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Tema: Hugo wast. Misa con motivo de cumplirse los 50 años de su muerte

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    Hugo wast. Misa con motivo de cumplirse los 50 años de su muerte

    CON MOTIVO DEL CINCUENTA ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL ESCRITOR CATOLICO ARGENTINO DR. GUSTAVO MARTINEZ ZUVIRIA CONOCIDO UNIVERSALMENTE POR SU SEUDONIMO DE HUGO WAST, EL INSTITUTO HUGO WAST INVITA A LA MISA QUE SE OFICIARÁ POR SU ALMA EN LA IGLESIA NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN EL DIA 28 DE MARZO A LAS 20 HS. EN EL RITO LATINO CON CANTO GREGORIANO.

    Estimados amigos del Instituto Hugo Wast:
    con motivo del 50° aniversario de la muerte de Gustavo Martínez Zuviría Su Excelencia Reverendísima, Monseñor Antonio Baseotto, ex obispo de Añatuya, celebrará una misa por su alma en el rito extraordinario (misa de San Pío V o Tridentina) con Coro Gregoriano, el miércoles 28 de marzo a las 20:00 en la Parroquia Nuestra Señora del Carmen ubicada en la calle Rodriguez Peña 840 de la Capital Federal a la que todos ustedes están cordialmente invitados.
    Cincuenta años han transcurrido desde que Hugo Wast traspasara las puertas de la muerte a la vida y a pesar de la persecución ensañada de la que ha sido víctima por todos los principados, autoridades, poderes y dominios enemigos de la Cruz que se han ido enseñoreando en el mundo su obra y memoria perduran frescas y vitales para consternación de estos. Su amor a la Argentina, a sus tradiciones, a su pueblo y a la fe católica que enraizó en nuestra nación para permanecer han quedado reflejados en su labor literaria y en su acción como hombre público. Hoy podemos decir con serenidad y entusiasmo que su rico legado está vivo y pronto para ser descubierto por aquellos que no lo han conocido. Por último una breve reflexión: hace unos meses el nombre de Gustavo Martínez Zuviría fue arrancado de la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional, Sala que él fundara, en un acto arbitrario y sectario en continuidad con la persecución a la que es sometido sin embargo hoy podemos anunciarles con satisfacción que sus obras completas, enriquecidas con sus últimos libros, entre estos uno póstumo, están siendo reeditadas y prontamente serán presentadas al público que con persistencia viene pidiéndolo desde hace muchos años y desde distintos países. Extraños los caminos del Señor que prueba a los suyos, pero no los abandona. En su oportunidad les informaremos detalladamente sobre esto.Reciban nuestro saludo en Cristo y MaríaINSTITUTO HUGO WAST

    Escritor fecundo, llegó a ser en su época el más difundido en mundo en lengua española, siendo en la actualidad el escritor argentino que más libros vendió en la historia de las letras argentinas, y uno, sino el más prolífico de ellos, traducido a 15 idiomas, este escritor católico, publicó más de sesenta obras con su nombre y su seudónimo de Hugo Wast, también existen artículos periodísticos, discursos y otros escritos aparecidos sin firma.

    En 1954 solamente en castellano se habían vendido casi 3.000.000 de ejemplares, con casi 500 ediciones, con otra gran cantidad similar vendidos en el exterior en los 15 idiomas a los que fue traducido.

    Hombre bondadoso y piadoso, de una profunda formación teológica, un cristiano práctico, de misa diaria y comunión diaria, sin ostentaciones ni engreimiento, virtudes no comunes en el difícil gremio de los literatos.

    Su fuerte convicción religiosa y su condición de católico militante, lo convirtieron en un decidido defensor de la fe cada vez que fue menester hacerlo, sobre todo como apologista de la Iglesia.
    Hugo Wast fue fiel a sus principios y vivió conforme con ellos.
    Fue fiel a Dios, a su Patria y a su conciencia, esa armonía estuvo ligada a través de sesenta años de actuación, a una línea de conducta, así como creía, así pensaba y obraba. Vivía como sentía, sentía como escribía y escribía como obraba.
    Sorteando los halagos del mundo al que conquistó, pero al cual no hizo concesiones. y venciendo los asaltos del espíritu maligno, se dirigió serenamente hacia la cumbre. Su vocación de escritor fue simple y constante como su vida. Con su vocación nació y con ella moriría.

