Como siempre muy interesante reflexión y aporte amigo Hyeronimus.
LOBOS BUENOS Y OVEJAS MALAS
Y ZORROS CON PIEL DE CORDERO
Con los años cualquiera cambia. Cuando se está equivocado no es malo cambiar; lo malo, lo peor, es perseverar en los errores. Un error muy extendido es el que suele sucedernos cuando somos jóvenes, que nos creemos que la gente -por el simple hecho de decirnos que piensan como nosotros- piensa tal como nosotros: el origen de este error radica en la necesidad que todos tenemos de sentir la hermandad con otros, pues los lobos esteparios son -como quien bien lo sabe- cosa de Hermann Hesse.
Esto de equivocarnos suele ocurrir en el campo de las opiniones políticas y, si no andamos listos, podemos terminar en cualquier lugar que ostente banderas rojigualdas (dígase por caso una sede del PP). Y es que cuando decimos "España", aquí cualquiera entiende una cosa distinta; cuando apelamos a la tradición, habría que saber de qué tradición hablamos; y los hay que, cuando defendemos la Monarquía, al leernos se piensan que defendemos al cazador de elefantes.
Por desgracia, en el campo religioso -que quisiéramos pensar que es impoluto- también nos aguardan sorpresas. El santo recinto de la Iglesia católica no tiene detectores de hipócritas y ocurre que los hipocritones nos engañan, poniéndose esa máscara de piadosas almas que parece no han roto nunca ni un plato, pero son varias vajillas de Sèvres las que llevan quebradas.
Y es que los hay que el confesarse católicos no les estorba para defraudar a Hacienda o portarse como unos mamarrachos del peor pelaje. Y no, no nos referimos a esos que -siendo católicos nominalmente- no están informados ni tienen la conciencia formada, no: esos tendrían hasta disculpa -si su ignorancia no puede disculparse, la ignorancia -como hecho consumado- los disculpa cuando faltan a la justicia sin saberlo. Nos referimos, más bien, a quienes habría que suponerles cierta conciencia formada, tanto en la dimensión doctrinal como en la moral.
Para que individuos así puedan continuar engañando al personal hay que suponerles cierto ámbito en el que se sienten a pierna suelta (por eso dan patadas); para poder recibir doctrina moral (incluso hasta el atrevimiento de pretender impartirla) y portarse en la vida real como unos cerdos, hay que tener la manga muy ancha -la manga y la conciencia. La contradicción entre la idealidad a la que se han adherido y la realidad a la que van dándole forma (o mejor, deformando) no podría anularse con ansiolíticos; es menester que supongamos que viven en ciertas burbujas que, impidiéndoles reconocer la realidad exterior a ellas, les preservan la tranquilidad de conciencia (en el caso de quedar vestigio de tal conciencia).
Me imagino a un zorro con piel de oveja, no a un lobo. El lobo es mucho más noble que esas ovejas carnívoras que, defraudan y hacen lo contrario de lo que predican. Esas ovejas, esos zorros constituyen una vergüenza que aparta a multitudes de la Iglesia.
Su conducta reprobable, por mucho que su relativismo fáctico les tenga anestesiados, no es menos reprobable por llevar el nombre de "católica".
Las parábolas nos lo dicen, esas que leen y no entienden -pues es mejor no entenderlas: que el hijo pródigo derroche su herencia y regrese contrito es una alegría para el padre... Pero que los trabajadores más tempraneros reclamen, en virtud de haber llegado antes al tajo, el derecho de saltarse a la torera las normas morales, es el absurdo en que incurren estos de los que hablo.
En otras palabras, no nos fiemos nunca de nadie por habernos dicho que es católico: eso hay que demostrarlo.
Y no critiquemos a los que no son católicos, por no serlo: tal vez no tuvieron la suerte de perseverar en la fe -como nosotros-, cuando fueron defraudados por este tipo de "católicos" que, en el mundo, no son ni sal ni luz... Son un misterioso lote de iniquidad.
LIBRO DE HORAS Y HORA DE LIBROS
Como siempre muy interesante reflexión y aporte amigo Hyeronimus.
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