sembrar terror y miseria urbi et orbi el socialismo y el comunismo han hecho, con mayor pericia aún que la evidenciada para el genocidio y el latrocinio, un arte de la agitación, la movilización y la propaganda. Estas tres herramientas de ingenieria social las manejan con la maestría del artesano, pero elevada a dimensiones y potencia industriales en base a la luminosa ecuación de Stalin: “Un muerto es una tragedia, un millón de muertos es estadística”. Brillante, atrozmente brillante: un muertecito desungulado, edéntulo y convertido en pulpa en los sótanos de la Lubianka irrita el susurro hasta convertirlo en clamor popular, un millón de muertos súbitos, conducidos por la purga comunista hasta el Gulag en trenes sin retorno y en camiones sin marcha atrás, ahoga las cornetas de la protesta con la sinfonía del Terror Universal. Ese Terror de hielo que impide preguntar, sólo preguntar, por el tovarich evaporado, no vaya a ser que te adjetiven de Fascista y te den boleto para ir a buscarlo a las mazmorras de la KGB o a los osarios de Siberia, donde el frío conserva a los muertecitos fascistas, los muertecitos de la estadística estalinista, sin olor a carroña, con la piel más tersa que un lapón y con una sonrisa dentífrica.
Desde antes, pero sobre todo después de la II Guerra Mundial, el comunismo y sus mariachis del socialismo convirtieron el Antifascismo en un certificado de pureza democrática y en un salvoconducto ideológico para maquillar sus propios crímenes, de tal manera que la exaltación del Holocausto borrase la memoria del Gulag y de la cosmología judeofóbica que en el ámbito comunista llevó al exterminio a los hijos de Abraham por su mera condición étnica considerándolos, además, como “enemigos del pueblo y de los trabajadores soviéticos”. La mancha racial unida al estigma social que desencadenó el larguísimo y brutal progromo contra los judíos en la Europa Comunista, fueron borradas por la bayeta de la exaltación soviética del Antifascismo y su altavoz Occidental cuyos intelectuales, de egos tan grandes como su incompetencia, se acogieron de buen grado a la simulación, a la promiscuidad ética, a la hipocresía y a la renuncia a cualquier imperativo moral, características genuínamente comunistas, para vocear el Antifascismo y tildar de Fascista a todo aquel que denunciase las atrocidades y crímenes comunistas. Tal fue el éxito de la propaganda soviética que hasta la opulenta derecha española mira con respeto democrático a los comunistas y nos llama Fascistas a los que denunciamos sus crímenes y atrocidades en la misma medida que pregonamos la estupidez y la cobardía de esa derecha a la que se le caía la babita democrática legalizando al PCE y presentando a Santiago Carrillo en el Club Siglo XXI como a una luminaria de la reconciliación y la concordia, echándole toneladas de amnesia a Paracuellos del Jarama y de basura a la memoria de Francisco Franco.
Cuando te llamen Fascista no recules, no te amilanes ni des explicaciones. Levanta la cabeza y escúpeles en la cara sus crímenes y sus atrocidades, su Holocausto y su Gulag. Y si el bocazas que te lo llama es de derechas ni siquiera argumentes, porque es tonto. Y a los tontos ni agua, y en el desierto bacalao de primero y polvorones de postre.
https://elcorreodeespana.com/opinion...a-Serrano.html
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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