INTERPOLACIONES A "LAS CLOACAS DE MAYO DEL 68"
Hermann Hesse
ALGUNAS CONSIDERACIONES POSTERIORES AL TEXTO
Antes de servir la segunda parte de "Las cloacas de Mayo del 68", quisiera poner a consideración del amable lector esta serie de "interpolaciones" (a veces con ínfulas de aforismo) que me hice, tras releer el texto.
Este artículo lo escribí hace muchos años. Lo cedí para que fuese publicado en un boletín cofradiero de mi pueblo, pero la redacción estimó que la temática se apartaba mucho de los objetivos que la publicación se traía entre manos. Así las cosas, el texto quedó en mi disco duro y ahí se quedó, sin que yo le buscara acomodo en ningún otro soporte para difundirlo.
Decir varias cosas, pues:
Las Primeras Comuniones se han convertido, con el tiempo, en acontecimientos sociales que eclipsan con tanta ostentación material la entidad del Sacramento que se recibe; Cristo Eucaristía parece pasar a un segundo término, olvidado pudiéramos decir entre tanto aparato, tanto obsequio y tanta tramoya profana. El niño que comulga por vez primera está expuesto a perderse, pudiendo con mucha facilidad entender que esa ceremonia religiosa en la que ha recibido el Sacramento no ha sido más que una excusa perfecta para hacerse con los juguetes preferidos de la muchachada.
Escribí el texto, cuya primera parte publico en este blog, hace muchos años. Tras descubrir una serie de datos -sobre personajes del 68- que me alertaron. Mi asombro crecía, a la par que mi repugnancia, por todo lo que iba entendiendo de ese fenómeno que caficaremos como “Revolución Cultural de Mayo del 68”.
Perplejidad, pues muchos de los autores que fueron fetiches de esa “generación revolucionaria” del siglo XX (por ejemplo, Herman Hesse) habían sido autores muy importantes en mi formación juvenil: muchos existencialistas, Hermann Hesse… y tantos otros. No podía dar crédito a la promiscuidad con la que estos autores -muy respetados por mí- se podían haber llegado a mezclar con personajes tan siniestros –y, todo hay que decirlo, tan esperpénticos- como Crowley.
No seré yo el que pueda regatear a Herman Hesse sus cualidades literarias. Las novelas de Hesse -muchas de ellas podrían formar parte de eso que se llama "novela de formación"-han sido pudiéramos decir que el catecismo de muchas generaciones europeas: desde los contestatarios alemanes encuadrados en los Wandervogel hasta los hippies. Herman Hesse no deja de ser un autor muy interesante, pero su pesimismo -arraigado en las lecturas de Schopenhauer- puede desembocar en personajes nihilistas como el protagonista de "Bajo las ruedas", personajes esquizofrénicos como el protagonista de "El lobo estepario" o personajes francamente heréticos como los que aparecen en "Demián". Hesse es un autor que hay que leer con un antídoto a mano.
Mayo del 68 fue un jaque al orden moral, desarreglando las relaciones interpersonales. Sí. Pero no deja de ser curioso que, a partir de ese momento, con la “contracultura” en pie de guerra, la palabra “cultura” quedara vaciada. Hoy en día, se llama “cultura” a cualquier cosa. Incluso se ha hablado de una “cultura del pelotazo”. El significado de cultura fue viciado y vaciado por obra y arte de ese movimiento “contracultural”. A partir de Mayo del 68 la cultura dejó de ser entendida en su auténtico sentido, el más noble de ellos: cultura como cultivo humanístico, artístico y científico de la persona. ¿Qué cultivo puede haber en la exaltación de la espontaneidad, contra el “Arte” (entendido éste como técnica que hay que apropiarse)? ¿Qué cultura puede haber cuando se rechazan todas las reglas y los cánones? Ni Belleza, ni Verdad… Ni Bondad. Es la anarquía lo que triunfó con el Mayo del 68: la anarquía en los instintos, en los sentimientos y la anulación de la razón. Justo desenlace del racionalismo: el racionalismo, entendido como entronización de la Razón engreída que prescinde de la Revelación, se volvió irracional. Lo razonable quedó fuera de juego.
Esos niños de papá del 68 que ahora peinan canas -muchos de ellos son eurodiputados- han enseñado a una gran parte de la juventud a llevar, pongo por caso, al Che Guevara en una camiseta. Ellos en cambio gastan ahora, en vez de camiseta, camisa de marca, corbata y chaqueta. La izquierda radical europea -camuflada ahora como movimiento anti-globalización- se siente "contestataria", "rebelde", "inconformista"... Todo es una fachada. Ellos son los primeros conformistas, su discurso coincide con el que le marcan sus amos... No son rebeldes, ni contestan a nada; más bien, pudiéramos decir, en tanto que la izquierda parece liderar la "cultura" y la "política" (si la economía le deja, por algo será...), podemos decir que esos jóvenes izquierdistas no son alternativa alguna a lo que hay. Más bien todo lo contrario, aliados y colaboracionistas del capitalismo.
Para ser contestatario -cuando la Revolución ha triunfado- habría que ser contra-revolucionario. Para ser inconformista -cuando todos se han conformado- habrá que identificarse con todo aquello -la Religión y la Patria, por ejemplos- que los conformistas acomodados han arrastrado por los suelos.
Eso quiere decir que:
Los jóvenes españoles que todavía tengan sangre en las venas (muchos parece que tienen horchata) y quieran formar una auténtica contestación pacífica, pero contundente, al mundo contemporáneo con todas sus injusticias no podrán ser otra cosa que: católicos practicantes y patriotas españoles. Y piénsese que digo: "ser", no simplemente "sentirse".
De nada nos valen jóvenes que hoy se "sientan" católicos; pues mañana podrían sentirse "budistas". De poco nos valen jóvenes que se "sientan" españoles. Hay que ser católico y español, de una sola pieza, sin fisuras.
No hay cosa que más sofocos procure a un "progre" que un joven que va a Misa a diario y no oculta su sano orgullo y su piadoso amor a la Patria, Patria que es la tierra de sus antepasados.
El "progre" puede quedar definido como esperpéntico personaje que hay que jubilar de la escena cuanto antes. Es un "tipo humano" obsoleto, caduco y más reaccionario de lo que pudiérase suponer.
http://librodehorasyhoradelibros.blogspot.com/
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