Bienvenido, Monseñor. Tu perfil de hombre cabal es muy apropiado para este foro.
Hola a todos. Soy hombre, vivo en Madrid. Trabajo en el sector financiero. Soy ingeniero industrial y casi físico. Profesionalmente trabajo como analista informático. Esa es la parte racional. Pero como soy tomista, cultivo todas las ramas del saber. Me interesa la filosofía, las ciencias ocultas, la historia y la religión.
Soy católico tradicional. Seguidor de la fsspx. Y en cuestiones políticas soy de centro. Entre Franco y Hitler estoy justo en el centro.
Me gusta comer, beber, fumar (poco) y las mujeres.
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"... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)
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Bienvenido. Le recomendaría que se informase acerca de la opinión sobre Hitler de la FSSPX y los católicos tradicionales de Alemania (por no hablar de los de Polonia y otros países). ¿A qué se refiere con lo de "ciencias ocultas"? Un saludo.
Última edición por Rodrigo; 19/04/2017 a las 04:03
Militia est vita hominis super terram et sicut dies mercenarii dies ejus. (Job VII,1)
Rodrigo: Ud, si que tiene que informarse mejor. La fsspx es muy posterior a Hitler y nada tiene que ver con el. Punto número uno. Punto número dos, creo que la descripción: "me interesan las ciencias ocultas" poca aclaración posterior necesita. Sólo hay que saber lo que significa el verbo: interesar, y las palabras "ciencias ocultas".
Por supuesto que la FSSPX es muy posterior a Hitler, concretamente de los años 70, mientras que el ateo y anticatólico Hitler se suicidó en 1945. Lo sé yo y cualquiera con un mínimo de conocimiento de la historia reciente de la Iglesia. Lo que decía es que se informase de la opinión que tienen los católicos tradicionales de Europa central (a nosotros no nos afectó apenas) sobre lo que significó este personaje para la Iglesia en las regiones que estuvieron bajo su dominio.
También puede leer mismamente la opinión que tenía del "führer" el venerable Papa que ha elegido usted como imagen de perfil. Pacelli colaboró decisivamente en la redacción de la encíclica "Mit brennender Sorge" y luego como Papa hasta llegó a exortizar a Hitler desde la distancia. Pío XII estaba firmemente convencido de que Hitler estaba endemoniado.
Militia est vita hominis super terram et sicut dies mercenarii dies ejus. (Job VII,1)
Todo el mundo moderno se divide en progresistas y en conservadores. La labor de los progresistas es ir cometiendo errores. La labor de los conservadores es evitar que esos errores sean arreglados. (G.K.Cherleston)
Rodrigo, amigo. Tengo una foto de Hitler saliendo de Misa tradicional. Fué educado en el catolicismo, al igual que Himmler, aunque es verdad que luego su fe se corrompió y si, Pio XII creía que estaba endemoniado y lo exorcizó. Pero Hitler tenía razón en muchísimas cosas. Hay que separar el grano de la paja, muchos católicos le apoyaron, y su idea de lo que debe ser una Europa libre del sionismo y del marxismo, así como de razas extrañas, sigue vigente, precisamente hoy mas que nunca.
Exacto.
En realidad los católicos dejaron de tener cualquier simpatía por los nazis cuando éstos asesinaron al canciller Dollfuss en 1934 (no digamos años después). Véase como, por ejemplo, en España el diario El Siglo Futuro (ariete de la Contrarrevolución) comparaba a los nazis con los rojos, diciendo que eran unos bandoleros contra los que había que tener mano dura y que los nazis se «replegaban al racismo, para dar en la pura raza» y que «en lo que se da es la barbarie de la pura raza». Todo esto antes de que Hitler empezara su particular guerra al catolicismo, que en edad adulta no profesó, por mucha que exista una foto suya saliendo de una iglesia (como si visitar por cualquier motivo una iglesia significase ser practicante).
Además, los nazis ganaron las elecciones solamente en las zonas protestantes de Alemania, no en las católicas. Este mapa lo demuestra claramente (el primero señala el porcentaje de católicos y el segundo el porcentaje de votantes nazis):
Última edición por Rodrigo; 21/04/2017 a las 01:42
Militia est vita hominis super terram et sicut dies mercenarii dies ejus. (Job VII,1)
Si claro, y habría que reconocerle milagros y declararlo ya ¡santo, santo, santo! muerto está y bien muerto. Por mucho que se empeñen algunos, fue lo que fue y gracias a él y sus enemigos de entonces hoy tenemos lo que tenemos. Cuéntele esas milongas a las familias de los setenta millones de muertos, los millones incontables heridos, tullidos, enfermos sin curación, desplazados, gentes que perdieron todo. Claro fue cosa de los aliados, pero no de Hitler y los suyos, fueron los aliados los que atacaron e invadieron países como Polonia o Austria sin que mediara agresión alguna previa y que justificase un acto de defensa. Pero ya estamos otra vez, una vez más, en este foro teniendo que rechazar los típicos argumentitos neo-nazis en un sitio que no lo es, justificando lo injustificable pues si culpables fueron unos, culpables fueron los otros, mezclando las churras con las merinas, que si a caballo entre Franco y Hitler, aunque 72 años después de la muerte de uno y 42 del otro, sin más relación entre ellos que el encuentro de Hendaya, ni más conexión ideológica que la meramente circunstancial de la coetaneidad de ambos en medio de las tendencias de aquellos años, con unas ideosincrasias totalmente diferentes y unos intereses dispares.
Además, el nacionalsocialismo es tan extranjero y ajeno a nosotros como el marxismo, también alemán ¡qué curioso! y el sionismo húngaro. Por supuesto, ya el temita de la raza canta el alirón, como si en España no haya habido íberos, celtas, fenicios, griegos, cartagineses, romanos, suevos, alanos, vándalos, visigodos, árabes, judíos, italianos, franceses, ingleses, alemanes, suizos y hasta japoneses (en Sevilla y mestizados). Hablar de la raza aria es hacerlo del sexo de los ángeles, o sobre las meigas, discurso absurdo, sin base ni fondo desde que existe eso que se llama genética de poblaciones.
Por último, el lugar de contarnos esos rolletes, muy vistos y sobados, mire en los fondos del sitio donde estos temas se han tratado hasta la saciedad, así que nada nuevo bajo el sol de Hispanismo.
Última edición por Valmadian; 21/04/2017 a las 07:18
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
No me cuadra mucho aquello de que Pío XII supuestamente le hiciese un exorcismo a distancia a Hitler, cuando el mismo, siendo todavía nuncio, le dijo con motivo de la felicitación del año nuevo (según el semanario der Ring): "Usted, excelencia, es el salvador del pueblo alemán enviado por Dios". ¿Para qué iba a exorcizar a un enviado de Dios?
Si nos vamos al manido tema de la encíclica "Mit Brennender Sorge" (encíclica que solo iba dirigida a los obispos alemanes, no a toda la Iglesia) vemos que no se menciona ni una sola vez al nacional socialismo. Digo yo que el Papa no tendría reparo alguno en condenar explícitamente a cualquier ideología satánica (como se hizo con el liberalismo o el comunismo).
Sobre Hitler y Polonia, una imagen vale mal que mil palabras:
¿El malo de Hitler asistiendo al funeral del mariscal Pilsudski, al que admiraba y con quien firmó el pacto de no agresión germano-polaco en 1934? Efectivamente. Y si Hitler atacó posteriormente Polonia (que después de Pilsudski, acabó siendo gobernada por títeres de Gran Bretaña y Francia) fue debido a la agresión que estaban sufriendo las minorías alemanas que residían allí, y a la negativa de aceptar las ofertas de paz que Hitler propuso para poner freno a la situación por parte de dichos títeres.
Una cosa es decir que Hitler fuera o no católico, y otra presentarlo como un ateo anticristiano, cosa que sí que no se sostiene por ningún lado. Ya ni hablar de que fuese pagano, cosa que al mismo Hitler le parecía ridícula:
Nosotros no tenemos nada que ver con esos elementos que solo entienden el nacionalsocialismo en términos de habladurías y sagas, y que, en consecuencia, lo confunden demasiado fácilmente con vagas frases nórdicas, basándose en motivos de una mística cultura atlante. El nacionalsocialismo desprecia claramente esa cultura de la Böttgerstraße.” – Adolf Hitler
"Ya he prohibido todas esas tonterías firmemente varias veces, todas esas historias de los lugares de Thing, de los solsticios, de la serpiente de Mittgard y todo lo que está sacado de los tiempos germánicos primitivos. Después les leen a los jóvenes de 15 años a Nietzsche y a través de citas ininteligibles les hablan del superhombre y les dicen que eso han de ser ellos" (Adolf Hitler).
Saludos en Xto.
https://m.youtube.com/watch?v=4nHLP6Ri210
Hitler y la Religión
1.- La posición del Partido Nacionalsocialista frente a la Iglesia.
Hitler era católico. No se trata ya de una herencia paterna que debe mantenerse, pues si bien fue católico por nacimiento, defendió y de forma bastante clara, su condición de tal, pese a que ello pudiera mermarle la adhesión de los sectores protestantes. El libro Mi Lucha, contiene puntos fundamentales en el tema que nos ocupa: "Un caudillo político no debe mezclarse en las cuestiones religiosas de su pueblo, pues si así procediera no sería ya un político sino un reformador, suponiendo que tuviera las condiciones de tal". Otro asunto que aborda Hitler en Mi Lucha, relacionado con las cuestiones religiosas es el de la intromisión de la religión en la política y viceversa. Hitler opinaba en contra de dicha intromisión. Hasta aquí, un resumen de lo contenido en Mi Lucha. Pero para demostrar que su posición fue imperturbable a lo largo de los años y que no varió con el paso del tiempo, ya fuera en la lucha por el poder o una vez alcanzado éste, ofrecemos algunos fragmentos de sus discursos.
El 12 de abril de 1922, al principio de su carrera política, aun antes de escribir Mi Lucha dijo en un discurso: "Mi sentimiento cristiano me señala a mi Señor y Salvador como luchador. Me señala al hombre que, en otro tiempo, solo, rodeado únicamente de unos pocos seguidores, reconoció a estos judíos y llamó a la lucha contra ellos y que, verdadero Dios, no fue el más grande entre los mártires, sino el más grande entre los luchadores ! Con amor ilimitado, como cristiano y como hombre, leo el lugar que nos relata cómo el Señor acabó por arremangarse y por tomar el látigo, para arrojar del templo a los usureros, engendro de vívoras ! Reconozco su lucha gigantesca por este mundo contra el espíritu judío, despues de dos mil años, con la más profunda emoción y con tanta mayor fuerza por el hecho de que fue crucificado por ello (profunda agitación en la sala). Como cristiano no tengo el deber de dejarme desollar, sino que tengo el deber de ser un luchador por la verdad y el derecho".
El 1 de febrero de 1933, es decir, el día siguiente a su nombramiento como Canciller afirmaba: "Quiera Dios conceder su gracia a nuestra obra, orientar rectamente nuestra voluntad, bendecir nuestras intenciones y colmarnos con la confianza de nuestro pueblo".
Y en el primer discurso de Hitler en el Reichstag, el 21 de marzo de 1933, en la iglesia de la guarnición de Potsdam, terminó el Führer diciendo: "Quiera tambien la Providencia concedernos el valor y la constancia que en este recinto sagrado para todo aleman sentimos en torno nuestro, hombres que luchamos por la libertad y la grandeza de nuestro pueblo, reunidos al pie de la tumba del más grande de sus reyes". El 1 de mayo de 1933, ante dos millones de obreros alemanes, dijo: "El pueblo alemán no es ya el pueblo sin honra, de la desvergüenza, de la anarquía, de la pusilanimidad y de la incredulidad. No, Señor, el pueblo alemán es ya otra vez fuerte en su voluntad, fuerte en su perseverancia, fuerte para sobrellevar todo sacrificio. Señor, no nos apartamos de Ti ! Bendice nuestra lucha por nuestra libertad y con ello por nuestro pueblo y nuestra Patria".
En el Congreso de Nüremberg de 1935 decía: "Nuestras catedrales son los eternos testimonios de nuestra pasada grandeza". Y ya en la guerra, el 6 de octubre de 1939: "Como Führer del pueblo alemán y Canciller del Reich únicamente puedo en estos instantes dar gracias a Dios por haberme dado su milagrosa bendición en nuestra primera y dura lucha por nuestros derechos y rogarle que nos ayude a encontar el camino verdadero, así como el de todos los demas, a fin de que no sólo el pueblo alemán, sino toda Europa, gocen de una felicidad en la paz". El 30 de enero de 1942, eran sus palabras finales: "Y vos, Señor, dadnos fuerza para defender la libertad de nuestro pueblo, de nuestros hijos y de los hijos de nuestros hijos. Y no solo a nuestro pueblo alemán, sino tambien a toda Europa".
El 30 de enero de 1944, decía: "Por eso, cuanto mayores sean hoy las preocupaciones, tanto más alto apreciará, juzgará y recompensará el Todopoderoso a los que frente a un mundo de enemigos han enarbolado en sus leales manos la bandera y han avanzado resueltamente con ella". Tambien el último discurso de Hitler está lleno de referencias al Todopoderoso y así, el 24 de febrero de 1945, decía: "Frente al aniquilamiento judeo-bolchevique y frente a sus asesinos de América y Occidente de Europa, no hay más que un imperativo: poner en acción con fanatismo extremo y enconada entereza hasta las últimas fuerzas que un Dios bondadoso permite que el hombre encuentre en épocas graves para la defensa de su vida".
El partido y sus organizaciones:
La opinión del partido queda reflejada en el punto 24 de su programa que dice: "Exigimos la libertad para todas las denominaciones religiosas dentro del Estado mientras no representen un peligro para éste y no militen contra los sentimientos morales de la raza alemana". Este párrafo se refiere a organizaciones tipo "Testigos de Jehová" o también a la religión judía. "El partido, defiende en su carácter de tal, la idea del cristianismo positivo pero no se compromete, en materia de credo, con ninguna confesión en particular. Combate el materialismo judío infiltrado entre nosotros".
Respecto a las más conocidas organizaciones del Partido, la SA y la SS podemos decir que los estandartes de las SA eran bendecidos por los obispos y ademas uno de los puntos de dicha organización rezaba: "Nuestro movimiento está decidido a proteger las dos confesiones: católica y protestante".
En cuanto a las "terribles" SS, debe darse a conocer el texto segundo de los juramentos que debian hacerse para ser miembro de ellas. Este decía: "Crees en Dios?" y debia responderse: "Sí, creo en un Dios Todopoderoso".
Se ha dicho que los niños de las Juventudes Hitlerianas eran enseñados con canciones ateas. Ahora bien, hemos localizado un centenar de canciones, antiguas y modernas (algunas compuestas por el propio Baldur von Schirach, jefe de las mismas) en las cuales la religiosidad es evidente y la palabra Dios se repite con frecuencia.
Joseph Goebbels: Hijo de padres católicos, Goebbels recibió una educación de tal caracter religioso. Ya en su juventud obtuvo una especie de beca de una organización católica llamada "Alberto Magno" y llegado al poder mantuvo siempre una actitud moderada. El Dr. Goebbels es autor de numerosas obras y es de la titulada "El comunismo sin máscara" de la que extraemos lo siguiente: "El bolcheviquismo niega la religión por principio, fundamentalmente y de antemano y no ve en ella más que opio para el pueblo. El nacionalsocialismo, por el contrario, con su tolerancia, respecto a las confesiones, propugna un idealismo creyente y trascendental".
Creemos en Europa,
creemos en el nuevo orden,
creemos en la juventud,
creemos en el triunfo de lo bueno,
porque creemos en Dios
Baldur von Schirach
En su obra: "El bolchevismo en la teoría y en la práctica", hablando sobre los sucesos ocurridos en España, escribe: "Es difícil formarse idea exacta de los detalles espantosos que llegan hasta nosotros relativos a ejecuciones de sacerdotes y atentados vergonzosos contra religiosos, por parte de anarquistas y comunistas. Este es el verdadero aspecto del ateísmo bolchevique, que todavía se atreve, en algunos países, a colaborar con las Iglesias. Pero los cadáveres de las religiosas sacadas de sus ataúdes constituyen un exponente de lo que es capaz el bolchevismo". Al contrario de los que ocurría en todo el mundo, Goebbels, en esta obra -leída en el Congreso de Nüremberg de 1936- denuncia el horrendo crimen.
El día 19 de abril de 1945, diez días antes de morir y cuando los rusos se hallaban ya a las puertas de Berlín, decía Goebbels: "Debemos dar una y otra vez gracias a Dios de que en tan terribles tiempos nos haya concedido a un verdadero Führer". Y el 3 de diciembre de 1928 había escrito: "El movimiento Nacionalsocialista se funda en un cristianismo positivo sin atarse a una determinada confesión. En él tiene su puesto tanto el protestante como el católico y el cristiano-aleman".
Rudolf Hess: El prisionero de la paz, no era -al igual que otros dirigentes nacionalsocialistas- partidario de una determinada religión, manteniendo, casi por tradición, la recibida por sus padres. Pero ello no era obstáculo para tener un verdadero conocimiento de la existencia de Dios y de su bondad infinita y, como no, de su justicia divina. Precisamente a este respecto es conveniente recordar sus últimas palabras en el juicio de Nüremberg, donde declaró: "Soy feliz de saber que he cumplido con mi deber frente a mi pueblo....mi deber como alemán, como nacionalsocialista y fiel colaborador del Führer. No me arrepiento de nada. Si me hallara al principio volvería a actuar como lo he hecho. Siento la mayor indiferencia por las decisiones de los hombres: algún dia compareceré ante Dios para rendirle cuentas y se que Él me declarará inocente".
Heinrich Himmler: Era sobrino del famoso jesuita P. Himmler, hijo del director de la Escuela católica de Munich y hermano de un monje benedictino que vivía en el monasterio de Mariaalach. En sus discursos mencionaba frecuentemente a Dios. En su discurso del 19 de octubre de 1944 decía: "Nuestro Señor ha creado los pueblos, que no son invención de la voluntad humana. En un devenir creador de milenios, nació, segun sus altos designios, el pueblo aleman, con sus ricos dones, su bella patria y sus difíciles condiciones de vida. Sin limitaciones nos doblegamos ante la Ley Eterna y con ella ante la Patria".
Wilhelm Frick: Frick, ministro de las leyes raciales, era tambien un creyente. Llegó incluso a redactar oraciones. Una de ellas decía: "Señor, líbranos de la mentira y de la traición. Yo se que la falta de Dios y la falta de Patria aniquilan a nuestro Pueblo".
Hermann Goering: Ministro del Aire. Héroe de la Primera Guerra Muncial. Dijo en Viena el 26 de marzo de 1938: "Se afirma: ahora es exterminada la religión, ahora es eliminada la fe! Pues entonces que se me enseñe la iglesia que, como ha ocurrido en España, haya sido destruída o incendiada. Que se me muestre a los sacerdotes que hayan sido torturados o desollados. Que se me enseñe una iglesia que haya sido cerrada y en la cual los fieles no pueden rezar. Que se me muestre a un sacerdote al que se le haya impedido dedicarse a sus funciones sacerdotales o que haya sido arrastrado por las calles, despues de haber sido decapitado, como hicieron los comunistas en España. Si fue detenido un sacerdote, esto no ocurrió por dedicarse a sus misiones sacerdotales, sino porque se hizo demasiado mundano. Sólo queremos que se efectue una clara separación. La Iglesia tiene sus funciones determinadas, muy importantes y muy necesarias y el Estado y el Movimiento tienen otras misiones igualmente importantes y decisivas. Si hubiesemos sido antirreligiosos o anticreyentes, habría estado con nuestro movimiento la bendición del Todopoderoso? Hemos empleado toda la fuerza de nuestro sentimiento religioso para poder mantenernos firmes en la terrible lucha! Creen que esto habría sido posible sin nuestra más profunda fe en Dios, en el Todopoderoso?"
Alfred Rosemberg: Ha sido considerado el máximo enemigo de las religiones. Si tenemos en cuenta que Rosemberg jamás poseyó influencia decisiva en la política, puesto que nunca ocupó puesto relevante alguno, parece asombroso conceder tanta importancia a su obra: "El Mito del Siglo XX". De ella se llegaron a hacer 800 mil ejemplares. Pero las ediciones del libro de Hitler "Mi Lucha" - que como hemos probado era netamente favorable a las religiones- llegaron a superar, ya en 1943, los diez millones de ejemplares, hasta llegar al extremo de ser considerado el libro más vendido despues de la Biblia.
2.- La Posición de la Iglesia frente al partido
El Concordato:
Ya en el primer año de gobierno nacionalsocialista se logró lo que los otros gobiernos precedentes no habian conseguido: firmar un Concordato con la Iglesia Católica. Esta circunstancia echaba por los suelos las teorías democráticas de una supuesta enemistad entre ambos organismos. Entre los diversos apartados del Concordato se hallaba la reglamentación del impuesto de culto y su cobro y las distintas protecciones a la Iglesia y a sus ministros.
En el texto del Concordato puede leerse: "En virtud de las normas del Concordato el hábito religioso será protegido por una disposición civil, del mismo modo que lo estan los uniformes oficiales. El Estado sufragaba además los gastos de las facultades de Teología existentes en las Universidades alemanas que eran ocho, aparte de otros seis centros de menores dimensiones.
La prensa "aliada" vociferaba contra el nacionalsocialismo por supuestas restricciones en Polonia. En una carta que no llegó a ser publicada en el diario "La Verdad" de Murcia, D. José Antonio Vidal Gadea, miembro de la División Azul y caballero de la Cruz de Hierro confirmaba que en los territorios bajo jurisdicción de Rosemberg: "Estuve durante el mandato aleman en primera línea y recorrí (no precisamente por deporte) diversos hospitales situados en ciudades alemanas, así como de naciones bálticas y pude comprobar la celebración de Misas y Oficios en los templos cristianos. Un detalle interesante es que a bastante distancia de los templos se colocaban letreros advirtiendo su proximidad y ordenando silencio para no perturbar las prácticas religiosas.... Las unidades alemanas contaban todas con capellanes de acuerdo con el credo religioso de sus componentes... En el equipo de los combatientes católicos se incluía un anillo con un "decena" para el rezo del Santo Rosario". Debemos añadir que, como es sabido, todos los soldados llevaban en su cinturón la tradicional frase "Gott mit uns" que significa "Dios con nosotros".
