Pareciera entonces que los países latinoamericanos no deberíamos fascinarnos con el modelo de los países desarrollados hasta el punto de incluir como deseables las fallas morales que disuelven la familia
y detienen la natalidad en Europa, un continente donde los nacimientos ya no alcanzan a cubrir las defunciones.
El estilo de vida que deberíamos buscar, ¿es entonces el american way of life ? ¿O deberíamos apuntar, en cambio, a un modelo latinoamericano mixto de desarrollo, donde al lado de las ventajas incuestionables del desarrollo incluyéramos lo que todavía es valioso entre nosotros, esa amenazada vigencia de la relación familiar contra la cual tanto el totalitarismo como el permisivismo atentan por igual?
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