    En pocos casos se encuentran, como en el suyo, tan identificados al hombre y al escritor. ni la adversidad ni las calumnias lo doblegaron, como el vendaval no derriba el muro de sólidos cimientos.
    Se ha hechado un manto de olvido sobre su obra y su persona, existiendo una consigna del silencio sobre Hugo Wast, por su condición de escritor católico.

    El 28 de marzo de 1962, en Buenos Aires, a la que llamó turbulenta y alegre, entregó su alma al creador, siendo amortajado su cuerpo con la sotana y la faja de la Compañía de Jesús.
    La muerte no pudo sorprenderlo distraído, porque jamás dejó que los alientos de humanas vanidades sofocaran la antorcha que debía mantener encendida a través de una larga vigilia de siervo fiel.
    Un catolico ante la muerte
    La muerte del escritor católico argentino Dr. Gustavo Martínez Zuviría (Hugo Wast)


    por Juan Carlos Moreno.

    El hombre muere según ha vivido. No hay hombre de algunas luces que no haya reflexionado sobre la muerte. La muerte ha sido tema de estudio de genios, como Dante, Shakeaspeare, Chateubriand, Dostoiewski, Calderón de la Barca. El tránsito de este mundo visible al invisible; el tremendo enigma del hombre que habla y se mueve, y que de pronto enmudece y se queda inerte, para comenzar a disolverse; la gran aventura de la que escribía el sociólogo norteamericano Marden; la primera y la segunda muerte de que habla el Apocalipsis... ¡Bienaventurado el que no padece la segunda muerte, la del alma!


    El pensamiento de la muerte sobrecoge al hombre; pero el que se familiariza con él, no lo teme; lo afronta y hasta lo halla saludable. Quien espera la resurrección de la carne, no teme el gran salto.

    Gustavo Martínez Zuviría, que pensó en la muerte y escribió sobre ella páginas elocuentes y consoladoras, fue un hombre alegre, de excelente ánimo y vivió muchos años. El gran pensamiento que albergó en su juventud y lo siguió hasta la vejez, fue la educación cristiana, la única que puede enseñar los más profundos misterios. Estaba convencido de eso. Y de ahí su desvelo por la propagación del Evangelio, las nociones de Dios, Creador y Providente, la doctrina vivificadora que da la salud eterna.

    El estaba preparado para el salto final. Había cumplido su misión, había peleado el buen combate. Podía esperar sereno la venida del Señor. Sabía, como Job, que un día sus ojos verían el Redentor, y, como San Pablo, que el hombre no perece, sino que se transforma; que Cristo es la resurrección y la vida, y quien cree en El, resucitará en el último día.

    En sus escritos relevó la muerte del hombre perverso y la del justo.

    Escribió en París un extenso artículo, que es una joya de la literatura hispanoamericana: El amor a la vida y el amor a la muerte. (Anatole france y Teresita de Lisieux). "El motivo de esta peregrina asociación de ideas es la formidable celebridad de ambos, una celebridad completamente moderna, que ha cubierto el mundo en tan pocos años, que podríamos decirla repentina."

    El viejo filósofo que desdeñó la cruz y vivió epicúreamente, murió horrorosamente, clamando a su médico de cabecera que lo envenenara. Santa Teresita del Niño Jesús, que deseaba morir joven y sufrió con amor y esperanza, entregó alegremente su alma al Señor. Y mientras el alma del escritor blasfemo fue a parar a la Gehena "donde hay llanto y crujir de dientes", el alma de Teresita fue glorificada y pudo cumplir lo que había predicho "Quiero pasar mi cielo haciendo el bien en la tierra".

    En su libro Navega hacia alta mar leemos estas reflexiones: "Se sabe de muchos que habiendo vivido como impíos, en la hora de la muerte se han convertido, y, por gracia de Dios, han muerto como fervorosos católicos: Pero no se sabe de ninguno que, habiendo vivido cristianamente, haya muerto como impío, renegando en su última hora de las convicciones de toda su vida."

