Solapada como noticia por la polémica sobre la despenalización del aborto en la Argentina, la noticia sobre la salud del Romano Pontífice, pareció quedar en un segundo plano. Aunque hoy en proceso de franca mejoría, es sintomático como desde hace años, a cada internación de Juan Pablo II, le siguen invariablemente los rumores sobre su "renuncia" y las especulaciones sobre su sucesor.
Escribe Gaio Schiappi
Sabemos que el Espíritu Santo gobierna la Santa Iglesia y que Ella tiene promesas de vida eterna. Pero, conocederos, aunque sea como aficcionados de la historia eclesiástica, tampoco ignoramos las vicisitudes humanas que rodean a cada elección, y de las cuales esa historia nos da lecciones -algunas ciertamente no muy edificantes y capaces de escandalizarnos hasta a nosotros- que vale la pena considerar. La Gracia supone la naturaleza y no la anula. Dios respeta la libertad de sus creaturas hasta límites impensados. De allí que muchas cosas son posibles en esta materia, sin que la Fe en la Santa Iglesia debe sufrir menoscabo.
Un Papabile en ascenso
Volviendo a nuestro tema. En los últimos tiempos cada vez suena más el nombre del Arzobispo de Buenos Aires como futuro Pontífice. Razones no les faltan a quienes así opinan.
El colegio cardenalicio está muy dividido. Los italianos, aunque han perdido la importancia de antaño, siguen representando el grupo más fuerte. Sin embargo, sin alguna alianza, difícilmente puedan imponer su candidato. Necesitan alianzas. La opción europea no es sencilla. Los episcopados alemanes, holandeses, nórdicos y francés, -amén de una historia de encontronazos- tienen una impronta que se aviene mal con los de la patria de Dante. España podría ser, pero no alcanza. Europa oriental ya tuvo su Pontífice en Juan Pablo II, y su mentalidad se compatibiliza difícilmente con la latina. Africa, luego de la triste experiencia de Mons. Milingo no parece figurar entre los aliados confiables. En Extremo Oriente el catolicismo es marginal.
Queda América. El "Continente de la Esperanza". Según el Anuario Pontificio publicado a fines de enero, aquí viven casi la mitad de los católicos del mundo. Un Papa de estas tierras, no es entonces algo irrazonable. Veamos un poco como están las cosas por aquí. Los EE.UU. serían un aliado apetecible de primer orden, en general el estadounidense tiene una actitud de respeto y veneración por Roma, es una comunidad poderosa desde varios puntos de vista, lo cual ayudaría a disminuir la dependencia de los europeos, pero, además de los problemas recientes por las denuncias sobre abusos sexuales de su clero -infladas hasta el hartazgo por los mismos medios progresistas que promueven la promiscuidad- tiene además el problema de cargar con el peso de su carácter de potencia imperial dominante, lo cual la deja mal colocada para el trabajo en los demás países que en no poca medida sufren ese imperialismo.
Dentro del subcontinente, un candidato fuerte es el Arzobispo de México, Mons. Rivera. Pero sus vinculaciones con la congregación "Legionarios de Cristo" lo ponen como sospechoso de demasiado conservador. Incluso en ese campo, hay una disputa no zanjada con el Opus Dei, por ver cual es la organización que servirá de guardia pretoriana del próximo Papa. Sigue Rodríguez Maradiaga de Honduras. Pero al parecer no logra concitar demasiadas adhesiones. Cipriani de México, además de pertenecer al Opus Dei, tiene la oposición de casi todo el episcopado peruano, con lo cual la promoción es difícil. Sigue Brasil con Hume y Agnello. Pero la persistencia de la "teología de la liberación" -con Fray Beto en un cargo de importancia en el gobierno de Lula- y una cierta fama bien ganada de progresista del clero brasileño, complican la promoción de uno de ellos entre los sectores conservadores.
Queda Mons. Bergoglio. De ascendencia italiana y argentino, es un candidato perfectamente potable para el influyente grupo de cardenales latinos. Hombre de gobierno y con fama de pragmático, parece reunir dos requisitos necesarios para conducir una Iglesia en la que la unidad doctrinal y la disciplina en ella basada no brillan demasiado. Su condición de jesuita podría jugarle aparentemente en contra, pero justamente su historia de "perseguido" por ella al menos en ciertas etapas, y el no contar hoy con los beneplácitos de la Orden, se le vuelve a favor. Según los observadores romanos, el papel que le cupo jugar en el último Sínodo de Obispos, fue muy apreciado por progresistas y conservadores. Parece que logró conformarlos a ambos. Casi un milagro.
