Guerras de francos y visigodos. Sitio de Zaragoza y retirada de los francos.
Como la cronología de las campañas de los francos no es la misma en todas las fuentes, las diferencias se reflejan en los autores modernos. Parece que los comienzos del reinado de Teudis en el año 532, los francos atacaron la Narbonense y ocuparon Beziers.
En realidad, esta campaña no debe unirse a la posterior, que tiene amplitud mucho mayor: la ocupación de Beziers es una manifestación de la constante incertidumbre e intranquilidad de las fronteras[1].
De la segunda campaña, verdaderamente importante, Jordanes dice bien poco. Los datos más exactos proceden de la Chronica Caesaraugustana, según la cual en el año 541 los reyes de los francos, en número de cinco, que habían entrado en las Españas por Pamplona, llegaron a Zaragoza, y después de haber tenido sitiada a esta ciudad durante 49 días, saquearon casi toda la tarraconense.
Por la época y por las noticias de Gregorio de tours sabemos que los reyes francos fueron Clotario y Khildeberto I. No esta claro por qué hablan la Chronica Caesaraugustana y San Isidoro de cinco reyes francos. Gregorio de tours nos da noticia de la defensa heroica de Zaragoza: según él, no fue ocupada, y los francos levantaron el cerco al saber que los zaragozanos poseían como fuente de protección la túnica de San Vicente. El relato de Gregorio está lleno de colorido. A partir de éste punto, la coincidencia es menor, a punto San Isidoro dice que "enviado del duque Teudisclo -nombre exacto aún que si al corriente en nuestra historia Teudiselo-, combatió enérgicamente hasta obligar a los francos a salir de su reino por la acción de las armas, no por negociaciones".
Desde luego, puede ser verdadera la noticia del levantamiento voluntario del sitio de Zaragoza que nos da el Turonense, y aún tal vez éste quisiese ocultar en sus últimas palabras las derrotas posteriores de los francos, no dándonos noticias sino de su vuelta a las Galias cargados de botín. Que estas derrotas existieron es bien claro, no sólo por el texto trascrito de San Isidoro, sino de acuerdo con este otro: Gothi duce Theudisclo obicibus Spaniae interclusis francorum exercitum multa cum admiratione victoriae postraverunt.
Debemos, sin embargo tener muy presente que la narración de San Isidoro supera en datos a su fuente, lo cual es muy sospechoso. Lo que en ningún texto vemos es la pretendida existencia de los ejércitos, uno mandado por Teudis y otro por Teudisclo, de que Fernández Guerra nos habla. Según San Isidoro, finalmente, los francos no fueron aniquilados en absoluto, porque Teudisclo los dejó un día y una noche de plazo para que pudiesen huir, movidos por los ruegos y por la gran cantidad de dinero que le fue ofrecida.
Parece un tanto improbable este hecho, sobre todo si se tiene en cuenta que según el propio San Isidoro, aquellos francos que en dicho espacio de tiempo no lograron pasar los Pirineos, la restante turba de infelices, cetera infelicium turba, cayó bajo la espada goda.
Expedición al África. Conquista y pérdida de Ceuta.
La expedición de Teudis al África, de que nos dan noticia Procopio y San Isidoro debió hacerse después del año 542. Es posible que en esta expedición la dispusiera Teudis para ayudar al ostro godo Ildibaldo, aunque no deja de ser extraña esta ayuda indirecta, y peregrino el parentesco que, según Procopio, unida a Teudis con Ildibaldo. Bastan para explicar esta expedición los motivos públicos, el interés de los visigodos: Ceuta era, con Tánger, la ciudad indicada para toda posible invasión de nuestra península desde África. Teudis hubo de temer a Belisario, el gran general bizantino, que podía intentar hacer con su reino lo que había hecho con el de los vándalos, y para prevenirse quiso poseer Ceuta.
Desembarcando en África, tomó, en efecto, la ciudad, que después de su regreso fue de nuevo ocupada por las tropas imperiales. Los visigodos la sitiaron otra vez; pero sorprendidos un domingo, mientras se dedicaban a las prácticas religiosas -y éste sería el segundo caso de la historia visigoda-, fueron aniquilados mediante un ataque combinado de fuerzas imperiales del interior y el exterior de la ciudad. Tal fue el desastroso fin de la expedición al África[2].
Don Aureliano Fernández Guerra sostuvo, apoyándose en unas constituciones de Justiniano del año 534, que la campaña de Teudis se hizo entre los años 531 y 533; pero es indudable que la conquista de Ceuta por los visigodos y su pérdida son posteriores a tales constituciones. En ellas se alude a la organización dada por los bizantinos a la ciudad cuando Belisario se la arrebató a los vándalos, no después de recobrada de las manos de los visigodos. La aventurada hipótesis del señor Fernández Guerra y su anticipación de la campaña africana es una consecuencia de su empeño de ponerla en relación con el término de la expedición franca a la tarraconense.
Libertad religiosa y actividad legislativa.
