La orfandad de la palabra…




“Cuando yo uso una palabra --insistió Humpty Dumpty con un tono de voz más bien desdeñoso-- quiere decir lo que yo quiero que diga..., ni más ni menos” (Lewis Carroll).


Sobre la ambigüedad del lenguaje y el vaciamiento de realidad del contenido de las palabras, aun en teologías con intenciones ‘angélicas’:
Eso sucede cuando se prostituyen las palabras, se las desnaturaliza, y se les hace decir cosas que están muy lejos del objeto al que primigeniamente la intencionalidad de la palabra hace referencia. Kant lo comparaba a una paloma que vuela en el vacío sin aire para que le provoque resistencia a sus alas termina no pudiendo volar… La palabra sin la resistencia, la cercanía y la fuerza de gravedad del objeto de su intencionalidad aletea en el vacío… mera creación del sujeto… Una especie de arcilloso y maleable wishfull thinking que justifica exactamente lo que se nos da la gana pensar… (voluntarismo le llaman algunos…). Ni de cerca es propiedad exclusiva del progresismo, oggi lo vediamo dappertutto… En el progresismo se reviste de un macaneo grosero… en el conservadurismo se vuelve camaleónicamente más sutil, es sistema reforzante de un relato de sí mismo, instrumento de iconolatría de grupo y de bálsamo reforzante de la pertenencia que en el fondo proclama un “somos mejores que los demás”, que puede hasta ser verdadero en el contexto de una observación de segundo orden (y dentro de ciertos límites), pero cuando se vuelve afirmación de primer orden se torna la petición de principio más antigua de toda la creación, esa misma petición de principio inmediatamente anterior y fundamento del ‘non serviam’. Lo que es auténticamente mejor no se relata a sí mismo ‘in actu signato’, simplemente lo es ‘in actu exercito’.

Tomado de:

La orfandad de la palabra… | Psique y Eros

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