    La salud de Martínez Zuviría declinaba visiblemente. Había enflaquecido mucho. Aparecía muy cargado de espaldas, aquellas débiles espaldas que estuvieron inclinadas sobre la mesa de trabajo durante setenta años.

    No permanecía ocioso sin embargo: Leía y redactaba. Sus escritos eran meditaciones, breves pensamientos, verdaderas gemas, asuntos del día o de la hora.

    El 8 de marzo de 1962 lo vi por última vez. Lo hallé de buen ánimo, después del aire quebrantado que presentaba poco antes. Note en él un renovado vigor, puramente espiritual, era evidente, pues seguía padeciendo insomnio y agobiado por el asma que lo acompañó toda la vida. Díjome que había enviado un cuento, De la niñita que besó la Hostia, a su amigo Alfonso Junco, de México, con destino a la revista Ábside, que aquél dirigía. El título del escrito da una idea de su contenido: la piedad y la ternura. Añadió que estaba corrigiendo las pruebas de una nueva novela. Al preguntarle, sorprendido, cual era el título, respondió, sonriendo, que aún no lo tenía, que allí trataba el problema de la natalidad y que suscitaría discusiones (Esta novela se llamó Autobiografía del hijito que no nació, su obra póstuma, publicada un año después de su muerte, en 1963, cuyo dramático tema se ajusta a la encíclica Humanae vitae, de Paulo VI, dada en 1968).

    Martínez Zuviría desmejoraba rápidamente. El 24 de marzo debió guardar cama, para ya no levantarse.

    Estaba tranquilo, empero, y nadie preveía el próximo fin. Acaso él conocía el día y la hora, o los presentía misteriosamente, por aquella gracia que el Señor, a quien amaba y a quien había brindado la primicia de sus frutos, le concedía ahora abundantemente. Todas las mañanas después del desayuno rezaba el Rosario con su esposa, era hombre de oración y de meditación. Todos los días de su vida tuvo una piedad activa.

    En sus últimos años asistía a Misa diariamente, con preferencia a la de las 6 de la mañana, por que era madrugador, y comulgaba en ella. Algunas veces sirvió de acólito.

    Cuando vivía en la Biblioteca Nacional acudía a la de Iglesia de San Ignacio, y más tarde en su casa de la calle Uruguay, a la del Salvador o a la de Nuestra Señora de las Victorias. Creía en el dogma de la Comunión de los Santos y costeaba sufragios por las almas del Purgatorio.

    En la cabecera de su cama pendían de la pared los retratos de San Ignacio de Loyola, en cuya orden pensó ingresar, y el de San Juan Bosco, el magnífico educador, cuya admirable vida escribió.

    Amaba a la Virgen Santísima. Comenzó su veneración por la Madre de Dios en el Colegio de la Inmaculada en Santa Fé. A ella le dedicó las más finas alabanzas, entretejiéndolas en sus libros y en sus relatos autobiográficos.

    En los últimos meses, quien lo visitara, podía verlo con uno de los tomos de la Sagrada Escritura, o con el Breviario Romano, que meditaba con asiduidad como un monje. Un día a la hora del crepúsculo, lo ví acercarse con paso lento, al vestíbulo, portando una lamparilla de aceite, cuya mecha acababa de encender, que luego depositó al pié de un gran cuadro, impreso en Francia, con una magnífica imagen del Sagrado Corazón de Jesús.

    El 26 de marzo pidió a su hija Madelón que llamara al confesor, el Padre Max. Acudió el redentorista, a quien le suplicó que le llevara el viático.

    El mismo día lo visitaron sus amigos los médicos Roque A. Izzo y Oscar Ivanissevich. El escritor estaba de buen ánimo, sentado en la cama, con las piernas hacia fuera, bromeando.

    El 27 de marzo el enfermo recibió con devoción y buen espíritu el postrer Sacramento de la Iglesia, y comulgó en compañía de su esposa. Parecía animado de extraña vida. Después de la Extremaunción, pidió y recibió la bendición pontificia. Quería morir adherido a la Iglesia de Cristo, por la cual había luchado.

