Los descubrimientos del Mar Muerto y el Dogma católico.

Aparte del modernismo postconciliar, otra de las causas de que el Dogma católico esté por los suelos son los recientes descubrimientos de los años 40-50 tanto en Qumran (Manuscritos del Mar Muerto) como de la Biblioteca Gnóstica de Nag-Hammadi en Egipto.

Desde entonces toda la investigación bíblica católica y protestante ha dado un vuelco total respecto a la situación anterior: todas las especulaciones se han centrado en la secta de los esenios, zelotes etc y en su literatura sapiencial y apocalíptica, como el anhelado eslabón perdido entre el judaísmo y el cristianismo.
Cristo habría sido un esenio más que acabó siendo idealizado por sus seguidores, enfrentados a la ortodoxia judaica; estos seguidores, confrontando la vida de Cristo con escritos apócrifos judaicos que ya manejaban anteriormente, habrían dado lugar, por sucesivas disidencias y reagrupaciones, a lo que se acabó llamando ‘cristianismo’.
La prueba sería que algunos textos neo-testamentarios contienen denominaciones y referencias a algunos apócrifos judaicos (Libro de Henoc y otros), lo que probaría que cristianos y esenios tuvieron inicialmente doctrinas similares y partieron de una misma o parecida teología.
Lo que entendemos por cristianismo acabaría siendo una mera secta triunfante de entre un montón de sectas cristianas, cada una con su visión de Cristo, con sus respectivos apocalipsis, sus epístolas y sus escritos propios.

Conclusión: el origen carismático y divino del cristianismo, premisa incuestionable de la anterior ( y única) Teología, así como de la Historia del Cristianismo ha pasado a ser un vulgar historicismo y antropologismo; la crítica escrituraria, a una comprobación de como esas citas se hallaban en los manuscritos encontrados, etc, por lo que el fundamento bíblico de la teología, la católica especialmente, ha quedado por los suelos.

Lo más grave es que, desde entonces, muchísimas premisas y conclusiones de la investigación bíblica católica han pasado a compartirse con investigadores protestantes y ateos (que marcan la pauta a seguir) de modo que es imposible saber hasta que punto un sacerdote o profesor católico que trate sobre esos manuscritos habla ya como católico, ya como escéptico o como simple ateo.
Lógicamente no hay cortapisas católicas al respecto por parte de la jerarquía.

Además, los estudiosos actuales católicos se han formado en la pseudo-teología del Vaticano II, por lo que el caos está servido: todo sacerdote o católico investigador acaba devorado, a la larga, por el escepticismo más radical y la pérdida de la fe católica, si es que alguna vez la tuvieron (Antonio Piñero, principal estudioso del tema en España).
Y si a esto se añade que cualquier libro sobre estos temas, (tan escabrosos y delicados para mantener la Fe católica) no tienen indicaciones sobre la filiación radicalmente atea, protestante o pseudo-católica del autor, y que se venden en cualquier librería católica, la pérdida de la fe está servida.
Lo anterior, se entiende literatura seria; porque a ese desmadre habría que añadir la literatura sensacionalista y estrafalaria sobre estos temas , buscada por los muchos royalties que proporciona a sus autores.