Opiniones de religiosos:
En el folleto titulado "Por qué el Eje ganará la guerra? Polémica y razón de la Europa cristiana" que venía a representar la forma de pensar de muchos sacerdotes, decía: "Si Hitler no hubiese forjado la actual Alemania, Europa se encontraría indefensa frente al comunismo y como la subida al poder de Hitler no puede explicarse humanamente, debemos concluir que el Dios de las Victorias coloca a Adolf Hitler en el poder para ser el salvador de la Civilización y del Cristianismo". El presbítero José Manuel Vega y Diaz, exclama en su obra "La plaga maldita del comunismo": "Ojalá que los ejércitos del Eje y sus aliados venzan y hagan desaparecer esta plaga maldita que ha roído la existencia de la humanidad en sus mismas entrañas!".
El reverendo M. Yate Allen, inglés, decía: "Es porque soy sacerdote y porque creo firmemente en la religión cristiana por lo que acojo con regocijo y doy gracias al Todopoderoso por lo que ha sido llevado a cabo por Mussolini y Hitler". Y el reverendo Geoffrey Dymock, vicario de St. Bede, Bristol, hablando sobre la Alemania de Hitler la calificaba como "una de las grandes razas de Europa que ha conseguido desembarazarse de las penas de una vil esclavitud de la finanza internacional". El Nuncio Pacelli -despues Papa- dijo a Hitler, con motivo de la felicitación del Año Nuevo -segun el semanario "Der Ring"- "Ud. excelencia, es el salvador del Pueblo alemán enviado por Dios". En 1942, con motivo de la guerra en Rusia, los obispos alemanes declararon: "Una victoria sobre el bolchevismo sería comparable al triunfo de la enseñanza de Jesus sobre los infieles". El sacerdote de Breslau, Dr. Nieborowski que escribió: "El triunfo de Hitler ha sido el triunfo del cristianismo amenazado de inminente peligro en Alemania y en Europa. La Iglesia Católica debe arrodillarse para dar gracias al Todopoderoso por esta salvación... A nuestros ojos y en sentido cristiano y católico, Hitler es un instrumento de la Providencia".
Dato final. Durante una exposición en Munich fue retirada de la sala una imagen de Cristo Crucificado, verdaderamente vergonzosa por intervención de los nacionalsocialistas. Sin embargo unos años antes, en plena democracia, fue escarnecido el cristianismo y la Iglesia Católica de la forma más aberrante y escandalosa en una "Exposición de librepensadores internacionales" en verano de 1930, sin que se produjese ninguna queja por parte del partido del Centro que se suponía católico. Muchos años más tarde, en 1967, restituída la "libertad" en Alemania, en otra exposición se presentó una serie de caricaturas obscenas y en una de ellas se mostraba a Cristo crucificado guiñando el ojo a una monja que correspondía mostrándoles el pecho desnudo. Cada uno juzgue. En 1930 como en 1967, nadie protestó, puesto que sólo el Partido Nacionalsocialista (1933-1945) podría haberlo hecho. Para los demás partidos, burlarse de lo que sea incluso de Cristo, constituye una muestra de libertad. Para el nacionalsocialismo, los cuadros blasfemos significaban un insulto para todos los que desde hace cientos de años habian muerto en defensa de los ideales de la Cristiandad.
J. Aguilar y J. M. Asensi - "Hitler y la Iglesia"
Hitler y la Religion
Imágenes, inmediatamente arriba, de un niño europeo en su papel de la época a favor del Nacional Socialismo ( Patriotismo Occidental o cristiano ), posterior imagen del político demócrata Hitler recibiendo el apoyo del pueblo alemán en la época donde La Famosa Propaganda todavía no tenía el apoyo mediático, inmenso y, definitivo de su segura victoria con el apoyo de U.R.S.S. y E.E.U.U., y para intoxicar manipulando la Historia incrustándose posteriormente en todo Occidente, y luego al resto del mundo, trás la finalización de la Segunda Guerra Mundial, parece ser.« Mit brennender Sorge » (1937), es decir, la encíclica de Pío XI contra el nazismo, no trataba de denunciar el Nacionalsocialismo, de hecho nunca lo denunció, sino que tenía que entenderse como una reforma y adaptación de solicitud de la Iglesia Católica ( Roma ) a las naciones con tal sistema de protección occidental, donde abundaba el Protestantismo.Es por tanto decir que se instaba a proteger a otras minorías de forma efectiva como eran los católicos en Alemania, y otras confesiones. De hecho el Racismo de Hitler no era anti-nada, y éste fue utilizado como un arma tergiversada por los elementos subversivos sionistas y su propaganda anti-germana, antes y después de la S.G.M. Las referencias que se hacía en el perfil judío se refería a La Masonería, pues como se sabe Hitler aceptó en sus filas ( Ejército ) a ingentes cantidades de alemanes judíos ( de raza ). La facción rebelde que se opuso a éstas políticas dentro del Judaísmo realizó todo tipo de acciones de guerra y boicoteó con sus elementos subversivos la paz social de entonces en Alemania ; disturbios, altercados, provocaciones, etcétera. Esa facción radical y rebelde ( anti-democrática ) llegó a las pantallas de Hollywood en décadas posteriores y en todo tipo de asuntos para recibir dispensas financieras.En otras palabras, Alemania, Francia, Reino Unido, la Unión Soviética y toda la Sociedad de Naciones acreditaron al nuevo gobierno alemán antes de que se firmara el concordato. Algo sinceramente esclarecedor.Para empezar, nunca hubo una encíclica, ni siquiera un borrador de encíclica. El Papa Pío XIpidió un documento de trabajo al padre John LaFarge, S.J. Pensó que podría usarse algún día como base para una encíclica. LaFarge no era un teólogo experto ni un historiador, de manera que pidió ayuda a otros dos sacerdotes, uno de Francia y otro de Alemania. Esto dio lugar a tres documentos de trabajo distintos, uno escrito en francés, otro en inglés y otro en alemán.Contra lo que pretende Goldhagen, Pío XI no fue el autor de ninguno de esos documentos ( la supuesta encíclica de condena al Nazismo ). De hecho, como ese libro deja aún más claro, no hay pruebas de que él o Pío XII llegaran a verlos. Se envió una copia a Pío XI, pero para entonces ya estaba gravemente enfermo. Cuando fue encontrada tras su muerte, no había en ella anotaciones que dieran a entender que la hubiera revisado en algún momento.Por lo que Roma no condenó al Nacional Socialismo, jamás, apesar de que numerosos portales sionistas existente en el 2016 aún, que hacen apología de ello, de forma fraudulenta, y tergiversando la información, siempre con tintes sionistas, a todas luces. Y queda sólo las distintas declaraciones, de puño y letra, de papas para con el Comunismo, donde éste seguirá siendo para el Cristianismo… :¡ Mortal pestilencia ! e ilícito, además de anti-democrático.Al igual que el Comunismo fue condenado por Roma antes y después de la Segunda Guerra Mundial ( decreto que fué subscrito por la mayoría de las naciones occidentales ), el Sionismo, inesperadamente por muchas personas de entonces y ahora, fue declarado también ilegal y una forma de racismo* en Resolución de Asamblea de las Naciones Unidas, alrededor de los años setenta y pocos. Ello no ha impedido que se encuentren numerosas páginas webs con éstas preferencias ilegales y anti-democráticas, hoy mismo ( el Sionismo ). Temática difícil de controlar porque hay una gran manipulación y adoctrinamiento de las personas en Occidente, de forma general. El Sionismo es una herramienta de La Masonería, al igual que la usura, el Comunismo, y las nuevas políticas contra la Familia occidental ( LGTB, aborto, etc..). Algunas personas han creido que tales afirmaciones del Papa -al decir que, el Comunismo es anti-democrático e ilegal- aportan la idea de que efectivamente tampoco las religiones son democráticas. Pero, una cosa es ser democrático o no, y otra es ser ANTI-DEMOCRÁTICO. Son cosas diferentes ( ¨ anti ¨, y, ¨no ¨ ) si se analiza detenidamente ; para salir de dudas, buscar los significados de anti ; -que no permite- ó que -está en contra-.Muy importante, el alcanzar éste razonamiento, así lo creemos.Mit brennender Sorge
https://patriotasoccidentales.wordpr...a-cristiandad/
"Mit brennender Sorge..." (alemán "Con ardiente inquietud...") es una Carta encíclica del Papa Pío XI sobre la situación de la Iglesia en el Tercer Reich, publicada el 14 de marzo de 1937. Contenido
A diferencia de otras encíclicas llamadas por las primeras palabras en latín, ésta recibe el nombre de las primeras palabras en la lengua en que fue originalmente publicada, el alemán "Mit Brennender Sorge...", o en español "Con ardiente inquietud...". La carta no constituye propiamente una condena al nacionalsocialismo, sino una manifestación de preocupación ante varios fenómenos políticos, así como religiosos en relación a la profesión del paganismo de algunos funcionarios como Alfred Rosenberg y de las críticas del vitalismo alemán al cristianismo.
En ésta, el Papa critica al régimen nacionalsocialista ya que consideraba que éste "divinizaba con culto idolátrico a la raza el pueblo o el Estado":
Todo el que tome la raza, o el pueblo, o el Estado, o una forma determinada del Estado, o los representantes del poder estatal u otros elementos fundamentales de la sociedad humana [...] y los divinice con culto idolátrico, pervierte y falsifica el orden creado e impuesto por Dios.
Efectos
Fue una sorpresa general, para fieles, autoridades y políticos, la lectura de la encíclica, el domingo 21 de marzo de 1937, en todos los templos católicos alemanes, que eran más de 11.000. Y, en toda la breve historia del Tercer Reich, nunca recibió éste en Alemania una contestación que llegara a acercarse a la que se produjo con la "Mit brennender sorge...". Al día siguiente el órgano oficial alemán, Völkischer Beobachter, publicó una réplica a la encíclica.
ANÁLISIS COMPARATIVO DE LAS ENCÍCLICAS 'MIT BRENNENDER SORGE' Y ´DIVINI REDEMPTORIS'Por Alfredo Pimenta
16 de marzo de 1944
Me han mandado desde Covilhã, sin indicación de procedencia, un ejemplar totalmente nuevo del volumen del dominico J. V. Ducatillon titulado La guerre, cette révolution, publicado en 1941 con todas las licencias necesarias en Nueva York, en la conocida colección Voix de France.
En Covilhã sólo conozco a una señora que es amiga de mi casa, pero ésta, si quisiera regalarme un libro, no se escondería.
De suerte que no tengo la mínima idea de quien haya tenido la gentileza de obsequiarme tan hidalgamente. Y quien quiera que haya sido, aquí le dejo mis agradecimientos.
Las 290 páginas que forman este libro son una preciosidad como exponente del estado de confusión, incomprensión, pasión y morbidez a que llegó la mentalidad de ciertos sacerdotes católicos, y, por lo visto, en particular, la Orden de los Predicadores.
No quiero generalizar; pero no he de ocultar que fue de esa Orden donde han salido semanarios doctrinarios deplorables como el Temps Présent y el Sept, y ciertas páginas tristes de la Vie Intelelectuelle que han merecido del padre Marianno Cordovani, igualmente de la Orden de los Predicadores, la más severa reprimenda, editada en el Oservatore Romano.
Cuando llamo la atención del peligro que algunos pensadores católicos, clérigos o laicos, agravan, fomentan o atraen con sus actitudes, que a fin de cuentas se traducen en una claudicación ante el Mal, se me designa como "escritor peligroso", y se trata de reducirme al silencio, para que mi voz no alcance las inteligencias en formación (1).
Cómo si yo no supiera, cómo si todos no supieran que la Revolución francesa ha reclutado en el clero algunos de sus mejores servidores; cómo si yo no supiera, cómo si todo el mundo no supiera que inúmeros miembros del clero, del alto y del bajo clero, están afiliados en la Masonería; cómo si yo no supiera que el santo Pío X acusaba a católicos y sacerdotes, "católicos viros ac sacerdortes", de prestar loas y homenajes a los maestros del Error, "errorum magistris", que hacen pensar menos en los hombres que erran, que en lo que ellos propagan (2). Sin embargo, los principios filosóficos de la Revolución francesa fueron condenados (parece ser que ahora ya no lo son) por la Iglesia; la Masonería fue condenada por la Iglesia; los errores que la encíclica que catalogó Pío X fueron condenados por la Iglesia.
No extraña pues que en los tiempos que corren católicos y padres sonrían al comunismo, en la trágica ilusión de que pueden suavizarle la rudeza, y temperarle la ferocidad.
Como síntoma, este libro del padre Ducattillon es singularmente notable.
No quiero negar al señor Maritain, o a sus satélites de todos los matices y de todos los países, su buena fe. Quisiera, por caridad, concedérsela. Pero no puedo menos que afirmar la pasión que los ciega, los dementa, y los arrastra hacia el más horrible confusionismo.
Parece ser que todos obedecen a un mot d`ordre misterioso y tenebroso: que el Nacional-Socialismo alemán, nazismo o hitlerismo, se equivale al comunismo; y como sea que el Pontífice los ha condenado a ambos, debemos combatir a los dos por igual.
Esto se dice y escribe en todos los tonos, desde las más altas esferas hasta las esferas más mezquinas; se repite en todos momentos a propósito de nada.
Y nadie procura saber si tal propaganda tiene fundamento o si, puestos en los platos de la balanza pontifical, el Nacional-Socialismo y el comunismo son objeto de la misma condenación.
Hay un hecho, aunque de importancia mínima frente a lo que estoy enfocando, que ayuda a aclarar hartamente el asunto: la actitud de esos propagandistas ante los tratados germano-ruso y anglo-ruso de 1942.
Ya no tienen cuenta las veces que mostré aquí, en Portugal, la infinita diferencia que existe entre los dos tratados. Nadie me ha refutado. Se finge que tal demostración no existe, y se insiste en la propaganda mentirosa.
¡Ahí tenemos el padre Ducattillon apelando al tratado germano-ruso como prueba de la identidad del comunismo y del nazismo! (3)
Este sistema de insistir en la mentira sin hacer caso de la verdad es viejísimo, y la Iglesia ha sido víctima de él a través de los tiempos.
Si ponemos ante nosotros las dos encíclicas, la Mit brennender Sorge, de 14 de marzo de 1937, "sobre la situación de la Iglesia católica en el Reich alemán" ("uber die Lage der katolischen Kirche im Deutschen Reich"), y la Divini Redemptoris, de 19 del mismo mes y año, "sobre el comunismo ateo" ("de comunismo ateo"), no pueden escaparnos las diferencias en la indicación de sus objetivos, y el espacio que ocupan. La primera trata de la situación de la Iglesia en Alemania - expresión puramente informativa, pues no habla de Nacional-Socialismo ateo o anti-católico -; la segunda trata del comunismo ateo - expresión crítica y por sí sola elocuente, pues no habla de la situación de la Iglesia católica en Rusia -. La primera ocupa quince páginas. ¿No son ya muy diferentes?
La encíclica Con ardiente inquietud empieza por exponer las negociaciones del Concordato, y las dificultades, embrollos y oposiciones que encontró en su conclusión por parte de "mil fuentes". Y luego vienen los ejemplos justificativos de las severas acusaciones. Hasta aquí, están en causa los responsables por la manera de efectuar el Concordato. Nada doctrinario o ideológico. Se acusan las autoridades alemanas, y nada más.
La parte doctrinaria surge ahora.
La encíclica enseña que sólo mentes superficiales pueden caer en el error de hablar en "Dios nacional" o en "religión nacional".
Esta doctrina impecable sugiere una reflexión: ¿se aplica exclusivamente al Nacional-Socialismo, el cual además no es citado, o, diciéndolo mejor, a Alemania? ¿Cuál el país moderno, cuál el Estado moderno que puede decirse exento de culpas en esta materia?
Unos más, otros menos, unos más declaradamente, otros más disimuladamente - ¡ay de nosotros! -, todos deben bajar la cabeza y confesar su error. Que alguien me apunte un ejemplo excepcional. El Nacional-Socialismo no citado por la encíclica, repito, no tiene el privilegio y exclusividad de esos errores.
¿Dónde está, en el mundo de hoy, el Estado íntegramente católico?
Y si del Estado bajamos a las personas, será bien reducido el número de aquellas que no sean alcanzadas por las palabras de la encíclica.
¡Cuántas no hablan de Dios sin poseer el auténtico y digno concepto de la Divinidad! ¡Cuántas no hablan y creen en el Destino "sombrío y personal"! ¡Cuántas no divinizan, unas más, otras menos, la raza y el pueblo, el Estado y la forma del Estado! ¡Y el "Dios nacional", esto es de todos los tiempos! Incluso los portugueses, en nuestras batallas de todos los siglos, invocamos a Dios, haciéndole nuestro, contra, ya no diré los infieles y heréticos, sino contra nuestros correligionarios castellanos...
Luego la encíclica expone la noción de la auténtica fe en Jesucristo. Doctrina impecable. Condena la expresión: "Creo en Dios, y esto me basta".
Pero si tal expresión traduce doctrina nacional-socialista, no es exclusiva del Nacional-Socialismo; pues abarca todo el protestantismo y las religiones no-católicas. ¿Será necesario demostrárselo?
Sigamos. La encíclica enseña cual sea la verdadera fe en la Iglesia, "columna y fundamento de la verdad". Doctrina impecable. Pero es obvio que no visa solamente al Nacional-Socialismo, sino todos los Estados, pueblos, doctrinas y hombres que viven fuera de la Iglesia católica, apostólica, romana, la cual es sólo una. Hay un pasaje en esta parte de la encíclica que cae de lleno sobre cierta casta de católicos que justifican el comunismo o las persecuciones de las que es víctima la Iglesia por parte de las repúblicas liberales y de los soviets, con lo que hay o puede haber de condenable o malo en la vida exterior de la Iglesia o de los católicos - casta de católicos mandada por el señor Maritain, y que en Portugal está llena de maritainzillos...
Dice la encíclica: "No basta con hacer parte de la Iglesia de Cristo: es preciso ser un elemento vivo de esta Iglesia en espíritu y verdad. Y sólo lo es el que se mantiene en estado de gracia y vive continuamente en presencia de Dios, en la inocencia, o en una sincera y efectiva penitencia".
¿Quién sería capaz de decir que esto se aplica exclusivamente al Reich alemán? ¿Quién osa negar que este precepto envuelve todo el mundo católico, invadido desde hace mucho por el modernismo que caracteriza la vida social de nuestro tiempo?
Hay en Alemania quienes incitan a las personas, cómo dice la encíclica, en abandonar la Iglesia. ¿Pero sólo en Alemania? ¿No hubo siempre adoctrinadores de esa especie en todas partes? ¿No los había en muchos países de Europa, cuando se promulgó la encíclica?
Terminó la parte propiamente doctrinaria de la encíclica. Lo que sigue son consejos de orden práctico a la juventud, al clero y a los laicos católicos.
Concluyendo: la encíclica señala unos hechos y unas tesis doctrinales: los hechos son de la responsabilidad de las autoridades alemanas, y semejantes a los que en todos los países y en todos los tiempos han llevado la Iglesia a protestar, e incluso a actos más graves; la historia de los dos poderes está al alcance de todo el mundo.
Las tesis doctrinales condenadas no son privativas del Nacional-Socialismo. La encíclica no habla de éste, ni cita tampoco el nombre del dirigente supremo de Alemania. Se limita a exponer la situación de la Iglesia en el Reich, y las dificultades emanadas de las circunstancias creadas por el Concordato en el campo de las realizaciones. Ni combate, ni ataca, ni condena al Nacional-Socialismo: eso sí, combate, ataca y condena las ideas o tesis que sobrepasan el plan doctrinario del nazismo porque informan sectores, no ya de Alemania, sino del pensamiento contemporáneo o de la política constitucional de otros Estados.
Transcurridos poco más de dos años, estallaba la guerra; y los enemigos de Alemania entraron a fondo en la confusión y en la conjugación de dos situaciones que el pontífice jamás hubiese integrado en sus encíclicas.
¿Y la encíclica Divini Redemptoris contra el comunismo ateo?
Manifiestamente se distingue una de otra, incluso en las palabras de su augusto autor; la primera trata de una situación de hecho; la segunda, de una doctrina. Las situaciones de hecho fácilmente se modifican; las doctrinas difícilmente se extirpan o reducen.
La encíclica Mit brenennder Sorge termina con palabras de esperanza en mejores días, los cuales deberán aprovecharse "en la lucha contra aquellos que niegan a Dios y arruinan al Occidente cristiano", o sea, ¡el comunismo! Y tanto es así que el Oservatore Romano de 22 y 23 del mismo mes de marzo afirma no creer en la existencia de uno solo alemán que no hubiera apreciado el deseo del pontífice de ver Alemania"en su lugar de honor entre las naciones cristianas contra el satánico flagelo bolchevique".
El tono de la encíclica sobre Alemania es de quejumbre; el de la encíclica contra el comunismo es muy otro: luego en sus primeras palabras nos revela que "pueblos enteros corren el riesgo de caer en una barbarie más horrible que aquella en que se encontraba la mayor parte del mundo antes de la venida del Redentor".
Y la encíclica esclarece: "Este peligro que nos amenaza es el comunismo bolchevique y ateo que pretende destruir el orden social y arrasar los fundamentos de la civilización cristiana".
¿Por ventura hay en la encíclica sobre Alemania palabras que se acerquen a éstas?
¿Qué se propone ahora el pontífice? Tras recordar múltiples condenaciones de sus antecesores y suyas propias, expone "los principios del comunismo ateo, principalmente cómo se manifiestan en el bolchevismo, y sus métodos de acción".
¿Cuándo declaró el pontífice que iba a exponer los principios del Nacional-Socialismo? ¿Cuándo apodó a éste de "flagelo satánico"?
Y la encíclica hace la exposición que había prometido, enfocando el falso ideal del comunismo, el materialismo evolucionista de Karl Marx, el concepto que tiene de la persona humana, y concluye, sintetizando, que la sociedad comunista será la humanidad sin Dios.
¿Cuándo se dice algo semejante en la encíclica sobre Alemania?