    Por la noche llegaron el doctor Ivanissevich y su yerno el doctor Carlos Riviere. A instancias de éste, el enfermo tomó una cucharada de sopa de fideos, y no pudo sorber otra. Doña Matilde permanecía al lado de su marido, asistiéndolo constantemente, por que él no quería que lo atendiese otra persona. La anciana matrona no había podido dormir las últimas noches y estaba sumamente fatigada. El doctor Ivanissevich le mandó que descansara, y ella se recostó en la cama de al lado, vestida. Le preguntó al enfermo si necesitaba algo y él le dijo que reposase.

    El escritor no durmió esa noche. Presentía la cercanía del tránsito ¿en qué se mantuvo pensando, desvelado, , la última noche de su vida terrena, el magnífico escritor? Estaba viviendo uno de los pasajes culminantes que había descrito con su pluma celeste.

    Acaso recordase alguna escena, algún personaje: la enfermedad, la confesión, el Viático... Tal vez acudía el Angel de las tinieblas a perturbarlo, a desesperarlo; y su Angel guardián, en quien creía, alejaba al maligno, y lo guardaba y lo confortaba con alguna bebida misteriosa, como aquella que bebió el Señor desfalleciente en el Huerto de los Olivos.

    Eran las cinco de la mañana del día 28 de marzo y apuntaba el alba. Entonces despertó a su mujer, diciéndole:

    -Vamos a rezar el Rosario.

    Doña Matilde se incorporó ¿Tan temprano rezar el Rosario! Nunca lo habían hecho a aquella hora, sino después del desayuno. Ambos repasaron las menudas cuentas, las fáciles y repetidas salutaciones angélicas, la devoción de los hombres y de las mujeres piadosas; aquella que mandó rezar el Duque de Austria, antes de la batalla de Lepanto, aquella que el Gral. Belgrano rezaba con sus tropas, y aquella que misia Rosa, su abuela, desgranaba plácidamente a la hora del crepúsculo.

    Al concluir el Rosario, doña Matilde le pidió que postergaran las letanías para la tarde, por que estaba rendida. Poco después cuando llegó uno de sus hijos, él señaló a su abnegada compañera, diciéndole:

    -Rezó el Rosario conmigo.

    El agobiado escritor pidió que le leyeran las preces de la recomendación del alma que se dice por los moribundos. Leyólas su hijo Gustavo y él siguió con serenidad las augustas oraciones de los que abandonan este mundo. Eran aquellas mismas estremecedoras y consoladoras invocaciones que Marcela rezó ante el agonizante Pedro Pablo Ontiveros, principales protagonistas de Desierto de Piedra, para muchos su obra maestra. El escritor cosechaba ahora, piadosamente, lo que había sembrado en su cristiano hogar.

    "Señor mío Jesucristo, Dios de bondad, Padre de misericordia: me presento ante ti con el corazón contrito y humillado y te encomiendo mi última hora y lo que después de ella me espera.

    "Cuando mis pies, perdiendo su movimiento, me adviertan que mi carrera en este mundo está próxima a su fin: ¡Jesús Misericordioso, ten compasión de mí!

    "Cuando mis manos trémulas y entorpecidas no puedan ya estrechar el Crucifijo, y a pesar mío lo deje caer sobre mi lecho de dolor: ¡Jesús Misericordioso, ten compasión de mí!

    "Cuando mis ojos, vidriados y desencajados por el horror de la inminente muerte, fijen en ti sus miradas lánguidas y moribundas: ¡Jesús Misericordioso, ten compasión de mí!

    Entraron en el aposento los doctores Ivanissevich y Reiviere, examinaron al enfermo y, cuando se retiraban, dona Matilde los interrogó:

    ¿-Cómo lo encuentran?

    -Animo, señora. Lo encontramos bien -dijo Ivanissevich.

    -Lo encontramos mejor que ayer -añadió el doctor Riviere

    Al volver a la habitación, ella transmitió a su marido:

    -Dicen que te encuentran mejor.

