Decir que este señor se contradice, es muy poco. Porque mucho repetirse, cual ajo, con expresiones y planteamientos procaces disfrazados de falso patriotismo en sus novelas, y ahora resulta que todo aquello por lo que lucharon los nuestros estaba equivocado. Bueno, pues por lo menos sirvió para que muchos millones abrazaran la verdadera religión, y rezaran por sus almas en Catedrales e iglesias construidas por españoles, en ciudades fundadas por españoles, y en idioma español.
Y si a Dios le encanta el "comercio" de los protestantes (quiere decir el "capitalismo"); ¿Por qué nos obsequia cada poco con una mega-crisis especulativa, de la cual los que salen bien parados son una exigua minoría?.
Afirma luego que: "España se equivocó de Dios en Trento", valga la atrocidad, y eligió el Dios "oscuro, reaccionario, tétrico, que no deja leer libros"........todos sabemos lo maravilloso que es el dios luterano, el cual te predestina a salvarte o condenarte de antemano, sin que puedas hacer nada; por no hablar del simpatiquísimo dios Calvinista. Pero claro, los protestantes no conocieron la inquisición, ni quemaron brujas, ni tienen un dios tétrico; menos mal.
De este artículo entresaco tres posibilidades sobre la situación de este pobre diletante, otrora autor de tres o cuatro best-sellers algo más que pasables, y hoy convertido por sus amigos políticos en intelectual excelentísimo:
1) Quiere vender por encargo otra bazofia políticamente correcta más, sin importarle lo más mínimo el rigor intelectual ni moral, pero cumpliendo con su deber lacayo de atacar a la Fe católica.
2) Sencillamente no sabe lo que dice, pero esto yo no lo creo, porque en otros escritos siempre se quejaba de la injusta "Leyenda Negra", así que algo sabe.
3) Ha sido finalmente deslumbrado por las "luces de la ilustración" (o de Luzbel), en alguna Logia madrileña introducido por cualquier politicastro o preboste amigo suyo, que va a ser lo más probable por el tono de su discurso.
PD: Ah, y por cierto, si España perdió todo su poderío, a lo mejor no fue por ser un país católico, sino por tener algunos reyes y políticos muy poco inteligentes, que no tomaron buenas decisiones y además solían ser muy corruptos; es decir, muy malos católicos. Los peores de estos gobernantes se autodenominaron "liberales", y fueron muy admiradores de la Ilustración.
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