Luego viene la revelación de los procesos de difusión del comunismo: éste ha llegado a penetrar "en medios sociales en los que por principio se rechaza el materialismo y el terrorismo".
¿Quién facilitó la puerta a esta penetración? ¿Quién fue su caballo de Troya? La encíclica lo dice claramente: la economía liberal y el laicismo. ¿Quién su agente? Son muchos, desde la prensa hasta la radio, desde el teatro hasta el cine, etc., etc., y por otra parte el silencio de la prensa mundial sobre los horrores comunistas.
Habla la encíclica, después, de las consecuencias de todo ello en Rusia, Méjico, España. Esas atrocidades no son hechos pasajeros o esporádicos, sino que son sus frutos naturales.
¿Cuándo se ha dicho algo semejante sobre Alemania?
La encíclica señala la doctrina de la Iglesia y alude a los disfraces que adopta el comunismo para infiltrarse: se muestra pacifista; se introduce en las corporaciones católicas y religiosas; incita a los católicos a colaborar consigo en el terreno humanitario, y hasta propone cosas que parecen conformes al espíritu cristiano y a la doctrina de la Iglesia. Lleva su desfachatez hasta el punto de afirmar que está decidido a abandonar el programa de lucha contra Dios.
El pontífice proclama: "El comunismo es intrínsecamente perverso, y no se puede admitir, sean cuales sean los motivos, ninguna colaboración con él por parte de los que deseen salvar la civilización cristiana".
Oíd bien, leed bien: no se puede admitir ninguna colaboración con el comunismo, sean cuales sean los motivos. ¿Habéis oído? ¿Habéis leído bien?
¿Cuándo fue que el pontífice dijo lo mismo del Nacional-Socialismo?
La encíclica está a punto de finalizar. El Pontífice no condena "masivamente a los pueblos de la Unión Soviética", pues unos viven tiranizados y otros engañados, sino que condena "el sistema, sus autores y propagadores"; luego se dirige a los católicos "alcanzados por el mal comunista", exhortándolos viva y paternalmente a que "abandonen el camino resbaladizo que los arrastra a todos hacia una inmensa catástrofe".
Pregunto a los hombres de buena fe, a los espíritus desapasionados, a las inteligencias lúcidas y críticas: ¿Hay alguna comparación posible entre las dos encíclicas? ¿Hay alguna comparación posible entre las dos condenaciones? ¿Es el Nacional-Socialismo tan condenado como los es el comunismo? Desde el punto de vista de la Iglesia, ¿son iguales el nazismo y el comunismo? A la luz de los preceptos pontificales, ¿es el nazismo tan peligroso como el comunismo? A través de estos preceptos, ¿tiene que temer el católico tanto a un sistema como al otro? En la lucha actual ¿no puede un católico optar, sin que peligre su consciencia, por la victoria del Reich contra la Rusia comunista? En la lucha actual, ¿no tiene el católico el deber de desear la victoria de Alemania contra Rusia?
El episcopado británico proclamó el 29 de noviembre de 1936: "Un católico no puede ser comunista, y un comunista no puede ser católico". ¿Cuándo dijo el pontífice, en su encíclica o fuera de ella, que un católico no puede ser nacional-socialista, y que un nacional-socialista no puede ser católico?
El episcopado alemán proclamó el 24 de diciembre de 1936: "El Führer y Canciller Adolf Hitler vio llegar el bolchevismo, y se consagró a alejar este terrible peligro para el pueblo alemán y todo Occidente. Los obispos alemanes comprenden que les cumple ayudar al jefe del Reich alemán con todos los medios de los que pueden disponer".
¿Dónde y cuándo se ha hablado así a propósito del Nacional-Socialismo?
Que cada uno juzgue al nazismo como se le antoje, con o sin rancor, con justicia o sin ella. Pero que no se baje a la ignominia repugnante de decir y enseñar que el Nacional-Socialismo y el comunismo son equivalentes, aun católicamente considerados. ¡Y sobre todo no se mienta tan descaradamente, atribuyéndose a ambas encíclicas, la Mit brennender Sorge y la Divini Redemptoris, la misma intención, el mismo alcance, la misma significación, la misma fuerza de expresión, y la misma sustancia doctrinaria!
Sólo no soy nazi porque no soy alemán. Pero soy anti-comunista porque soy católico y portugués.
IIExpuse con mi más serena objetividad el contenido de las dos encíclicas, la Mit brennender Sorge sobre la situación de la Iglesia católica en el Reich alemán, y la Divini Redemptoris sobre el comunismo ateo; demostré que, vistas a cualquier luz, son fundamentalmente diversas, y que no existe el más pequeño motivo para que se confundan, como hacen los enemigos de Alemania - no de la Alemania hitleriana, sino de toda y cualquier Alemania: la Alemania kaiseriana de 1914 y la Alemania nacional-socialista de 1939 -.
La primera encíclica apunta a una situación de hecho, condenando determinadas circunstancias; sobre su parte doctrinaria, el mismísimo Oservatore Romano dice que "muchos de los errores doctamente refutados en la encíclica circulan ya por todo el mundo... He aquí porque tiene el documento pontificio un valor universal".
Sí. La doctrina de la encíclica que alcanza la condenación no es exclusiva al Nacional-Socialismo. Si lo fuera, el Santo Padre hubiese dicho que la encíclica era contra el Nacional-Socialismo, cómo dijo en su momento que la encíclica Del Divino Redentor era contra el comunismo ateo.
El Nacional-Socialismo no es una filosofía, una religión, una metafísica, una ética: es una política constitucional, económica y social.
Como política constitucional, es una forma de Estado con una finalidad concreta y típicamente alemana: en el interior: poder central fuerte, autoritario y exclusivo, con la preocupación de la unidad del pueblo de raza alemana: luego, ni Estados secundarios ni partidos: un pueblo en toda extensión de la palabra; en el exterior: reconquista de la libertad de vida, de la autonomía, y de la voluntad de poder.
Como política económica, pretende liberar a Alemania de la tiranía de la banca sionista, y lógicamente subordina todas las actividades del pueblo a esta pretensión.
Como política social, rechaza el criterio de la lucha de clases, sustituyéndola por la íntima colaboración de todos los elementos de la producción, fundamento de la paz social.
Es en la concreción de la política constitucional, en la manera de alcanzar el fin que busca, donde aparecen los atritos, desinteligencias y conflictos con la Iglesia (4). No se puede olvidar que en el cuadro político del Imperio de Guillermo II y de la República de Weimar, había un gran partido político, el Centro católico, legítimo en un régimen liberal o democrático, pero absolutamente extraño en un régimen autoritario que se propone la tarea colosal de traer a flote el pueblo alemán esclavizado, ultrajado y vilipendiado por el tratado de Versalles, y que para tal disolvió todos los partidos políticos. La grandeza del pueblo alemán en todas sus escalas, desde las familias reinantes o principescas hasta los más modestos trabajadores, reside principalmente en la comprensión unánime de la misión que afirma el Nacional-Socialismo, y en la obediencia sincera y libremente consentida. Los bombardeos masivos y criminales de que han sido víctimas las poblaciones indefensas confirman esta realidad.
Ahora bien, los hombres no son ángeles, aunque puedan formar parte de centros católicos. Por consiguiente, los componentes del Centro católico alemán no podrían aceptar sin más la inactividad política que les esperaba, el abandono de las influencias de las que disponían, y de aquello que está agregado a la vida o a la orgánica de los partidos políticos. Nótese que éste fue el último partido en disolverse.
Los dos poderes - el espiritual y el temporal - procuraron, por medio del Concordato, ajustarse a las nuevas realidades. Que algo de importante se consiguió, lo prueba el hecho de no haber sido denunciada nunca; pero en su aplicación surgieron conflictos, atritos, desentendimientos.
Hacer un detalle de las responsabilidades es un problema demasiado complicado, por lo que no me aventuro a encararlo livianamente.
Lo que es indiscutible, sin embargo, es que el Nacional-Socialismo no siendo una filosofía, una ética, una metafísica o una religión, no es ni podría ser anti-católico en sus bases de formación, en sus intenciones prácticas, y en los procesos de la vida.
Dentro de la su acción política, no hay un solo precepto o una sola determinación que resulte hostil al dogma católico o a la moral católica. Nadie ha dicho nunca autorizadamente que el católico no puede ser nacional-socialista, y que el nacional-socialista no puede ser católico.
¿Es que no hay en el Nacional-Socialismo nada de filosófico, ético, metafísico o religioso? Lo que sí hay en el Nacional-Socialismo bajo ese aspecto es visiblemente secundario: la obra o preocupación de éste o de aquel elemento, lo que resulta manifiestamente fortuito y provisorio.
El Nacional-Socialismo no es un fin, sino un medio del que se sirve el jefe de Alemania para dar a Alemania el lugar que en su entender deberá ocupar, o la fisionomía que en su entender deberá poseer: la unidad indestructible internamente, y la fuerza imperial externamente.
He de decir ahora, anticipándome, que al contrario del Nacional-Socialismo - que es un medio -, el comunismo es un fin. El Nacional-Socialismo es puramente nacional, y tiene por objeto a Alemania; el comunismo es internacional, y tiene por objeto la revolución mundial.
Pero el racismo...
El racismo, en la concepción nacional-socialista, es la defensa de Alemania contra el talmudismo. No contra el judaísmo como religión, sino como grupo activo y embaucador.
El catolicismo, siendo universalista, no comprende tal actitud; pero mientras haya nacionalidades, y el catolicismo no se declare enemigo de las patrias, hay que aceptar que éstas se defiendan contra su disolución o descomposición. Y no hay elemento más disolvente o desorganizador que el talmúdico (5).
La verdad es que el Nacional-Socialismo encontró a Alemania apoyada en una constitución elaborada por un judío: Preus; la de Weimar, en una organización económica, obra de otro judío: Rathenau; y en un socialismo comunista, obra de los judíos Marx y Lasalle.
Todos los Estados, todas las familias, todos los grupos u organismos son más o menos racistas, según la fuerza de su constitución, y la consciencia que tienen de su misión. O sea: que se defienden, rechazando todo cuanto sea portador de gérmenes de descomposición o disolución. Es la lucha por la vida; la aplicación del precepto evangélico relativo a las ramas estériles de las vides (según San Juan, XV, 6); la aplicación de la doctrina de Santo Tomás (II de la II, cuest. XI, art. 3).
Si los nativos de Angola o Guinea si infiltraran en dosis macizas en la sociedad portuguesa, y por sus cruces la amenazaran de disolverse, manchándola, deformándola, y anulando su consciencia histórica, ¿no tendría el gobierno responsable la obligación indeclinable de impedir tal infiltración, y defender a pureza del nuestro sangre y de nuestra conciencia nacional? ¿Qué son sino medidas racistas las limitaciones que ciertos Estados decretan contra la inmigración?
No, no se confunda lo que es inconfundible. No se caricature, para que no se desvirtúe lo que pretende juzgarse.
En el racismo hay dos aspectos. El aspecto negativo: repudio de la raza enemiga; y el aspecto positivo: exaltación de la propia raza.
Nadie me condenaría si yo tratara de impedir que mi patria se disolviera en el mestizaje biológico, o a causa de la invasión de no-portugueses en puestos-llaves de las actividades nacionales - en las universidades, bancos, empresas, administración, tribunales, industria o talleres -; y nadie me condenaría si yo proclamara la superioridad del pueblo portugués, y no dijera amén con los que afirman su inferioridad.
Cuando el jefe del gobierno portugués nos dice: "Nada contra la nación, todo por la nación", yo aplaudo, y no hago caso de lo que pretende la Vie Intelectuelle, publicación de los domínicos, por lo demás muy prestigiada en los medios católicos, cuando proclama que ¡la patria es una realidad no agresiva, y que la nación es un mito agresivo!
Así que ¿no hay en Alemania un enfrentamiento entre la Christenkreuz y la Hakenkreuz? No, desde luego. Este enfrentamiento sólo existe en la propaganda anti-alemana, o mejor, en la propaganda liberal, democrática y anti-autoritaria.
Véase este ejemplo: en catecismo político italiano se lee este precepto: "Benito Mussolini a sempre ragione". Contra él se levantaron clamores indignados, entre los cuales se oían distintamente voces de católicos protestando contra lo que llamaban "la nueva infalibilidad permanente". El precepto ofendía la ortodoxia de esos católicos, y la sensibilidad de sus colegas en el clamor. ¡Pero a nadie se le ocurrió que el tradicional precepto político de los ingleses: "The king can do no wrong" hace competencia a la infalibilidad pontificia!
También se acusa al Nacional-Socialismo, y ciertos elementos notables del Partido, de preconizar el regreso al culto del paganismo por haber celebrado en 1935 el Sonnenwende.
¿Acaso serán pasibles de paganismo aquellos portugueses ilusionados por el mito de nuestra ascendencia lusitana al exaltar, celebrar y honrar a Viriato, al que elevan al rango de símbolo de la raza lusitana?
No hay comparación posible entre el Nacional-Socialismo y el comunismo, por más menuda o penetrante que sea la vista de quienes los analice.
El único punto del contacto - aunque más aparente que real - que puede haber entre los dos, es que tanto el uno como el otro son la única fuerza formativa y animadora del Estado. Pero esto es una calidad o característica esencial de los Estados autoritarios. El episcopado belga, preconizando el régimen de libertad que en su opinión "implica el derecho de los ciudadanos de agruparse en partidos políticos", concluye: "Un Estado sin partidos no puede ser sino un Estado autoritario".
De modo que hemos de concluir que, si acaso existe algo de común entre el Nacional-Socialismo y el comunismo, el mismo punto de contacto existe entre ellos y el Estado fascista italiano, el Estado Novo portugués, y el Estado español.
No obstante, ¡qué diferencia profunda existe entre el hitlerismo, el mussolinismo, el salazarismo y el franquismo, de un lado, y el comunismo, del otro, en sus intenciones próximas o lejanas, y en las respectivas maneras de ser!
Tan profunda, que en la opinión del episcopado británico ".el católico no puede ser comunista, y el comunista no puede ser católico". Pero ¡el obispo católico de Osnabruck puede formar parte del Consejo del Estado de la Prusia hitleriana!
Casi iba a jurar que el 99% de los que combaten el Nacional-Socialismo, y de los que invocan en contra de él la encíclica Mit brennender Sorge, nunca han leído ésta, ni el Programm der N.S.D.A.P., ni El Estado Alemán (Der Deustche Staat) de Gottfried Feder - donde se encuentra el cuadro de las directrices, proyectos y finalidades del Nacional-Socialismo, su programa integral en una palabra -, ni tampoco la encíclica pontifical. Hago este juicio para no tener que acusarles de trapaceros, sinvergüenzas y mistificadores sin perdón.
Lo que expone la encíclica ya lo he mostrado. Ahora veamos, en el sector que nos importa, lo que piensa el Nacional-Socialismo.
La doctrina que conforma su programa, y también éste, se lo puede encontrar cualquiera en los dos citados trabajos de Gottfried Feder.
En materia religiosa, queda establecido el principio: garantía de libertad religiosa.
En el programa: libertad total de religión y consciencia; protección especial hacia las confesiones cristianas; supresión y rechazo de las doctrinas confesionales que están contra el sentimiento y la moralidad alemana, y de aquellas cuyo contenido posea uno carácter destructor del Estado y del pueblo.
Feder señala a los tres enemigos del Nacional-Socialismo: el marxismo; el parlamentarismo y el capitalismo usurario o mamónico.
A fin de solucionar el problema religioso concerniente a los católicos, el Nacional-Socialismo se encontró el año 1933 con el Pontífice, y de este encuentro salió el Concordato; con relación a los luteranos, promovió la constitución de la Iglesia evangélica alemana.
En respuesta a las insolencias injuriosas de una revista alemana editada en los Estados Unidos, la Aurora und Christliche Woche, el ya citado vicario capitular de Berlín, Mons. Steinmann, proclamó: "Dentro de la concepción católica del Estado, el gobierno de Adolf Hitler es la autoridad alemana que representa la voluntad de Dios. El presidente del Reich von Hindenburg le otorgó constitucionalmente el poder el 30 de enero de 1933, y el pueblo alemán confirmó unánimemente esa transmisión el 5 de marzo de 1933 en las elecciones para el Reichstag".
Pero no es sólo por eso, aclaraba el vicario capitular de Berlín, sino por algo más: "El gobierno alemán considera que el cristianismo constituye una base inconmovible de la vida moral de nuestro pueblo. Para ejecutar en la práctica este pensamiento, el gobierno del Reich hundió al bolchevismo, aniquiló el movimiento marxista de los sin-Dios, y liberó al pueblo alemán de la peste de la inmoralidad pública". "Algún día -concluye Mons. Steinmann -, el futuro agradecerá reconocidamente a Alemania, país central de Europa, el haber trazado una frontera contra el bolchevismo, defendiendo al Occidente del diluvio rojo".
¡No podría imaginarse Mons. Steinmann que nueve años más tarde grandes masas católicas europeas iban a alinear, por odio contra Alemania, al lado del bolchevismo, obedientes a la consigna satánica de que no existen entre el Nacional-Socialismo y el comunismo diferencias sensibles, y que el pontífice había condenado tanto el uno como el otro, conjugando las dos condenaciones! ¡No podía imaginarse el vicario capitular de Berlín que nueve años más tarde Europa asistiría a la realidad trágica de ver a los católicos tocados por los sofismas de Maritain, Ducattillon y otros, rezar por la derrota de Alemania en su lucha contra el bolchevismo. ¡No podía imaginarse Mons. Steinmann que nueve años más tarde vería a los católicos mezclados con masones, liberales y comunistas en un frente único anti-alemán en la guerra que Alemania sostenía contra el bolchevismo!
¡Hay quienes dicen que la Alemania nacional-socialista sólo ahora está contra el comunismo! Los que así hablan o bien no saben lo que dicen, o bien callan lo que saben.
El Nacional-Socialismo, en el fondo, es originariamente, como ya he dicho, una reacción contra el comunismo en la vida interna de Alemania, y contra el tratado de Versalles en su vida externa.
Bastará con fijarse en esto: en diez anos, desde 1923 hasta 1933, doscientos muertos y 20.319 heridos nacional-socialistas cayeron víctimas del comunismo. ¿Es sólo ahora que el nazismo está contra el bolchevismo?
Téngase presente que mi objetivo no es, ni podría ser, desmentir la encíclica Mit brennender Sorge en sus censuras, quejas o condenas, por más severas que se presenten. Esto está fuera de mis intenciones por todos motivos; y por motivos específicamente científicos, digamos, sale fuera de mi competencia. Si acaso no existieran aquellos motivos generales, me bastaría el de la imposibilidad de estudiar el proceso in loco para abstenerme de contradecirla.
Mi finalidad es patente por confesión expresa, y también por el contenido de las páginas que tiene el lector ante sí: desenmascarar las patrañas de los que evocan las dos encíclicas, la que se atiene a la situación de la Iglesia en Alemania, y la que concierne el comunismo ateo, para afirmar, publicitar y inculcar en el espíritu del hombre de la calle la mentira de que el Nacional-Socialismo y el comunismo son igualmente anti-católicos, y que el pontífice los condenó igualmente en esas encíclicas, y que, por consecuencia, los católicos sólo tienen una actitud digna de su disciplina, y de la sinceridad de sus creencias: la que preconizan los varios Maritains de este mundo al envolver en el mismo repudio al Nacional-Socialismo y al comunismo.
Como si no fuera bastante esta infamia contraria a la evidente realidad y al expreso testimonio de los textos pontificales, los varios Maritains de este mundo - cobijados y tranquilamente instalados, unos a la sombra del sionismo nueva-yorquino, otros en la admirable tierra portuguesa - hacen votos por la victoria de Rusia a la vez que desean ardientemente la derrota de Alemania, sin importarles para nada las palabras que el 19 de marzo de 1937, en la encíclica Divini Redemptoris, el Papa les dirigió a los católicos "alcanzados por el mal comunista", exhortándolos a que abandonaran el camino resbaladizo.
Ya en la prensa portuguesa ciertas plumas católicas escribieron que el Nacional-Socialismo es peor y más peligroso que el comunismo, concluyendo, como si nada, que la victoria de Alemania sobre Rusia será más catastrófica para el mundo que la victoria del comunismo sobre Alemania. ¡Y se trata de plumas católicas!
Mi finalidad es dilucidar, aclarar, abrir los ojos a los que no juzgan por sí mismos y se creen todo lo que les dicen esos propagandistas infernales puestos al servicio del diablo contra Dios.
El comunismo es intrínsecamente perverso, y como tal, enemigo del Espíritu. Su plan proclama lo siguiente:
a) la rebelión contra Dios;
b) la extirpación metódica de la fe en Dios;
c) el desprecio de los mandamientos de Dios;
d) el escarnio y envilecimiento público del Antiguo y del Nuevo Testamento, expuestos para tal en el museo ateo de Moscú;
e) la expulsión del emblema sagrado de la cruz no sólo de las calles, sino también de las mismas casas particulares;
f) la lucha contra el sacerdocio y todo lo que se presenta con un carácter eclesiástico;
g) el desconocimiento de la existencia de la Iglesia, si acaso resulta imposible perseguirla, difamarla y extinguirla;
h) el cierre o destrucción de los templos católicos, y prohibición de todas las ceremonias religiosas.
¿Dónde y cuándo ha proclamado el Nacional-Socialismo tales doctrinas, él que en sus principios y en su programa preconiza y establece no sólo la libertad religiosa, sino también unas garantías especiales hacia las confesiones cristianas? (6)
Me dirán que en Alemania, e incluso dentro del Nacional-Socialismo, hay quienes pretenden organizar sectas anti-católicas o paganas. ¿Qué responsabilidad tienen el Nacional-Socialismo y el gobierno alemán en ello? ¿Qué apoyo han prestado a esas aberraciones el Nacional-Socialismo y el gobierno alemán? ¿Qué protección han dispensado a esas locuras el Nacional-Socialismo y el gobierno alemán? ¿Qué repercusión han obtenido en Alemania estas manifestaciones deplorables de espíritus extraviados?
Siempre hubo de esto, y en todas partes...
Pregunto: ¿continuó el partido comunista en Alemania, tras el acceso al poder del Nacional-Socialismo, con su campaña anti-religiosa y atea?