    Martínez Zuviría, con un gesto y un movimiento de la mano, le dio a entender que no era así. Ya no hablaba. Ella parecía aún no advertir la inminencia del fin. Se disponía a alejarse, a buscar un vaso de agua, cuando él le hizo seña de que se aproximara, como si quisiese hablarle al oído. Ella notó que estaba intensamente pálido

    -¿Qué te pasa? -le preguntó inclinándose.

    El la tomó con la mano de la cabeza le hizo la señal de la cruz y le dio un beso en la frente. Era el ósculo de la despedida. Enseguida volvió el rostro y expiró. Había rendido su alma a Dios.

    Eran las 11 y 15.-Nunca ví una muerte más tranquila -díjome mas tarde la viuda, suspirando con los ojos humedecidos por las lágrimas.

    Llegaron todos los hijos del escritor. Algunos quisieron ponerle la mortaja; pero doña Matilde no lo permitió. Gustavo el militar, mandó a Héctor Quintana, su sobrino, el hijo de Matilde a buscar un hábito de los sacerdotes de la Compañía de Jesús. El padre Furlong le dio el suyo, y sus hijos se lo pusieron. Luego el Jesuita acudió a rezar un responso ante el cadáver de su querido amigo y confidente. Maravillóle al sacerdotela contemplación de la dulce faz del escritor yaciente, bajo el retrato de San Ignacio de Loyola, a quien se parecía no solo en los rasgos angulosos del vasco, sino en el carácter indomable y constante. Ambos habían trabajado Ad mejorem Dei gloriam.

    El escritor católico fue ungido con todos los carismas de la Iglesia y ahora ingresaba en el ejército triunfante de la gloria eterna. Había recibido todos los sacramentos salutíferos: El Bautismo, la Confirmación, la Penitencia, la Eucaristía, el Matrimonio, la Extremaunción, el Orden Sagrado...¿El Orden Sagrado? En su infancia creíase inclinado a la vocación eclesiástica, y si Dios lo llamó a formar un hogar, él ejercitó su apostolado en el mundo como un sacerdote.

    Sólo que como San Francisco de Asís, diría yo, que fue diácono, nada más, no había recibido el carácter sacerdotal. A través de su vida cristiana práctica, de sus trabajos apostólicos, de sus muchos libros, donde late el espíritu divino, se advierte la acción de los ministros del Señor.

    Martínez Zuviría y su esposa no rezaron esa tarde las letanías lauretanas.

    El 29 de marzo por la mañana el padre Furlong celebró el Santo Sacrificio en la capilla ardiente erigida en casa del escritor.

    "Ayer contemplé el rostro cadavérico del doctor Martínez Zuviría-dijo el padre Furlong-, y me impresionó su sonrisa, una sonrisa bellísima, como de aurora refulgente, que si añadía un hilo a la trama sutil de su larga y fecunda existencia, decía a las claras, así lo he interpretado, cual era la felicidad de aquel que, habiendo hambreado la belleza, el amor y la verdad y habiéndolas expresado tantas veces y con tanto éxito, las poseía infinitas y para siempre"

    La noticia de la muerte del novelista, cuyo nombre y cuyos escritos llenaron durante medio siglo los diarios y las revistas del país, fue parcamente dada por los periódicos.

    La mañana del sepelio acudió a la casa de la calle Uruguay 725 un gentío extraordinario, entre el que se veían sacerdotes, militares y funcionarios, y mucha gente desconocida, lectores y admiradores de Hugo Wast..

    A pesar de que éste no era partidiario de las flores, las ofrendas colmaron la capilla ardiente, el zaguán y la acera. La carroza fúnebre condujo el féretro a la cercana Iglesia del Salvador, donde se habían congregado los parientes y amigos para asistir a la Misa Exequial. El insigne escritor muerto asistía ahora, corporalmente, a la principal celebración litúrgica que había descripto con su pluma de oro, inmóvil como él.