Del reinado de Teudis se tienen también algunas noticias que ya no pertenecen al orden político-militar. San Isidoro, por ejemplo, acentúa intensamente la libertad concedida a la Iglesia Católica. Si en este reinado no pudo celebrarse el Concilio II de Toledo, de fecha discutida, pero que debe corresponder al reinado de Amalarico, ya se reunieran el 527, ya en el 531, si debieron celebrarse los de Valencia y Lérida del año 546.
A Teudis se debe también una importantísima ley, conservada en el códice palimpsesto de la catedral de León, que contiene fragmentos de la Lex Romana Visigothorum. La ley se dio el 24 de noviembre del 546, y es famosa por muchos motivos[3].
El asesinato de Teudis.
No es fácil determinar el alcance de otra noticia de la Chronica Caesaraugustana. De ella parece inducirse la existencia, al principio del reinado, de un grupo visigótico contrario a Teudis[4]. El rey castigaría, acaso, a sus principales enemigos, y con aquellos castigos tal vez pueda relacionarse el asesinato de Teudis, y su petición recogida por San Isidoro, de que no se condenase a su asesino, ya que el mismo tenía merecido aquel fin[5].
Teudis murió en efecto, asesinado en su palacio por un sujeto que se había fingido loco; pero la fecha de su muerte es incierta, ya que los textos no la determinan y nos dan plazos diversos de duración de su reinado. Reinó, desde luego, Teudis más de 16 años. Alguna fuente nos dice que 17 años, seis meses y 13 días. Según el cómputo de Zeumer, lo más pronto que este rey pudo morir fue el cinco de junio del 548; pero como no está tampoco exactamente determinada la fecha del comienzo de su reinado, la de la muerte pudiera tal vez retrasarse tantos días cuantos sé retrasarse, con relación al cinco de diciembre del 531, el de la elección real.
Breve reinado de Teudisclo (548- 549).
Teudisclo ascendió al trono por elección. De su corto reinado casi no sabemos sino su muerte, después de 18 meses y 13 días de gobierno, según los textos más fidedignos. San Isidoro nos da noticia de sus inmorales costumbres privadas, y él y Gregorio de tours, detalles de su muerte durante un banquete alegre. Como no pudo comenzar a reinar antes del cinco de junio de 548, y cómo hemos de suponer que acaeció su muerte entre el 18 y el 31 de diciembre del 549, podemos además -suponiendo que, en efecto, reinó un año, 6 meses y 13 días-, tener por seguro que comenzó a reinar entre el cinco de junio y el 18 del mismo mes del 548. Esta reducción del período de oscilación del comienzo del reinado de Teudisclo nos permite, en fin, referir a los días comprendidos entre el cinco y el 18 de diciembre del 531 el del comienzo del reinado de Teudis.
Ágila (541- 554). Sublevación en la Bética.
Las fechas iniciales y finales de los reinados de Ágila y Atanagildo no son exactamente conocidas[6]. Ágila, siguiendo los principios constitucionales, fue elegido rey. Según los textos más fidedignos, reinó cinco años y tres meses. San Isidoro, sin embargo dice que reinó cinco años, y como coloca el comienzo de su reinado en el 549, se comprende que dé como fecha de su muerte el año 554. Sin embargo, para poder llenar los cinco años y tres meses de reinado hemos de suponer que no murió hasta el 18 de marzo del 555, ya que antes del 18 de diciembre del 549 no pudo comenzar a reinar.
Estas conjeturas de Zeumer tropiezan con una dificultad, que ya fue vista por él mismo. Atanagildo se sublevó en el tercer año del reinado de Ágila, según San Isidoro; y como por inscripciones -el padre Fita hizo sobre este punto un estudio- se puede, al menos asegurar que esa sublevación fue anterior al 13 de diciembre de 1551 y posterior al 13 de enero del mismo año, nos encontramos con que esa afirmación de San Isidoro no concuerda.
Ágila realiza en los comienzos de su reinado una campaña contra la Bética. Nosotros creemos, con Dahn, más lógico de suponer que aún no se había dominado la bética, como dice Fernández Guerra, que en aquella provincia se produjo una sublevación. Muy probablemente la sublevación que luego veremos resurgir en el 551 encuentra sus raíces en el nombramiento mismo de Ágila. Sin duda en virtud de esos motivos políticos Ágila gobierna duramente. De ello nos da noticias las fuentes, y creemos que esta explicación mucho más natural y exacta que la afirmación corriente, pero no probada, de una persecución al catolicismo. El caso que citan San Isidoro y la crónica llamada de Vulsa, de profanación del sepulcro de San Acisclo, no es sino el hecho, frecuente en las crónicas de atribuir a un castigo divino muchos de los hechos que narran, sobre todo cuando no triunfan en ellos quienes en apariencia debieran.
Los hechos incuestionables son que Ágila atacó la ciudad de Córdoba, foco principal de sus enemigos políticos, y que fue derrotado, muriendo en la contienda su hijo y perdiendo hasta el tesoro real. Ágila se retiró a Mérida, que debía serle fiel.
Elección de Atanagildo. Los bizantinos en nuestra península.