Mientras que en la Alemania nacional-socialista aquellas manifestaciones no pasaban de casos aislados y desautorizados, en el comunismo los principios citados constituyen su esencia doctrinaria, filosófica, metafísica y religiosa.
¿Es que no hay aquí ninguna diferencia?
Dentro de su acción anti-espiritual, el comunismo preconiza:
a) la rebelión contra la autoridad legítima, empezando por la destrucción de los lazos domésticos; b) el desprecio del amor conyugal y la fidelidad de los esposos, expresión ésta que se traduce en el amor libre; c) el desconcierto sexual de la infancia y de la juventud a través de aquello a que en Alemania se llamaba der sexuelle Kampf der Jugend, al que el Nacional-Socialismo puso termo definitivamente.
¿Quién osa acusar al Nacional-Socialismo de tales objeciones, o siquiera de protegerlas o tolerarlas?
¿Y no estaban ellas permitidas en Alemania antes de la llegada del Nacional-Socialismo, cuando en la política interna alemana actuaba con todo su peso y toda su organización el Centro católico, en colaboración con republicanos, socialistas y comunistas? (7)
En la vida material, el comunismo defiende la expropiación de los bienes personales a favor del Estado, o sea, la extinción de la propiedad privada, base material de la familia.
En su derecho agrario, el Nacional-Socialismo estableció el reconocimiento fundamental del derecho de propiedad privada del suelo, y, como nuestras leyes de Sesmarías, su entrega al Estado en caso de negligencia.
IIINaturalmente, un régimen humano realizado por hombres y para hombres tiene imperfecciones, como todas las cosas humanas.
La misma Iglesia, en su aspecto humano, no está exenta de imperfecciones y errores. Pero así como no es lícito a la crítica independiente y objetiva abultar los errores y las imperfecciones del aspecto humano de la Iglesia - o sea, de sus pontífices, cardenales, arzobispos, obispos, superiores y órdenes, curas, religiosos y religiosas, apocando lo que en ese aspecto hay de grande, bello, ejemplar, digno y eterno, desde la santidad hasta el sacrificio, desde la cultura hasta la humildad -, tampoco es lícito calumniar al régimen político de un pueblo, atribuyéndole propósitos que no tuvo, actos que no cometió, defectos que no reveló, identificándolo, por pasión política y interesada, a una doctrina intrínsecamente perversa, negadora de la civilización, de la humanidad, de la belleza, del honor, y de Dios.
Y aún menos lícito es obligar unos documentos pontificales a decir lo que no dicen, prestándoles un alcance que ni en la letra ni en el espíritu poseen.
En 14 de marzo de 1937 la Mit brennender Sorge expone la situación de la Iglesia católica en el Reich alemán, apuntando unos hechos que condena; la Divina Redemptoris condena el comunismo ateo, o sea, toda una ideología.
Los hechos condenados en la primera son de fácil remedio, dependiendo el remedio, a veces, de una sencilla sustitución del personal; pero la ideología condenada en la segunda encíclica tiene un alcance universal, y la simple derrota militar de Rusia, su centro propulsor y animador, no la podría borrar totalmente.
La primera encíclica, en lo que se refiere a Alemania, señala unos hechos episódicos; la segunda apunta a unas ideas falaces que se traducen en crímenes irreparables.
Aun admitiendo que los hechos condenados por la primera encíclica pudieran atribuirse a la responsabilidad del Nacional-Socialismo, y no a los agentes de la autoridad, es indiscutible que el comunismo jamás podría alinear con el pontífice para combatir tales hechos, incluso alegando que no toleraba nacional-socialistas en su tierra.
El Reich alemán puede legítima y honradamente alinearse con el pontífice y contrarrestar las ideas condenadas por la segunda encíclica, pues expulsó el comunismo de sus fronteras, como el mismo pontífice manifestó el deseo de que así se hiciera.
En tiempos pasados, la Iglesia llegó a pedir algunas veces a los Estados su intervención contra los enemigos de nuestra civilización. En esta hora de angustias, en que todo parece disolverse, y Alemania se está enfrentando al enemigo supremo de la civilización, ¿quiénes impiden la Iglesia de bendecir y estimular a Alemania en esa gigantesca cruzada?
Que responda la consciencia de cada uno...
Insisto porque es indispensable insistir. No pretendo constituirme en juez de la encíclica Mit brennender Sorge y apreciarla, ya sea a través de las circunstancias que confluyeron a su elaboración y publicación, ya sea a través de su complejo contenido. En cuanto a las circunstancias, no será en mi vida, ni tampoco en la vida de dos o tres generaciones posteriores a la mía, cuando se pueda formular tal juicio. Probablemente sólo dentro de dos siglos esas circunstancias podrán ser justamente valoradas, cuando los archivos secretos del Vaticano sean abiertos a un nuevo Vonpastor que se dedique a continuar la Historia de los papas desde finales de la Edad Media.
En cuanto a su contenido, los principios de la doctrina, que declaro impecables, van mezclados con unos hechos, incidentes y episodios de los que quiero alejarme. Mi posición es la de intérprete, y ésta es tanto más legítima, cierta y necesaria, cuanto es público y notorio que muchos otros se han consagrado a su exégesis.
Interpretar no es juzgar; esto puede ser la primera condición del buen juicio, pues sólo se juzga lo que se comprende. Así pues, me quedo en la opción hermenéutica: en el paso a su frontera. No quiero saber de los hechos, incidentes o episodios en los que se basan las quejas, censuras o condenaciones del pontífice. Están en la encíclica.
Lo que sí me interesa es interpretar la encíclica Mit brennender Sorge en función de la Divini Redemptoris, y saber hasta qué punto tienen razón, o no la tienen, los propagandistas católicos que difunden por todas partes que el Nacional-Socialismo fue condenado por aquella encíclica tanto como el comunismo lo fue por ésta, y que ante estas condenaciones, tan pernicioso y vitandus es el Nacional-Socialismo como el comunismo. Y finalmente, que por fuerza de esas condenaciones, a un católico no le es lícito preferir la victoria de la Alemania nacional-socialista sobre la Rusia comunista, debiendo mantenerse, como mucho, en una estricta indiferencia ante la guerra germano-rusa.
Quede claro que ya no estoy hablando de los Maritains, Ducattillons y Mauriacs que enseñan descaradamente el comunismo color de rosa...
Si estos señores y sus satélites, o hijos, pueden interpretar las encíclicas, también yo puedo hacerlo, pues ni su autoridad es superior a la mía, ni su fe más ardiente, sincera y profunda que la mía.
La interpretación que dan estos señores es falsa, deliberadamente falsa, pues el señor Maritain, el señor padre Ducattillon y el señor Mauriac no son imbéciles, aunque lo sean la casi totalidad de sus satélites o hijos, especialmente los de origen portugués. Y si acaso no fuera falsa, no habría lógica que pudiera imponerse, con lo cual se volvería espeso el caos.
En ocasión de la encíclica- y no se olvide que lo que significaba en 1937 puede muy bien no significar hoy, pues las circunstancias del mundo eran muy diferentes a la fecha de la encíclica -, había en varios países de Europa y América, excepto en Alemania, Italia y Portugal principalmente, fortísimos partidos comunistas obedientes a la dirección de Moscú que actuaban sin trabas en todos los sentidos, haciendo libremente su propaganda escrita o oral, doctrinaria y activa, culta y popular. Lógicamente, en ninguno de estos países había gobiernos católicos en comunión espiritual con Roma, aunque en algunos de ellos había partidos católicos.
Nadie podrá negar esta situación de hecho.
A ningún crítico católico le está permitido ignorar por lo menos la Documentation catholique; y si la ignora, que se calle y no emita opiniones.
Ahora bien, si hojeamos los volúmenes de la Documentation catholique, vemos diseñarse el panorama del partido comunista en Europa y América. Los múltiples episcopados nacionales señalan el peligro en términos impresionantes, a la vez que denuncian el sistema de disfraces que adopta la peste bolchevique.
Repúblicas democráticas dan cobijo al comunismo; monarquías liberales toleran al comunismo, y nadie las censura, nadie las reprocha ni condena. Y el Nacional-Socialismo alemán que lo disolvió, expulsó y exterminó (8); el Nacional-Socialismo alemán que lo considera uno de sus tres enemigos fundamentales, a la par del parlamentarismo y del capitalismo; el Nacional-Socialismo que por causa del combate contra el comunismo cuenta en sus filas más de veinte mil víctimas, ¡¿es este Nacional-Socialismo el que debe ser condenado?!
Si todos los países del mundo hubiesen dado sus manos a la Alemania nacional-socialista, o la hubieran imitado, como era su deber, el peligro comunista en estos momentos sólo pertenecería a la categoría de una pesadilla; si todos los Estados de Europa estuvieran cooperando con Alemania en la guerra contra la Rusia comunista, como era su más elementar obligación, no pesaría sobre nuestras cabezas, y sobre la civilización cristiana, la terrible amenaza de la catastrófica subversión (9).
Pues sí, señores míos, ¡se combate más la Alemania nacional-socialista que el comunismo ruso!
¡Y el padre Ducattillon enseña que se juzga el comunismo, sin tan siquiera conocerlo!
No es por culpa de Alemania que el comunismo sigue existiendo legalmente en tantos y tantos Estados del mundo. Y se debe a Alemania que no exista, a no ser clandestinamente, en los Estados que ocupan los ejércitos alemanes. ¡Pues es contra Alemania que golpean los reconocidos católicos, es la derrota de Alemania que desean los propagandistas católicos, es la victoria del comunismo la que aspiran ansiosamente!
Por ocasión del Anschluss, solución lógica de un problema que plantearon las democracias con la paz imbécil que impusieron al mundo en 1919, el episcopado austríaco, encabezado por el cardenal Innitzer, arzobispo de Viena, aceptó con la más espontánea sinceridad el hecho consumado.
Fue horrible lo que pasó en el campo católico anti-alemán. Nadie se acordó del respeto debido a los obispos; nadie recordó que los obispos representan nuestro Señor; nadie habló por obediencia a la jerarquía; todos se pusieron de pie, vociferando con el dedo apuntado al episcopado austríaco, en particular al cardenal-arzobispo de Viena: "¡Fuera! ¡Fuera!"
¡Incluso en la emisora del Vaticano el jesuita padre Immer sacudió el pobre episcopado austríaco acusándole de falso catolicismo político!
En Inglaterra los católicos apodaban "Heil Hitler Cardenal" al arzobispo de Viena, y en la prensa católica anti-alemana hubo un auténtico festival de bastonazos.
Me recojo en profunda meditación, y no digo lo que pienso cuando contemplo el silencio que acogió la noticia de que "de acuerdo a las instrucciones de Karl Marx", el obispo protestante de Ohio ¡había dejado toda su fortuna para la propaganda de la causa comunista!
Sólo conozco una alusión a este hecho: la que hizo S.E. el cardenal Gomá y Tomás, arzobispo de Toledo. El prelado toledano le llamó "síntoma". ¡Y qué síntoma!
Ante este síntoma gravísimo (hace días, el obispo protestante americano de York, declaró que ¡no había incompatibilidad entre el cristianismo y el comunismo!), no cundió la alarma; entre tanto, al episcopado católico de Austria, se le machacó como en centeno verde: "Áron, áron, stauroson autón!" "¡Llevadlo! ¡Llevadlo y crucificadlo!"
Durante la guerra de 1914, cierto escritor católico portugués se puso al lado de las democracias porque Alemania era Alemania, y Austria era... regalista ("regalismo": "Sistema de los que defienden las prerrogativas del Estado en contra de las pretensiones de la Iglesia"). ¡La Austria apostólica regalista! Ahora que Austria se unió a Alemania sin que el episcopado austríaco se haya revelado, se veía el episcopado en buen aprieto...
A fin de cuentas, ¿qué es lo que quieren estos católicos? ¿Que la sombra siniestra de la hoz y del martillo cunda en el mundo y apague el fulgor de la cruz divina, o qué?
No me hablen de la cruz gamada; no me vengan con el cuento de que la cruz suástica pretende sustituir nuestra cruz, la cruz del Señor.
El comunismo es universalista, es internacional, es planetario, es católico y es ecuménico en el sentido etimológico de los términos: "¡Proletarios de todo o mundo, uníos!" Lo es, y no lo oculta.
El Nacional-Socialismo es particularista, nacionalista, germánico. No ha declarado nunca, ni directa ni indirectamente, que pretendiera sustituir la cruz de Cristo, símbolo de la redención del hombre, por la cruz gamada que Hitler adoptó como símbolo de la lucha por la victoria del ario y la victoria de la idea del trabajo productivo, idea que fue y será eternamente antisionista (10).
¿Quién declaró en Alemania, dentro del Nacional-Socialismo, que la cruz gamada va a destronar la cruz del Señor? ¿Quién autorizadamente proclamó en Alemania, dentro del Nacional-Socialismo, que a la suástica, símbolo del paganismo, se la alza como símbolo de la lucha anti-cristiana?
¿Quién dentro de Alemania o fuera de ella, dentro del Nacional-Socialismo o fuera de él, ha llegado a descubrir o comprobar el significado histórico y religioso de la multisecular suástica, cuyos orígenes se pierden en los horizontes más distantes de los siglos?
No hay nacional-socialismo portugués, español, francés, inglés, italiano, suizo, belga, holandés, danés, sueco, noruego, americano, argentino, etc., etc., pero hay un partido comunista portugués, español, francés, inglés, italiano, suizo, belga, holandés, danés, sueco, noruego, americano, argentino, etc., etc.
El partido Nacional-Socialista es alemán, y gobierna a los pueblos de raza alemana; el partido comunista, aunque exista un partido comunista en Rusia, no es ruso. El partido comunista es mundial, y visa la bolchevización del mundo a través de la revolución mundial.
Así pues, ¿cómo puede pretenderse que la encíclica pontifical Mit brennender Sorgesobre la situación de la Iglesia en Alemania, y la encíclica Divini Redemptoris sobre el comunismo ateo, sean idénticas en su significado?
Decenas, centenas de documentos (11) portadores de excomuniones contra reyes y pueblos, similares a la primera encíclica, y aún más graves, se podrían elegir en el Bulario.
Sin embargo, ninguno de ellos significa lo mismo que la encíclica contra el comunismo ateo, pues este sistema político, adoptado por un Estado de muchos millones de hombres, fue admitido en la convivencia internacional junto a agentes diplomáticos y consulares en casi todos los Estados del mundo, y poderosísimas filiales en todos los centros poblacionales.
El comunismo cuenta con todo lo que posee un Estado civilizado cualquiera, y además tiene en cada uno de los Estados de la Tierra sus sucursales ideológicas, mantenidas bajo la más estricta obediencia y disciplina. Cada una de estas sucursales constituye un Estado comunista esperando la hora de actuar por orden de la central de Moscú con objeto de convertir al mundo en una federación de repúblicas soviéticas.
¿Dónde se ha visto, o siquiera sospechado, de que tal fin o ideal hubiese estado nunca en el pensamiento del Nacional-Socialismo?
Por otra parte, todos los principios fundamentales del comunismo, y todas sus realizaciones, son contrarios a la civilización cristiana, o católica, como prefiero llamarle, pues es más correcto este término, y además no se presta a confusiones.
Lo que defiende el Nacional-Socialismo como cuerpo de doctrina organizado, y lo que realiza como Nacional-Socialismo en acción, no afecta los fundamentos morales o sociales de la civilización católica. Pues el racismo ario, debe encararse a una luz desapasionada.
Para la Iglesia, todos los hombres de todas las latitudes, de todas las sangres, de todos los colores, de todos los orígenes, son iguales ante Dios, en el plan de Dios y en relación a Dios. El Nacional-Socialismo no lo niega, tampoco le compete hacerlo.
Lo que proclama y enseña es que, ante el Estado, en el Estado y con relación al Estado, los no-alemanes no son iguales a los alemanes; que todos los alemanes conscientes de su comunidad, cultura y destino pueden ser ciudadanos; los no-alemanes solamente pueden residir en Alemania como huéspedes, es decir, como extranjeros, pues los derechos y intereses de los alemanes son anteriores a los de los extranjeros.
Para la Iglesia, todos los hombres, vengan de donde vengan, son iguales, o deberán serlo.
Pero un príncipe de la Iglesia, después de haber proclamado que los seminaristas pobres son "generalmente, por varias razones, vocaciones de calidad inferior", y afirmar que "la mayoría de las vocaciones que aparecen en el Patriarcado de Lisboa no son las mejores", pide a Dios que le envíe vocaciones de élite, "como raza, inteligencia, educación, virtud y medios". Con piadoso despecho el mismo príncipe de la Iglesia advierte que el catolicismo en Francia debe su prestigio a poseer ".una fina flor de padres seglares distinguidos por la sangre, la ciencia, la virtud y la educación". Y revela haber encontrado en Bélgica, como maestro de ceremonias, a un cierto pontifical "...un hermano de una de las damas de la reina", hijo del conde de Wiart, obispo auxiliar del cardenal de Malines (12).
El Señor no se fue a buscar sus apóstoles en los medios aristocráticos, en la alta burguesía, o en la plutocracia. No se hizo rodear de personas "de raza, inteligencia, virtud y medios". Sólo eligió almas simples, corazones inocentes, caracteres virtuosos.
La doctrina del príncipe de la Iglesia portugués que pide sangre noble proveniente de medios abastados, y desprecia a los padres plebeyos y pobres, no contradice la doctrina de la Iglesia. De acuerdo al plan de las necesidades o conveniencias del Patriarcado, Su Eminencia excluye o dispensa a los seminaristas pobres y plebeyos. Y les cerraría las puertas de los seminarios si la población aristócrata o capitalista viniera a disputar su lugar. Su Eminencia evita confesar que se quedaría casi sin curas si no los aceptara. ¡Todavía son los pobres los que le valen!
También el Nacional-Socialismo, sin entrar a contradecir la doctrina católica de la igualdad de los hombres ante Dios, quiere que en el plan de las conveniencias del Estado alemán se dé preferencia a los alemanes-alemanes, es decir a los arios, antes que a los no-alemanes.
Comprendí que la Iglesia combate al nacionalismo cuando oí a Pio XI recomendar a las misiones y misioneros que "no deberán hacer nacionalismo en ningún modo, sino sólo catolicismo, pues el nacionalismo ha sido siempre un flagelo para las misiones, no siendo incluso exagerado llamarle maldición", y que por arriba de todo "deberán ocuparse de las cosas de Dios..." (13)
Pero todavía es temprano para pensarse en la extinción del nacionalismo, y en estos momentos no me parece viable el consejo que ha dado a los misioneros de los varios países a que asistan con los brazos cruzados a la desnacionalización que fomentan y desarrollan ciertos elementos o agentes extranjeros en las colonias africanas, asiáticas o oceánicas.
El día que los misioneros portugueses dejen de ser portugueses y pasen a la categoría de a-portugueses; el día que dejen de enseñar la palabra de Dios y de la patria; el día que a las misiones no les quepa la misión de predicar la verdad divina y la verdad nacional; el día que se seque para siempre el amor de la patria en el corazón de los misioneros; en una palabra, cuando sea declarado incompatible el servicio de Dios y el servicio de la patria, porque, como dijo el pontífice, "nadie puede servir a dos señores" (14), ese día será de una grande, profunda y irreparable tristeza. Espero que Dios me ahorre el dolor de presenciarlo...
Pero, teniendo en cuenta los consejos de Pio XI y su declaración de que "somos espiritualmente semitas", comprendo su repugnancia hacia el racismo alemán, o el racismo de otro país cualquiera. No voy a juzgar su doctrina; pero interpreto el racismo preconizado por el Nacional-Socialismo, no como un concepto anti-católico, sino como un concepto a margen del dogma de la igualdad de los pueblos ante Dios por su origen y destino.
Sin negar esa igualdad y sin poner obstáculos a su reconocimiento, el Estado puede, y en ciertas circunstancias debe, defender la idiosincrasia de su pueblo, haciendo inoperantes todos los intentos de mestizaje y desorganización.
Pregunto incluso si la misma civilización católica no está protegida indirectamente de graves inconvenientes y peligros gracias a medidas racistas que tomen o hayan tomado los Estados. El problema no fue estudiado todavía, y tal vez mereciera serlo.
Todos los hombres de todas las razas, colores y castas se pueden acercar, sin privilegios o desigualdades, a la pila bautismal o a la mesa eucarística. Pero esto no es de la competencia del Estado; en ello no debería intervenir el Estado. Sin embargo, está dentro de sus poderes considerar la desigualdad étnica o histórica de los pueblos, y defenderse de los que en algún modo puedan perjudicar o descaracterizar el suyo.
Perfectamente sé que el mismo pontífice empezó a hablar años más tarde en "nacionalismo exagerado", e incluso en "racismo exagerado". Pero lo que hasta entonces se comprendía en su expresión geométrica dejó de comprenderse en esta elástica y gris expresión, pues falta saber dónde empieza y dónde acaba la exageración de un concepto.
Sea como fuere, lo que resulta absolutamente contrario a la letra y al espíritu de la encíclica, es la interpretación que le dan los propagandistas católicos enemigos de Alemania al generalizar sus censuras y condenaciones, y cuando gritan, para hacer un vacío en torno a la Rusia soviética, que tanto el comunismo como el Nacional-Socialismo fueran condenados en la misma medida por el pontífice.
Pero esto no es verdad ni podría serlo, pues, como he dicho antes, lo que el Nacional-Socialismo defiende como cuerpo y doctrina organizada, y lo que realiza como Nacional-Socialismo en acción, no abala para nada los fundamentos morales o sociales de la civilización católica.
Repito: no soy nacional-socialista sólo porque no soy alemán; pero soy anti-comunista porque soy católico, portugués y monárquico.
¿Hay algo en el Nacional-Socialismo que resulte incompatible con mi fe católica, mi nacionalidad y mis ideas políticas? No. Evidentemente, no pienso en actos, incidentes o actitudes públicas de uno u otro elemento nacional-socialista. Me refiero al Nacional-Socialismo como cuerpo de doctrina organizado.
Algunas de sus directrices no podrían aplicarse en Portugal, pues las circunstancias históricas, geográficas, étnicas y culturales de los dos pueblos son distintas. Sin embargo, principalmente en el campo económico y social, ¡quisiera Dios que nos abalanzáramos a aprovechar las lecciones experimentales del Nacional-Socialismo!