    Celebró la Misa un sacerdote jesuita. Y aunque por disposición del extinto no debía haber discurso en su sepelio, el padre Furlong no pudo dejar en esa hora de exteriorizar sus sentimientos: subió al púlpito y pronunció el panegírico. Habló de la vida y la obra del escritor, e hizo un paralelo entre Manuel Belgrano y Gustavo Martínez Zuviría. Dijo que ambos murieron en horas inciertas de la patria, que ambos tuvieron especial dedicación por la educación popular y que ambos fueron ciudadanos cristianísimos. El general Manuel Belgrano quiso que sus restos fueran revestidos con el hábito de Santo Domingo, y el doctor Martínez Zuviría fue sepultado con la sotana de los hijos de San Ignacio de Loyola.

    El traslado del féretro al cementerio de la Recoleta fue otra expresión del ambiente que rodeara la vida del escritor y de la estima que se había conquistado. No hubo representación de la Sociedad Argentina de Escritores ni de la Biblioteca Nacional, que había dirigido durante un cuarto de siglo. Pero veíase allí gente aristocrática, los mejores hombres de las letras, de las artes y de las ciencias, modestos empleados de la Biblioteca Nacional, que lo conocían y lo amaban, y muchos corazones anónimos a quienes el encanto de sus libros había hecho derramar lágrimas o contribuido a transformar su existencia.

    Los grandes diarios absorbieron sus páginas con las novedades políticas y las comunes informaciones cotidianas, dedicando pocas líneas a quien había escrito millares de cautivadoras páginas con el más bello mensaje dirigido a sus compatriotas y a todas las almas de buena voluntad del mundo.

    La muerte no pudo sorprenderlo distraído, por que jamás dejó que los alientos de humanas vanidades sofocaran la antorcha que debía mantener encendida a través de una larga vigilia de siervo fiel.

    Momentos antes de su muerte había estado bromeando con quienes lo acompañaban, y cuando tal vez oyó más acentuados los sones del clarín, pasó a la oración y se puso a desgranar, con mariana piedad, el último Rosario de su vida. Poco después el abandono de las fuerzas le privó del habla, pero las tuvo todavía para signar con una cruz y un beso la frente de Matilde de Iriondo, la buena madre de sus trece hijos, a la que miró con ternura expresándole su "a Dios".

    BIOGRAFÍA


    DR. GUSTAVO ADOLFO MARTÍNEZ ZUVIRÍA (HUGO WAST).


    1883. el 23 de octubre ve la luz del mundo en la ciudad de Córdoba, Gustavo Adolfo Martínez, al año siguiente el 24 de noviembre de 1884, recibe óleo y crisma en la Catedral de esa ciudad, a los seis meses muere su madre.

    1884. Fallece su madre Da.Carolina de Zuviría de Martínez.

    1889. Inicia sus estudios primarios en Córdoba en el Colegio Santo Tomas, de los Padres Escolapios.

    1893. A los diez años escribe su primer cuento: “Carlos Cronwell, o sea el navegante”.

    1896. Se traslada con su familia a Santa Fe.

    1898. Ingresa en el Colegio de la Inmaculada Concepción, de Santa Fe.
    Escribe “El Capitán Champaubert”, firmado bajo el seudónimo de Hal Magyar. Inédito.

    1899. Escribe los siguientes cuentos cortos: “Demasiado tarde”, “Ya era tarde” y “Loca”; bajo el seudónimo de Hal Magyar. Inéditos. “Un viaje por París”; cuento que publica Los Principios, de Córdoba.

    1901. Recibe el título de bachiller. Es designado el primer Bibliotecario de la Universidad de Santa Fe con cincuenta pesos mensuales.

    1902. Ingresa como estudiante de Derecho en la Universidad de Santa Fe. Inicia en Los Molinos, Córdoba, su primera novela: “Alegre”.