La sublevación debió tomar vuelos con estos éxitos, y los enemigos de Ágila eligieron rey a Atanagildo en el 551, bien que, como vemos por las fuentes, este no fue considerado sino como usurpador hasta que no murió el rey legítimo. Ágila poseía aún entre los visigodos, fuerza considerable, y tal vez esto indujese a Atanagildo a dar un paso que produjo consecuencia muy triste para la vida política visigoda a posterior: Atanagildo llamó en su ayuda tropas imperiales, que, en efecto fueron enviadas por Justiniano al mando de Liberio[7].
Fernández Guerra relata con ampulosidad tal llamamiento, y aún expone la celebración de un solemne tratado por el que cual Atanagildo cedió a los imperiales una gran parte de su futuro reino. Creemos que Fernández Guerra supo más de lo que las fuentes dicen, aún contando a Procopio.
Nosotros aceptando la llamada formal por Atanagildo, creemos que se exagera su importancia. Estamos ante el caso, frecuente en las crónicas, de atribuir las caídas de estados y ocupaciones de territorios a llamamientos de auxiliares hechos para satisfacer intereses particulares de las personas que los llamaron. La venida de los imperiales se explica perfectamente por el interés político de los propios bizantinos, después de los sucesos de África y de Italia. Desde luego, ha de admitirse que Atanagildo buscó su auxilio, pero no a cambio de entregarles parte de su reino. Esta suposición repugna con su actitud desde el momento en que se vio libre de Ágila.
Reunidas con las fuerzas de Atanagildo las imperiales del patricio Liberio, derrotaron a Ágila junto a Sevilla, y de nuevo el rey retiró a Mérida, en donde fue muerto por los suyos, que reconocieron a Atanagildo.
Extensión y carácter de la ocupación bizantina.
Siendo ya Atanagildo rey único de los visigodos, hubo de esforzarse en arrancar de manos de los bizantinos las ciudades de que se hicieron dueños no sólo del litoral, sino aún en el interior de la bética y la cartaginense. Como nos dice la Chronica Caesaraugustana, Atanagildo hizo suya por medio de las armas la ciudad de Sevilla, situada en la bética; y a Córdoba, si no pudo tomarla, la atacó y dejó mal parada en frecuentes incursiones. Sin dar detalles de la contienda, que puede decirse lleno a todo el reino de Atanagildo, y que, como veremos se ha de prolongar en los reinados sucesivos hasta el de Suintila, San Isidoro nos dice que unas veces fue adversa y otras afortunadas su suerte.
Cómo tendremos que seguir esta lucha de los visigodos para liberar a España de la ocupación bizantina, conviene que digamos aquí brevemente algo sobre esta ocupación. Desgraciadamente, las noticias son muy escasas. Durante unos 70 años tuvieron los bizantinos posiciones y ciudades en la península; en el curso de los reinados posteriores los hemos de ver disminuyendo paso a paso. Lo que aquí queremos hacer resaltar es que la ocupación bizantina debió de ser muy extensa. La única forma de medir tal extensión es, sencillamente, y viviendo el paso sucesivo de ciudades a poder de los visigodos. Otra prueba conviene recordar de la amplitud de la ocupación a, al menos, del influjo bizantino: las inscripciones bizantinas, bastante numerosas, de las que sin duda es la más importante una encontrada en Cartagena que data del año octavo del emperador Mauricio, es decir que hubo de inscribirse entre el 13 de agosto del 589 y el 12 de agosto del 590.
[1]Dahn y Fernández Guerra, queriendo hacer coincidir los relatos de Gregorio de Tours, Jordanes y San Isidoro, y aún Procopio, exponen con poca precisión ésta campaña. No sólo en cuanto a las fechas, sino en cuanto a los resultados de la corta guerra, es imposible hacer coincidir a Gregorio de Tours y San Isidoro.
[2] Fita (Fidel), Ceuta visigoda y bizantina durante el reinado de Teudis, Bol. Acad. Hist., vol. LXVIII, 1916. Véase también Diehl, Hist. de la domination byzantine en Afrique, 1898.
[3] Véase en éste mismo tomo el estudio de las fuentes del Derecho en la época visigoda.
[4]Chronica Caesaraugustana. ad. ann. 529: “His diebus Stephanus Hispaniarum praefectus efficitur, qui tertio anno praefecturae suae –Reinando ya Teudis- in civitate Gerundensi in concilio distinctus est.”
[5] San Isidoro, 43: “Fertur autem inter efussionem sanguinis coniurasse (homines suo), ne quis interficeret percussorem, dicens congruam meriti recepisse vicissitudinem, quod et ipse privatus ducem suum sollicitatum occiderit.”
[6]Véanse los estudios de Fita (Fidel), en Bol. Acad. Hist., vol. LVI; La Fuente (Vicente de), Los bizantinos en España, en La Cruz, marzo, 1889, y Gorres (F.)………
[7]Gregorio de Tours no nos dice que Atanagildo llamase a los imperiales; Jordanes y San Isidoro, por el contrario, lo dicen bien claramente.
Menendez Pidal R. Historia de España, España Visigoda. (1940) Edit. Espasa Calpe. Madrid. Págs. 92 a 97
Quedan los reyes Liuva I y Leovigildo, cuando el time me lo permita lo cuelgo, espero que os guste
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