¿Hay algo en el comunismo que contienda con mi fe católica, mi nacionalidad y mis ideas políticas? ¡Todo! En la teoría y en la práctica; en el ideal y en las realizaciones; en el conjunto y en los detalles.
Pues soy oriundo de una civilización que representa la orden tradicional fundadamente expuesta en la encíclica Mirari vos, de 15 de agosto de 1832, de Gregorio XVI, y porque el comunismo es la negación absoluta, decidida, formal y feroz de esta orden.
Por detrás de las encíclicas Mit brennender Sorge y Divini Redemptoris está, y no podría dejar de estar, a informarlas, a animarlas, a dirigirlas, una idea superior a todo, que lo sobrepasa todo: el residuo de todo el pensamiento de su augusto autor, el cual, aunque no formulado, palpita vivo y ardiente como si lo fuera: "¡Católicos de todo el mundo, uníos contra el comunismo ateo! ¡Alejad de vosotros todo lo que os separa! ¡Rehuid todas las divagaciones, echad fuera todas las confusiones, expulsad todas las incomprensiones, huid de todos los fingimientos y embustes! ¡Abandonad el camino resbaladizo en el que algunos de vosotros se dejaron caer, pues os arrastrará a una inmensa catástrofe! ¡Católicos de todo el mundo, uníos con quien combate el comunismo ateo; uníos contra el comunismo ateo, si todavía hay tiempo!"
Notas
(1) El cardenal Van Roey decía en 16 de enero de 1938: "A despecho de la prohibición formal de sus obispos, muchos católicos hacen causa común con los comunistas justo en el momento en que estos exterminan a sangre y fuego la Iglesia católica en España".
(2) Encíclica Pascendi dominici gregis, del 8 de septiembre de 1907.
(3) El Izvestia de 24 de agosto de 1939 escribía comentando este tratado: "Las diferencias ideológicas, así como las diferencias del sistema político de los dos países, no pueden y no deben perturbar el establecimiento y la manutención de relaciones de vecindad entre la U.R.S.S. y Alemania". El Pravda expone la misma doctrina. Esta confesión de la diferencia entre el Nacional-Socialismo y el comunismo no podría ser más autorizada.
(4) Mons. Steinmann, vicario capitular de Berlín, decía en 6 de octubre de 1933: "Si hay conflictos entre instituciones católicas y organismos del Estado, no provienen de que el Estado busque oprimir la religión católica, sino que se explican por las medidas naturales de un período de transición, destinadas a integrar la comunidad del pueblo alemán en formas enteramente nuevas" (in Documentation catholique, XXX, col. 923). Y es digno de lectura atenta el discurso que el 14 de enero de 1934 pronunció Von Papen en Gleiwitz.
(5) Inocencio III advertía: "Qui tamquan misericorditer in nostran familiaritatem admisi, nobis illan retributionem impendunt, cuam, juxta vulgare proberbium, mus in pera, serpens in gremio & ignis in sinu suis consueverunt hospitibus exhibere" (apud Benedicto XIV, in A quo primum, encíclica de 14 de julio de 1751 - Bulladium, III, nº 49, p. 170).
(6) En el período de 1933 a 1938 el Estado nacional-socialista puso a disposición de de la dos confesiones la suma de 1.770 millones de Reichsmark, habiendo del primero hasta el último año una diferencia de más de 370 millones. ¡Y esto en un país en el que, después del Estado, la Iglesia es el mayor terrateniente!
(7) Situación idéntica se observa en Portugal. Antes de la revolución del 28 de mayo, el Centro católico desempeñaba, junto a la República democrática, una función colaboracionista; la miseria a que llegó el país creó las circunstancias que forzaron al ejército a intervenir y a instituir el Estado autoritario. Éste, no reconociendo partidos, puso fin a la misión del Centro católico, y realizó, sin él, una obra que nunca el partido católico hubiese podido efectuar, a despecho de colaborar con la República democrática.
(8) Decreto de 28 de febrero de 1933 para la protección del pueblo contra la acción de los comunistas peligrosos para el Estado; la ley de 31 de marzo de 1933 prohíbe candidaturas de comunistas, anula votos de comunistas y elecciones de candidatos comunistas; la ley de 26 de mayo de 1933 persigue quienes favorezcan ideas comunistas en el dominio político, intelectual o literario, confisca las propiedades del partido comunista y de los organismos con él relacionados; la ley de 14 de julio de 1933 prohíbe la reconstitución, o el intento de reconstitución del partido comunista, sea cual sea la forma que emplee.
(9) El 21 de octubre de 1933 el obispo de Ratisbona dijo en su carta pastoral: "La revolución nacional ahogó en Alemania el marxismo y el bolchevismo, y de este modo pudo detener su guerra abierta contra la fe y a la Iglesia".
(10) Mein Kampf, II, cap. 7 - La lucha contra el frente rojo.
(11) Se sabe que la primera encíclica con este nombre fue la Gloriosan Ecclesiam, de Juan XXII, del 23 de enero de 1318. Pero sólo a partir de Benedito XIV, con la encíclica Ubi primum, de 3 de diciembre de 1740, se generalizó esa categoría de documentos. Hasta entonces, aparte de la encíclica Honestis petentium, de León X, de 15 de febrero de 1521, los documentos pontificales llevaban los nombres de constituciones, letras apostólicas, bulas, breves, motu-proprio, epístolas, etc.
(12) Don Manuel Gonçalves Cerejeira, Obras Pastorais, I, pp. 158 a 166.
(13) Discurso en 6 de diciembre de 1929.
(14) Sin embargo, el episcopado británico enseñaba en 6 de septiembre de 1939: "En esta hora de probación y esfuerzo nacionales nosotros, la jerarquía católica de Inglaterra y del país de Gales, queremos insistir tenazmente con todos los fieles en el deber de obediencia leal a Su Majestad el rey, y en la cooperación dada a todas las formas del servicio nacional".
Última edición por ReynoDeGranada; 21/04/2017 a las 12:38
«¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
𝕽𝖆𝖒𝖎𝖗𝖔 𝕷𝖊𝖉𝖊𝖘𝖒𝖆 𝕽𝖆𝖒𝖔𝖘
Estos panegíricos sacados de contexto, pues no se puede olvidar que se habla de décadas de existencia de problemas entre los católicos y los nazis, son lo que da paso a las aportaciones interesadísimas de la izquierda en contra de la Iglesia Católica, siempre objeto de todos los ataques habidos y por haber. En Polonia los problemas que hubo contra "pobres" familias alemanas, lo fueron con ¡¡¡ prusianos !!! de la Prusia Oriental que iban contra los intereses de los polacos y la gente reaccionó en contra. Léanse al respecto con toda clase de documentos los dos volúmenes de:
La persecución de los católicos en Polonia. Informes prsentados por S. E. el Cardenal Hlond, primado de Polonia, al Papa Pío XII. (La persecución de la Iglesia Católica en Polonia por la Alemania nazi).
CARDENAL HLOND
https://www.iberlibro.com/servlet/Se...onia&kn=&isbn=
Y a continuación un ejemplo de lo que afirmaba más arriba acerca de las consecuencias de lo que hoy se quiere justificar siendo totalmente injustificable, pero que no dejan de sorprender por la extraña coincidencia que suele darse entre elementos de ultraderecha y de ultraizquierda.
El nazismo y la Iglesia católica: una alianza olvidada
POR: MIKEL ITULAIN · FUENTE: CUADERNO PERSONAL · 17 ENERO, 2014
Hoy hablamos a menudo del nazismo, hay infinidad de filmes, documentales y artículos sobre ello. Aparentemente parece haber una buena información sobre ese tema, aunque en realidad estamos ante otro caso donde abunda la cantidad y escasea la calidad. Hasta tal punto es así que si alguien de aquella época, cualquier alemán y especialmente los dirigentes políticos y económicos de aquel momento, viese lo que se comenta ahora sobre su momento histórico, seguramente no entendiesen que se estaba hablando realmente de lo que allí aconteció. Digo todo esto porque hoy se presenta al nazismo en gran medida descontextualizado, descontextualizado de sus principales promotores e impulsores, social, histórica, económica y religiosamente, cuando todos estos factores tuvieron una importancia capital en su desarrollo y llegada al poder. Especialmente olvidados son dos de estos aspectos que más contribuyeron a que todo esto se pudiese dar, me refiero a las facetas económica y religiosa, cuyos poderes, el económico y el religioso, empujaron y posibilitaron para que el partido nazi dominase Alemania y más tarde Europa.
Sobre el apoyo desde sus orígenes al movimiento nazi por parte del mundo de los negocios y posteriormente en pleno poder, ya elaboré dos artículos que recomiendo su lectura para entender cómo ocurrió este suceso histórico: La influencia del poder económico en el auge del nazismo y Las corporaciones y el fascismo: una vieja alianza.
Sobre la influencia del poder religioso en el progreso del nazismo, enfocado aquí a la ayuda de la Iglesia católica, hablaremos en este artículo.
En la no fácil llegada al poder político por parte del partido nazi en Alemania, tuvo que luchar contra poderosos rivales, uno era tan insalvable que parecía no haber opción. Se trataba de la unión política entre políticos moderados, tanto del partido socialista como del partido católico, que rechazaban cualquier extremismo. Esto hacía inviable que los nazis pudiesen controlar el Parlamento. No obstante, el problema del partido católico parecía tener una solución, y de hecho esto ya había sido resuelto con éxito en otro lugar donde triunfó el fascismo, en Italía. Allí, los fascistas, en confabulación con la jerarquía eclesial, anularon al partido católico, permitiendo la llegada al gobierno de Benito Mussolini. Para ver el proceso que se dio en Italia aconsejo este artículo: La Iglesia católica y el fascismo.
Visto este precedente histórico, Hitler, que era cristiano, a diferencia de Mussolini, buscó un acercamiento a la jerarquía católica. Hasta tal punto cedieron los nazis que prometieron algo que a la Iglesia le había costado mucho conseguir en Alemania, donde sus relaciones siempre habían sido difíciles debido a sus posturas intransigentes en política y religión, esta promesa era la firma de un Concordato.
Hitler prometió que la Iglesia católica tendría una especial posición de privilegio en el Nuevo Reich si el Vaticano usaba su influencia para asegurarle el voto del Partido del Centro [el partido católico]. El Vaticano acordó, y Hitler hizo una promesa adicional de que en la declaración inaugural de su Gobierno haría una declaración pública que efectivizaría el privilegio prometido. (1)
Así, el 23 de marzo de 1933 el partido católico votó en el Reischstag (Parlamento) por Hitler.
Ya en abril, mayo y junio de ese año se llevaban a cabo las negociaciones del Concordato. Tal era el apoyo, que el prelado Kaas, líder del partido católico, en su estancia en Roma durante este proceso de negociación describiría a Hitler como:
…el portador de elevados ideales quien hará todo lo que es necesario para librar la nación de la catástrofe. (1)
Estas declaraciones recordaban a la de los altos dignatarios católicos en favor de Mussolini cuando les salvo de la quiebra y les dio y restauró propiedades y poder. (2)
En este ambiente de concordia entre nazis e Iglesia católica, Hitler diría:
De la manera como vemos en el Cristianismo el firme fundamento de la vida moral, así es nuestro deber cultivar relaciones amistosas con la Santa Sede y desarrollarlas. (1)
El Papado ejerció entonces su poderosa influencia, ordenando a su clero instruir a los católicos sobre el buen camino emprendido por los nazis, convirtiendo a aquellos de dudosas intenciones y carácter violento en un referente al que apoyar y votar. Los resultados electorales mostrarían este cambio ejercido por el poder eclesial en las opiniones de los alemanes, los nazis aumentarían sus votos, su poder y su respetabilidad.
Otro aspecto poco ejemplar y bastante silenciado, es que Hitler hizo un trato con el Vaticano en el que pedía a la Iglesia que no interfiriera ni protestara contra la persecución que ya tenían en marcha los nazis contra los comunistas, los socialistas y los judíos, e incluso contra miembros díscolos de la propia Iglesia. Curiosamente todos ellos eran enemigos tradicionales e históricos de Roma (la jerarquía eclesial), los judíos especialmente también, no fue por ello difícil a los nazis utilizarlos como chivo expiatorio, ya que así habían sido usados durante siglos en el mundo cristiano. Desde los orígenes del cristianismo se persiguió al judaísmo, a pesar, y seguramente por eso, de que Jesús de Nazaret fuese exclusivamente judío y no cristiano. Ver este artículo sobre la figura del nazareno: Jesús de Nazaret: en busca de su realidad social
La Iglesia actuaba en el mundo no de acuerdo a un código moral, sino de acuerdo a un interés por el poder.
La "autoridad" [la Iglesia católica] que reclama ser la autoridad moral del mundo fue prácticamente la única que no profirió una sola palabra en defensa de los perseguidos, o de reproche a los Nazis. Sería bueno recordar que esta fue la misma "autoridad" que le pidió al pueblo español a que desobedeciera a su gobierno [durante la Segunda República], y que inicio una revuelta armada en México llamando a una santa cruzada contra el comunismo. (1)
El partido católico finalmente cedió a las presiones y órdenes del Vaticano para que no fuera un obstáculo al partido nazi, y el 5 de julio de 1933 se llevaba a cabo su disolución. Eugenio Pacelli, que sería el futuro Papa Pio XII y que había sido nuncio apostólico en Alemania, en Baviera, y ahora era Secretario de Estado del Vaticano, decía para calmar los ánimos de los católicos:
A causa de la exclusión de los católicos como un partido político de la vida pública de Alemania, cuánto más necesario es que los católicos, privados de representación política, encuentren en los pactos diplomáticos entre la Santa Sede y el Gobierno Nacional Socialista las garantías que puedan asegurar para ellos, por lo menos, el mantenimiento de su posición en la vida de la nación. Esta necesidad es sentida por la Santa Sede, no solo como un deber hacia sí misma, sino también como una responsabilidad solemne ante los católicos alemanes, para que estos no puedan desaprobar al Vaticano por haberlos abandonado en un momento de crisis. (1)
La postura de la jerarquía católica en Alemania era clara, se abría una nueva era que apoyaron con entusiasmo y gran expectación. El cardenal Faulhaber lo expresaba de este modo:
En la época liberal se proclamó que el individuo tenía el derecho a vivir su propia vida como él escogiera; hoy los dueños del poder [Hitler] invitan a los individuos a subordinarse a los intereses generales. Nos declaramos partidarios de la doctrina y nos regocijamos en el cambio de mentalidad. (1)
El Arzobispo Bamberg también mostraba su firme apoyo de forma pública ante la prensa:
…para que todos "apoyen los esfuerzos del Gobierno Nacional enérgica y sinceramente para realizar la reconstrucción de Alemania y renovar su vida económica y espiritual". (1)
La Iglesia católica con este apoyo al nazismo obtenía privilegios y poderes que antes no había tenido, como imponer decretos en estados alemanes que antes se habían negado a recibir órdenes o a realizar acuerdos con el Vaticano. La Iglesia había luchado durante siglos para imponer sus decisiones a la Alemania luterana, ahora, con los nazis, conseguía de forma fácil lo que antes no pudo con todo tipo de estrategias políticas y militares. No hay que olvidar que en aquella Alemania solo un tercio eran católicos. A cambio de estos privilegios y de otros, como el deseado control sobre la educación, los obispos católicos prestaban juramento de lealtad al Reich nazi.
El Vaticano había alcanzado ahora los principales objetivos de la Iglesia católica en Alemania: la desaparición de una República, la destrucción de una democracia, la creación del absolutismo, una asociación íntima de Iglesia y Estado, en un país donde más de la mitad de la población era protestante.(1)
La cabeza de la Iglesia en Alemania, el cardenal Bertram, hablaba de la asociación entre el Estado y la Iglesia, sus metas comunes de promover la educación cristiana y llevar a cabo una guerra contra el ateísmo y la inmoralidad. Poniendo en evidencia el mito extendido en nuestros días de que el nazismo es debido supuestamente a los males del ateísmo, bien al contrario.
"El Episcopado de todas las Diócesis alemanas, como es mostrado por sus declaraciones al público, tan gustoso para expresar en cuanto se hiciera posible después del reciente cambio en la situación política a través de las declaraciones de Vuestra Excelencia su sincera disposición para cooperar con su mayor habilidad con el nuevo Gobierno, el cual había proclamado como su meta promover la educación cristiana, emprender una guerra contra el ateísmo y la inmoralidad, fortalecer el espíritu de sacrificio para el bien común y proteger los derechos de la Iglesia. (De una carta de Su Eminencia el cardenal Bertram al Canciller Herr Hitler después de la conclusión del Concordato entre el Vaticano y el Gobierno alemán. Vea Universe, del 18 de agosto de 1933). (1)
Cuando existieron protestas y choques de los civiles alemanes con los nazis, como los ocurridos con los líderes católicos Schleicher y Strasser, que fueron asesinados, el Vaticano siguió la misma actuación que en la Italia fascista, el silencio.
El Vaticano solo protestó contra el nazismo cuando chocaron sus intereses, algo lógico, ya que ambos eran sistemas totalitarios que querían imponer su voluntad, pero a pesar de eso siguió colaborando y apoyándolo. La jerarquía católica tenía en mente no solo los derechos y privilegios en Alemania, sino la conquista de la Unión Soviética, para destruir al gobierno comunista y especialmente también para dominar y someter a la Iglesia ortodoxa, un enemigo milenario. Para ello necesitaba a los los nazis. Y así ejerció su influencia en los millones de católicos extendidos por toda Europa, y cuanto mayor influencia tenía mayores y más terribles fueron las consecuencias. Ver el caso de Polonia: La invasión de Polonia por la Alemania nazi: un ejemplo de guerra humanitaria.
Notas:
(1)Avro Manhattan. The Vatican in World Politics. Italy, The Vatican and Fascism. London: C.A. Watts & Co. Limited, 1949.
(2) Mikel Itulain. El fascismo y la Iglesia católica.
Pacelli firma el Concordatod con la Alemania nazi, 1933
Eugenio Pacelli, Secretario de Estado del Vaticano y futuro Papa Pio XII, firma el concordato con la Alemania nazi en julio de 1933
https://laicismo.org/2014/el-nazismo...olvidada/58791
Blanco y en botella, ¿a quiénes beneficia toda esta trama? y particularmente ¿a quién perjudica? Pero todo católico debe preguntarse algo que siempre se pasa por alto: ¿Qué diría Cristo de todo esto? Cuando vuelva, porque va a volver ¿no?, alquien tendrá ocasión de contarle estas batallitas, lo interesante será conocer su respuesta. Pero hay más, también existe un juicio particular a cada uno.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
¿Cómo se puede comentar todo esto punto por punto? ¿es que alguien va a pagar el tiempo a quien quisiera dar una respuesta? Tan perverso y malvado es el nacionalsocialismo como el comunismo o el liberalismo, ¿o es que se olvida que Hitler nunca quiso combatir a la Gran Bretaña, y si lo hizo fue obligado por las circunstancias? Si de lo que se trata es de poner apisonadoras yo tengo unas cuantas en sentido opuesto. En cualquier caso, y como siempre desde hace tiempo, ya se ve la fractura que hay en Hispanismo y este nuevo personaje que se presenta con piel de cordero en este hilo, ya está logrando su objetivo.ANÁLISIS COMPARATIVO DE LAS ENCÍCLICAS 'MIT BRENNENDER SORGE' Y ´DIVINI REDEMPTORIS'
Por Alfredo Pimenta
16 de marzo de 1944
Me han mandado desde Covilhã, sin indicación de procedencia, un ejemplar totalmente nuevo del volumen del dominico J. V. Ducatillon titulado La guerre, cette révolution, publicado en 1941 con todas las licencias necesarias en Nueva York, en la conocida colección Voix de France.
En Covilhã sólo conozco a una señora que es amiga de mi casa, pero ésta, si quisiera regalarme un libro, no se escondería.
De suerte que no tengo la mínima idea de quien haya tenido la gentileza de obsequiarme tan hidalgamente. Y quien quiera que haya sido, aquí le dejo mis agradecimientos.
Las 290 páginas que forman este libro son una preciosidad como exponente del estado de confusión, incomprensión, pasión y morbidez a que llegó la mentalidad de ciertos sacerdotes católicos, y, por lo visto, en particular, la Orden de los Predicadores.
No quiero generalizar; pero no he de ocultar que fue de esa Orden donde han salido semanarios doctrinarios deplorables como el Temps Présent y el Sept, y ciertas páginas tristes de la Vie Intelelectuelle que han merecido del padre Marianno Cordovani, igualmente de la Orden de los Predicadores, la más severa reprimenda, editada en el Oservatore Romano.
Cuando llamo la atención del peligro que algunos pensadores católicos, clérigos o laicos, agravan, fomentan o atraen con sus actitudes, que a fin de cuentas se traducen en una claudicación ante el Mal, se me designa como "escritor peligroso", y se trata de reducirme al silencio, para que mi voz no alcance las inteligencias en formación (1).
Cómo si yo no supiera, cómo si todos no supieran que la Revolución francesa ha reclutado en el clero algunos de sus mejores servidores; cómo si yo no supiera, cómo si todo el mundo no supiera que inúmeros miembros del clero, del alto y del bajo clero, están afiliados en la Masonería; cómo si yo no supiera que el santo Pío X acusaba a católicos y sacerdotes, "católicos viros ac sacerdortes", de prestar loas y homenajes a los maestros del Error, "errorum magistris", que hacen pensar menos en los hombres que erran, que en lo que ellos propagan (2). Sin embargo, los principios filosóficos de la Revolución francesa fueron condenados (parece ser que ahora ya no lo son) por la Iglesia; la Masonería fue condenada por la Iglesia; los errores que la encíclica que catalogó Pío X fueron condenados por la Iglesia.
No extraña pues que en los tiempos que corren católicos y padres sonrían al comunismo, en la trágica ilusión de que pueden suavizarle la rudeza, y temperarle la ferocidad.
Como síntoma, este libro del padre Ducattillon es singularmente notable.
No quiero negar al señor Maritain, o a sus satélites de todos los matices y de todos los países, su buena fe. Quisiera, por caridad, concedérsela. Pero no puedo menos que afirmar la pasión que los ciega, los dementa, y los arrastra hacia el más horrible confusionismo.
