El mono que se hizo religioso
Es doctrina común desde Kant afirmar que la religión es un sentimiento que brota de lo profundo del hombre, y que ese mismo impulso es el agente creador de las religiones y sistemas espirituales. Esta aberración herética se conoce comúnmente con el nombre de modernismo. Ahora bien, es una aberración herética de las más extendidas hoy en día. Es típico decir que el hombre usó la religión para explicar los fenómenos naturales, diciéndose algo así como: los antiguos -que eran tontos- cuando veían algún hecho increíble como una tormenta, para tratar de explicarlo -porque no lo entendían, porque eran tontos- acudían a los dioses y, de esa forma, saciaban parcamente su ansia de conocimiento. Y a mí esto me parece de una simplonería tan enorme que no comprendo como las eruditas mentes del siglo XXI pueden afirmarlo y quedarse tan panchas. A ver si me explico. Por hacer una analogía, al hombre moderno nunca jamás se le ocurriría acudir a dioses, fuerzas cósmicas o cualquier cosa ajena a los sentidos para explicar la realidad. Esto se debe, ciertamente, a que tiene un prejuicio inserto en su inteligencia sobre lo que debe ser científico y, aunque conozca nociones como Dios, espíritu, etc. las descarta cuando examina la realidad. Pues bien, a mi entender, el hombre primitivo, fruto de la evolución -según nos cuentan- parte de un prejuicio mucho más radical que el hombre moderno: que nunca jamás oyó hablar de esas cosas, que nunca jamás las vio y que nunca jamás estuvieron en su inteligencia.
Enseña la epistemología clásica -y verdadera- que el conocimiento comienza por los sentidos y, a partir de las cosas observadas, nuestra inteligencia produce los conceptos con los que podemos razonar y, finalmente, hablar. (Aunque la cuestión del lenguaje sea también materia de profunda especulación). El hecho es que, a mi humilde entender, si el hombre primitivo efectivamente es producto de la evolución y apareció como fruto del ciego azar biológico, conoció sólo lo que sus sentidos le mostraron. Pero sus sentidos no le pudieron informar sobre realidad espiritual alguna: ni del alma, ni de los espíritus, ni de los dioses, ni de nada que no sea el mundo de los fenómenos. Hasta donde yo sé la primera argumentación racional sobre la existencia del alma la encontramos en Platón, y, en gran parte, no hace sino confirmar con su razón un dato que le ha venido dado. Por otro lado, los primitivos no eran tan idiotas como se piensa, pues prontamente no sólo hicieron herramientas sino que las perfeccionaron, reduciendo su tamaño y aumentando su especialización. Esto implica no sólo que pensaban sino que tenían un rústico método científico. Probablemente el más torpe y rústico de los métodos científicos que existan, pero ahí están los restos arqueológicos de esos instrumentos y su progresivo perfeccionamiento. Es decir, hubo un uso de la razón aplicada al conocimiento de la naturaleza, descubrir sus leyes y modificar los objetos para obtener ventajas de esas mismas leyes: esto es, ciencia.
Luego, cuando vieron estos fenómenos realmente tremendos como una fuerte tormenta, un tornado, un volcán o cualquier fenómeno natural de estas características quedan claras dos cosas: 1) que no existe ningún punto de apoyo para concluir a partir de ellos la existencia de una realidad espiritual de la que nada se sabe porque: 1) nunca se ha visto; 2) nunca nadie ha dado testimonio de su existencia; 2) que si aplicaron su razón, aunque probablemente de forma rústica, a la perfección de ciertos objetos no se ve porque no pudiesen usarla igualmente para tratar de buscar una rústica explicación científica a esos fenómenos. Explicaciones que podrían ser simples, falsas, tontas, absurdas o ridículas, pero racionales.
Igualmente si, por la visión del orden de la naturaleza concluyesen que, efectivamente, esto debe haber sido hecho por alguien, difícilmente se concluye junto a esto que existan deberes para con ese ser. Sin embargo, desde la edad de piedra existen altares y sacrificios, práctica universal en la humanidad. ¿Todo el mundo, en todas las culturas, llegó a la misma conclusión de la necesidad de ofrecer sacrificios al ser que lo ha hecho todo (o a los dioses, o, en general, a ciertas realidades espirituales)? ¿Por qué? La razón puede ir por muchos lados, pero resulta que todos han concluido que la divinidad se preocupa por los asuntos humanos (y por esa razón son los sacrificios). Y no tiene porque ser así, esa no era la opinión de Aristóteles o de los teístas ilustrados, que usaban exclusivamente su razón sobre estos temas. Igualmente no se explica la creencia universal de una vida después de la muerte o el hecho de un juicio. ¿Todas las culturas llegaron a estas conclusiones comunes pensando y divagando cada uno por su lado? Ya me parece exageradamente increíble la aparición de nociones espirituales, como para que encima sean universales (porque si surgen del hombre, ¿realmente no sólo aparecieron sino que lograron asentarse en todos los pueblos y todas las culturas?) y, para más inri, con una serie de puntos comunes nada desdeñable.
Concluyendo, si el hombre viene del mono, el hecho religioso como ha aparecido a lo largo de la historia de la humanidad me parece inconcebible. Así pues, me parece absurdo hablar de "evolución del pensamiento religioso" como hacen los racionalistas. Si acaso se podría hablar de "degeneración de la revelación primera", con lo que ello implica.
Mores Maiorum
Y yo digo; ¿por qué esa tan sapientísima (que dicen los ateos modernos) ley de la evolución no hizo al hombre primitivo directamente ateo?
O al revés, si es tan sabia dicha ley ¿por qué dudan los modernos de que la creencia en Dios a la que el hombre primitivo llegó evolucionando no haya de ser cierta?
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