Una gran obra del siglo II que guarda aún todo su misterio

Eduardo J. Sugrañes - Huelva

Escasas son las noticias que se tienen del trazado del acueducto romano de Huelva, sin embargo las referencias al mismo son bastante antiguas, como la del geógrafo árabe al-Himyarî, en su obra Kitâb Al-rawd al-mtÂâr, en el siglo XV, que al hablar Awnoba dice: "Se surte por medio de un acueducto formado por una bóveda de grandes arcos, que tiene su origen en las colinas más altas. El agua se conduce hasta la parte más baja de la villa, y se emplea para el regadío de sus jardines. No se sabe a ciencia cierta de dónde procede este agua".


La fuente en la esquina de San Pedro y la calle La fuente, que se abastecía del acueducto, según un dibujo de Caballero.


Los criterios arqueológicos sostienen que la construcción del acueducto hay que situarla en época romano-imperial, que es cuando mayor esplendor tiene la Onuba romana; se puede situar en el siglo II d.C.

Claramente existen en la actualidad dos puntos donde el agua sigue manando. El tramo de la llamada Fuente Vieja, hacia donde baja un cañaveral que delata una correntía de agua, presumiblemente no canalizada por haber quedado afectada por algún problema en el acueducto. La otra es por la cuesta del Humilladero de la Cinta, que a pesar de las obras que transformaron la carretera y de esta forma el cabezo, existe un surco de agua por los cañaverales que pasan cercanos al santuario y llega al humilladero, que sirvió de abastecimiento de agua para los peregrinos y caminantes. Ese tramo de acueducto continúa manando agua sin que se conozca de dónde parte. A él que se refiere Rodrigo Caro en 1634: "Ay una ermita un quarto de legua del lugar, que llaman nuestra Señora de la Cinta, donde está una imagen muy devota de muchos milagros, y cerca della ay un antiguo aqueducto, que por debaxo de tierra da muy buena agua y bastante a la villa".



Recreación de cómo debió ser la Fuente Vieja en el siglo XVIII, según Castro.

Pero qué le ocurre al acueducto del que ya Juan Agustín de Mora, en 1762, dice que está en ruinas: "…con la calle de la Fuente, que arranca de la Plaza de San Pedro, y se llama así, por una (fuente), que sobre la derecha tiene a su entrada, hoy seca; pero pocos años a proveída de abundantes aguas, que se derivan en cañadas de los Cerros de Conquero, donde aún se registran las ruinas de sus minas".

No se sabe bien a qué se debe esta situación de deterioro. La población bien podía abastecerse con el agua del Conquero para dejarlo abandonar, pues entonces no era muy elevado el número de habitantes, con lo que se encontraba surtida. Quizás el abandono sería por lo costoso del mantenimiento, siendo más útiles los nuevos pozos abiertos, o también que el acueducto se viera afectado por el terremoto de Andalucía y Lisboa que tanto afectó a la ciudad, en 1755.

Lo cierto es que a mediados del siglo XIX el acueducto se encontraba olvidado, al menos así lo refiere el diario La Provincia al denunciar reiteradamente su mal estado y sus posibilidades de seguir abasteciendo de agua a la ciudad, como se pudo comprobar tras la limpieza llevada a cabo en 1896.

Al final del acueducto pudo contribuir las obras del Paseo de Conquero que se inician en 1904 y que van a remover el terreno, con rebajes de algunas zonas de cabezos, y a colmatar alguna vaguada para hacer posible el discurrir del mismo. Sin embargo se mantuvo manando agua y, con ello, dando vida a la zona del Chorrito Alto, atrayendo a una población que construye aquí sus casas a modo de humildes chozas. Lo mismo que la población que utiliza más al norte, cercana a la Ciudad Deportiva, el agua de la zona del Parque Moret. Lo que también está claro es que la urbanización de lo que hoy conocemos como Paseo de los Naranjos, la ciudad jardín proyectada por José María Pérez Carasa en los años veinte del siglo pasado, presumiblemente acaba con el último trazado del acueducto que era el que iba desde la finca Conquero (junto a la zona de la actual rotonda de Juan Ramón Jiménez) a Fuente Vieja. Este es el último tramo, el que daba agua a la ciudad trayéndola de la zona alta, donde había una alcubilla. El acueducto se surtía -como indica Juan Agustín de Mora- de "los cerros de Conquero", de donde "tomaba el agua en bastante copia, para abastecer el pueblo de manantiales, que hoy se ignoran, y la conducía a un capacísimo depósito, que llamaban la Alcubilla, de donde se proveía la Fuente de la Plaza de San Pedro, un largo pilar, bebedero de bestias".

Lo que ha permitido la filtración del agua en los cabezos es la constitución de estos de naturaleza arenoso-limosa, perteneciente a la época terciaria.

El arqueólogo Gustavo Castillo Rey, en su estudio del acueducto publicado en Huelva Información (19-9-1995), destaca que al estudiar la comparativa de este acueducto con otros de construcción similar que: "Las cisternas romanas de los arranques de los acueductos podían corresponde a cuatro modalidades diferentes o a una culminación simultánea de estas: captación de aguas pluviales, manantiales, aprovechamiento de acuíferos y pozos. No sabemos absolutamente nada del sistema empleado en el de Huelva, pero la existencia de aguas que aparecen por filtración en las laderas del cabezo puede o pudo deberse a cualquiera de estos tipos de captación".


En la actualidad continúa el misterio del acueducto romano que recorrer las entrañas de El Conquero, sin que se sepa por dónde discurre y cuáles son los tramos que perduran. Sólo se sabe con exactitud -gracias al plano de Francisco Monís que hoy ofrecemos- cuál era el trazado inmediato de abastecimiento a la ciudad. Lo que se mantiene es la salida de agua en la Fuente Vieja, en su acceso por la calle Menéndez Pelayo; unos 30.000 litros diarios que solo se aprovechan para unos huertos urbanos.

Una gran obra del siglo II que guarda aún todo su misterio