Parece ser que todos obedecen a un mot d`ordre misterioso y tenebroso: que el Nacional-Socialismo alemán, nazismo o hitlerismo, se equivale al comunismo; y como sea que el Pontífice los ha condenado a ambos, debemos combatir a los dos por igual.
Esto se dice y escribe en todos los tonos, desde las más altas esferas hasta las esferas más mezquinas; se repite en todos momentos a propósito de nada.
Y nadie procura saber si tal propaganda tiene fundamento o si, puestos en los platos de la balanza pontifical, el Nacional-Socialismo y el comunismo son objeto de la misma condenación.
Hay un hecho, aunque de importancia mínima frente a lo que estoy enfocando, que ayuda a aclarar hartamente el asunto: la actitud de esos propagandistas ante los tratados germano-ruso y anglo-ruso de 1942.
Ya no tienen cuenta las veces que mostré aquí, en Portugal, la infinita diferencia que existe entre los dos tratados. Nadie me ha refutado. Se finge que tal demostración no existe, y se insiste en la propaganda mentirosa.
¡Ahí tenemos el padre Ducattillon apelando al tratado germano-ruso como prueba de la identidad del comunismo y del nazismo! (3)
Este sistema de insistir en la mentira sin hacer caso de la verdad es viejísimo, y la Iglesia ha sido víctima de él a través de los tiempos.
Si ponemos ante nosotros las dos encíclicas, la Mit brennender Sorge, de 14 de marzo de 1937, "sobre la situación de la Iglesia católica en el Reich alemán" ("uber die Lage der katolischen Kirche im Deutschen Reich"), y la Divini Redemptoris, de 19 del mismo mes y año, "sobre el comunismo ateo" ("de comunismo ateo"), no pueden escaparnos las diferencias en la indicación de sus objetivos, y el espacio que ocupan. La primera trata de la situación de la Iglesia en Alemania - expresión puramente informativa, pues no habla de Nacional-Socialismo ateo o anti-católico -; la segunda trata del comunismo ateo - expresión crítica y por sí sola elocuente, pues no habla de la situación de la Iglesia católica en Rusia -. La primera ocupa quince páginas. ¿No son ya muy diferentes?
La encíclica Con ardiente inquietud empieza por exponer las negociaciones del Concordato, y las dificultades, embrollos y oposiciones que encontró en su conclusión por parte de "mil fuentes". Y luego vienen los ejemplos justificativos de las severas acusaciones. Hasta aquí, están en causa los responsables por la manera de efectuar el Concordato. Nada doctrinario o ideológico. Se acusan las autoridades alemanas, y nada más.
La parte doctrinaria surge ahora.
La encíclica enseña que sólo mentes superficiales pueden caer en el error de hablar en "Dios nacional" o en "religión nacional".
Esta doctrina impecable sugiere una reflexión: ¿se aplica exclusivamente al Nacional-Socialismo, el cual además no es citado, o, diciéndolo mejor, a Alemania? ¿Cuál el país moderno, cuál el Estado moderno que puede decirse exento de culpas en esta materia?
Unos más, otros menos, unos más declaradamente, otros más disimuladamente - ¡ay de nosotros! -, todos deben bajar la cabeza y confesar su error. Que alguien me apunte un ejemplo excepcional. El Nacional-Socialismo no citado por la encíclica, repito, no tiene el privilegio y exclusividad de esos errores.
¿Dónde está, en el mundo de hoy, el Estado íntegramente católico?
Y si del Estado bajamos a las personas, será bien reducido el número de aquellas que no sean alcanzadas por las palabras de la encíclica.
¡Cuántas no hablan de Dios sin poseer el auténtico y digno concepto de la Divinidad! ¡Cuántas no hablan y creen en el Destino "sombrío y personal"! ¡Cuántas no divinizan, unas más, otras menos, la raza y el pueblo, el Estado y la forma del Estado! ¡Y el "Dios nacional", esto es de todos los tiempos! Incluso los portugueses, en nuestras batallas de todos los siglos, invocamos a Dios, haciéndole nuestro, contra, ya no diré los infieles y heréticos, sino contra nuestros correligionarios castellanos...
Luego la encíclica expone la noción de la auténtica fe en Jesucristo. Doctrina impecable. Condena la expresión: "Creo en Dios, y esto me basta".
Pero si tal expresión traduce doctrina nacional-socialista, no es exclusiva del Nacional-Socialismo; pues abarca todo el protestantismo y las religiones no-católicas. ¿Será necesario demostrárselo?
Sigamos. La encíclica enseña cual sea la verdadera fe en la Iglesia, "columna y fundamento de la verdad". Doctrina impecable. Pero es obvio que no visa solamente al Nacional-Socialismo, sino todos los Estados, pueblos, doctrinas y hombres que viven fuera de la Iglesia católica, apostólica, romana, la cual es sólo una. Hay un pasaje en esta parte de la encíclica que cae de lleno sobre cierta casta de católicos que justifican el comunismo o las persecuciones de las que es víctima la Iglesia por parte de las repúblicas liberales y de los soviets, con lo que hay o puede haber de condenable o malo en la vida exterior de la Iglesia o de los católicos - casta de católicos mandada por el señor Maritain, y que en Portugal está llena de maritainzillos...
Dice la encíclica: "No basta con hacer parte de la Iglesia de Cristo: es preciso ser un elemento vivo de esta Iglesia en espíritu y verdad. Y sólo lo es el que se mantiene en estado de gracia y vive continuamente en presencia de Dios, en la inocencia, o en una sincera y efectiva penitencia".
¿Quién sería capaz de decir que esto se aplica exclusivamente al Reich alemán? ¿Quién osa negar que este precepto envuelve todo el mundo católico, invadido desde hace mucho por el modernismo que caracteriza la vida social de nuestro tiempo?
Hay en Alemania quienes incitan a las personas, cómo dice la encíclica, en abandonar la Iglesia. ¿Pero sólo en Alemania? ¿No hubo siempre adoctrinadores de esa especie en todas partes? ¿No los había en muchos países de Europa, cuando se promulgó la encíclica?
Terminó la parte propiamente doctrinaria de la encíclica. Lo que sigue son consejos de orden práctico a la juventud, al clero y a los laicos católicos.
Concluyendo: la encíclica señala unos hechos y unas tesis doctrinales: los hechos son de la responsabilidad de las autoridades alemanas, y semejantes a los que en todos los países y en todos los tiempos han llevado la Iglesia a protestar, e incluso a actos más graves; la historia de los dos poderes está al alcance de todo el mundo.
Las tesis doctrinales condenadas no son privativas del Nacional-Socialismo. La encíclica no habla de éste, ni cita tampoco el nombre del dirigente supremo de Alemania. Se limita a exponer la situación de la Iglesia en el Reich, y las dificultades emanadas de las circunstancias creadas por el Concordato en el campo de las realizaciones. Ni combate, ni ataca, ni condena al Nacional-Socialismo: eso sí, combate, ataca y condena las ideas o tesis que sobrepasan el plan doctrinario del nazismo porque informan sectores, no ya de Alemania, sino del pensamiento contemporáneo o de la política constitucional de otros Estados.
Transcurridos poco más de dos años, estallaba la guerra; y los enemigos de Alemania entraron a fondo en la confusión y en la conjugación de dos situaciones que el pontífice jamás hubiese integrado en sus encíclicas.
¿Y la encíclica Divini Redemptoris contra el comunismo ateo?
Manifiestamente se distingue una de otra, incluso en las palabras de su augusto autor; la primera trata de una situación de hecho; la segunda, de una doctrina. Las situaciones de hecho fácilmente se modifican; las doctrinas difícilmente se extirpan o reducen.
La encíclica Mit brenennder Sorge termina con palabras de esperanza en mejores días, los cuales deberán aprovecharse "en la lucha contra aquellos que niegan a Dios y arruinan al Occidente cristiano", o sea, ¡el comunismo! Y tanto es así que el Oservatore Romano de 22 y 23 del mismo mes de marzo afirma no creer en la existencia de uno solo alemán que no hubiera apreciado el deseo del pontífice de ver Alemania"en su lugar de honor entre las naciones cristianas contra el satánico flagelo bolchevique".
El tono de la encíclica sobre Alemania es de quejumbre; el de la encíclica contra el comunismo es muy otro: luego en sus primeras palabras nos revela que "pueblos enteros corren el riesgo de caer en una barbarie más horrible que aquella en que se encontraba la mayor parte del mundo antes de la venida del Redentor".
Y la encíclica esclarece: "Este peligro que nos amenaza es el comunismo bolchevique y ateo que pretende destruir el orden social y arrasar los fundamentos de la civilización cristiana".
¿Por ventura hay en la encíclica sobre Alemania palabras que se acerquen a éstas?
¿Qué se propone ahora el pontífice? Tras recordar múltiples condenaciones de sus antecesores y suyas propias, expone "los principios del comunismo ateo, principalmente cómo se manifiestan en el bolchevismo, y sus métodos de acción".
¿Cuándo declaró el pontífice que iba a exponer los principios del Nacional-Socialismo? ¿Cuándo apodó a éste de "flagelo satánico"?
Y la encíclica hace la exposición que había prometido, enfocando el falso ideal del comunismo, el materialismo evolucionista de Karl Marx, el concepto que tiene de la persona humana, y concluye, sintetizando, que la sociedad comunista será la humanidad sin Dios.
¿Cuándo se dice algo semejante en la encíclica sobre Alemania?
Luego viene la revelación de los procesos de difusión del comunismo: éste ha llegado a penetrar "en medios sociales en los que por principio se rechaza el materialismo y el terrorismo".
¿Quién facilitó la puerta a esta penetración? ¿Quién fue su caballo de Troya? La encíclica lo dice claramente: la economía liberal y el laicismo. ¿Quién su agente? Son muchos, desde la prensa hasta la radio, desde el teatro hasta el cine, etc., etc., y por otra parte el silencio de la prensa mundial sobre los horrores comunistas.
Habla la encíclica, después, de las consecuencias de todo ello en Rusia, Méjico, España. Esas atrocidades no son hechos pasajeros o esporádicos, sino que son sus frutos naturales.
¿Cuándo se ha dicho algo semejante sobre Alemania?
La encíclica señala la doctrina de la Iglesia y alude a los disfraces que adopta el comunismo para infiltrarse: se muestra pacifista; se introduce en las corporaciones católicas y religiosas; incita a los católicos a colaborar consigo en el terreno humanitario, y hasta propone cosas que parecen conformes al espíritu cristiano y a la doctrina de la Iglesia. Lleva su desfachatez hasta el punto de afirmar que está decidido a abandonar el programa de lucha contra Dios.
El pontífice proclama: "El comunismo es intrínsecamente perverso, y no se puede admitir, sean cuales sean los motivos, ninguna colaboración con él por parte de los que deseen salvar la civilización cristiana".
Oíd bien, leed bien: no se puede admitir ninguna colaboración con el comunismo, sean cuales sean los motivos. ¿Habéis oído? ¿Habéis leído bien?
¿Cuándo fue que el pontífice dijo lo mismo del Nacional-Socialismo?
La encíclica está a punto de finalizar. El Pontífice no condena "masivamente a los pueblos de la Unión Soviética", pues unos viven tiranizados y otros engañados, sino que condena "el sistema, sus autores y propagadores"; luego se dirige a los católicos "alcanzados por el mal comunista", exhortándolos viva y paternalmente a que "abandonen el camino resbaladizo que los arrastra a todos hacia una inmensa catástrofe".
Pregunto a los hombres de buena fe, a los espíritus desapasionados, a las inteligencias lúcidas y críticas: ¿Hay alguna comparación posible entre las dos encíclicas? ¿Hay alguna comparación posible entre las dos condenaciones? ¿Es el Nacional-Socialismo tan condenado como los es el comunismo? Desde el punto de vista de la Iglesia, ¿son iguales el nazismo y el comunismo? A la luz de los preceptos pontificales, ¿es el nazismo tan peligroso como el comunismo? A través de estos preceptos, ¿tiene que temer el católico tanto a un sistema como al otro? En la lucha actual ¿no puede un católico optar, sin que peligre su consciencia, por la victoria del Reich contra la Rusia comunista? En la lucha actual, ¿no tiene el católico el deber de desear la victoria de Alemania contra Rusia?
El episcopado británico proclamó el 29 de noviembre de 1936: "Un católico no puede ser comunista, y un comunista no puede ser católico". ¿Cuándo dijo el pontífice, en su encíclica o fuera de ella, que un católico no puede ser nacional-socialista, y que un nacional-socialista no puede ser católico?
El episcopado alemán proclamó el 24 de diciembre de 1936: "El Führer y Canciller Adolf Hitler vio llegar el bolchevismo, y se consagró a alejar este terrible peligro para el pueblo alemán y todo Occidente. Los obispos alemanes comprenden que les cumple ayudar al jefe del Reich alemán con todos los medios de los que pueden disponer".
¿Dónde y cuándo se ha hablado así a propósito del Nacional-Socialismo?
Que cada uno juzgue al nazismo como se le antoje, con o sin rancor, con justicia o sin ella. Pero que no se baje a la ignominia repugnante de decir y enseñar que el Nacional-Socialismo y el comunismo son equivalentes, aun católicamente considerados. ¡Y sobre todo no se mienta tan descaradamente, atribuyéndose a ambas encíclicas, la Mit brennender Sorge y la Divini Redemptoris, la misma intención, el mismo alcance, la misma significación, la misma fuerza de expresión, y la misma sustancia doctrinaria!
Sólo no soy nazi porque no soy alemán. Pero soy anti-comunista porque soy católico y portugués.
IIExpuse con mi más serena objetividad el contenido de las dos encíclicas, la Mit brennender Sorge sobre la situación de la Iglesia católica en el Reich alemán, y la Divini Redemptoris sobre el comunismo ateo; demostré que, vistas a cualquier luz, son fundamentalmente diversas, y que no existe el más pequeño motivo para que se confundan, como hacen los enemigos de Alemania - no de la Alemania hitleriana, sino de toda y cualquier Alemania: la Alemania kaiseriana de 1914 y la Alemania nacional-socialista de 1939 -.
La primera encíclica apunta a una situación de hecho, condenando determinadas circunstancias; sobre su parte doctrinaria, el mismísimo Oservatore Romano dice que "muchos de los errores doctamente refutados en la encíclica circulan ya por todo el mundo... He aquí porque tiene el documento pontificio un valor universal".
Sí. La doctrina de la encíclica que alcanza la condenación no es exclusiva al Nacional-Socialismo. Si lo fuera, el Santo Padre hubiese dicho que la encíclica era contra el Nacional-Socialismo, cómo dijo en su momento que la encíclica Del Divino Redentor era contra el comunismo ateo.
El Nacional-Socialismo no es una filosofía, una religión, una metafísica, una ética: es una política constitucional, económica y social.
Como política constitucional, es una forma de Estado con una finalidad concreta y típicamente alemana: en el interior: poder central fuerte, autoritario y exclusivo, con la preocupación de la unidad del pueblo de raza alemana: luego, ni Estados secundarios ni partidos: un pueblo en toda extensión de la palabra; en el exterior: reconquista de la libertad de vida, de la autonomía, y de la voluntad de poder.
Como política económica, pretende liberar a Alemania de la tiranía de la banca sionista, y lógicamente subordina todas las actividades del pueblo a esta pretensión.
Como política social, rechaza el criterio de la lucha de clases, sustituyéndola por la íntima colaboración de todos los elementos de la producción, fundamento de la paz social.
Es en la concreción de la política constitucional, en la manera de alcanzar el fin que busca, donde aparecen los atritos, desinteligencias y conflictos con la Iglesia (4). No se puede olvidar que en el cuadro político del Imperio de Guillermo II y de la República de Weimar, había un gran partido político, el Centro católico, legítimo en un régimen liberal o democrático, pero absolutamente extraño en un régimen autoritario que se propone la tarea colosal de traer a flote el pueblo alemán esclavizado, ultrajado y vilipendiado por el tratado de Versalles, y que para tal disolvió todos los partidos políticos. La grandeza del pueblo alemán en todas sus escalas, desde las familias reinantes o principescas hasta los más modestos trabajadores, reside principalmente en la comprensión unánime de la misión que afirma el Nacional-Socialismo, y en la obediencia sincera y libremente consentida. Los bombardeos masivos y criminales de que han sido víctimas las poblaciones indefensas confirman esta realidad.
Ahora bien, los hombres no son ángeles, aunque puedan formar parte de centros católicos. Por consiguiente, los componentes del Centro católico alemán no podrían aceptar sin más la inactividad política que les esperaba, el abandono de las influencias de las que disponían, y de aquello que está agregado a la vida o a la orgánica de los partidos políticos. Nótese que éste fue el último partido en disolverse.
Los dos poderes - el espiritual y el temporal - procuraron, por medio del Concordato, ajustarse a las nuevas realidades. Que algo de importante se consiguió, lo prueba el hecho de no haber sido denunciada nunca; pero en su aplicación surgieron conflictos, atritos, desentendimientos.
Hacer un detalle de las responsabilidades es un problema demasiado complicado, por lo que no me aventuro a encararlo livianamente.
Lo que es indiscutible, sin embargo, es que el Nacional-Socialismo no siendo una filosofía, una ética, una metafísica o una religión, no es ni podría ser anti-católico en sus bases de formación, en sus intenciones prácticas, y en los procesos de la vida.
Dentro de la su acción política, no hay un solo precepto o una sola determinación que resulte hostil al dogma católico o a la moral católica. Nadie ha dicho nunca autorizadamente que el católico no puede ser nacional-socialista, y que el nacional-socialista no puede ser católico.
¿Es que no hay en el Nacional-Socialismo nada de filosófico, ético, metafísico o religioso? Lo que sí hay en el Nacional-Socialismo bajo ese aspecto es visiblemente secundario: la obra o preocupación de éste o de aquel elemento, lo que resulta manifiestamente fortuito y provisorio.
El Nacional-Socialismo no es un fin, sino un medio del que se sirve el jefe de Alemania para dar a Alemania el lugar que en su entender deberá ocupar, o la fisionomía que en su entender deberá poseer: la unidad indestructible internamente, y la fuerza imperial externamente.
He de decir ahora, anticipándome, que al contrario del Nacional-Socialismo - que es un medio -, el comunismo es un fin. El Nacional-Socialismo es puramente nacional, y tiene por objeto a Alemania; el comunismo es internacional, y tiene por objeto la revolución mundial.
Pero el racismo...
El racismo, en la concepción nacional-socialista, es la defensa de Alemania contra el talmudismo. No contra el judaísmo como religión, sino como grupo activo y embaucador.
El catolicismo, siendo universalista, no comprende tal actitud; pero mientras haya nacionalidades, y el catolicismo no se declare enemigo de las patrias, hay que aceptar que éstas se defiendan contra su disolución o descomposición. Y no hay elemento más disolvente o desorganizador que el talmúdico (5).
La verdad es que el Nacional-Socialismo encontró a Alemania apoyada en una constitución elaborada por un judío: Preus; la de Weimar, en una organización económica, obra de otro judío: Rathenau; y en un socialismo comunista, obra de los judíos Marx y Lasalle.
Todos los Estados, todas las familias, todos los grupos u organismos son más o menos racistas, según la fuerza de su constitución, y la consciencia que tienen de su misión. O sea: que se defienden, rechazando todo cuanto sea portador de gérmenes de descomposición o disolución. Es la lucha por la vida; la aplicación del precepto evangélico relativo a las ramas estériles de las vides (según San Juan, XV, 6); la aplicación de la doctrina de Santo Tomás (II de la II, cuest. XI, art. 3).
Si los nativos de Angola o Guinea si infiltraran en dosis macizas en la sociedad portuguesa, y por sus cruces la amenazaran de disolverse, manchándola, deformándola, y anulando su consciencia histórica, ¿no tendría el gobierno responsable la obligación indeclinable de impedir tal infiltración, y defender a pureza del nuestro sangre y de nuestra conciencia nacional? ¿Qué son sino medidas racistas las limitaciones que ciertos Estados decretan contra la inmigración?
No, no se confunda lo que es inconfundible. No se caricature, para que no se desvirtúe lo que pretende juzgarse.
En el racismo hay dos aspectos. El aspecto negativo: repudio de la raza enemiga; y el aspecto positivo: exaltación de la propia raza.
Nadie me condenaría si yo tratara de impedir que mi patria se disolviera en el mestizaje biológico, o a causa de la invasión de no-portugueses en puestos-llaves de las actividades nacionales - en las universidades, bancos, empresas, administración, tribunales, industria o talleres -; y nadie me condenaría si yo proclamara la superioridad del pueblo portugués, y no dijera amén con los que afirman su inferioridad.
Cuando el jefe del gobierno portugués nos dice: "Nada contra la nación, todo por la nación", yo aplaudo, y no hago caso de lo que pretende la Vie Intelectuelle, publicación de los domínicos, por lo demás muy prestigiada en los medios católicos, cuando proclama que ¡la patria es una realidad no agresiva, y que la nación es un mito agresivo!
Así que ¿no hay en Alemania un enfrentamiento entre la Christenkreuz y la Hakenkreuz? No, desde luego. Este enfrentamiento sólo existe en la propaganda anti-alemana, o mejor, en la propaganda liberal, democrática y anti-autoritaria.
Véase este ejemplo: en catecismo político italiano se lee este precepto: "Benito Mussolini a sempre ragione". Contra él se levantaron clamores indignados, entre los cuales se oían distintamente voces de católicos protestando contra lo que llamaban "la nueva infalibilidad permanente". El precepto ofendía la ortodoxia de esos católicos, y la sensibilidad de sus colegas en el clamor. ¡Pero a nadie se le ocurrió que el tradicional precepto político de los ingleses: "The king can do no wrong" hace competencia a la infalibilidad pontificia!
También se acusa al Nacional-Socialismo, y ciertos elementos notables del Partido, de preconizar el regreso al culto del paganismo por haber celebrado en 1935 el Sonnenwende.
¿Acaso serán pasibles de paganismo aquellos portugueses ilusionados por el mito de nuestra ascendencia lusitana al exaltar, celebrar y honrar a Viriato, al que elevan al rango de símbolo de la raza lusitana?
No hay comparación posible entre el Nacional-Socialismo y el comunismo, por más menuda o penetrante que sea la vista de quienes los analice.