    1903. Publica dos libros: “La Creación ante la pseudo-ciencia” y “Fantasías y leyendas”.

    1904. Publica el libro de versos “Rimas de amor”.

    1905. Aparece su primer libro “Alegre”, en dos tomos, editado por Fernando Fe, de Madrid.

    1906. Comienza a colaborar en el diario La Nación, y en la revista Caras y Caretas.

    1907. A los veintitres años, el 8 de julio de l907, se recibe de Abogado.
    Aparece su segunda novela “Pequeñas grandes almas”, editada por Montaner y Simón, de Barcelona; novela a la que más tarde llamará “Novia de Vacaciones”.
    Actúa como Secretario de la Asamblea Constituyente de Santa Fe.
    1908 Contrae matrimonio con doña Matilde de Iriondo.
    Viaja a Europa con su esposa y es recibido en la sala del Tronetto del Vaticano, por el Papa Pío X. (Luego San Pío X).

    1909. El Colegio Nacional de Santa Fe lo nombra Profesor de Literatura Preceptiva e Historia Literaria.

    1911. Publica: “Flor de Durazno”, Buenos Aires, Alfa y Omega. Firma por primera vez con el seudónimo de Hugo Wast, anagrama de su nombre en sueco: GHUSTAWO.

    1912. Publica un ensayo científico: “El enigma de la vida”, Buenos Aires. Alfa y Omega.

    1914 Publica “Fuente Sellada”, París, Librería Paul Ollendorff.

    1915. Se afilia al Partido Demócrata Progresista, fundado por el doctor Mariano Demaría y Es candidato a Vicegobernador de Santa Fe.
    Dirige el diario Nueva Época.

    1916. Obtiene por posición la Cátedra de Economía Política en la Universidad Nacional de Santa Fe.
    Es elegido Diputado Nacional por la Provincia de Santa Fe.
    Su novela “La casa de los cuervos”, Buenos Aires, Agencia General de Librería y
    Publicaciones. Primer Premio del Ateneo Nacional.


    1917. Patria Film produce y distribuye “Flor de durazno, en la que actúa Carlos Gardel

    1918. escribe “Valle Negro”.

    1919. El diario La Nación, de Buenos Aires, publica en folletín la novela “Ciudad turbulenta, ciudad alegre”.

    1920. escribe “La corbata celeste”.

    1921. Escribe “El amor vencido”, Desde 1931 se publicó con el título de “Los ojos vendados”.

    1922. Renuncia al Partido Demócrata Progresista y manifiesta por el tono anticatólico del mismo, en forma pública las causas de su retiro.
    Publica: su libro “El vengador”.

    1923. La Real Academia Española premia con Medalla de Oro su novela “Valle Negro”.
    Acerca de ella, Miguel de Unamuno dijo: “He leído Valle Negro con el ánimo suspenso y volveré a leerlo, porque el interés que me despertó es el de un dramático juego de pasiones. Esta novela puede leerse en cualquier país y podrá leerse en cualquier tiempo, cuando se sigan leyendo Carmen y Colomba, de Merimée. Su precisión y condensación la librarán de modas del gusto. Correspondiendo a esta manera de sentir y de entender la novela, es el estilo adecuado. Limpio, claro, preciso, sin contorsiones metafóricas, sin retorcimientos estilísticos a que ahora hay alguien tan aficionado”.

    Y publica ese mismo año su libro “La que no perdonó.

    1924. Publica sus libros “Pata de zorra y “Una estrella en la ventana

    1925. Publica “Desierto de piedra

    1926 El Gobierno Argentino le otorga el Gran Premio Nacional de Literatura por su novela “Desierto de Piedra”
    Ese mismo año publica tres libros “Las espigas de Ruth”, “Myriam la conspiradora” y “El jinete de fuego”.

    1927. Viaja a Europa con su esposa y sus 10 hijos. Recorre Francia, Alemania, Inglaterra, España, Italia, Bélgica, Holanda y Polonia, durante cuatro años vive en París, Francia.

    Ese año Publica: “Tierra de jaguares” y “Sangre en el umbral”.

    1928. La Real Academia Española lo designa Miembro Correspondiente.

    1929. Escribe en París su novela “Lucía Miranda”.

    1930 Viaja a los Estados Unidos de Norteamérica y firma contratos con varias empresas para la edición de sus novelas en inglés, lo recibe el Presidente de los Estados Unidos.
    En junio, asiste en la ciudad de Varsovia (Polonia) al Congreso de los PEN Club.