De pronto una sombra...
El estallido de la discusión sobre la despenalización del aborto en la Argentina y el silencio con que la mayoría del Episcopado acompañó -es un decir- a Mons. Baseotto durante una larga semana, si bien tiene otros responsables -Club de San Isidro- lo señala como culpable del pecado de omisión.
Ante el estado público de la polémica, varios prelados extranjeros han repetido la pregunta temida "Pero ¿cuándo va a hablar el Cardenal?"
La verdad es que cada vez más aparecen indicios de la fluida relación del Primado con las autoridades nacionales. Se sabe que ciertas decisiones de magnitud, aquellas no las toman sin consultarlo. La tranquila afluencia de fondos a la educación privada aún con un ministro de la FLACSO como Filmus, los acuerdos del Ministerio de Acción Social con Caritas vía Mesa del Diálogo, etc.… siempre dejan ver la sombra del Cardenal.
El estallido del debate encuestión, resulta seriamente riesgoso a esa candidatura que ignacianamente suponemos inspirada en la búsqueda de "la mayor gloria de Dios" ya que por supuesto descartamos cualquier afección desordenada por poder en alguien que hace un culto de la austeridad, como nos recuerdan cada tanto Rubin, López, Argañaráz y otros analistas religiosos imparciales.
Si Su Eminencia, decide tomarse en serio el problema del aborto y privilegiarlo sobre las buenas relaciones con el Gobierno, entonces, perderá los favores oficiales, la prensa "políticamente correcta" lo pondrá del lado de los malos, y los sectores progresistas lo incluirán - ¿una vez más?- en la lista de los réprobos. La tapa de Página/12 del domingo 27 de febrero, pareciera ser algo así como una especie de "muestra gratis" de lo que le sobrevendrá, si a su vuelta de Roma no trae alguna respuesta satisfactoria para el gobierno en lo que hace al cambio solicitado de Obispo Castrense.
Si en cambio, privilegia la buena relación con el gobierno, los sectores ideológicos de éste, le exigirán algo más que el silencio respecto a Mons. Baseotto. Le pedirán que aporte sus contactos romanos para defenestrarlo rápidamente y que frene la lenta pero creciente ola de solidaridad que parece estar levantándose entre los Obispos. La semana que viene se reune la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal. El gobierno sabe que la palabra de Su Eminencia será decisiva. Que la suerte del Obispo Castrense, está hoy por hoy y humanamente hablando, en sus manos. Y la permanencia de Mons. Baseotto, o la simple demora en removerlo, se la endilgarán a una de estas dos causas: o carece de peso en la Curia o no es un aliado confiable. Además su sólo silencio, ya le está restando apoyos en un posible cónclave de los cardenales conservadores. Uno de ellos, ya sin cargo en la Curia pero aún influyente y con derecho a voto, ha expresado en estos días a un argentino de paso por la Ciudad Eterna.
"Si esto pasa en la Argentina, cuando llegue a Papa, deberemos esperar que el famoso "cambio de doctrina respecto al preservativo, la comunión a los divorciados y el diaconado femenino sean una realidad"....
Los Obispos hablan...
Luego de un silencio que a muchos se nos antojó de película de suspenso, las voces se empezaron a hacer oir. Primero la valiente declaración de Mons. Stá¶ckler. Doblemente meritoria por no haberse escudado en la "colegialidad". Luego algunas declaraciones de Mons. Castgna -vice presidente 2do. de la Conferencia Episcopal- y de Mons. Maullion. La semana pasada, algo un poco inusual. La provincia eclesiástica de Cuyo con todos sus obispos salió al ruedo seguida por la provincia eclesiástica del Litoral. Esta última declaración, con la particularidad de estar firmadas por Mons. Mirás y Mons. Fenoy, Presidente y Secretario respectivamente de la CEA. Tal vez un anticipo de lo que viene. Ambas parecen marcar el tono de lo que debemos esperar. Al parecer el Cardenal ha encontrado una vez más la fórmula que le permite salir del atolladero. Pronunciarse contra el aborto -y así cumplir con los reclamos romanos- pero sin mencionar ni al Ministro ni a Mons. Baseotto -y así no malquistarse con el gobierno-. El tiempo dirá si ese equilibrio dará resultado y como influye en los preparativos del próximo cónclave.
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