La obra de la variante de Pajares permite identificar un enclave romano fortificado
El recinto de El Curucho, emplazado en Campomanes, era un lugar estratégico en el tránsito desde la Meseta
Parte de la muralla defensiva del recinto fortificado de El Curucho (Campomanes).El recinto fortificado de El Curucho (Campomanes, Lena) es hasta ahora el último testigo de la presencia romana en Asturias. Las obras de la variante de Pajares han dejado al descubierto parte de las estructuras de este asentamiento, surgido a partir de la presencia romana en la región, lo que viene a corroborar la proliferación de yacimientos castreños que jalonan el paso entre Asturias y la Meseta. Este itinerario debió de ser en aquellos momentos una zona de relevancia estratégica a tenor de los muchos asentamientos humanos que se han podido identificar en los alrededores del puerto de La Cubilla, y su conexión a través del Huerna con las vías de la Mesa y la Carisa.
Las obras de la Variante, muy cercanas al yacimiento bautizado como El Curucho, posibilitaron los trabajos de reconocimiento del enclave, ya identificado en los años sesenta por José Manuel González, aunque nunca fue excavado. Una grieta causada por las obras en el perímetro de protección dejó a la vista un tramo de la muralla del recinto, lo que obligó a realizar tres sondeos arqueológicos que sacaron a la luz restos de varias estructuras y materiales cerámicos de factura romana.
Las excavaciones mostraron la presencia de un potente aparato defensivo, así como una serie de muros escalonados, planteados por los moradores del recinto en forma de terraza con el objetivo de explanar una zona de fuerte pendiente para utilizarla como espacio de ocupación. Uno de los sondeos coincidió con una construcción de planta rectangular con suelo de tierra pisada que en su día tuvo tejado de tégula romana, según se pudo observar en los restos del derrumbe de lo que fue un lugar de habitación.
Los materiales localizados durante los sondeos, el tipo de cerámica de terra sigillata, las formas y las decoraciones sirvieron a Rubén Montes, responsable del seguimiento arqueológico, para establecer la cronología de la ocupación en el primer siglo de nuestra era. A los fragmentos cerámicos de terra sigillata de formas hispánicas se suma un único vaso gálico y varios cuencos cuya datación se establece en la segunda mitad del siglo I.
A un momento un poco más tardío corresponden la decoración de círculos y las características de los vasos, que pueden extenderse hasta principios del siglo II.
Los fragmentos de cerámicas comunes, que incluyen las de factura local y las importadas, también apuntan a fechas similares, como se pudo comprobar en un vaso de paredes finas procedente del valle del Ebro. Además, esta cronología, que coincide con las décadas del dominio romano en Asturias, también fue confirmada por las dataciones radiocarbónicas, lo que permite centrar la ocupación del recinto de El Curucho entre las décadas finales del siglo I y los primeros años de la segunda centuria.
También tienen interés los restos de decoración pictórica mural hallados entre los vestigios constructivos de una de las terrazas que servían para allanar el terreno con vistas a su habitación. Pero lo más destacado del yacimiento quizá sea la información que ofrece como lugar estratégico, situado en un paraje que domina el espacio que se extiende entre el Huerna y el Pajares. A orillas de la vía que baja del puerto de La Cubilla, ratifica la importancia de una zona desde cuyas inmediaciones se establece el dominio visual de la Carisa, ruta fundamental para las legiones romanas como muestra el campamento del Monte Curriechos allí establecido por las tropas de Publio Carisio.
Al asentamiento de Campomanes ahora estudiado, hay que sumar una serie de enclaves, algunos en la parte final del valle del Pajares, como el Pico Castiecho, de Malvedo, con el que se relaciona visualmente, y otros en la parte Norte, a ambas márgenes del río.
Como testigo de la existencia de ese tránsito que debió de proliferar en aquellos momentos de la romanización, figuran otros poblados no fortificados como la villa de Vega del Ciego.
El yacimiento de El Curucho de Campomanes está ubicado en una zona no visitable, con los accesos cortados por la Variante.
Fuente: M. S. Marqués | La Nueva España
La túnica de Neso | Departamento de Latín IES La Senda Quart de Poblet
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