Aunque escrito unos días antes de las elecciones, me parece importante reproducir este artículo:
Frente a la idolatría del Estado, los católicos oponemos la fe en Jesucristo, el Señor.
Julio César primer emperador romano al que se le consideró un Dios, y se le dio culto divino El periodo electoral es espectacular. Espectacular en hipocresía. Por ejemplo, personas que llevan cuatro años en el poder, empiezan a prometer un montón de cosas que llevarán a cabo si ganan las elecciones. Y entonces los ciudadanos nos preguntamos por qué no lo han hecho ya si ha tenído cuatro años para realizarlo. Por otra parte está lo que prometieron en la anterior campaña y no han cumplido; pero basándose en que ya nadie se acuerda las vuelven a prometer. Y luego están los responsables de que ciertas cosas ocurran y que prometen solucionarlas, como el PP prometiendo que se respetará el derecho de los padres a escolarizar a sus hijos en la lengua que deseen, a pesar de ser ellos los principales responsables del avance del nacionalismo gracias a su política en ciertas comunidades y su alianza en el pasado con CiU. El fin, toda una feria de hipocresías y manipulaciones en serie.
Y el problema no es tanto la burla de hacernos creer que esto es una democracia, cuando sólo es una partitocracia en la que los únicos que deciden son los partidos. El problema de la actual dictadura es que esos burocracias partidistas y su tiranía política han ido más allá del ordeno y mando y se creen con derecho a imponer nuevos valores y normas en una actividad que bien puede ser llamada ingeniería social, que es algo que va mucho más allá de la dictadura tradicional.
Pero en realidad lo más escandaloso no es tampoco la reingenieria social de almas, sino que lo más escandaloso es que el llamado pueblo se deje y hasta le guste lo que los políticos hacen y deshacen. Y la prueba de que le gusta es que el próximo domingo votará una mayoría de ciudadanos, en vez de pasar olímpicamente de la burla de las urnas. Y de esa forma constatamos que lo que hogaño fue un pueblo libre, el pueblo español, está ahora sometido a un régimen de granja animal, sometido a una planificación en masa, y que vive feliz bajo la ilusión de una democracia virtual.
¿Cuál es el mecanismo que lleva a un pueblo libre a convertirse en un rebaño feliz de ser manipulado y manejado a su antojo por el poder? La explicación a nosotros no nos parece tan complicada: el hombre está hecho para Dios, de manera que cuando, por la razón que sea, Dios desaparece de su horizonte cotidiano, el hombre inventa ídolos sustitutorios y se arrodilla ante ellos. Pero el ídolo de los ídolos, el Gran Ídolo, es el Estado, sobre el que el hombre sin Dios proyecta todas sus necesidades materiales y espirituales.
¡Qué bien lo entendió la Roma clásica cuando instauró el culto al Emperador! El Emperador totalitario es el sustituto de Dios en el alma del hombre sin Dios.
Hoy en un mitin en Gerona, decía Mariano Rajoy lo siguiente:
La pregunta que hay que hacerse en estas elecciones no es un debate entre derecha o izquierda, sino si usted está mejor o peor que hace cuatro años. Si está mejor, vote a Zapatero y si está peor cambie para mejor y vote al PP.
Se entiende el mansaje, ¿verdad? El mensaje es que la manera en que funciona su vida, si vive mejor o peor, o si sus problemas se solucionan o no se solucionan, todo su presente y todo su futuro depende del poder, depende del Estado, y si ese poder se ejerce bien o no… Y si lo pensamos un poco veremos con claridad que lo que Rajoy plantea es que el Estado debe ejercer de Dios, salvándonos o perdiéndonos, dándonos la salvación o condenándonos a la infelicidad.
Escuchen los medios informativos y aprendan la nueva religión del Estado: si la economía mejora o empeora es responsabilidad del Estado, si las carreteras se colapsan por una gran nevada es culpa del Estado que no lo previno y si una epidemia nos asola la culpa es del Estado que no puso los medios para impedirlo. Y si un marido mata a su señora en un ataque de rito dcelos, perdemos el mundial de futbol o nuestros científicos no inventan nada… Todo, pero todo, es culpa "o mérito del Estado.
Esta es la idolatría que nos ha destruido al basarse en una mentira. Porque el Estado no crea, no produce, no construye… El Estado sólo parasita la sociedad y la paraliza. Y es imposible que un mero parásito nos de la salvación. Y de hecho, el Estado no nos salva sino que simplemente nos esclaviza y somete.
Cuando los pasados días más de 13 millones de españoles se reunían ante el televisor para asistir al debate ZP-Rajoy, eso no era un mero acto político. Eso era una pura liturgia religiosa ante el gran ídolo, el Gran Moloch, del que se espera todo, cuando no sólo no da nada, sino que nos quita lo más importante: la verdad y la libertad.
Y frente esta idolatría universal, frente a este culto al Emperador, sólo hay una salida: la resistencia volviéndose al único Dios verdadero. Frente a esa enfermedad, la medicina es la fe Católica. La solución es dejar de esperar y depender del Estado para empezar a reconstruir desde el principio, desde la familia y la pequeña comunidad, una sociedad realmente libre entorno al Dios Único y Verdadero, entorno a Jesucristo Rey.
http://www.edicionescatolicas.com/articulo3.asp?Id=2010
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