El único punto del contacto - aunque más aparente que real - que puede haber entre los dos, es que tanto el uno como el otro son la única fuerza formativa y animadora del Estado. Pero esto es una calidad o característica esencial de los Estados autoritarios. El episcopado belga, preconizando el régimen de libertad que en su opinión "implica el derecho de los ciudadanos de agruparse en partidos políticos", concluye: "Un Estado sin partidos no puede ser sino un Estado autoritario".
De modo que hemos de concluir que, si acaso existe algo de común entre el Nacional-Socialismo y el comunismo, el mismo punto de contacto existe entre ellos y el Estado fascista italiano, el Estado Novo portugués, y el Estado español.
No obstante, ¡qué diferencia profunda existe entre el hitlerismo, el mussolinismo, el salazarismo y el franquismo, de un lado, y el comunismo, del otro, en sus intenciones próximas o lejanas, y en las respectivas maneras de ser!
Tan profunda, que en la opinión del episcopado británico ".el católico no puede ser comunista, y el comunista no puede ser católico". Pero ¡el obispo católico de Osnabruck puede formar parte del Consejo del Estado de la Prusia hitleriana!
Casi iba a jurar que el 99% de los que combaten el Nacional-Socialismo, y de los que invocan en contra de él la encíclica Mit brennender Sorge, nunca han leído ésta, ni el Programm der N.S.D.A.P., ni El Estado Alemán (Der Deustche Staat) de Gottfried Feder - donde se encuentra el cuadro de las directrices, proyectos y finalidades del Nacional-Socialismo, su programa integral en una palabra -, ni tampoco la encíclica pontifical. Hago este juicio para no tener que acusarles de trapaceros, sinvergüenzas y mistificadores sin perdón.
Lo que expone la encíclica ya lo he mostrado. Ahora veamos, en el sector que nos importa, lo que piensa el Nacional-Socialismo.
La doctrina que conforma su programa, y también éste, se lo puede encontrar cualquiera en los dos citados trabajos de Gottfried Feder.
En materia religiosa, queda establecido el principio: garantía de libertad religiosa.
En el programa: libertad total de religión y consciencia; protección especial hacia las confesiones cristianas; supresión y rechazo de las doctrinas confesionales que están contra el sentimiento y la moralidad alemana, y de aquellas cuyo contenido posea uno carácter destructor del Estado y del pueblo.
Feder señala a los tres enemigos del Nacional-Socialismo: el marxismo; el parlamentarismo y el capitalismo usurario o mamónico.
A fin de solucionar el problema religioso concerniente a los católicos, el Nacional-Socialismo se encontró el año 1933 con el Pontífice, y de este encuentro salió el Concordato; con relación a los luteranos, promovió la constitución de la Iglesia evangélica alemana.
En respuesta a las insolencias injuriosas de una revista alemana editada en los Estados Unidos, la Aurora und Christliche Woche, el ya citado vicario capitular de Berlín, Mons. Steinmann, proclamó: "Dentro de la concepción católica del Estado, el gobierno de Adolf Hitler es la autoridad alemana que representa la voluntad de Dios. El presidente del Reich von Hindenburg le otorgó constitucionalmente el poder el 30 de enero de 1933, y el pueblo alemán confirmó unánimemente esa transmisión el 5 de marzo de 1933 en las elecciones para el Reichstag".
Pero no es sólo por eso, aclaraba el vicario capitular de Berlín, sino por algo más: "El gobierno alemán considera que el cristianismo constituye una base inconmovible de la vida moral de nuestro pueblo. Para ejecutar en la práctica este pensamiento, el gobierno del Reich hundió al bolchevismo, aniquiló el movimiento marxista de los sin-Dios, y liberó al pueblo alemán de la peste de la inmoralidad pública". "Algún día -concluye Mons. Steinmann -, el futuro agradecerá reconocidamente a Alemania, país central de Europa, el haber trazado una frontera contra el bolchevismo, defendiendo al Occidente del diluvio rojo".
¡No podría imaginarse Mons. Steinmann que nueve años más tarde grandes masas católicas europeas iban a alinear, por odio contra Alemania, al lado del bolchevismo, obedientes a la consigna satánica de que no existen entre el Nacional-Socialismo y el comunismo diferencias sensibles, y que el pontífice había condenado tanto el uno como el otro, conjugando las dos condenaciones! ¡No podía imaginarse el vicario capitular de Berlín que nueve años más tarde Europa asistiría a la realidad trágica de ver a los católicos tocados por los sofismas de Maritain, Ducattillon y otros, rezar por la derrota de Alemania en su lucha contra el bolchevismo. ¡No podía imaginarse Mons. Steinmann que nueve años más tarde vería a los católicos mezclados con masones, liberales y comunistas en un frente único anti-alemán en la guerra que Alemania sostenía contra el bolchevismo!
¡Hay quienes dicen que la Alemania nacional-socialista sólo ahora está contra el comunismo! Los que así hablan o bien no saben lo que dicen, o bien callan lo que saben.
El Nacional-Socialismo, en el fondo, es originariamente, como ya he dicho, una reacción contra el comunismo en la vida interna de Alemania, y contra el tratado de Versalles en su vida externa.
Bastará con fijarse en esto: en diez anos, desde 1923 hasta 1933, doscientos muertos y 20.319 heridos nacional-socialistas cayeron víctimas del comunismo. ¿Es sólo ahora que el nazismo está contra el bolchevismo?
Téngase presente que mi objetivo no es, ni podría ser, desmentir la encíclica Mit brennender Sorge en sus censuras, quejas o condenas, por más severas que se presenten. Esto está fuera de mis intenciones por todos motivos; y por motivos específicamente científicos, digamos, sale fuera de mi competencia. Si acaso no existieran aquellos motivos generales, me bastaría el de la imposibilidad de estudiar el proceso in loco para abstenerme de contradecirla.
Mi finalidad es patente por confesión expresa, y también por el contenido de las páginas que tiene el lector ante sí: desenmascarar las patrañas de los que evocan las dos encíclicas, la que se atiene a la situación de la Iglesia en Alemania, y la que concierne el comunismo ateo, para afirmar, publicitar y inculcar en el espíritu del hombre de la calle la mentira de que el Nacional-Socialismo y el comunismo son igualmente anti-católicos, y que el pontífice los condenó igualmente en esas encíclicas, y que, por consecuencia, los católicos sólo tienen una actitud digna de su disciplina, y de la sinceridad de sus creencias: la que preconizan los varios Maritains de este mundo al envolver en el mismo repudio al Nacional-Socialismo y al comunismo.
Como si no fuera bastante esta infamia contraria a la evidente realidad y al expreso testimonio de los textos pontificales, los varios Maritains de este mundo - cobijados y tranquilamente instalados, unos a la sombra del sionismo nueva-yorquino, otros en la admirable tierra portuguesa - hacen votos por la victoria de Rusia a la vez que desean ardientemente la derrota de Alemania, sin importarles para nada las palabras que el 19 de marzo de 1937, en la encíclica Divini Redemptoris, el Papa les dirigió a los católicos "alcanzados por el mal comunista", exhortándolos a que abandonaran el camino resbaladizo.
Ya en la prensa portuguesa ciertas plumas católicas escribieron que el Nacional-Socialismo es peor y más peligroso que el comunismo, concluyendo, como si nada, que la victoria de Alemania sobre Rusia será más catastrófica para el mundo que la victoria del comunismo sobre Alemania. ¡Y se trata de plumas católicas!
Mi finalidad es dilucidar, aclarar, abrir los ojos a los que no juzgan por sí mismos y se creen todo lo que les dicen esos propagandistas infernales puestos al servicio del diablo contra Dios.
El comunismo es intrínsecamente perverso, y como tal, enemigo del Espíritu. Su plan proclama lo siguiente:
a) la rebelión contra Dios;
b) la extirpación metódica de la fe en Dios;
c) el desprecio de los mandamientos de Dios;
d) el escarnio y envilecimiento público del Antiguo y del Nuevo Testamento, expuestos para tal en el museo ateo de Moscú;
e) la expulsión del emblema sagrado de la cruz no sólo de las calles, sino también de las mismas casas particulares;
f) la lucha contra el sacerdocio y todo lo que se presenta con un carácter eclesiástico;
g) el desconocimiento de la existencia de la Iglesia, si acaso resulta imposible perseguirla, difamarla y extinguirla;
h) el cierre o destrucción de los templos católicos, y prohibición de todas las ceremonias religiosas.
¿Dónde y cuándo ha proclamado el Nacional-Socialismo tales doctrinas, él que en sus principios y en su programa preconiza y establece no sólo la libertad religiosa, sino también unas garantías especiales hacia las confesiones cristianas? (6)
Me dirán que en Alemania, e incluso dentro del Nacional-Socialismo, hay quienes pretenden organizar sectas anti-católicas o paganas. ¿Qué responsabilidad tienen el Nacional-Socialismo y el gobierno alemán en ello? ¿Qué apoyo han prestado a esas aberraciones el Nacional-Socialismo y el gobierno alemán? ¿Qué protección han dispensado a esas locuras el Nacional-Socialismo y el gobierno alemán? ¿Qué repercusión han obtenido en Alemania estas manifestaciones deplorables de espíritus extraviados?
Siempre hubo de esto, y en todas partes...
Pregunto: ¿continuó el partido comunista en Alemania, tras el acceso al poder del Nacional-Socialismo, con su campaña anti-religiosa y atea?
Mientras que en la Alemania nacional-socialista aquellas manifestaciones no pasaban de casos aislados y desautorizados, en el comunismo los principios citados constituyen su esencia doctrinaria, filosófica, metafísica y religiosa.
¿Es que no hay aquí ninguna diferencia?
Dentro de su acción anti-espiritual, el comunismo preconiza:
a) la rebelión contra la autoridad legítima, empezando por la destrucción de los lazos domésticos; b) el desprecio del amor conyugal y la fidelidad de los esposos, expresión ésta que se traduce en el amor libre; c) el desconcierto sexual de la infancia y de la juventud a través de aquello a que en Alemania se llamaba der sexuelle Kampf der Jugend, al que el Nacional-Socialismo puso termo definitivamente.
¿Quién osa acusar al Nacional-Socialismo de tales objeciones, o siquiera de protegerlas o tolerarlas?
¿Y no estaban ellas permitidas en Alemania antes de la llegada del Nacional-Socialismo, cuando en la política interna alemana actuaba con todo su peso y toda su organización el Centro católico, en colaboración con republicanos, socialistas y comunistas? (7)
En la vida material, el comunismo defiende la expropiación de los bienes personales a favor del Estado, o sea, la extinción de la propiedad privada, base material de la familia.
En su derecho agrario, el Nacional-Socialismo estableció el reconocimiento fundamental del derecho de propiedad privada del suelo, y, como nuestras leyes de Sesmarías, su entrega al Estado en caso de negligencia.
IIINaturalmente, un régimen humano realizado por hombres y para hombres tiene imperfecciones, como todas las cosas humanas.
La misma Iglesia, en su aspecto humano, no está exenta de imperfecciones y errores. Pero así como no es lícito a la crítica independiente y objetiva abultar los errores y las imperfecciones del aspecto humano de la Iglesia - o sea, de sus pontífices, cardenales, arzobispos, obispos, superiores y órdenes, curas, religiosos y religiosas, apocando lo que en ese aspecto hay de grande, bello, ejemplar, digno y eterno, desde la santidad hasta el sacrificio, desde la cultura hasta la humildad -, tampoco es lícito calumniar al régimen político de un pueblo, atribuyéndole propósitos que no tuvo, actos que no cometió, defectos que no reveló, identificándolo, por pasión política y interesada, a una doctrina intrínsecamente perversa, negadora de la civilización, de la humanidad, de la belleza, del honor, y de Dios.
Y aún menos lícito es obligar unos documentos pontificales a decir lo que no dicen, prestándoles un alcance que ni en la letra ni en el espíritu poseen.
En 14 de marzo de 1937 la Mit brennender Sorge expone la situación de la Iglesia católica en el Reich alemán, apuntando unos hechos que condena; la Divina Redemptoris condena el comunismo ateo, o sea, toda una ideología.
Los hechos condenados en la primera son de fácil remedio, dependiendo el remedio, a veces, de una sencilla sustitución del personal; pero la ideología condenada en la segunda encíclica tiene un alcance universal, y la simple derrota militar de Rusia, su centro propulsor y animador, no la podría borrar totalmente.
La primera encíclica, en lo que se refiere a Alemania, señala unos hechos episódicos; la segunda apunta a unas ideas falaces que se traducen en crímenes irreparables.
Aun admitiendo que los hechos condenados por la primera encíclica pudieran atribuirse a la responsabilidad del Nacional-Socialismo, y no a los agentes de la autoridad, es indiscutible que el comunismo jamás podría alinear con el pontífice para combatir tales hechos, incluso alegando que no toleraba nacional-socialistas en su tierra.
El Reich alemán puede legítima y honradamente alinearse con el pontífice y contrarrestar las ideas condenadas por la segunda encíclica, pues expulsó el comunismo de sus fronteras, como el mismo pontífice manifestó el deseo de que así se hiciera.
En tiempos pasados, la Iglesia llegó a pedir algunas veces a los Estados su intervención contra los enemigos de nuestra civilización. En esta hora de angustias, en que todo parece disolverse, y Alemania se está enfrentando al enemigo supremo de la civilización, ¿quiénes impiden la Iglesia de bendecir y estimular a Alemania en esa gigantesca cruzada?
Que responda la consciencia de cada uno...
Insisto porque es indispensable insistir. No pretendo constituirme en juez de la encíclica Mit brennender Sorge y apreciarla, ya sea a través de las circunstancias que confluyeron a su elaboración y publicación, ya sea a través de su complejo contenido. En cuanto a las circunstancias, no será en mi vida, ni tampoco en la vida de dos o tres generaciones posteriores a la mía, cuando se pueda formular tal juicio. Probablemente sólo dentro de dos siglos esas circunstancias podrán ser justamente valoradas, cuando los archivos secretos del Vaticano sean abiertos a un nuevo Vonpastor que se dedique a continuar la Historia de los papas desde finales de la Edad Media.
En cuanto a su contenido, los principios de la doctrina, que declaro impecables, van mezclados con unos hechos, incidentes y episodios de los que quiero alejarme. Mi posición es la de intérprete, y ésta es tanto más legítima, cierta y necesaria, cuanto es público y notorio que muchos otros se han consagrado a su exégesis.
Interpretar no es juzgar; esto puede ser la primera condición del buen juicio, pues sólo se juzga lo que se comprende. Así pues, me quedo en la opción hermenéutica: en el paso a su frontera. No quiero saber de los hechos, incidentes o episodios en los que se basan las quejas, censuras o condenaciones del pontífice. Están en la encíclica.
Lo que sí me interesa es interpretar la encíclica Mit brennender Sorge en función de la Divini Redemptoris, y saber hasta qué punto tienen razón, o no la tienen, los propagandistas católicos que difunden por todas partes que el Nacional-Socialismo fue condenado por aquella encíclica tanto como el comunismo lo fue por ésta, y que ante estas condenaciones, tan pernicioso y vitandus es el Nacional-Socialismo como el comunismo. Y finalmente, que por fuerza de esas condenaciones, a un católico no le es lícito preferir la victoria de la Alemania nacional-socialista sobre la Rusia comunista, debiendo mantenerse, como mucho, en una estricta indiferencia ante la guerra germano-rusa.
Quede claro que ya no estoy hablando de los Maritains, Ducattillons y Mauriacs que enseñan descaradamente el comunismo color de rosa...
Si estos señores y sus satélites, o hijos, pueden interpretar las encíclicas, también yo puedo hacerlo, pues ni su autoridad es superior a la mía, ni su fe más ardiente, sincera y profunda que la mía.
La interpretación que dan estos señores es falsa, deliberadamente falsa, pues el señor Maritain, el señor padre Ducattillon y el señor Mauriac no son imbéciles, aunque lo sean la casi totalidad de sus satélites o hijos, especialmente los de origen portugués. Y si acaso no fuera falsa, no habría lógica que pudiera imponerse, con lo cual se volvería espeso el caos.
En ocasión de la encíclica- y no se olvide que lo que significaba en 1937 puede muy bien no significar hoy, pues las circunstancias del mundo eran muy diferentes a la fecha de la encíclica -, había en varios países de Europa y América, excepto en Alemania, Italia y Portugal principalmente, fortísimos partidos comunistas obedientes a la dirección de Moscú que actuaban sin trabas en todos los sentidos, haciendo libremente su propaganda escrita o oral, doctrinaria y activa, culta y popular. Lógicamente, en ninguno de estos países había gobiernos católicos en comunión espiritual con Roma, aunque en algunos de ellos había partidos católicos.
Nadie podrá negar esta situación de hecho.
A ningún crítico católico le está permitido ignorar por lo menos la Documentation catholique; y si la ignora, que se calle y no emita opiniones.
Ahora bien, si hojeamos los volúmenes de la Documentation catholique, vemos diseñarse el panorama del partido comunista en Europa y América. Los múltiples episcopados nacionales señalan el peligro en términos impresionantes, a la vez que denuncian el sistema de disfraces que adopta la peste bolchevique.
Repúblicas democráticas dan cobijo al comunismo; monarquías liberales toleran al comunismo, y nadie las censura, nadie las reprocha ni condena. Y el Nacional-Socialismo alemán que lo disolvió, expulsó y exterminó (8); el Nacional-Socialismo alemán que lo considera uno de sus tres enemigos fundamentales, a la par del parlamentarismo y del capitalismo; el Nacional-Socialismo que por causa del combate contra el comunismo cuenta en sus filas más de veinte mil víctimas, ¡¿es este Nacional-Socialismo el que debe ser condenado?!
Si todos los países del mundo hubiesen dado sus manos a la Alemania nacional-socialista, o la hubieran imitado, como era su deber, el peligro comunista en estos momentos sólo pertenecería a la categoría de una pesadilla; si todos los Estados de Europa estuvieran cooperando con Alemania en la guerra contra la Rusia comunista, como era su más elementar obligación, no pesaría sobre nuestras cabezas, y sobre la civilización cristiana, la terrible amenaza de la catastrófica subversión (9).
Pues sí, señores míos, ¡se combate más la Alemania nacional-socialista que el comunismo ruso!
¡Y el padre Ducattillon enseña que se juzga el comunismo, sin tan siquiera conocerlo!
No es por culpa de Alemania que el comunismo sigue existiendo legalmente en tantos y tantos Estados del mundo. Y se debe a Alemania que no exista, a no ser clandestinamente, en los Estados que ocupan los ejércitos alemanes. ¡Pues es contra Alemania que golpean los reconocidos católicos, es la derrota de Alemania que desean los propagandistas católicos, es la victoria del comunismo la que aspiran ansiosamente!
Por ocasión del Anschluss, solución lógica de un problema que plantearon las democracias con la paz imbécil que impusieron al mundo en 1919, el episcopado austríaco, encabezado por el cardenal Innitzer, arzobispo de Viena, aceptó con la más espontánea sinceridad el hecho consumado.
Fue horrible lo que pasó en el campo católico anti-alemán. Nadie se acordó del respeto debido a los obispos; nadie recordó que los obispos representan nuestro Señor; nadie habló por obediencia a la jerarquía; todos se pusieron de pie, vociferando con el dedo apuntado al episcopado austríaco, en particular al cardenal-arzobispo de Viena: "¡Fuera! ¡Fuera!"
¡Incluso en la emisora del Vaticano el jesuita padre Immer sacudió el pobre episcopado austríaco acusándole de falso catolicismo político!
En Inglaterra los católicos apodaban "Heil Hitler Cardenal" al arzobispo de Viena, y en la prensa católica anti-alemana hubo un auténtico festival de bastonazos.
Me recojo en profunda meditación, y no digo lo que pienso cuando contemplo el silencio que acogió la noticia de que "de acuerdo a las instrucciones de Karl Marx", el obispo protestante de Ohio ¡había dejado toda su fortuna para la propaganda de la causa comunista!
Sólo conozco una alusión a este hecho: la que hizo S.E. el cardenal Gomá y Tomás, arzobispo de Toledo. El prelado toledano le llamó "síntoma". ¡Y qué síntoma!
Ante este síntoma gravísimo (hace días, el obispo protestante americano de York, declaró que ¡no había incompatibilidad entre el cristianismo y el comunismo!), no cundió la alarma; entre tanto, al episcopado católico de Austria, se le machacó como en centeno verde: "Áron, áron, stauroson autón!" "¡Llevadlo! ¡Llevadlo y crucificadlo!"
Durante la guerra de 1914, cierto escritor católico portugués se puso al lado de las democracias porque Alemania era Alemania, y Austria era... regalista ("regalismo": "Sistema de los que defienden las prerrogativas del Estado en contra de las pretensiones de la Iglesia"). ¡La Austria apostólica regalista! Ahora que Austria se unió a Alemania sin que el episcopado austríaco se haya revelado, se veía el episcopado en buen aprieto...
A fin de cuentas, ¿qué es lo que quieren estos católicos? ¿Que la sombra siniestra de la hoz y del martillo cunda en el mundo y apague el fulgor de la cruz divina, o qué?
No me hablen de la cruz gamada; no me vengan con el cuento de que la cruz suástica pretende sustituir nuestra cruz, la cruz del Señor.
El comunismo es universalista, es internacional, es planetario, es católico y es ecuménico en el sentido etimológico de los términos: "¡Proletarios de todo o mundo, uníos!" Lo es, y no lo oculta.
El Nacional-Socialismo es particularista, nacionalista, germánico. No ha declarado nunca, ni directa ni indirectamente, que pretendiera sustituir la cruz de Cristo, símbolo de la redención del hombre, por la cruz gamada que Hitler adoptó como símbolo de la lucha por la victoria del ario y la victoria de la idea del trabajo productivo, idea que fue y será eternamente antisionista (10).
¿Quién declaró en Alemania, dentro del Nacional-Socialismo, que la cruz gamada va a destronar la cruz del Señor? ¿Quién autorizadamente proclamó en Alemania, dentro del Nacional-Socialismo, que a la suástica, símbolo del paganismo, se la alza como símbolo de la lucha anti-cristiana?
¿Quién dentro de Alemania o fuera de ella, dentro del Nacional-Socialismo o fuera de él, ha llegado a descubrir o comprobar el significado histórico y religioso de la multisecular suástica, cuyos orígenes se pierden en los horizontes más distantes de los siglos?