    Ese año publica: su novlea “El camino de las llamas”.

    1931. Regresa a Buenos Aires y se hace cargo de la dirección de la Biblioteca Nacional.
    Es nombrado miembro de número de la Academia Argentina de Letras, al tiempo que contribuye a fundarla.

    Publica “Don Bosco y su tiempo”, en 2 tomos, que posteriormente aparece con el título “Las aventuras de don Bosco”.

    1933. Se lo designa Presidente de la Comisión de Prensa del XXXII Congreso Eucarístico Internacional, y presidente de la Comisión de Prensa y Publicidad del mismo.

    1934. Pronuncia un gran discurso, el 12 de octubre, en el teatro Colón, delante del Legado Papal, Cardenal Eugenio Pacelli (quien luego sería el Papa Pio XII), y del Presidente de la República, General Agustín P. Justo.

    1935. El Papa Pío XI lo distingue designándolo Comendador Pontificio de la Orden de San Gregorio Magno, en mérito de su vasta labor literaria, social y religiosa.

    Ese mismo año publica sus novelas “El Kahal” y “Oro”.

    1936. Publica su novela “Naves, oro, sueños y “La profecía de los Papas y el fin del mundo”.).

    1937. Asume la presidencia de la Comisión Nacional de Cultura.

    1941. El Presidente de la Nación, Doctor Ramón S. Castillo, lo nombra Interventor Federal en la provincia de Catamarca.

    Publica su novela “El sexto sello”.

    La Academia Colombiana de la Lengua, lo nombra Miembro Correspondiente.

    1942. Publica su libro “Juana Tabor”.

    1943. El Presidente de la Nación, general Pedro P. Ramírez, lo designa Ministro de Justicia e Instrucción Pública.

    El 31 de diciembre de ese año emite el decreto sobre la enseñanza de la religión católica en las escuelas públicas, como materia ordinaria no obligatoria, haciendo volver a Cristo a las aulas después de sesenta años.

    1944. Publica: “666” (segunda parte de “Juana Tabor”), y publica sus novelas
    “Vocación de escritor”,
    “El novelista en su taller”,
    “La conquista del público” y
    “Esperar contra toda esperanza”.

    1945. Publica su novela “Lo que Dios ha unido”

    1948. “ Publica Las Aventuras del padre Vespignani”,en 2 tomos: “Alma Romana” y “Su segunda patria”.

    1949. Asume la dirección de la revista Argentina.

    1950. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Madrid, lo nombra Consejero de Honor.

    1952. publica “Morir con las botas puestas”.

    1954 .El gobierno de España le confiere la condecoración de la Gran Cruz de Alfonso X, el Sabio.

    Ese mismo año, es echado por Perón de su cargo de Director de la Biblioteca Nacional.

    1955 .Publica dos novelas:
    “Estrella de la tarde” y
    “¿Le tiraría usted la primera piedra?”.

    1957. La Editorial Fax, de Madrid, publica en dos volúmenes sus Obras Completas, premiadas por el Instituto del Libro Español entre los libros mejor presentados.

    1958. Celebra sus bodas de oro matrimoniales.

    1960. Publica la obra histórica - “Año X”.

    Viaja a por seis meses a Madrid, España.

    1962. Días antes de su muerte, da término a su último libro, de publicación póstuma: “Autobiografía del hijito que no nació”.

    1962. El día 28 de marzo, en Buenos Aires, se duerme en los brazos de la Virgen entregando su alma a Dios. Se lo reviste con la sotana y la faja de la Orden Jesuita para ser enterrado.


    1963. Se publica su obra póstuma “Autobiografíadel hijito que no nació”.


  2. #2
    Avatar de juan vergara
    juan vergara está desconectado Miembro Respetado
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    Re: Hugo wast. Misa con motivo de cumplirse los 50 años de su muerte

    Dios mediante allí estaremos.

  3. #3
    Prudencio está desconectado Miembro graduado
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    Re: Hugo wast. Misa con motivo de cumplirse los 50 años de su muerte

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Muchas gracias querido amigo, será un placer.

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