Obama toca las narices con Al Andalus, ¿ignorancia o activismo?

Queda la duda de si el presidente estadounidense es un indocumentado o, por el contrario, sabía bien lo que decía. Una muestra más de la ofensiva contra el blanco europeo y cristiano.



La última de Obama con Al Andalus es un ejemplo más de cómo la Vulgata "progre" ha calado en las mentes.


Las declaraciones del presidente Barack Obama sobre la "tolerancia" han buscado, teóricamente y sólo teóricamente, remediar la desastrosa política de los anteriores presidentes en Oriente Medio, especialmente la de George W. Bush. No vamos a entrar en si el intento de Obama es o no real. A este respecto existen numerosos analistas –algunos de ellos muy bien situados- que señalan lo superficial del intento y la táctica dilatoria hacia una nueva estrategia de sometimiento de la región en aras de la agenda neoconservadora. Lo que nos interesa aquí es otra cuestión, a nuestro juicio más importante que la primera desde un punto de vista jerárquico.

Barack Obama ha puesto como ejemplo de tolerancia a la Córdoba y la Andalucía musulmanas en su discurso al mundo islámico, en el que ofreció "una nueva relación" basada en el respeto mutuo. En su discurso desde el auditorio de la Universidad de El Cairo, el presidente se dirigió a los 1.500 millones de musulmanes del mundo, para pedir tolerancia religiosa y dijo que "el Islam tiene una orgullosa tradición de tolerancia. Lo vemos en la historia de Andalucía y Córdoba durante la Inquisición". Según Obama, "ése es el espíritu que necesitamos hoy".

Además, para reforzar sus afirmaciones, Obama añadió que "las personas de todos los países deberían ser libres de escoger su religión y llevar una vida como lo dicte su mente, corazón y alma. Esta tolerancia es esencial para que la religión prospere, pero está siendo atropellada de muchas maneras diferentes".

Nada que objetar a esta segunda afirmación pero no deja de ser interesante el contenido de la primera. Frente a las críticas de ciertos sectores ideológicos españoles –concretamente de la derecha liberal- resulta bastante irrelevante si lo que dice Obama es o no propio de necio. Dicho de otro modo, no es demasiado interesante si Obama conoce o no la historia de España o si cree, contra toda evidencia, que el Islam se expandió por el Norte de África convenciendo con razones a todos los cristianos que encontraba en su camino. Al fin y al cabo, a los que se mofan de la tradicional ignorancia norteamericana, capaz de situar Granada en América del Sur o de pensar que el español se habla solo en Méjico, habría que preguntarles si conocen dónde está Nebraska, las Rocosas o si saben quién fue Benjamin Franklin.

Lo más importante de las declaraciones de Obama no es la carencia básica de fundamento de lo que ha dicho sino más bien cual es el sentido de esa carencia de fundamento. Porque lo que ha hecho Obama es reforzar una vez más por reiteración, ante los medios de comunicación de todo el mundo, una tesis básica del imaginario en el que se fundamenta el "progresismo" mundial; es decir, el oscurantismo, brutalidad e intolerancia de la Europa cristiana, frente a la diversidad, tolerancia y altura cultural de los invasores islámicos, o sea, de los otros, de los no-cristianos. Es irrelevante si Obama es o no ignorante porque lo que verdaderamente importa es su papel en calidad de portavoz de la subversión mundial contra el Occidente genuino; esto es, contra el Occidente no multicultural, anclado en las raíces cristianas y en su pasado más constructivo.

La supuesta ignorancia de Obama no es otra cosa que la actualización, producida cada día y cada minuto, desde miles de tribunas públicas situadas en las principales agencias internacionales, centros de opinión y medios de comunicación, de un mensaje monocorde que nos enfrenta con nuestro pasado y que nos sitúa un poco más cerca del odio a nosotros mismos. La mentira desnuda, simplificada para consumo de masas, se complementa con una cultura de masas de poder hipnótico que cautiva a la gente y reduce su horizonte vital a la final de la "Champions", a la última película de moda o al debate sobre "el Estado de la Nación".

La semana pasada hablábamos de Franz Boas y de su inaudito poder para la conjuración de un ejército de intelectuales al servicio de la superchería científica, con el único fin de "predecir y controlar" el comportamiento humano. En la historia de la cultura existen otros tantos "Boas" que llevan décadas actuando en diferentes ámbitos de lo humano, fundamentalmente en la antropología y en la crítica de la religión como herramienta –presuntamente "emancipatoria"- de subversión de sociedades. Las declaraciones de Obama se enmarcan en ese cambio de paradigma que no es diferente del que aquí viene intentándose desde el PSOE, en complicidad tácita con la inoperancia del PP. Y es que lejos de vivir una crisis puramente económica, sería mucho más correcto decir que la crisis económica es solo un aspecto y una consecuencia de la verdadera crisis antropológica que padecemos. El discurso de Obama –su sola presencia- en la Universidad Católica de Notre Dame es un acto más del combate por este cambio de paradigma. Allí el presidente apeló a la "tolerancia" y equiparó dos opiniones –abortista y provida- como si fueran simples preferencias futbolísticas, sin entrar en absoluto en el fundamento de una y otra postura y todo ello con la autorización de la jerarquía universitaria supuestamente católica romana.

En esta misma línea, el nombramiento de una juez como Sonia Sotomayor se comprende mucho mejor cuando se lee las razones que el columnista David D. Kirkpatrick ha esgrimido en The New York Times (29.5.2009) para su nombramiento: según el mencionado columnista "la jueza Sotomayor, cuyos padres emigraron de Puerto Rico a Nueva York ha liderado la importancia de (la lucha por) considerar la raza y lo étnico en los empleos y en las admisiones e incluso en la selección judicial en todos las etapas de su carrera".

Así, cuando Alan Bakke fue rechazado en su solicitud a la Facultad de Medicina de la Universidad de California, pese a su brillante expediente, por el único motivo de ser blanco, Sonia Sotomayor abanderó la "alarma social" contra la sentencia del Tribunal Supremo que en 1978 prohibía el empleo de cuotas en el sistema universitario. Sotomayor es, además de beneficiaria del humillante sistema de cuotas, partidaria del uso de las mismas para con los miembros de la comunidad hispana pero ¿por qué un hijo de inmigrantes portugueses o polacos debe ser discriminado frente a un hispano cuyos ancestros no sufrieron la esclavitud que alegan los descendientes de africanos? ¿Cuál es la justificación de semejante discriminación? Es difícil no ver aquí un prejuicio antieuropeo en consonancia con la defensa de la cultura de la muerte realizado en Notre Dame o la falsificación histórica realizada en la Universidad de El Cairo, a fin de inducir en los Occidentales un sentimiento injustificado de culpa. Blanco, europeo y cristiano es la terna que resume un supuesto infierno laico que ha durado hasta hoy, según reza el imaginario histórico impuesto por la ideología dominante a golpe de conquista académica, mediática y cultural. Su colosal poder es inversamente proporcional a su fundamentación real.

Por todo esto burlarse simplemente de la ignorancia implícita en el discurso de Obama es nuevamente no entender lo que está pasando. El peligro solo puede conjurarse mediante la decisión inamovible de resistir a todos los niveles y de oponer idea a idea, propaganda a propaganda. Pero algunos creen que todo es un problema económico. Acabaremos viendo a Zapatero cerrando la campaña electoral del PP. Y si no al tiempo.

Eduardo Arroyo. (C) El Semanl Digital, 2009