De la revista Siempre P´alante:

¿Religión o política?
PRESENCIA DE LO RELIGIOSO EN EL NUEVO CURSO.
En el umbral del nuevo curso 2007-2008 se ve que los temas que le van a ocupar van a ser las elecciones generales del 9 de marzo, la previa campaña electoral, ya informalmente iniciada, y las primeras actuaciones del nuevo Gobierno.
¿Religión o política? Las dos cosas, inseparablemente. Las modernas técnicas de influir han confirmado el antiguo adagio de que los pueblos siguen la religión de sus príncipes. Hoy, diríamos que la de sus dirigentes políticos. Acabamos de ver que en la Transición la sociedad española se ha descristianizado en buena medida desde el poder político. Al afirmar esto no pretendemos ocultar la parte que ha tenido en ese proceso la crisis de la propia Iglesia.
Después de la GMII analistas políticos de prestigio, independientes entre sí vaticinaron que en un futuro próximo los adelantos de la técnica en general y de las comunicaciones serían tan grandes que llevarían a todas las necesidades sociales a soluciones parecidas y próximas y que de ahí nacería un acercamiento y similitud entre los puntos más populares de los programas de los partidos políticos. Estos irían a buscar su identidad y diferenciación en códigos estéticos y éticos, y dentro de éstos, en las posturas ante la Religión. Frente a un igualitarismo material se levantaría una aristocracia espiritual, la educación, el arte, la cultura y la Religión. Resumiendo: cada vez se discutirá más de Religión que de obras públicas…, a no ser que la Religión sucumba y abandone la arena.
Este mayor protagonismo de lo religioso, le hace especialmente vulnerable en las transacciones entre políticos, como moneda o comodín de cambio. Lo cual es peligrosísimo para ella, y no debe ni por un instante dejar de ser vigilado por los católicos. D. Álvaro d’Ors ha escrito que una de las ventajas de la confesionalidad católica del Estado es que saca a la Religión de la lonja de las transacciones políticas.
Religión y política ni pueden ni deben separarse del todo. Se pueden representar con dos círculos secantes con una zona mixta. Siempre que se ha intentado desinteresar a los católicos de la política, ésta, en vez de agradecer a éstos su contribución, se ha vengado con detrimento de la Religión. Tarde y mal, los responsables del abandono de la confesionalidad del Estado, o ya sus herederos espirituales, para salir del atolladero en que nos han metido, lanzan la consigna de que los católicos vayan a la vida pública, pero no impiden que por esa consigna se entienda cualquier cosa, cubierta con los eufemismos del mal menor o del bien posible.
Todo lo dicho se viene abajo si los propios católicos, hartos de lenguajes cabalísticos, ya no quieren luchar por la Religión, o si se les impulsa a ello, sin formalismos comprometedores pero con eficacia. Así ha sucedido en Bélgica, donde después de cien años de forcejeos a partir de su constitución como nación, los católicos han terminado abandonando el campo de la enseñanza. En Francia, está aún reciente la Carta del Papa Juan Pablo II a los obispos en enero de 2005 con motivo del centenario de la separación de la Iglesia y del Estado, en la que les dice que el laicismo ha evolucionado y que se limiten a explotar las posibilidades que ahora les ofrece. Véase SP de 1-4-2005. En España, recordamos las palabras del Papa León XIII a una peregrinación de españoles, recién perdida la guerra carlista, invitándoles a reconocer a la Reina Regente Doña María Cristina de Habsburgo. Los carlistas le contestaron que lo harían cuando él, el Papa, reconociera a la Casa de Saboya. De la alternativa a una hipotética situación similar a éstas, me ocuparé otro día.
Manuel de SANTA CRUZ