No hay nacional-socialismo portugués, español, francés, inglés, italiano, suizo, belga, holandés, danés, sueco, noruego, americano, argentino, etc., etc., pero hay un partido comunista portugués, español, francés, inglés, italiano, suizo, belga, holandés, danés, sueco, noruego, americano, argentino, etc., etc.
El partido Nacional-Socialista es alemán, y gobierna a los pueblos de raza alemana; el partido comunista, aunque exista un partido comunista en Rusia, no es ruso. El partido comunista es mundial, y visa la bolchevización del mundo a través de la revolución mundial.
Así pues, ¿cómo puede pretenderse que la encíclica pontifical Mit brennender Sorgesobre la situación de la Iglesia en Alemania, y la encíclica Divini Redemptoris sobre el comunismo ateo, sean idénticas en su significado?
Decenas, centenas de documentos (11) portadores de excomuniones contra reyes y pueblos, similares a la primera encíclica, y aún más graves, se podrían elegir en el Bulario.
Sin embargo, ninguno de ellos significa lo mismo que la encíclica contra el comunismo ateo, pues este sistema político, adoptado por un Estado de muchos millones de hombres, fue admitido en la convivencia internacional junto a agentes diplomáticos y consulares en casi todos los Estados del mundo, y poderosísimas filiales en todos los centros poblacionales.
El comunismo cuenta con todo lo que posee un Estado civilizado cualquiera, y además tiene en cada uno de los Estados de la Tierra sus sucursales ideológicas, mantenidas bajo la más estricta obediencia y disciplina. Cada una de estas sucursales constituye un Estado comunista esperando la hora de actuar por orden de la central de Moscú con objeto de convertir al mundo en una federación de repúblicas soviéticas.
¿Dónde se ha visto, o siquiera sospechado, de que tal fin o ideal hubiese estado nunca en el pensamiento del Nacional-Socialismo?
Por otra parte, todos los principios fundamentales del comunismo, y todas sus realizaciones, son contrarios a la civilización cristiana, o católica, como prefiero llamarle, pues es más correcto este término, y además no se presta a confusiones.
Lo que defiende el Nacional-Socialismo como cuerpo de doctrina organizado, y lo que realiza como Nacional-Socialismo en acción, no afecta los fundamentos morales o sociales de la civilización católica. Pues el racismo ario, debe encararse a una luz desapasionada.
Para la Iglesia, todos los hombres de todas las latitudes, de todas las sangres, de todos los colores, de todos los orígenes, son iguales ante Dios, en el plan de Dios y en relación a Dios. El Nacional-Socialismo no lo niega, tampoco le compete hacerlo.
Lo que proclama y enseña es que, ante el Estado, en el Estado y con relación al Estado, los no-alemanes no son iguales a los alemanes; que todos los alemanes conscientes de su comunidad, cultura y destino pueden ser ciudadanos; los no-alemanes solamente pueden residir en Alemania como huéspedes, es decir, como extranjeros, pues los derechos y intereses de los alemanes son anteriores a los de los extranjeros.
Para la Iglesia, todos los hombres, vengan de donde vengan, son iguales, o deberán serlo.
Pero un príncipe de la Iglesia, después de haber proclamado que los seminaristas pobres son "generalmente, por varias razones, vocaciones de calidad inferior", y afirmar que "la mayoría de las vocaciones que aparecen en el Patriarcado de Lisboa no son las mejores", pide a Dios que le envíe vocaciones de élite, "como raza, inteligencia, educación, virtud y medios". Con piadoso despecho el mismo príncipe de la Iglesia advierte que el catolicismo en Francia debe su prestigio a poseer ".una fina flor de padres seglares distinguidos por la sangre, la ciencia, la virtud y la educación". Y revela haber encontrado en Bélgica, como maestro de ceremonias, a un cierto pontifical "...un hermano de una de las damas de la reina", hijo del conde de Wiart, obispo auxiliar del cardenal de Malines (12).
El Señor no se fue a buscar sus apóstoles en los medios aristocráticos, en la alta burguesía, o en la plutocracia. No se hizo rodear de personas "de raza, inteligencia, virtud y medios". Sólo eligió almas simples, corazones inocentes, caracteres virtuosos.
La doctrina del príncipe de la Iglesia portugués que pide sangre noble proveniente de medios abastados, y desprecia a los padres plebeyos y pobres, no contradice la doctrina de la Iglesia. De acuerdo al plan de las necesidades o conveniencias del Patriarcado, Su Eminencia excluye o dispensa a los seminaristas pobres y plebeyos. Y les cerraría las puertas de los seminarios si la población aristócrata o capitalista viniera a disputar su lugar. Su Eminencia evita confesar que se quedaría casi sin curas si no los aceptara. ¡Todavía son los pobres los que le valen!
También el Nacional-Socialismo, sin entrar a contradecir la doctrina católica de la igualdad de los hombres ante Dios, quiere que en el plan de las conveniencias del Estado alemán se dé preferencia a los alemanes-alemanes, es decir a los arios, antes que a los no-alemanes.
Comprendí que la Iglesia combate al nacionalismo cuando oí a Pio XI recomendar a las misiones y misioneros que "no deberán hacer nacionalismo en ningún modo, sino sólo catolicismo, pues el nacionalismo ha sido siempre un flagelo para las misiones, no siendo incluso exagerado llamarle maldición", y que por arriba de todo "deberán ocuparse de las cosas de Dios..." (13)
Pero todavía es temprano para pensarse en la extinción del nacionalismo, y en estos momentos no me parece viable el consejo que ha dado a los misioneros de los varios países a que asistan con los brazos cruzados a la desnacionalización que fomentan y desarrollan ciertos elementos o agentes extranjeros en las colonias africanas, asiáticas o oceánicas.
El día que los misioneros portugueses dejen de ser portugueses y pasen a la categoría de a-portugueses; el día que dejen de enseñar la palabra de Dios y de la patria; el día que a las misiones no les quepa la misión de predicar la verdad divina y la verdad nacional; el día que se seque para siempre el amor de la patria en el corazón de los misioneros; en una palabra, cuando sea declarado incompatible el servicio de Dios y el servicio de la patria, porque, como dijo el pontífice, "nadie puede servir a dos señores" (14), ese día será de una grande, profunda y irreparable tristeza. Espero que Dios me ahorre el dolor de presenciarlo...
Pero, teniendo en cuenta los consejos de Pio XI y su declaración de que "somos espiritualmente semitas", comprendo su repugnancia hacia el racismo alemán, o el racismo de otro país cualquiera. No voy a juzgar su doctrina; pero interpreto el racismo preconizado por el Nacional-Socialismo, no como un concepto anti-católico, sino como un concepto a margen del dogma de la igualdad de los pueblos ante Dios por su origen y destino.
Sin negar esa igualdad y sin poner obstáculos a su reconocimiento, el Estado puede, y en ciertas circunstancias debe, defender la idiosincrasia de su pueblo, haciendo inoperantes todos los intentos de mestizaje y desorganización.
Pregunto incluso si la misma civilización católica no está protegida indirectamente de graves inconvenientes y peligros gracias a medidas racistas que tomen o hayan tomado los Estados. El problema no fue estudiado todavía, y tal vez mereciera serlo.
Todos los hombres de todas las razas, colores y castas se pueden acercar, sin privilegios o desigualdades, a la pila bautismal o a la mesa eucarística. Pero esto no es de la competencia del Estado; en ello no debería intervenir el Estado. Sin embargo, está dentro de sus poderes considerar la desigualdad étnica o histórica de los pueblos, y defenderse de los que en algún modo puedan perjudicar o descaracterizar el suyo.
Perfectamente sé que el mismo pontífice empezó a hablar años más tarde en "nacionalismo exagerado", e incluso en "racismo exagerado". Pero lo que hasta entonces se comprendía en su expresión geométrica dejó de comprenderse en esta elástica y gris expresión, pues falta saber dónde empieza y dónde acaba la exageración de un concepto.
Sea como fuere, lo que resulta absolutamente contrario a la letra y al espíritu de la encíclica, es la interpretación que le dan los propagandistas católicos enemigos de Alemania al generalizar sus censuras y condenaciones, y cuando gritan, para hacer un vacío en torno a la Rusia soviética, que tanto el comunismo como el Nacional-Socialismo fueran condenados en la misma medida por el pontífice.
Pero esto no es verdad ni podría serlo, pues, como he dicho antes, lo que el Nacional-Socialismo defiende como cuerpo y doctrina organizada, y lo que realiza como Nacional-Socialismo en acción, no abala para nada los fundamentos morales o sociales de la civilización católica.
Repito: no soy nacional-socialista sólo porque no soy alemán; pero soy anti-comunista porque soy católico, portugués y monárquico.
¿Hay algo en el Nacional-Socialismo que resulte incompatible con mi fe católica, mi nacionalidad y mis ideas políticas? No. Evidentemente, no pienso en actos, incidentes o actitudes públicas de uno u otro elemento nacional-socialista. Me refiero al Nacional-Socialismo como cuerpo de doctrina organizado.
Algunas de sus directrices no podrían aplicarse en Portugal, pues las circunstancias históricas, geográficas, étnicas y culturales de los dos pueblos son distintas. Sin embargo, principalmente en el campo económico y social, ¡quisiera Dios que nos abalanzáramos a aprovechar las lecciones experimentales del Nacional-Socialismo!
¿Hay algo en el comunismo que contienda con mi fe católica, mi nacionalidad y mis ideas políticas? ¡Todo! En la teoría y en la práctica; en el ideal y en las realizaciones; en el conjunto y en los detalles.
Pues soy oriundo de una civilización que representa la orden tradicional fundadamente expuesta en la encíclica Mirari vos, de 15 de agosto de 1832, de Gregorio XVI, y porque el comunismo es la negación absoluta, decidida, formal y feroz de esta orden.
Por detrás de las encíclicas Mit brennender Sorge y Divini Redemptoris está, y no podría dejar de estar, a informarlas, a animarlas, a dirigirlas, una idea superior a todo, que lo sobrepasa todo: el residuo de todo el pensamiento de su augusto autor, el cual, aunque no formulado, palpita vivo y ardiente como si lo fuera: "¡Católicos de todo el mundo, uníos contra el comunismo ateo! ¡Alejad de vosotros todo lo que os separa! ¡Rehuid todas las divagaciones, echad fuera todas las confusiones, expulsad todas las incomprensiones, huid de todos los fingimientos y embustes! ¡Abandonad el camino resbaladizo en el que algunos de vosotros se dejaron caer, pues os arrastrará a una inmensa catástrofe! ¡Católicos de todo el mundo, uníos con quien combate el comunismo ateo; uníos contra el comunismo ateo, si todavía hay tiempo!"
Notas
(1) El cardenal Van Roey decía en 16 de enero de 1938: "A despecho de la prohibición formal de sus obispos, muchos católicos hacen causa común con los comunistas justo en el momento en que estos exterminan a sangre y fuego la Iglesia católica en España".
(2) Encíclica Pascendi dominici gregis, del 8 de septiembre de 1907.
(3) El Izvestia de 24 de agosto de 1939 escribía comentando este tratado: "Las diferencias ideológicas, así como las diferencias del sistema político de los dos países, no pueden y no deben perturbar el establecimiento y la manutención de relaciones de vecindad entre la U.R.S.S. y Alemania". El Pravda expone la misma doctrina. Esta confesión de la diferencia entre el Nacional-Socialismo y el comunismo no podría ser más autorizada.
(4) Mons. Steinmann, vicario capitular de Berlín, decía en 6 de octubre de 1933: "Si hay conflictos entre instituciones católicas y organismos del Estado, no provienen de que el Estado busque oprimir la religión católica, sino que se explican por las medidas naturales de un período de transición, destinadas a integrar la comunidad del pueblo alemán en formas enteramente nuevas" (in Documentation catholique, XXX, col. 923). Y es digno de lectura atenta el discurso que el 14 de enero de 1934 pronunció Von Papen en Gleiwitz.
(5) Inocencio III advertía: "Qui tamquan misericorditer in nostran familiaritatem admisi, nobis illan retributionem impendunt, cuam, juxta vulgare proberbium, mus in pera, serpens in gremio & ignis in sinu suis consueverunt hospitibus exhibere" (apud Benedicto XIV, in A quo primum, encíclica de 14 de julio de 1751 - Bulladium, III, nº 49, p. 170).
(6) En el período de 1933 a 1938 el Estado nacional-socialista puso a disposición de de la dos confesiones la suma de 1.770 millones de Reichsmark, habiendo del primero hasta el último año una diferencia de más de 370 millones. ¡Y esto en un país en el que, después del Estado, la Iglesia es el mayor terrateniente!
(7) Situación idéntica se observa en Portugal. Antes de la revolución del 28 de mayo, el Centro católico desempeñaba, junto a la República democrática, una función colaboracionista; la miseria a que llegó el país creó las circunstancias que forzaron al ejército a intervenir y a instituir el Estado autoritario. Éste, no reconociendo partidos, puso fin a la misión del Centro católico, y realizó, sin él, una obra que nunca el partido católico hubiese podido efectuar, a despecho de colaborar con la República democrática.
(8) Decreto de 28 de febrero de 1933 para la protección del pueblo contra la acción de los comunistas peligrosos para el Estado; la ley de 31 de marzo de 1933 prohíbe candidaturas de comunistas, anula votos de comunistas y elecciones de candidatos comunistas; la ley de 26 de mayo de 1933 persigue quienes favorezcan ideas comunistas en el dominio político, intelectual o literario, confisca las propiedades del partido comunista y de los organismos con él relacionados; la ley de 14 de julio de 1933 prohíbe la reconstitución, o el intento de reconstitución del partido comunista, sea cual sea la forma que emplee.
(9) El 21 de octubre de 1933 el obispo de Ratisbona dijo en su carta pastoral: "La revolución nacional ahogó en Alemania el marxismo y el bolchevismo, y de este modo pudo detener su guerra abierta contra la fe y a la Iglesia".
(10) Mein Kampf, II, cap. 7 - La lucha contra el frente rojo.
(11) Se sabe que la primera encíclica con este nombre fue la Gloriosan Ecclesiam, de Juan XXII, del 23 de enero de 1318. Pero sólo a partir de Benedito XIV, con la encíclica Ubi primum, de 3 de diciembre de 1740, se generalizó esa categoría de documentos. Hasta entonces, aparte de la encíclica Honestis petentium, de León X, de 15 de febrero de 1521, los documentos pontificales llevaban los nombres de constituciones, letras apostólicas, bulas, breves, motu-proprio, epístolas, etc.
(12) Don Manuel Gonçalves Cerejeira, Obras Pastorais, I, pp. 158 a 166.
(13) Discurso en 6 de diciembre de 1929.
(14) Sin embargo, el episcopado británico enseñaba en 6 de septiembre de 1939: "En esta hora de probación y esfuerzo nacionales nosotros, la jerarquía católica de Inglaterra y del país de Gales, queremos insistir tenazmente con todos los fieles en el deber de obediencia leal a Su Majestad el rey, y en la cooperación dada a todas las formas del servicio nacional".
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Última edición por Valmadian; 21/04/2017 a las 14:56
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
Y la imagen adjuntada en ese funeral muestra a las claras toda la exhibición de soberbia ante Dios en su iglesia, uniformes, entorchados, Hitler con reclinatorio almohadillado por si se arrodillaba (???????????????????????????????????) no se fuera a hacer pupa en sus rodillitas, vamos toda una exhibición comparable con Cristo en la Cruz. ¡¡¡ Venga ya !!!
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
Ni siquiera los falangistas sostuvieron esa posición al producirse la agresión nazi-soviética a la católica Polonia, que tenía un gobierno conservador y autoritario, dispuesto a llevarse bien con sus vecinos occidentales. De hecho, podría haber sido un magnífico aliado de los alemanes contra la Unión Soviética, como lo fueron otros países del este con gobiernos anticomunistas. Tengamos en cuenta que los polacos fueron los primeros en ganar una guerra a la URSS en 1920. En España (a pesar de la ayuda alemana a la Cruzada) nadie se puso de parte de los alemanes en 1939, de ahí la neutralidad absoluta decretada por el gobierno. Las cosas cambian en 1941 con la operación Barbarroja. Los falangistas ahí son partidarios de la Cruzada contra el comunismo y a algunos les hubiera gustado entrar en la guerra mundial para luchar también contra Inglaterra.
Es ridículo justificar la invasión rojo-nazi diciendo que los polacos trataban mal a la minoría alemana. ¿Cómo trataron antes y después los alemanes a la minoría polaca y a otras minorías en su territorio? Tampoco es justificable la pretensión territorial, ya que en el Tratado de Versalles Polonia simplemente había recuperado sus fronteras naturales (en las que todavía la mayoría de la población era polaca), anteriores a la partición del país un siglo antes y la anexión de la parte occidental por Federico III de Prusia (quien por cierto anexionó pero no trató de germanizar, cosa que sí hicieron sus sucesores).
Polonia perdió un 20% de su población en esa guerra, y no eran solo judíos. Los sacerdotes polacos, solo por el hecho de ser sacerdotes, corrían el mismo destino que los judíos (no hablo de supuestas cámaras de gas, que ese es otro tema). Si justificas que se les deportase para hacer trabajos forzados y desmoralizar a los polacos privándoles de los sacramentos, diciendo que eran el enemigo, habría que justificar también que los rojos españoles hubiesen llevado a los sacerdotes españoles (que también los consideraban su enemigo) a campos de concentración (ya sé que lo normal en nuestra guerra no era que los hiciesen trabajar hasta la muerte, sino que los matasen directamente, previa tortura).
Como digo, los españoles nunca trataron de justificar la agresión rojo-nazi a Polonia. Para encontrar tales posiciones en nuestra patria me parece que habría que irse al menos a los años 60, cuando surgen los neonazis de CEDADE y demás.
No se acusa a Hitler principalmente de ser ateo o pagano. Ciertamente las referencias al Walhalla y demás historias eran más retórica que otra cosa y había que ser muy tonto para creer realmente en los dioses germánicos (y los alemanes no destacan por ser tontos). Hitler probablemente fuese ateo, deísta o algo parecido. Mussolini, en cambio, era ateo pero no anticatólico. Este último, de hecho, benefició a la Iglesia, entre otras cosas, devolviéndole la soberanía al menos del Vaticano. De lo que se acusa a Hitler es de haber perseguido al clero católico en Alemania, Austria y Polonia. No podemos tener un doble rasero. La persecución anticatólica es igual de condenable en la Cataluña de Companys como en el III Reich.
Última edición por Rodrigo; 21/04/2017 a las 15:51
Militia est vita hominis super terram et sicut dies mercenarii dies ejus. (Job VII,1)
Otro texto imprescindible sobre la situación en Polonia, también de Edit. MINERVA, es La 5ª Columna en Polonia 1941,Ministerio Polaco de Información, en la que se exponen con todo lujo de detalles las actividades de la infiltración nazi:
"La presente obra es una revelación de las actividades de los espías y agentes subversivos alemanes en Polonia. Basada en gran cantidad de documentos y declaraciones de testigos presenciales, muestra los métodos de subversión nazis, empleados desde entonces en los demás países. Constituye una acusación contra Alemania y una advertencia al mundo."
(De la contrasolapa del libro)
En Iberlibro no parece haber ningún ejemplar pero yo si lo tengo en perfecto estado.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
Podrá ponerse en tela de juicio la objetividad de la fuente de la que procede la noticia, pero cuando el río suena, agua lleva. Además, no es la fuente la que elabora la nueva documentación aparecida, sino que refleja la que ha sido desclasificada y que es de suponer que aportará nuevos datos.
Desclasificado: Los aliados tuvieron conocimiento del Holocausto dos años antes de lo que decían
Publicado: 19 abr 2017 14:48 GMT
EE.UU., Reino Unido y la URSS eran plenamente conscientes de la magnitud del Holocausto nazi dos años y medio antes de lo que se reconoció oficialmente, pero hicieron muy poco para salvar a las víctimas.
Unos documentos de Naciones Unidas que no han sido hecho públicos en 70 años, demuestran que EE.UU., Reino Unido y los gobernantes soviéticos tenían conocimiento ya en diciembre de 1942 de que al menos dos millones de judíos habían sido asesinados y otros cinco millones se enfrentaban al mismo peligro. Pese a ello, las potencias aliadas hicieron muy poco por tratar de rescatar o brindar refugio a personas en claro peligro de muerte, informa "The Independent."
De hecho, un ministro en el gabinete de guerra de Winston Churchill, el vizconde Cranborne, dijo en marzo de 1943 que los judíos no debían ser considerados un caso especial y que el Imperio Británico ya estaba demasiado lleno de refugiados para ofrecer asilo a más personas.
"Las grandes potencias lo comentaron [el asesinato en masa de judíos] dos años y medio antes de que se diera a conocer públicamente", señaló Dan Plesch, autor del recién publicado estudio 'Human Rights After Hitler' ('Derechos Humanos después de Hitler') citado por el diario británico.
"Se suponía que se enteraron de ello cuando fueron hallados los campos de concentración, pero hicieron este comentario público en diciembre de 1942," indicó el historiador.
Plesch, profesor en el Centro de Estudios Internacionales y Diplomacia en la Universidad SOAS de Londres, dijo que las grandes potencias comenzaron a preparar las acusaciones por crímenes de guerra basadas en los testimonios de testigos que se filtraron de los campos de concentración y de los movimientos de resistencia en varios países ocupados por los nazis. Entre sus descubrimientos figuran documentos que culpan a Hitler por crímenes de guerra que datan de 1944.
Plesch destacó que a pesar de disponer de muchas pruebas y de enjuiciar a cientos de nazis, las potencias aliadas hicieron poco para tratar de ayudar a las personas en peligro, en parte por la presencia de elementos antisemitas en el Departamento de Estado de EE.UU que también estaban en contra de procesar por crímenes de guerra a la Alemania nazi.
"Entre las razones dadas por funcionarios políticos estadounidenses y británicos para restringir los procesamientos de los nazis estaba la idea de que al menos algunos de ellos serían necesarios para reconstruir Alemania y enfrentarse al comunismo, que en el momento era visto como un peligro mayor", indicó.
https://actualidad.rt.com/actualidad...rss-holocausto
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
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